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domingo, 28 de septiembre de 2014

PARÉMONOS. La lucha por nuestras vidas (por Naomi Klein).



    (Foto: Reuters/China Daily)


Ficha técnica:
Autora del artículo: Naomi Klein
Fuente: la traducción se ha venido confeccionando, selectivamente, a partir de su traducción al alemán por Karl D. Bredthauer y publicada en Blätter y a partir del original en inglés publicado en The Nation 
Traducción al castellano para blog del viejo topo (fuente de la traducción): Tucholskyfan Gabi
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir esta ficha técnica, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuentes originales).



Parémonos.  La lucha por nuestras vidas.
Autora: Naomi Klein

Esta es la historia de unos tiempos descompasados. Uno de los más desastrosos efectos del cambio climático que estamos sufriendo consiste en lo que en ecología se viene en denominar mismatch (discordancia, incongruencia) o mistiming (desfase, inoportunidad). Se refiere a ese proceso donde  las especies animales, durante el calentamiento de la Tierra, se vienen desfasando en lo referente al desarrollo de sus fuentes vitales de alimentos, especialmente durante sus periodos de cría. Durante ese tiempo sus poblaciones pueden acusar importantes pérdidas cuando los animales no encuentran alimento suficiente.

El comportamiento migratorio de numerosas especies de aves cantoras ha estado evolucionando durante milenios, de tal suerte que los polluelos suelen salir del huevo en el momento de gran abundancia de alimento que los padres puedan ofrecer a su hambrienta cría. Como las primaveras hoy en día se suelen anticipar, también observamos que lo están haciendo las mariposas a la hora de salir de sus larvas. Con la consecuencia de que puedan escasear las larvas en según qué zonas y en el momento que lo demanden los polluelos recién salidos. Este desfase puede entrañar una serie de consecuencias para la salud y la cantidad de las crías.

Una suerte parecida corren los renos en Groenlandia occidental. Al llegar a las zonas donde las hembras acostumbran parir, puede que ya no encuentren las forrajeras suficientes a las que están acostumbradas desde hace milenios. Estas plantas van creciendo y pereciendo debido al aumento térmico. Y las hembras deben administrarse con menos energía en el momento de producir leche para criar a sus peques. Este incongruencia se relaciona con un fuerte descenso de su natalidad y de su supervivencia. En estos momentos, los científicos ya están investigando en docenas de especies animales, en el charrán o gaviotín ártico (sterna paradisaea), en el papamoscas cerrojillo (ficedula hypoleuca) y otras, el fenómeno del  desfase en función del cambio climático. Pero no prestan atención a otra especie importante, el homo sapiens, que ya viene a sufrir a su vez las consecuencias de ese mistiming climático, y menos en un sentido biológico que socio-histórico. El problema de nuestra especie consiste en que nos alcanzó en un momento histórico, los alegres años 80 del siglo XX, en cuyo final la constelación política y social para resolver tamaño problema no podía resultar más desfavorable. En aquel entonces se venía proclamando por todo el globo la cruzada neoliberal para propagar el capitalismo desregulado, cuando el cambio climático plantea un problema colectivo que requiere una actuación colectiva y en una magnitud que la Humanidad hasta la fecha jamás ha tenido que enfrentar. El problema llegó a penetrar en nuestras consciencias precisamente en medio de una lucha cultural en la que la mera idea de la colectividad como tal tenía que combatirse duramente.

Ese infausto mistiming venía creando múltiples barreras que hasta el día de hoy nos impiden enfrentar la crisis de modo eficaz. Justo en el momento en el que deberíamos haber pasado a controlar como nunca anteriormente a las grandes corporaciones empresariales para proteger la vida en la Tierra, el poder de estas multinacionales experimentó un crecimiento exponencial. Lo cual significa que el término ‘regulación’ se degradó en un momento en que la posibilidad de intervenir hubiese sido vital. Significa que somos gobernados por una clase política que no hace otra cosa que liquidar o ir ahogando  a las instituciones públicas, justo en un momento en que debieran ser fortalecidas o directamente reinventadas. Y significa, por último, que ahora nos las tenemos que ver con todo ese conglomerado del pacto de ‘libre comercio’ que a los políticos les ata las manos cuando necesitarían flexibilidad absoluta para poder operar el cambio energético a gran escala.

Lo que se necesita es atención y presencia, no unas miradas asustadas pero fugaces.

Cualquier movimiento serio en materia climática debería centrarse en analizar primero los diversos obstáculos estructurales en el camino hacia una nueva forma de practicar la economía. Pero aún hay más. También hemos de ver cómo la incongruencia entre cambio climático y dominio mercantil ha venido creando en nosotros, en nuestro interior, aquellos impedimentos que nos ponen difícil prestar mayor atención a esta máxima crisis humanitaria, en lugar de unas miradas ocasionales, asustadas pero fugaces. Para poder observar y calibrar cómo el triunfalismo de los mercados y la tecnología entran a transfigurar nuestra vida diaria, nos faltan muchos de los instrumentos que harían falta para convencernos de la realidad del cambio climático, por no hablar de nuestra escasa confianza en que otro estilo de vida sería posible y practicable.

No debe extrañar que carezcamos de todo esto, si recordamos que justo en el momento en que deberíamos habernos juntado para actuar, nuestra vida pública empezó a desmoronarse. Justo cuando era cuestión de reducir nuestro consumo, el consumismo entró a dominar en casi todos los ámbitos. Justo cuando era el momento de reducir los límites de velocidad, pisamos el acelerador con más ímpetu. Justo cuando nos hacían falta unas perspectivas más largas, menos cortoplacistas, sólo teníamos ojo para lo inmediato. En todo esto consiste nuestra incongruencia en el trato con el cambio climático, que repercute no sólo en nuestra especie, sino en todas las especies del planeta.

