Aun hay quien bendice el día en que decidiste modernizar
la voz de la clase obrera y el pensamiento de Carlos Marx.
Y a mí que me suena todo a aquel chaval del 82
que al fin traía el cambio a España y que decía OTAN de entrada no.
(Daniel Tomaselli, "El baile de la coleta", canción dedicada a Pablo Iglesias)
Déjà Vu
"Se denomina así la experiencia de sentir que ya hemos sido testigos o experimentado previamente una situación nueva. La palabra proviene del francés y significa ‘ya visto’.
Como tal, el déjà vu es una sensación que surge ocasionalmente. Se produce cuando hacemos, decimos o vemos algo que da la sensación de que ya lo hemos visto o hecho antes, pero que, en realidad, nunca ocurrió. Así, el déjà vu se presenta como una especie de replay, donde una persona tiene vivencias que está segura de que le han sucedido antes" (tomado de significados.com).
El PSOE o el conejito que salió de la chistera mágica del Poder
A principios de los 80, desde una minoría de la izquierda hacíamos hincapié en que el PSOE formaba parte del enemigo, en tanto que era una respuesta patrocinada por el propio sistema, para encauzar el voto de los trabajadores por una vía domesticada e inocua que no pusiera en peligro el status quo y la transición diseñada desde las trastiendas del Poder.
A principios de los 80, desde una minoría de la izquierda hacíamos hincapié en que el PSOE formaba parte del enemigo, en tanto que era una respuesta patrocinada por el propio sistema, para encauzar el voto de los trabajadores por una vía domesticada e inocua que no pusiera en peligro el status quo y la transición diseñada desde las trastiendas del Poder.
El PSOE, de ser un mini partidito (dividido además entre "renovadores" e "históricos", más débil incluso que el pequeño PSP, Partido Socialista Popular de Tierno Galván), había sido aupado a lo más alto para frenar y minimizar al PCE, Partido Comunista de España (ver "¿Quiénes constituyeron la oposición a la dictadura franquista? Un análisis a través de las sentencias del TOP"). Prácticamente desaparecido, al menos en la praxis, durante la oposición al franquismo, el PSOE parecía ser el conejito saliendo de la chistera mágica del Poder. Ungido por la mano hacedora de la CIA y engordado como pollo hormonado de granja por los medios del capital y la ayuda financiera de la Internacional Socialista (particularmente de la socialdemocracia alemana de Willy Brandt), el PSOE pasó de ser un cero a la izquierda (nunca mejor dicho) a acaparar el voto de la clase trabajadora, que veía en él un instrumento para el cambio.
Cuando llegó el 82, el año en que Felipe González ganó las elecciones, los locos que íbamos a contracorriente teníamos difícil enfrentarnos a la euforia desmedida de una masa preñada por una ilusión que en realidad era el efecto del ilusionismo político. De nada servían los argumentos y análisis: nos enfrentábamos a una cuestión de fe, a la irracionalidad colectiva de un magma humano que deseaba con ahínco alcanzar el orgasmo político prometido por Felipe González.
La Transición fue una historia de lo que pudo ser pero no fue. Las grietas en el sistema se taparon a través de una clásica operación de gatopardismo. En apariencia, parecía que todo cambiaba, cuando en realidad lo importante y estructural se mantenía intacto, preservándose con celo los intereses de una oligarquía temerosa. Tenía razón Franco, el dictador fascista: todo había quedado atado y bien atado.
La socialdemocracia nos mostró la función por la cual es protegida desde el Poder: la de ser la comadrona de los partos difíciles del capitalismo. Privatizaciones, OTAN, reforma laboral a favor de los empresarios (incluyendo la creación de las vampíricas ETT, empresas de trabajo temporal), destrucción de la industria (por exigencias de la Europa a la que queríamos pertenecer) y una política económica que disparó los dividendos del gran capital. Sí. El PSOE se mostró más eficaz que la derecha para llevar a cabo ese parto difícil. La imagen de un país que parecía modernizarse y una sociedad que descubría el modelo de "sociedad de consumo" (en sentido estricto, tal como se conceptualiza en la Sociología, fue una creación de los años 80), hizo difícil ver que el neoliberalismo estaba entrando en España de la mano del PSOE, como en EE.UU. lo hacía de la mano de Ronald Reagan y en RU de la mano de Margaret Thatcher. No es casual que el artífice de la política económica del primer gobierno de González, Miguel Boyer, acabase colaborando con la FAES del Partido Popular, además de llegar a ser presidente de Cartera Central, vicepresidente de FCC y presidente de la Compañía Logística de Hidrocarburos CLH S.A.
