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lunes, 29 de abril de 2013

15 años de 150: La miseria del Partido socialdemócrata alemán SPD - Primera Parte


Autor: Albrecht von Lucke

Una cosa que no cabe decir sobre el candidato del SPD a la cancillería es que no estuviera haciendo lo imposible para ayudarle a que Angela Merkel consiga el mandato por tercera vez; desde haber des-velado con retraso los emolumentos que había cobrado por una serie de conferencias; pasando por sus exigencias de consumo (el Pinot grigio no por menos de cinco euros el vaso) y sus quejas sobre el sueldo de canciller que él no considera suficiente; hasta sus licenciosas comparaciones entre dos “Clowns” [Berlusconi y Grillo]. Algunos observadores ya vienen dudando de que Peer Steinbrück tan siquiera se esté proponiendo ganar los comicios de septiembre.

A pesar de que esté haciendo todo lo posible para reforzar a Merkel, hay indicios para un posible cambio de poder; no es el candidato del SPD, sino la situación política que al país prácticamente le viene a inculcar un debate sobre la justicia. Y, en ello, son dos los temas que ocupan los primeros lugares de la agenda izquierda, a saber, los límites de los salarios, tanto hacia arriba como hacia abajo, léase el salario mínimo y el máximo.

El debate se inició por una señal inesperada: en un reciente plebiscito, votaron dos de cada tres suizos a favor de que en adelante serán los accionistas y no el consejo de administración quienes determinen los sueldos de los directivos, un hecho que catapultó el debate en torno al ‘justisalario’,de modo que hasta el Frankfurter Allgemeine (FAZ) ya lo ha trasladado desde la sección cultural de Schirrmacher, que de todos modos ya cuenta con todas las libertades, a la portada. En ella despotrica el liberal editor Holger Steltzner contra aquellos directivos que tanto gustan de hablar de “la autoregulación de la economía… y que cuanto más prediquen el cambio cultural y cuanto más se retrase ése, tanto menos crédito obten-drán”. La causa de su sorprendente arrebato contra ese  “desplume” [Abzocke] del que abusan los directivos: Steltzner teme que éstos inicien una avalancha tumultuosa que podría llegar a arrollar toda Europa. [1]

Mientras tanto, también el Partido Democristiano CDU ha hecho suyo el ejemplo suizo. A la vez, nos vienen a documentar tanto el fracaso del ex Goldman-Sachs Mario Monti en Italia como la debacle en Chipre, como la insistencia, tan forzada por Merkel, en una expertocracia fiscal europea está llegando a sus límites. Y mientras en Europa se torna virulenta la cuestión de las bonificaciones y el límite del poder de los bancos, ningún partido alemán logra ya esquivar por más tiempo el urgente debate de los salarios mínimos. Hasta el Partido Liberal FDP, en su último congreso, decidió finalmente regular el tema a nivel regional, pero no nacional. En resumen: La situación de nuestra república en este año de elecciones - basta que recordemos el último informe de reparto de recursos (Armuts- und Reichtums-bericht)  - viene a favorecer sin lugar a dudas a la izquierda. El final de la era socialdemócrata, con sus secuelas sociales, que Ralf Dahrendorf ya invocara hace 15 años,  no se ha producido, sino todo lo contrario: En toda Europa estamos viviendo el renacimiento de la crítica del capitalismo que, por así decirlo, nos empuja hacia una nueva mayoría de la izquierda.

¡Cuántas oportunidades podría y debería suponer este giro para la socialdemocracia alemana! Sin embargo, no cabe ni hablar de eso, ya que el SPD se mueve todavía por debajo del 30 % en intención de votos. Todavía no se ha recuperado del todo del peor resultado de su historia que en 2009 fue del 23 %.  Y si lo medimos por su gran pasado –el próximo 23 de mayo el partido cumple 150 años- , hay que admitir que ya ni es la sombra de lo que era. Hoy día, su pasado es mucho mayor que su presente.


La fatal tradición de la escisión

Lo anterior, ni de lejos  llega a ser culpa de Peer Steinbrück, aunque hay que admitir que estaríamos mejor con otro, otra candidata. La verdadera causa de la crisis hay que buscarla en los últimos quince años, que viene a ser la décima parte de la gran historia del SPD. En la era Schröder, el SPD ha ido perdiendo su hilo conductor, su misión histórica, ha perdido de vista la lucha por la emancipación social, por la justicia social. Hasta el presente se encuentra sumida en una profunda crisis de ideas y conceptos.

En su historia, la socialdemocracia ha tenido éxito siempre y cuando disponía de grandes ideas o mantenía un vínculo directo con los ciudadanos. Durante el mandato de Schröder, ha perdido las dos cosas, tal y como nos documentan el número de votos y de asociados.  Nada más evidente que el caso de la Agenda 2010: Promovida por el afán de conducirles a los cuidadanos desde la alimentación estatal a un trabajo remunerado para así devolverles su dignidad, la agenda ha logrado todo lo contrario: la humillación de cientos de miles de personas quienes, como miniasalariados,  ya no pueden sustentarse mediante sus respectivos empleos, o que resultan estigmatizados por cobrar el sustento estatal "Hartz IV".[2] En todas esas actividades, el SPD se sentía inspirado por un impulso neoliberal cuya victima acabó siendo él mismo.