Y a diferencia de los renos y las aves, la especie humana, dotada de razón, estaríamos en condiciones de adaptarnos libremente pudiendo superar con relativa rapidez todo patrón de conducta que nos pareciera caduco. Y de ser así que las condiciones dominantes en nuestra cultura llegan a impedir que nos salvemos individualmente y como especie, estamos llamados a corregir esas condiciones. Pero antes de proceder en la dirección adecuada, debemos concienciarnos en qué consiste el mismatch climático de cada uno. 

El cambio climático exige reducir nuestro consumo cuando no conocemos otra cosa que el consumismo.

El cambio climático no es un problema que cabe solucionar cambiando nuestros hábitos de compra, comprando por ejemplo un coche híbrido en lugar de un ‘SUV’ o adquiriendo un ‘carbon offset’, una compensación para el carbono emitido, a la hora de reservar un vuelo. En el fondo se trata de una crisis que nace a partir del consumismo de personas relativamente prósperas. Esto significa que precisamente los más consumistas de este mundo deberían disponerse a reducir su consumo considerablemente.

El problema no radica, como se suele decir, en “la naturaleza humana”. No hemos nacido para ser tan obsesionados por irnos de compras. No hace tanto tiempo que, comprando y consumiendo mucho menos, éramos igual de felices, o más. El verdadero problema es la excesiva importancia que el consumo ha llegado a adquirir en nuestro mundo desarrollado.

El capitalismo tardío nos enseña cómo crearnos a nosotros mismo mediante nuestras decisiones de consumo: por medio de nuestras adquisiciones vamos creando nuestra identidad; ocupamos un rango en nuestra sociedad y nos manifestamos en ella.  Cuando decimos a las personas que no compren tanto como podrían permitirse, por la sobrecarga que acusan los sistemas de suministro del planeta, puede que lo reciban como una agresión, como si les dijéramos que deberían dejar de ser ellas mismas. De las tres erres, reducir, reutilizar y reciclar, puede que sólo la tercera haya dado resultado, al ver que nos permitimos seguir comprando y comprando, siempre que depositemos la basura en el contenedor correcto. Las otras dos erres que nos exigirían cuestionar y reducir nuestro consumo parece que habían nacido muertas.

El cambio climático es lento, pero nosotros somos veloces.

Si viajamos en un tren de alta velocidad por paisajes rurales, todo lo que vemos deslizándose rápidamente parece estar quieto, las personas, los tractores, los coches en las carreteras. Desde luego no están quietos. Se están moviendo, pero a una velocidad que comparada con la de nuestro tren, se nos antoja estática.

Se trata del mismo fenómeno que observamos en el cambio climático. Nuestra civilización carburada mediante combustibles fósiles es ese tren de alta velocidad, siempre viajando hacia el siguiente informe trimestral de gestión, el siguiente periodo electoral, el siguiente bit de distracción o validación personal mediante smartphones o tablets. Y el cambio climático es comparable con el escenario que vemos allí fuera al otro lado de la ventana del tren. Ante nuestra hastiada mirada se nos puede parecer estático, pero en realidad las cosas se están moviendo. El progresivo cambio del clima cabe medirlo por la reducción de las capas de hielo, los crecientes niveles de las aguas y las progresivas subidas térmicas. Si todo esto no se llega a controlar a tiempo, el cambio climático se irá acelerando sin alguna duda hasta que ya no lo podamos obviar: cuando desaparezcan naciones insulares y/o se inunden las ciudades a causa de mega-tormentas y tempestades. Pero entonces podría ser demasiado tarde para que cambiemos de rumbo... habrá comenzado la era de los "umbrales críticos" [tipping points].

El cambio climático es local, pero nosotros estamos al mismo tiempo en todas partes.

El problema no consiste solamente en que nos movemos demasiado rápido. También influye que el terreno en el que se producen los cambios suele ser geográficamente delimitado: en alguna parte se anticipa la floración de cierta flor; en otra,  la capa de hielo de determinado lago resulta ser inusitadamente   fina; en otra zona, se retrasa la vuelta de las aves migratorias. Percibir semejantes cambios sutiles, requiere una alta conexión con el ecosistema en cuestión. Y esta comunicación tan sólo se da si llegamos a conocer el lugar profundamente, y no sólo como un escenario, sino también como el hábitat que es; y si este conocimiento específico se transmite de una generación a otra con el respeto que se merece.

Pero esto se da cada vez menos en nuestro mundo urbanizado y industrializado. Fácilmente tendemos a cambiar nuestro domicilio por un nuevo puesto de trabajo, una nueva escuela o por un nuevo amor. De este modo, nos desprendemos que cualquier conocimiento del lugar que abandonamos y también de los conocimientos que nuestros ancestros acumularon sobre él (quienes, al menos en mi caso, emigraron varias veces durante sus vidas). 

Hasta aquellos entre nosotros que logran llevar una vida sedentaria, la vida diaria puede quedar totalmente desconectada del lugar y su entorno. Nuestras climatizadas viviendas, lugares de trabajo y vehículos nos aíslan y protegen de los elementos naturales hasta el punto de que ignoramos los cambios que operan en la naturaleza. Puede que no nos percatemos de que una sequía sin par está amenazando las cosechas en las proximidades de nuestra ciudad, ya que en los supermercados se amontonan productos de importación que aumentan a diario por nuevos suministros. Ya tiene que ocurrir algo inusitado y espectacular: un huracán, que sobrepase todos los niveles de agua habidos, o una inundación que destruya miles de viviendas, para que nos percatemos de que algo realmente malo está pasando. E incluso en tales situaciones solemos olvidar tan rápidamente, que la lección no tiene tiempo para afianzarse hasta que ya nos alcance la siguiente crisis.

El cambio climático, por su parte, viene haciendo a diario lo suyo para aumentar el número de los desarraigados: desastres naturales, malas cosechas, ganado muriéndose de hambre, así como los conflictos étnicos que desencadena, son la causa de que cada vez más personas se vean obligadas a abandonar sus espacios vitales. Y con cada nueva migración se van perdiendo más conexiones y vínculos específicos con los lugares abandonados con la consecuencia de que cada vez menos personas sean capaces de escuchar los mensajes  que la naturaleza circundante les está emitiendo. 