En efecto, con González vivimos una paradoja todavía a día de hoy no suficientemente explicada: al mismo tiempo que el estado del bienestar seguía creciendo (fue cuando se alcanzó, por ejemplo, la universalidad de la prestación sanitaria), simultáneamente la política de privatizaciones permitía al capital apropiarse del patrimonio empresarial del estado a precio de ganga. Sin saberlo por aquel entonces, aquel estado del bienestar que crecía llevaba etiqueta de caducidad.
El gobierno de Felipe González (responsable máximo de atrocidades como el terrorismo de estado de los GAL) nos convirtió en un país "moderno": consumíamos como posesos y la Europa que se estaba levantando sobre cimientos neoliberales nos aguardaba con los brazos abiertos.
¿Y el PCE? Durante la Transición, Carrillo dejó al PCE, al gran partido de la oposición al franquismo, herido de muerte. Si los comunistas españoles habían soñado con desempeñar el papel que el PCI desempañaba en Italia, al final tuvieron que contentarse con actuar de teloneros del circo político pesoísta. En aquella transición, el PCE, en lugar de seguir la senda que por ejemplo había elegido el PCP portugués, se enrocó en un imposible. El delirio de Carrillo enfatizaba un deseo de "unidad de la izquierda", refiriéndose con ello a la unidad de acción con el PSOE, al cual, por supuesto, no le interesaba. Sí, Carrillo fue el primer pagafantas del actual período de restauración borbónica y acabó desempeñando una triste función (frustrada) de liquidador (¿os recuerda a algo esto, en el momento actual?).
El PSOE, partido que tomó cuerpo con el golpe interno de Suresnes, estaba carente de algo que sí abundaba en el PCE: cuadros políticos. Y mientras Carrillo insistía en el mantra de la unidad de la izquierda, un goteo permanente de cuadros fueron pasando del PCE al PSOE. Cuando llegó el triunfo de González en el 82, el goteo se transformó en avalancha. Algunos entraban en el PSOE y a los pocos días se producía su nombramiento como directores generales, gobernadores civiles o para cualquier otra poltrona. Había poltronas suficientes para repartir y comprar a una buena parte de los cuadros políticos del PCE, que acudían a Ferraz para preguntar qué hay de lo mío. Fue el motivo por el cual en aquella época Eugenio del Río (líder del Movimiento Comunista de España, MCE) llegó a calificar al PSOE de "cofradía de estómagos agradecidos".
Para la izquierda fue una travesía por el desierto. La lucha de clases dejó al enemigo -el Capital- solo en el campo de batalla. La indignación dio paso a la indiferencia, y ésta a la apatía. Fueron mayoría los que se marcharon para casa, abandonado la militancia y la movilización. Muchos jóvenes se convirtieron en pasotas. No pocos se encontraron con la heroína, que causó estragos en una generación entera de jóvenes que había soñado con la toma del palacio de invierno. Otros muchos comenzaron a considerar que el estilo de vida aburguesado y consumista no estaba tan mal... La estocada final vino con la caída del Muro en 1989. ¿Cómo oponerse al capitalismo, que además la socialdemocracia había conseguido rebautizar con el nombre cachondón de economía social de mercado?
Aquella paliza política que recibió la izquierda obedeció a muchos factores, pero casi nunca se mencionan dos que también actuaron. Por un lado, buena parte de aquellos jóvenes movilizados y militantes, contaban con una deficiente preparación ideológica, con lo cual resultaban presas fáciles del ilusionismo creado por el PSOE. Por otro lado, el hecho de haberse gestado toda una generación de dirigentes muchos de los cuales mostraban sobrepeso de ambición personal y de protagonismo, lo que les condujo a abandonar el barco y a subirse al carro del PSOE a la primera de cambio.