Recordemos: Hace 10 años la dirección del SPD no pedía la reducción de la ya entonces dramática desigualdad, sino el entonces ministro de economía Wolfgang Clement en su concepto de la “desigualdad productiva” (¡sic!) venía a propagar justo lo contrario, a saber, que  la justicia no debía suponer por más tiempo la reducción de la desigualdad.[3]

Al final de esta evolución, y de una tradición histórica fatal,  nos encontramos ante una socialdemo-cracia escindida y un resultado irónico: Oskar Lafontaine, quien antes no había defendido precisamente la reunificación alemana, pasaba a convertirse en epígono del partido del Este alemán PDS. Pero a diferencia de Los Verdes en los años ochenta, Die Linke no venía a ocuparse de ninguna temática nueva, sino en gran parte sigue siendo heredera de la socialdemocracia tradicional. Hoy día, el infame “Wer hat uns verraten, Sozialdemokraten” (Quiénes nos han traicionado…los socialdemócratas) se viene a entonar pues desde ambos lados: una vez desde el lado de los compañeros del este que ahora conforman el partido Die Linke en contra del SPD; pero no menos desde el SPD en contra de quien fuera su presidente y quien, a su vez, más carga contra el que fuera su partido.

Esa escisión radical entre supuestos idealistas y pragmáticos resulta ser la mala herencia de la historia de la izquierda alemana.  La historia del SPD tan sólo cabe entenderla desde el campo de tensión entre una exagerada expectativa y su frustración incluso mayor… que siempre acabó en escisión. Desde el principio, el SPD y el movimiento de izquierda en su conjunto, vivieron a partir de la tensión, del todo productiva, entre idealismo y pragmatismo, utopia y poder. Únicamente al fundar su pragmatismo en un visión social, podían contar con buenas posibilidades de éxito. A la inversa, siempre suelen entrar en aguas agitadas cuando gobiernan sin ideas, sin perspectivas. A diferencia de los conservadores, quienes en primer lugar se com-prometen a  mantenerse en el poder, los seguidores del SPD en seguida miden al partido por sus propias exigencias y pretensiones; y si resulta que la dirección no logra plasmarlas en política real, ha de contar fijo con adversarios de entre sus propias filas.

Este ya era el caso en la primera fase gubernamental, la república weimariana. El SPD era el único partido que desde un principio era fiel a la “República sin demócratas” (y que acabó por vetar la ley habilitante de 1933 [Ermächtigungsgesetz] de los nazis). Pero precisamente por ser fieles al supuesto ‘sistema’ de Weimar,  sufrieron las presiones, tanto desde la derecha como desde la izquierda comunista que tan duramente combatían y que los tildaba de ‘fachistas sociales’ [Sozialfaschisten]. Aquella fatal dialéctica entre una expectativa insalvable y su pronta decepción se iba a repetir en la corta luna de miel del SPD bajo Willy Brandt, que resultó muy rápidamente terminada en el ala izquierda del partido cuando éste impuso las llamadas inhabilitaciones profesionales [Berufsverbote]. Pero, mientas la reputación de Brandt se recuperaba en seguida de esta decepción, de modo que ‘Willy’ recibe hoy una veneración casi religiosa, cala mucho más honda, la decepción causada por Gerhard Schröder.  De ella no se han recuperado ni la izquierda en su conjunto, ni tampoco la socialdemocracia alemana.

Y el defensor de la Agenda 2010 Peer Steinbrück puede representar todo, menos un nuevo comienzo. A diferencia de cómo lo postulaba el jefe del partido Sigmar Gabriel en el congreso de 2009 en Leipzig, Steinbrück ha preferido no consolidar el centro del partido desde la izquierda. Y su obvio intento de reformar la Agenda 2010 convirtiéndola en un ‘colmado’ aceptable (desde un impuesto ecológico hasta el apoyo de parejas homosexuales) tampoco ganará adeptos. Desde su derrota en 2005, no cabe esperar de los ‘Stones’, los protagonistas de la Agenda Steinmeier y Steinbrück, ningún nuevo posicionamiento hacia delante.



[1]  Holer Steltzner, Der Lohn der Manager (El Salario de los Directivos), en Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), 06.03.2013.
[2] Cf. Klaus Dörre, Das neue Elend (La nueva miseria): Diez años de reformas Hartz, en “Blätter” 3/2013, pp. 99-108.
[3] Cf. Albrecht von Lucke, SPD ohne Idee (SPD sin ideas), en “Blätter” 12/2003, pp. 1417-1420,; y en la presente edición Hans-Ulrich Wehler, Explosion der Ungleichheit (Explosión de la desigualdad), pp. 47-56.

5 comentarios:

  1. Die Linke es una formación muy poco conocida en España. Quizás merecería la pena si en algún momento nos puedes contar un poco por encima cómo llega a formarse y qué futuro le ves.
    También me gustaría preguntarte si crees que se puede establecer un paralelismo entre Die Linke, Syriza e izquierda Unida.
    Saludos.

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    1. Hola, acabo de publicar la segunda parte. Iré preparando algo sobre la trayectoria de Die Linke, que ha venido aglutinando varias corrientes del este y oeste alemán:))
      Su futuro dependerá en gran parte de nuestra nefasta ley electoral.

      Mutatis mutandi, paralelas veo muchas, con Grecia, España... (por algo hice la traducción).
      Saludos

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  2. Es un artículo denso.
    Por lo que yo he seguido de la política interior alemana, el candidato del SPD Peer Steinbrück no parece que tenga entre sus objetivos ser el próximo canciller.
    Me da la impresión que las diferencias entre SPD y CDU desde Schröder son mínimas.

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    1. Hola, Manuel

      opino como tú:
      - Steinbrück tiene ganas de ser canciller;
      - las diferencias entre SPD y CDU ya son casi nulas.

      La propaganda disimula mucho, sobre todo en tiempos de campaña electoral. Por eso sería tan importante contar con una izquierda creíble y operativa.
      Saludos

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    2. Me corrijo: Steinbrück NO tiene ganas de ser canciller....

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