Los contaminantes del clima son invisibles, y lo que no vemos ya no lo creemos.

Cuando en 2010 ocurrió el desastre en la plataforma petrolífera de BP, en el que se derramaron toneladas de petróleo en el golfo de México, nos informó el jefe del grupo, Tony Hayward, que "el golfo de México es un océano muy grande, la cantidad de petróleo y tensioactivos que estamos introduciendo es ínfima en relación con el volumen total de agua". Esta manifestación ha sido ampliamente ridiculizada en su momento, y con razón. Pero Tony Hayward tan sólo enunció aquello que nuestra civilización suele gustar de creer: todo lo que no podemos ver no puede hacernos daño y, por tanto, apenas existe. 

Nuestras economías dependen tanto de la presunción de que siempre existe una vía para deshacernos de todo aquello que consideramos basura o residuo. Una vía donde desaparece la basura que depositamos en los contenedores; una vía donde terminan nuestras excreciones cuando accionamos la cisterna del WC. Existe una vía (de eliminación) allí donde se extraen los minerales y metales con los que se fabrican nuestros bienes de uso, y otra donde estas materias primas se convierten en productos acabados. Pero la lección del derrame de BP nos enseña, hablando con las palabras del ecologista Timothy Morton, que "vivimos en un mundo donde esta vía para deshacer o librarnos de todo lo que nos sobra no existe".  

Cuando publiqué hace 15 años mi libro "No Logo", los lectores se mostraron consternados al leer algo sobre las condiciones abusivas en la fabricación de los textiles y aparatos que compran. Sin embargo, hemos aprendido desde entonces a vivir con ese saber, aceptándolo tácitamente o viviendo en un estado de olvido constante. La nuestra es una economía de fantasmas, de ceguera deliberada. 

El aire es la quintaesencia de lo invisible, y los gases de efecto invernadero que lo calienta, son nuestros fantasmas más elusivos. El filósofo David Abram nos señala que durante gran parte de la historia de la humanidad era precisamente esa cualidad de ser invisible la que venía otorgando al aire su poder y nuestro respeto. Los inuit lo llaman "Sila", la divinidad del aire; los navajos "Nilch'i" o viento sagrado; los hebreos antiguos lo llamaban "ruach" o "Espíritu", que para ellos, la atmósfera era la dimensión "más misteriosa y sagrada de la vida". Hoy en día, "apenas sabemos nada acerca de la atmósfera que se va creando entre los personas". Escribe Abram que habiendo olvidado el aire, lo convertimos en nuestra depuradora, "en el perfecto vertedero de los desechos no deseados que nos deja la industria fabril [...] Hasta el humo más opaco y acre que sale de los tubos y chimeneas siempre se irá disipando y dispersando, pasando en último término a ser invisible. Entonces habrá desaparecido. Ojos que no ven, corazón que no siente". 

Necesitamos pisar tierra firme.

Otra circunstancia que nos impide tomar en serio el cambio climático, es el hecho que en nuestra cultura se vive constantemente el presente, nos desvinculamos muy deliberadamente de todo el pasado que nos ha venido creando, desentendiéndonos a la vez del futuro que vamos  concretando mediante nuestros actos. En el cambio climático debemos ver que lo que hicimos hace generaciones, sin remedio, viene a incidir no sólo en nuestro presente, sino además en el futuro de las generaciones venideras. Y pensar en semejantes "espacios o marcos temporales", ya no estamos acostumbrados la mayoría de nosotros.

No se trata de juzgar a título personal a nadie, ni de acusarnos por ser superficiales o desarraigados. En realidad, se trata de reconocer que somos productos de un proyecto industrial que viene íntima e históricamente ligado al uso de combustibles fósiles. 

Pero al igual que supimos cambiar en el pasado, podemos hacerlo en estos momentos. A Wendell Berry, el fabuloso agricultor y poeta, le escuché decir en una conferencia que cada uno de nosotros tiene el deber de amar el lugar donde reside más que cualquier otro. Le pregunté si podía darnos un consejo  a mí y a mis amigos, que vivimos dentro de nuestros ordenadores y siempre parecemos fugarnos en nuestras compras. Y él me contestó: "Párate en cualquier momento y empieza a sumergirte en este proceso milenario de conocer a fondo este lugar donde vives". 

Buen consejo donde los haya, ya que todos necesitamos un lugar donde pisar tierra firme para poder ganar esta lucha por nuestras vidas.  


Naomi Klein
Traducción de Tucholskyfan Gabi, blogdelviejotopo

martes, 23 de septiembre de 2014

El incorruptible himen político de Podemos


Foto: Calle de la Pureza, Triana, Sevilla


La lógica discursiva de Podemos es muy sencilla. Se ajusta a una arquitectura de corte estructuralista, basada en categorías discutibles que toman cuerpo a través de oposiciones binarias. Por ejemplo, gente decente frente a la casta. O lo nuevo frente a lo viejo. Esto último es uno de los ejes fuertes del discurso podemista.

Lo nuevo frente a lo viejo como mensaje seductor, implica por un lado la descalificación de todo lo existente con anterioridad a la aparición salvadora de Podemos. Nada vale excepto Podemos, surgido como un partido que en principio vendió el mensaje de que no era un partido sino un método. Nada vale, incluyendo el lenguaje de la izquierda, presentado como rancio y desfasado, frente a una neolengua que presume además de bondades pedagógicas. Nada vale, tan siquiera la distinción entre izquierda y derecha que los ideólogos podemistas se han apresurado a presentar como inútil y anacrónica...