La Transición fue una historia de lo que pudo ser pero no fue. Las grietas en el sistema se taparon a través de una clásica operación de gatopardismo. En apariencia, parecía que todo cambiaba, cuando en realidad lo importante y estructural se mantenía intacto, preservándose con celo los intereses de una oligarquía temerosa. Tenía razón Franco, el dictador fascista: todo había quedado atado y bien atado.
La socialdemocracia nos mostró la función por la cual es protegida desde el Poder: la de ser la comadrona de los partos difíciles del capitalismo. Privatizaciones, OTAN, reforma laboral a favor de los empresarios (incluyendo la creación de las vampíricas ETT, empresas de trabajo temporal), destrucción de la industria (por exigencias de la Europa a la que queríamos pertenecer) y una política económica que disparó los dividendos del gran capital. Sí. El PSOE se mostró más eficaz que la derecha para llevar a cabo ese parto difícil. La imagen de un país que parecía modernizarse y una sociedad que descubría el modelo de "sociedad de consumo" (en sentido estricto, tal como se conceptualiza en la Sociología, fue una creación de los años 80), hizo difícil ver que el neoliberalismo estaba entrando en España de la mano del PSOE, como en EE.UU. lo hacía de la mano de Ronald Reagan y en RU de la mano de Margaret Thatcher. No es casual que el artífice de la política económica del primer gobierno de González, Miguel Boyer, acabase colaborando con la FAES del Partido Popular, además de llegar a ser presidente de Cartera Central, vicepresidente de FCC y presidente de la Compañía Logística de Hidrocarburos CLH S.A.
En efecto, con González vivimos una paradoja todavía a día de hoy no suficientemente explicada: al mismo tiempo que el estado del bienestar seguía creciendo (fue cuando se alcanzó, por ejemplo, la universalidad de la prestación sanitaria), simultáneamente la política de privatizaciones permitía al capital apropiarse del patrimonio empresarial del estado a precio de ganga. Sin saberlo por aquel entonces, aquel estado del bienestar que crecía llevaba etiqueta de caducidad.
El gobierno de Felipe González (responsable máximo de atrocidades como el terrorismo de estado de los GAL) nos convirtió en un país "moderno": consumíamos como posesos y la Europa que se estaba levantando sobre cimientos neoliberales nos aguardaba con los brazos abiertos.
¿Y el PCE? Durante la Transición, Carrillo dejó al PCE, al gran partido de la oposición al franquismo, herido de muerte. Si los comunistas españoles habían soñado con desempeñar el papel que el PCI desempañaba en Italia, al final tuvieron que contentarse con actuar de teloneros del circo político pesoísta. En aquella transición, el PCE, en lugar de seguir la senda que por ejemplo había elegido el PCP portugués, se enrocó en un imposible. El delirio de Carrillo enfatizaba un deseo de "unidad de la izquierda", refiriéndose con ello a la unidad de acción con el PSOE, al cual, por supuesto, no le interesaba. Sí, Carrillo fue el primer pagafantas del actual período de restauración borbónica y acabó desempeñando una triste función (frustrada) de liquidador (¿os recuerda a algo esto, en el momento actual?).
El PSOE, partido que tomó cuerpo con el golpe interno de Suresnes, estaba carente de algo que sí abundaba en el PCE: cuadros políticos. Y mientras Carrillo insistía en el mantra de la unidad de la izquierda, un goteo permanente de cuadros fueron pasando del PCE al PSOE. Cuando llegó el triunfo de González en el 82, el goteo se transformó en avalancha. Algunos entraban en el PSOE y a los pocos días se producía su nombramiento como directores generales, gobernadores civiles o para cualquier otra poltrona. Había poltronas suficientes para repartir y comprar a una buena parte de los cuadros políticos del PCE, que acudían a Ferraz para preguntar qué hay de lo mío. Fue el motivo por el cual en aquella época Eugenio del Río (líder del Movimiento Comunista de España, MCE) llegó a calificar al PSOE de "cofradía de estómagos agradecidos".
Para la izquierda fue una travesía por el desierto. La lucha de clases dejó al enemigo -el Capital- solo en el campo de batalla. La indignación dio paso a la indiferencia, y ésta a la apatía. Fueron mayoría los que se marcharon para casa, abandonado la militancia y la movilización. Muchos jóvenes se convirtieron en pasotas. No pocos se encontraron con la heroína, que causó estragos en una generación entera de jóvenes que había soñado con la toma del palacio de invierno. Otros muchos comenzaron a considerar que el estilo de vida aburguesado y consumista no estaba tan mal... La estocada final vino con la caída del Muro en 1989. ¿Cómo oponerse al capitalismo, que además la socialdemocracia había conseguido rebautizar con el nombre cachondón de economía social de mercado?
Aquella paliza política que recibió la izquierda obedeció a muchos factores, pero casi nunca se mencionan dos que también actuaron. Por un lado, buena parte de aquellos jóvenes movilizados y militantes, contaban con una deficiente preparación ideológica, con lo cual resultaban presas fáciles del ilusionismo creado por el PSOE. Por otro lado, el hecho de haberse gestado toda una generación de dirigentes muchos de los cuales mostraban sobrepeso de ambición personal y de protagonismo, lo que les condujo a abandonar el barco y a subirse al carro del PSOE a la primera de cambio.
Y llegó Podemos
Curioso que tu discurso tan radical de transformación,
encuentra altavoz y espacio en el prime time de la televisión.
Extraño que el monopolio feroz y audaz de la información
haya decidido hacer contigo una generosa excepción.
(Daniel Tomaselli, "El baile de la coleta")
En un momento, año 2013, en que IU parecía rozar ese umbral de intención de voto (mucho más de lo que han desvelado las encuestas cocinadas) a partir del cual se entra en una fase de despegue y crecimiento muy considerable, de repente los medios sistémicos se lanzaron a la más agresiva e intensa campaña de promoción política de un partido que hayamos visto en muchos años: Podemos.
No voy a repetir lo dicho hace unos pocos días en este blog, en la entrada "C's y Podemos: una clonación del PP-PSOE para resolver el problema sistémico de la crisis del bipartidismo" (pulsa en el hipervínculo para acceder). Pero sí insistiré en el parangón con aquel PSOE de la chaqueta de pana. Incluso casi me atrevería a afirmar que aquel PSOE estaba más a la izquierda de lo que ahora está Podemos. Y es que el partido de Pablo Iglesias ya no se molesta ni en disimular: del "OTAN de entrada NO" de Felipe González hemos pasado al "OTAN de entrada SÍ" de Pablo Iglesias, quien además ha sido bendecido por el poder financiero y empresarial de la boca de Rosell, capo de la CEOE, quien afirmó: "lo importante es que ningún partido, ni siquiera Podemos, destrozaría ya la política económica actual".
Podemos, junto con Ciudadanos (C's) han surgido para salvar al bipartidismo de su crisis. El viaje de Podemos hacia el socioliberalismo ha sido más vertiginoso que aquel otro día que en su día inició el PSOE:
"La gente normal, en resumen, aún podría ganar si no nos empeñamos en ser de izquierdas”, decía Santiago Alba Rico.
"Los inversores deberían estar tranquilos con Podemos porque no creemos que haya alternativa al libre mercado", declaraba Pablo Iglesias en Market Watch.
“Hay dos culturas empresariales. Una es casta, la otra quiere contribuir al bienestar social, como la familia Botín en el Banco Santander”, sostenía Jesús Montero, siendo secretario del partido Podemos en Madrid...
Sobre el euro, en 2013 decía Pablo Iglesias: "no tengo dudas, salir de euro". En 2014: "depende, en función de las circunstancias". Y en 2015: "el euro es ineludible".