Todo cuanto había era casta de una forma u otra, todo estaba corrupto... Es entonces cuando cobra sentido la mesiánica misión podemista: todo debe ser cambiado porque nada vale. Los que tenemos tendencia incontrolable al escepticismo, vemos en ello un ejercicio más de gatopardismo sistémico. Pero poco importa la opinión de los que vagamos por el páramo del escepticismo. Porque, de la misma forma que la gente vive con ilusión el momento de comprar un coche nuevo, o un teléfono móvil o cualquier otra cosa, también el simpatizante de Podemos muestra su euforia por un producto político que presume de nuevo, y que además se presenta como totalmente distinto a todo lo existente anteriormente.

La reproducción de la dominación política descansa siempre sobre el gatopardismo, sobre la necesidad de vender productos supuestamente nuevos, aparentemente renovados, que parecen romper con todo lo anterior. Lo que es válido para las marcas comerciales (la necesaria renovación periódica del formato y de la publicidad) lo es también para las marcas de la política sistémica. Después de todo, en uno y otro caso, se trata de vender una mercancía. Y en uno y otro caso se necesitan medios desde los cuales se lanza una incisiva campaña publicitaria, que es la clave del éxito.

Sin embargo, lo cierto es que poco "nuevo" existe en Podemos. Para empezar, una buena parte de sus seguidores han sido votantes del PSOE y, por tanto, son co-responsables de las políticas desarrolladas por este partido, ya que fueron sus votos quienes las permitieron. Pero tampoco sus líderes son nuevos en política. Izquierda Anticapitalista (núcleo primigenio de Podemos) tiene ya bastante recorrido en el circo político. Pablo Iglesias Turrión trabajó para IU como fontanero electoral, lo mismo que Juan Carlos Monedero (asesor de Llamazares en la época más gris de Izquierda Unida). Tampoco la estructura de partido que Podemos está diseñando es tan distinta a la de otros partidos existentes... Pero lo importante es que la gente vive la ficción de que todo es nuevo en Podemos y que todo lo anterior es viejo y no valeJuan Carlos Monedero lo ha expresado tajantemente en un tuit, en el que no se libra ni el 15M:


Resulta contradictorio que algunos líderes de Podemos afirmen que el ADN del partido está en el 15M, mientras que su principal ideólogo (Monedero) venga a descalificar dicho movimiento por ser parte del régimen del 78.

La presunción de virginidad política es sin duda el punto fuerte de Podemos. Reconozcamos que eso vende en el tiovivo electoral. Podemos está al margen del "mancillamiento" que supone formar parte de lo existente hasta la fecha ("todo viene del régimen del 78"... salvo Podemos). La metáfora es válida aunque os pueda parecer grotesca, ya que después de todo lo que Podemos está haciendo es presumir de virginidad política, de himen político; incluso Monedero presume de ello, lo cual, teniendo en cuenta sus antecedentes políticos, nos lleva a suponer que ha debido someterse a una himenoplastía política.

De momento a Podemos le funciona pasear su pureza política por los platós de TV y periódicos afines. Y podrá seguir haciéndolo hasta que en las próximos elecciones municipales, autonómicas y generales, se vea en la tesitura de tener que tomar decisiones y de tener que mojarse como se mojan los demás.

Simpatizantes y líderes de Podemos le han echado en cara a IU las decisiones tomadas en Andalucía, Extremadura y Asturias a la hora de tener que votar para formar gobierno. Han sido críticas muy oportunistas y cargadas de demagogia, porque en circunstancias como las que se dieron en estas comunidades, solo hay tres opciones posibles para una fuerza parlamentaria. En cada una, IU ha seguido una opción diferente. Pero al final, da igual la opción que se siga, ya que será criticada en un ejercicio de demagogia política (ver mi entrada "Cómo ser un imbécil integral y no morir en el intento", escrita después de haber discutido con un simpatizante de Podemos).

Sin embargo, dentro de un tiempo Podemos se verá ante esa misma tesitura y muchos simpatizantes tendrán que tragarse sus palabras (igual que sus líderes, especialmente Monedero y Errejón, que son los que más han incidido en sus críticas a IU en este tema, al contrario que Pablo Iglesias Turrión, quien ha optado por mostrarse más discreto y prudente en la cuestión señalada).

En relación con este tema, recientemente en un programa de Cuatro TV,  en el que participaban Íñigo Errejón (Podemos), Tania Sánchez (IU) y Juan Segovia (PSOE), tanto el presentador como Juan Segovia pusieron contra las cuerdas a Errejón con una pregunta envenenada: ¿apoyaría Podemos un gobierno del PSOE si se necesitase de sus votos para impedir un gobierno del PP? 

La pregunta es del todo pertinente, ya que esa situación se producirá en muchos ayuntamientos, en comunidades autónomas y quizás a nivel de elección de gobierno central. IU ya ha tenido que enfrentarse al problema como dije, optando por tres soluciones distintas que son además las que hay (no hay otras). Sin embargo, Errejón evitó en cuatro ocasiones tener que contestar a la pregunta, echando mano de una retórica que no venía a cuento y yéndose por las ramas (lo que llamamos echar balones fuera). Y es que tener que contestar sin ambigüedad, quizás habría sido incompatible con la presunción de himen político del que tanto alardea Podemos y que tanto seduce a sus simpatizantes. Pero eso a Podemos se le acabará cuando tenga concejales y diputados y se vea obligado a mojar el culete, igual que se lo mojan los demás. Será divertido ver cómo muchos cambian entonces su discurso.  

Blog del viejo topo


Nota añadida después de la publicación de la entrada.
José Ignacio Torreblanca (Profesor de Ciencia Política en la UNED) publica hoy 24-9-14, un incisivo y certero análisis de las razones que impulsan a Podemos a no concurrir con sus siglas a las próximas elecciones municipales. Recomiendo la lectura de este artículo, que lleva por título "¿Desconfía Podemos de la ciudadanía?" (pulsar en el hipervínculo anterior para acceder).

lunes, 22 de septiembre de 2014

El debate sobre las convergencias. (2) Mareando la perdiz. La izquierda y el frentismo.