Pero al igual que lo que sucedió en el 82, de poco sirven los argumentos y razones políticas con los fieles fans seguidores de Podemos. De nuevo el ilusionismo impone su efecto narcotizante. Poco puede hacerse. Hemos retrocedido en la lucha de clases y en la guerra ideológica; las movilizaciones dieron paso a la desmovilización y a la paz social, y la política se ha convertido en un espectáculo televisivo más. Nada hace entrar en razones a un abducido podemita. También en el 82 resultaba imposible la razón política con la legión de palmeros dispuestos a votar al PSOE.
¿E Izquierda Unida?
El goteo de cuadros de IU a Podemos ha comenzado hace tiempo. Las ratas son las primeras en abandonar el barco. Un buen puñado de oportunistas, traficantes de poltronas y mercenarios políticos, ya han pasado a Podemos. La más ilustre, Tania Sánchez, una joven política que tiene el rostro duro como el cemento: "No, punto. No vamos a entrar en Podemos, punto. Lo puedo volver a repetir. No, punto. No vamos a entrar en Podemos, punto. ¿Más claro?", decía no hace mucho. En el 82 hubo muchos pajarracos políticos de esa especie.
Tania Sánchez, en campaña electoral con Podemos estos días |
Lo que sucederá el 21, tras las elecciones, está por ver. El fantasma del liquidacionismo (vía absorción por Podemos) planea sobre las sufridas bases militantes y simpatizantes de IU. Con el enemigo podemita dentro de casa, las cosas pintan feas. El viejo canto de unidad de la izquierda de Carrillo, es ahora reactivado por muchos para referirse a la unidad con Podemos, un partido socioliberal que de entrada abraza el otanismo y que considera que no hay alternativa al capitalismo. Los argumentos que escuchábamos en boca de muchos en el 82, vuelven a escucharse ahora en la boca de una nueva generación de izquierdosos, cuya principal características es la de mostrar un preocupante déficit de formación ideológica (ya pasó antes también).
El candidato de IU, Alberto Garzón, en un intento desesperado por captar el apoyo de la izquierda más crítica, parece ahora descubrir la necesidad de criticar a Podemos. Apela a ese "viaje al centro" del partido de Pablo Iglesias, pero Garzón olvida que esa deriva es muy anterior. Y si resulta que IU-UP significa una alternativa frente a un Podemos que no merece el voto de la izquierda, viene a decir Garzón, ¿cómo explicar que en Catalunya y Galicia IU vaya de la mano con Podemos? Mañana mismo, en A Coruña tendrá lugar el gran mitin de En Marea, con Yolanda Díaz (IU) y Pablo Iglesias (Podemos) como protagonistas (¡qué caro nos va a costar el escaño de Yolanda Díaz!). Un compañero y camarada, @LongiIUmoralcva, resumió muy bien en un tuit esa contradicción garzonista:
"En Cataluña y Galicia, ¿también han girado al centro los de Podemos? ¿O ha sido IU la q ha girado?"
No me cabe duda que se avecina una nueva travesía por el desierto para la izquierda. Los daños y estropicios serán elevados. Se avecinan tiempos difíciles. Pero no es la primera vez que nos enfrentamos a duras adversidades.
Comentan que hoy en el cielo se monta la gran celebración
porque la lucha de clases hoy hace las paces.
Lenin se casa en Las Vegas con Margaret Thatcher,
y el Ché anuncia la Coca Cola por televisión.
Y Buenaventura Durruti canta el Cara al Sol.
Y todos bailan juntos el baile de la coleta.
¡Ay! Tú a Bruselas, yo a Vallekas.
(Daniel Tomaselli, "El baile de la coleta")
*Nota: para escuchar "El baile de la coleta: tú a Bruselas, yo a Vallekas", la canción que Daniel Tomaselli dedica a Pablo Iglesias, pulsa sobre este enlace (te recomiendo escucharla):
Puedes leer la letra completa pulsando aquí.