En enero de 1936, los partidos de izquierdas agrupados
 en el Frente Popular, obtuvieron la mayoría absoluta en las elecciones.



"La unidad de la izquierda es un lastre"
(Santiago Alba Rico,
 destacado miembro fundador de Podemos)


Sin duda, la derecha más cavernaria aplaudiría con las orejas la cita de Alba Rico que encabeza esta entrada del blog. Si le hacemos caso, la búsqueda de la unidad de la izquierda es un absurdo, o un "lastre" como dice textualmente. En realidad Podemos insiste mucho en esta idea que niega la necesidad de buscar esa unidad de acción dentro de la izquierda.

Sin embargo, la unidad de acción es un desiderátum que la mayoría compartimos, con todas las diferencias y matices que queramos y que son muchos. Una unidad de acción que no significa necesariamente -ni mucho menos- la unidad orgánica. Y si hablamos de unidad de acción, estamos hablando de algo previo: de convergencia (o, si os gusta más el término, de confluencia). 

Uno de los muchos vicios de la izquierda es el gusto por ciertas discusiones bizantinas, por darle vueltas y más vueltas a cosas que difícilmente admiten debate por resultar muy obvias. Y es que a veces nos encanta marear la perdiz con ciertos temas. Uno de ellos es la cuestión del frentismo como estrategia para la praxis política. El frentismo - que ¡ojo!... admite modalidades muy distintas - en tanto que existe para buscar la unidad de acción, implica la idea de "convergencia" como antes señalaba. El término últimamente está en exceso manoseado y quizás sometido a usos cuestionables, pero básicamente lo que indica es que diferentes partes -que persiguen unos objetivos comunes- alcanzan un acuerdo de cooperación para facilitar el logro de tales objetivos (es decir, se buscan y se crean sinergias). 

Es diferente la discusión en torno a cómo plasmar esa necesaria convergencia, cómo darle contenido, cómo articularla y gestionarla, con quiénes debe hacerse, cuándo, etc. Estos últimos aspectos y otros que luego mencionaré, sí resultan pertinentes y exigen ser discutidos, pero... ¿discutir el punto de partida, acaso no supone marear la perdiz? Yo creo que sí. ¿Y por qué me parece tan obvio este punto de partida? Veamos...


La aplastante lógica del frentismo (en sentido amplio).

Quede claro que hablo de frentismo en un sentido muy amplio. Vamos a fijar esquemáticamente una serie de items políticos básicos.

Partamos de una primera premisa: la izquierda es variada, pero a pesar de su diversidad existe un común denominador: la aspiración a superar el capitalismo. Es algo en lo que creo que todos estamos de acuerdo. Luego podremos tirarnos los trastos a la cabeza y llamarnos de todo: que si el otro es revisionista, que si es dogmático, iluminado, reformista... Todo cuanto os dé la gana; pero por encima de esos cariños dialécticos que tanto nos gusta utilizar para zurrar al "otro" (verbalmente, se entiende), existe ese punto de vista nuclear que compartimos y en torno al cual desarrollamos diferentes identidades y sensibilidades políticas de izquierdas.  

A partir de lo anterior solo existen dos vías para alcanzar esa meta compartida por las diversas izquierdas:
  • A) La que podemos denominar como ruptura revolucionaria.
  • B) La vía de las transiciones sucesivas partiendo de lo existente. Una vía que, antes o después, exigirá de la primera en el proceso histórico.
Salvo que nos guste soñar despiertos, hoy por hoy la primera es pura entelequia, aunque a muchos les sirva de refugio para huir de la realidad, viéndose atrapados sin darse cuenta en un mundo onírico que han ido creando a base de fantasías políticas. Porque es verdad que hay quien considera (los menos) que esto es posible, si hoy no... quizás mañana, o la semana que viene, o la siguiente... Pero al final nos hacemos viejos esperando que la revolución entre en la estación, y nos llevan en una caja al cementerio sin haber escuchado el dulce pitido de la locomotora. Eso sí, muy dignos de no habernos manchado las manos como los odiosos revisionistas

Quiero decir que si somos realistas habremos de aceptar que ni existen condiciones para que una ruptura revolucionaria tenga lugar, ni tan siquiera organizaciones capaces de ayudar a crear/impulsar tales condiciones. 

De manera que, nos guste o nos disguste, no queda otra que la segunda vía. Siempre teniendo en cuenta que supone un camino tan largo e incierto que quizás nosotros nunca lleguemos a ver alcanzada la meta final; lo que no es disculpa válida para no luchar por ello (la moral socialista nos exige luchar por el Socialismo aunque no lleguemos a verlo).

No falta gente que se sigue rasgando las vestiduras ante esta vía de las transiciones. Lo curioso es que la mayoría de estos críticos (salvo los anarquistas y algunos otros) adoptan una postura esquizofrénica. Lo afirmo porque no tienen problema en defender la vía de las transiciones en algunos países de América Latina, pero luego aquí niegan su validez y lanzan sapos y culebras contra los que sí defendemos dicha vía aquí.

Demos pues por válida la segunda premisa: hoy por hoy no hay más vía que la búsqueda de transiciones.

¿Qué implica esta vía? Lo que implica es ser capaces de dar respuesta a problemas concretos que se dan en lo cotidiano, respuestas detalladas a corto y medio plazo. ¿Cómo? Pues a través de programas políticos muy precisos y específicos, cuya vigencia es de corto y medio plazo pero que, planteados con inteligencia política, pueden preparar el camino para objetivos más ambiciosos a largo plazo.

Entiendo que desde el punto de la vista de la estética revolucionaria, puede resultar muy prosaico y poco atractivo emplear tiempo y energía en el trabajo político que supone, por ejemplo, discutir un presupuesto municipal, un plan de urbanismo, cualquier normativa municipal o lo que sea... Lo mismo si hablamos de medidas políticas a nivel autonómico y central. Pero por muy gris que nos parezca, eso es necesario, es lo que da cuerpo a los contenidos de los programas políticos y en eso consiste su aplicación y gestión.   

Fijemos, pues, la tercera premisa: la acción a corto y medio plazo exige de tales programas políticos

Imaginemos que ya hemos sido capaces de desarrollar unos programas fabulosos, estupendos... pero hay que tener una cuota de poder institucional para implementarlos o, al menos, para negociar su implementación parcial (eso es la política, mal que le pese a más de uno). Es decir, se impone plantear la batalla electoral. Llegados a este punto, existen dos alternativas:
  • A) Optamos por la vía del partido clásico de masas, por la vía de un partido que es capaz de imponer su hegemonía consiguiendo la mayor parte del voto de los trabajadores.
  • B) Optamos por estrategias de convergencia, basadas en unir esfuerzos en torno a los programas concretos que antes detallábamos.
Me parece muy obvio que lo primero ni existe ni hay indicios de que pueda existir en mucho tiempo. Personalmente me gustaría que fuese lo contrario y que existiese un partido así, pero el deseo choca con la realidad. 

Por el contrario, lo que sí existe es una izquierda fragmentada y diversa ideológica y orgánicamente. Entonces, una de dos: o sacamos la navaja y empezamos una lucha fraticida peleándonos por el mismo hueso, o aplicamos el sentido común, que es tratar de alcanzar una estrategia de cooperación. 

Por tanto, fijemos una cuarta premisa: la imposibilidad, hoy por hoy, de crear un partido hegemónico, obliga necesariamente a estrategias de convergencia¡Ojo! Esto no quiere decir que no se luche simultáneamente para intentar construir un partido de masas; en el caso de las militancias comunistas sobre todo, es un objetivo irrenunciable y deben trabajar por ello, en paralelo al trabajo político frentista (al final volveré a referirme a esto).

Así pues, desde un punto de vista práctico, la única forma de ir alcanzando objetivos y metas concretas, de ir convirtiendo en realidad los contenidos de esos programas que mencionaba, es juntando esfuerzos con aquellos que comparten tales metas. Es decir, mediante procesos de convergencia.

Concluyendo... La estrategia política basada en alguna modalidad de frentismo, nos podrá gustar mucho o poco: pero no queda otra
  






Si el debate no es confluencia sí / confluencia no, ¿cuál es entonces?

Decíamos que el problema no es tanto el punto de partida como en qué se concretan esos procesos de convergencia o de confluencia. Plantearé a continuación lo que en mi opinión son cuatro o cinco aspectos cruciales, entre otros muchos que también podríamos mencionar.

1º) Cualquier proceso de esta naturaleza debe ser aprobado por las bases.
Haré referencia a lo que sucedió recientemente en Madrid con IU, aunque advierto que no conozco el caso a fondo más allá de lo que todos hemos podido leer por los periódicos (en concreto seguiré lo difundido por el diario.es).

Hace unos días, la Ejecutiva de IUCM aprobó la confluencia de IU con otras fuerzas en lo que se llama "Ganemos Madrid", pensando en las elecciones municipales. No voy a entrar en si es positivo o negativo, si es necesario o no... No entro en esa cuestión. Lo que planteo es que una decisión de ese calado debe ser aprobada por las bases.

Lo mismo cabe decir de cualquier proceso que implique convergencia política (incluyendo pactos post-electorales). Y aunque me haya referido al ejemplo de IU, por supuesto todo esto es extensible a cualquier organización.

2º) ¿Se puede converger sin saber en qué?
Antes justificábamos los procesos de confluencia a partir de contenidos programáticos que se comparten. Por lo tanto, carece de sentido plantear una confluencia entre partes sin que previamente se establezcan contenidos, sin determinar antes el programa concreto que se va a defender. Es decir, no podemos poner el carro delante de los bueyes.  Y no valen generalidades del tipo "lo importante es echar al PP", sino que se trata de saber qué programas justifican la unidad de acción política.

3º) ¿Cuál es la amplitud del arco ideológico en el que se plantea la convergencia?
Aunque al respecto tengo mi propia idea, prefiero no expresarla. Sí menciono que es un aspecto cuya discusión resulta razonable. Pondré un ejemplo exagerado (y casi imposible de darse) para que se entienda. Imaginemos un proceso de convergencia local de cara a unas elecciones municipales. Si un grupo neonazi dice compartir el programa que se va a defender, ¿habría que converger con dicho grupo? Obviamente no. 

Es decir, el programa, siendo esencial y motor de un proceso de convergencia, no lo es todo. Hay más cosas.  Por eso es normal que las bases se planteen cuál es el arco ideológico al que debe abrirse su organización. ¿Se puede converger con organizaciones que no son de izquierdas? ¿O con organizaciones de las que seguimos sin saber a día de hoy si son chicha o limoná? Sin pronunciarme al respecto, considero lógico y entiendo que las militancias se planteen el tema.

4º) Los procesos de convergencia inestables, acaban pasando factura al transmitir al electorado una imagen de oportunismo.

Esto Izquierda Unida lo ha vivido. No considero de recibo que haya organizaciones que ahora convergen con IU porque les interesa, que mañana convergen con otros porque creen que van a sacar más tajada, y pasado vuelven a converger con IU por los mismos motivos... Fijaros que aquí el motor que les mueve a converger ya no es un asunto de programas, sino de oportunismo, de buscar más cuota de poder, de intereses personales... Nada más mezquino que eso. 

De ahí que considere que en el debate sobre las confluencias, se valore también este tema: la estabilidad de los acuerdos entre organizaciones. Los procesos políticos de convergencia, deben ser procesos encaminados a conseguir una representación institucional que permita la implementación de programas, no una feria o un mercado en el que cada cual toma una decisión pensando en su beneficio personal o partidista.

5º) ¿Cuál es la amplitud de acuerdo programático que justifica un proceso de confluencia?
Al comienzo decía que la idea de convergencia básicamente indica que diferentes partes alcanzan un acuerdo de cooperación para lograr objetivos comunes. 