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Es también interesante repasar los recorridos de partidos socialdemocratas clasicos (como afirma ser podemos) europeos y las estrategias meramente electoralistas, recomiendo: http://archivo.juventudes.org/herwig-lerouge/la-participaci%C3%B3n-de-los-partidos-comunistas-en-el-gobierno-%C2%BFuna-forma-de-salir-de-la
ResponderEliminarEvidentemente Podemos no es un partido comunista ni aspira a una transformación en profundidad de la sociedad. Es un partido socialdemócrata, quizás lo que nunca debió dejar de ser el PSOE.
ResponderEliminarPero algunas de las medidas que propone son muy bien venidas para la clase trabajadora, vapuleada durante cuatro interminables años por las agresiones de los liberal-extremistas del PP. Que no quiten las viviendas a la gente, que no le escatimen más en Sanidad, que haya un salario de asistencia o supervivencia, igualdad salarial real de las mujeres, persecución eficiente del fraude fiscal. Nada de esto es comunismo. Nada de esto es revolucionario. Pero es muy necesario y muy deseable por simple supervivencia de tantos desfavorecidos. Tampoco creo que quieran dar gato por liebre respecto a lo modesto de sus metas, (salvo algunas declaraciones desorientadoras). Yo entiendo que Podemos no son "los míos", pero creo que es realista pensar que sus medidas pueden sacar de la extrema miseria a muchos que lo están pasando mal. No es desdeñable.
Excelente artículo, gracias por tu trabajo de crítica. Voy a darle la máxima difusión. Esa misma conversación intentaba tener con un fan de podemos pero muy difícil es enfrentarse a la fe.Comparto plenamente tu opinión.
ResponderEliminarPese a que se está repitiendo la historia, los golpes sí han enseñado a muchos. Y está claro que votar a embaucadores nunca será una solución.
ResponderEliminarPor otra parte, IU recogerá seguramente lo que ha sembrado. La izquierda no necesita de gente timorata y ambiciosa como la que hay ahora.
No. No es la primera vez. Y Alberto Garzón está obligado a responder esa pregunta sobre "quien ha girado". Yo voy a votar a Garzón, no porque sea de IU, sino porque espero que su radicalización se ahonde en contacto con la gente y el devenir diario. La cuestión, como en el 82, no está en lo que decidan las cúpulas porque muchos y muchas el 21 encontrarían "argumentos" para pasar a Podemos y viceversa. La cuestión está donde siempre ha estado:¿Que haces para que tu clase sobreviva en esta guerra a muerte?
ResponderEliminar"Aunque esto no deja de ser una perogrullada como dije antes, obliga a plantearnos que la guerra ideológica contra el capital va más allá de las urnas y es independiente de las citas electorales. Sin embargo, en tanto que la izquierda centra mayoritariamente sus energías en batallas electorales, destinadas a alcanzar parcelas de poder minifundista institucional (que, llegado el momento, no le permitirán más que ejercer de capataz de rostro amable del cortijo), se imposibilita la atención a una lucha ideológica que debiera tomar forma de una guerra de guerrillas en el trabajo, en el barrio, en la calle... La izquierda centra toda su artillería, su energía y tiempo allí precisamente donde el Poder le marca como objetivo porque le conviene (las urnas). Mientras que la izquierda permanezca liderada por personas que priorizan sentarse en un parlamento por encima de objetivos tales como el de tratar de incrementar la masa crítica, la militancia, la formación de cuadros, la movilización, la contra-información, la socialización política alternativa, etc., la inanición política será una constante. El cortoplacismo abrumador implantado en las cúpulas políticas de la izquierda imposibilita el avance real a medio y largo plazo."
Eliminar-- De "La guerra ideológica no se gana o se pierde en las urnas." http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2015/10/la-guerra-ideologica-no-se-gana-o-se.html
La "masa crítica", indispensable para el cambio, no se incrementa en las urnas, sino en el trabajo diario en el barrio, centro de trabajo, calle, espacios colectivos... Todo eso se ha descuidado. Hay que hacer política más allá de las urnas y de las instituciones, lo cual no quiere decir que no haya que presentarse a elecciones (por supuesto que sí). ¿Por qué no se hace? Sospecho que es porque a las cúpulas políticas no tienen interés en ello.
EliminarEl Poder tiene miedo a la calle y primero debemos de tomar la calle.