Ahora bien, habrá que determinar si aquello en lo que se está de acuerdo y que se va a defender en un programa, justifica o no una convergencia política, ya que se puede dar el caso de que los objetivos compartidos sean insuficientes. De ahí que esto sea también un tema de razonable objeto de debate.

Para ilustrar la idea, vayamos a un ejemplo de intersección de tres conjuntos. El área de cada conjunto representa el contenido programático de cada organización. La intersección (color azul) representa los objetivos compartidos entre las tres organizaciones. Cuando aquellos objetivos compartidos son muchos (ejemplo figura A), tiene más lógica la convergencia que en el caso contrario (figura B): 


Por lo tanto, aquí la pregunta pertinente es a partir de qué amplitud de objetivos compartidos se justifica un proceso de convergencia.

Podríamos mencionar otras cuestiones que también son necesarias en el debate. Pero en definitiva lo que quiero subrayar es que la cuestión no es convergencia sí o no, sino qué contenidos programáticos se ponen encima de la mesa, cómo articularla y gestionarla, con quién se debe converger, en qué circunstancias, quién debe decidirla, etc.


La tradición frentista de la izquierda. Izquierda Unida.

Dicho todo esto, es bueno recordar que la tradición frentista está profundamente arraigada en la izquierda de la mayoría de los países. Los ejemplos son tan abundantes que ni merece la pena recordarlos. España no ha sido una excepción. Históricamente en nuestro país, el ejemplo más relevante fue la unión electoral de las izquierdas en el Frente Popular, en 1936.

Incluso en el caso de partidos que a veces algunos citamos por su trayectoria meritoria, también subyace el frentismo. Por ejemplo, a veces hablamos del PCP (Partido Comunista de Portugal), para referirnos a una organización comunista con una trayectoria de trabajo bien hecho, olvidándonos de que salvo en las elecciones constituyentes de 1975 y en las de 1976, el PCP siempre ha ido en coalición, buscando su particular proceso de convergencia.

En España, en tiempos recientes, el caso más relevante de frentismo (en un sentido amplio) ha sido el de Izquierda Unida, siendo además una organización que siempre ha sido más que generosa con sus contrapartes cuando ha buscado convergencias. Habrá muchos que critiquen a IU (en algunas cosas con razón y en otras sin ella), pero si no existiese IU habría que crearla porque responde a la necesidad que tiene la izquierda; y posiblemente, los problemas, conflictos, tensiones, etc., que ahora vemos en IU también se darían en aquello que se crease en su lugar, porque la mayoría de tales problemas son consustanciales a cualquier proyecto ambicioso de convergencia dentro de la izquierda. Esto último, sistemáticamente tendemos a olvidarlo y hay muchos que erróneamente creen que empezando otra vez de cero, se solucionarían los problemas. 


El caso de las organizaciones comunistas. 

Los comunistas siempre han estado en el tipo de procesos de los que hemos hablado. Diría que incluso son quienes más han apostado por el frentismo. Y deben seguir haciéndolo.

Ahora bien. El caso de las organizaciones comunistas es distinto al de cualquier otro partido. Cuando hablamos de procesos de convergencia, estamos hablando normalmente del corto y medio plazo y de estrategias electorales. Pero un partido comunista debe trascender ese electoralismo, debe fijarse unas metas más allá de unas elecciones u otras, superando la coyuntura electoral. El principal trabajo (por tanto, objetivo) que debe asumir un partido comunista, es el de crear bases muy preparadas y cuadros políticos, ya que por su naturaleza está obligado a pensar también -y sobre todo- en el largo plazo. Un partido comunista que sea esclavo del cortoplacismo, antes o después desaparecerá. La creación de bases militantes y de cuadros enraizados en las luchas sociales, en la calle, en el barrio, en los puestos de trabajo, en los centros de enseñanza... ahí es donde están los espacios principales de intervención de un partido comunista. Lo otro está bien y es necesario, pero los comunistas ni pueden ni deben perder la perspectiva que les da razón de ser. No se puede olvidar que el poder popular no se construirá en un parlamento de la democracia burguesa.




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"El debate sobre las convergencias" en una serie de entradas de este blog, dedicadas al tema. Entradas anteriores:



viernes, 19 de septiembre de 2014

El debate sobre las convergencias. (1) De identificación y convergencias (Carol Cordero)



El debate sobre las convergencias: presentación de la serie.

La cuestión de la convergencia política en absoluto resulta novedosa. Es algo tan viejo como la política misma y forma parte de las dinámicas de la vida social.

Sin embargo, converger, confluir... parecen ser términos que últimamente han cobrado un protagonismo adicional y además creciente, en el seno de la izquierda. Las muestras de debilidad (relativas, pienso yo) que el bipartidismo PP-PSOE parece mostrar, la irrupción meteórica de nuevas formaciones apadrinadas por medios sistémicos (Podemos) y el ansia electoral (a veces demasiado descontrolada) que se vive en la izquierda, sitúa los procesos de confluencia o convergencia en el punto de mira político, con más intensidad de la que resultaba habitual anteriormente. Parece que vivimos bajo el signo político de la urgencia.

En la izquierda española, históricamente quizás el ejemplo más relevante de proceso convergente fue la unión electoral de las izquierdas en el Frente Popular, en 1936. Después del 78, ha sido Izquierda Unida quien más ha apostado por este tipo de procesos. No debe extrañarnos pues, que sea ahora Izquierda Unida la que protagonice con más ahínco la discusión al respecto. 

Con esta entrada, abrimos una serie del blog dedicada al debate sobre las convergencias políticas. La primera entrada de esta serie es un artículo publicado en el blog "Argumentos", con el título "De identificación y convergencias", escrito por Carolina Cordero Núñez (Carol Cordero), hasta hace unos días Portavoz del Grupo Municipal de Izquierda Unida de Parla (Madrid).

Para mí, además, el artículo de Carol Cordero tiene un plus de interés, dada su condición de concejala. Durante todos estos años previos a la crisis sistémica, en los que los ciudadanitos ahora indignados pasaban olímpicamente de todo, fueron las militancias de base y las dedicadas a la política local, quienes contra viento y marea mantuvieron la lucha en la izquierda y la voz de las reivindicaciones sociales. En muchas ocasiones lo hicieron además en condiciones de tremendo sacrificio personal. Militantes y concejales de pueblos (que a menudo han estado además en la dura oposición), supieron aguantar la travesía por el desierto con una dignidad y compromiso políticos que merecen el elogio y nuestro reconocimiento, por mucho que ahora haya quien los insulte calificándolos de "casta". Por eso decía que la opinión de Carol Cordero tiene ese plus de interés que aportan quienes han estado remando en la política local, el ámbito más duro e ingrato de la política.

Con estas aportaciones de la serie, pretendemos contribuir al necesario debate sobre el tema. La siguiente entrada de la serie dedicada al "debate sobre las convergencias", se publicará en breve con el título "Mareando la perdiz. La izquierda y el frentismo".

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Cabecera del blog "Argumentos"


De identificación y convergencias
Por Carol Cordero
Fuente: publicado en el blog "Argumentos", 17-9-14 (URL en el hipervínculo).





Hace dos semanas anuncié mi dimisión como Portavoz del Grupo Municipal de Izquierda Unida de Parla en un comunicado en el que, además, dejaba constancia del compromiso que sigo manteniendo con la organización a la que pertenezco.

Aun así, seguramente por lo llamativo que tienen las dimisiones, ha pasado desapercibida esta parte del comunicado y durante las últimas semanas muchas personas se me han acercado amablemente a preguntarme si me voy a otra fuerza política, concretamente: si me voy a Podemos.

La respuesta es NO.

Ni que decir tiene que respeto profundamente a todas las personas que se han acercado a los Círculos de Podemos para tratar de mejorar la vida de la gente y que si Podemos o cualquier otro partido o movimiento son un instrumento útil para ello, bienvenido sea. Nos encontraremos en numerosos espacios trabajando en común, no tengo duda de ello.

Pero yo me identifico con IU.

Soy de IU porque creo en su proyecto independientemente de que obtenga mejores o peores resultados en las elecciones. Porque mantiene un discurso de clase. Porque es una organización solidaria que está en la calle, se posiciona en el conflicto y no es equidistante. Porque su cometido no es ganar unas elecciones como un fin en sí mismo sino que, en todo caso, un triunfo electoral es un instrumento para tratar de alcanzar el verdadero objetivo: la transformación social, la consecución de una alternativa a un sistema capitalista que se nutre de las desigualdades sociales.

No obstante, esta identificación no me sitúa en el sectarismo sino que al contrario, una de las características que siempre me han identificado con Izquierda Unida es su carácter abierto, su vocación por ampliar su propio espacio. Es cierto que en la práctica los procesos de convergencia no han sido hasta ahora lo productivos que muchos y muchas esperábamos. Y que IU no está exenta de quienes pretenden agarrarse a un cargo a toda costa y para ello tratan de cerrar la organización a cal y canto (en algunos casos con éxito, desgraciadamente). Pero también lo es que IU, por definición, es una organización política y social con vocación de sumar en la que la inmensa mayoría de sus miembros apostamos por la convergencia como elemento central para ello.

Ante la oportunidad que se nos presenta de frenar a la derecha, es innegable que IU debe ser más generosa que nunca y ha de destinar gran parte de sus esfuerzos a esta tarea. Partiendo de esta base el reto que tenemos por delante es, en torno a qué construimos esta mayoría social. Desde mi punto de vista la respuesta está clara: desde la propuesta política. Si estos espacios se consolidan como meros acuerdos de listas estaremos perdiendo el tiempo.

En cualquier caso, debe ser la militancia en su conjunto la que debata, decida colectivamente y marque las pautas a seguir sobre este asunto que, por definición, es tan complejo. Desgraciadamente, por el momento, no está siendo así.

Los espacios de confluencia no se erigen desde las redes sociales ni desde los platós de televisión, no basta con introducirlos en el discurso: hay que llevarlos cabo, y se nutren del trabajo concreto de aquellas personas que están comprometidas, colectivamente, en mejorar la vida de quienes tienen a su alrededor. Y quiero señalar aquí aquellos que conozco, que están en Parla.

Una parte de la actual militancia de IU Parla comenzamos nuestra andadura política, hace ya algunos años, en el Área de Juventud y uno de los proyectos en el que más nos involucramos en su momento fue Alternativa Joven, una coordinadora de asociaciones en Parla, impulsada desde el entorno de IU, para aglutinar asociaciones juveniles y personas en torno a un proyecto concreto: la reivindicación de la recuperación de las calles en Parla como lugar de encuentro, como derecho básico y como elemento central de convivencia. Fue una experiencia fructífera en la que renunciamos a las siglas para sumar. Y lo conseguimos.

Bajo un planteamiento similar, en estos últimos años ya inmersos en la crisis, ha surgido otro movimiento en Parla: la Plataforma en Defensa de los Servicios Públicos, formada por entidades juveniles, sociales, vecinales, sindicales, políticas e incluso con la presencia de personas a título individual sin vinculación en ninguna organización. Con esta heterogeneidad y bajo el lema “Urge Parla” se ha elaborado un plan de actuación socioeconómico consensuado para el Municipio en el que, desde Izquierda Unida, hemos trabajado activamente con el firme reconocimiento de nuestras siglas, pero dejándolas a un lado para formar parte de un espacio más amplio e inclusivo. No se me ocurre en estos momentos mejor lugar de encuentro que éste para continuar sumando organizaciones y personas en torno a una propuesta que dé respuesta a los problemas de nuestros vecinos y vecinas.

Por lo que, el hecho de que se planteara que se abriera un espacio distinto a éste, sólo se justificaría si el propio objetivo de la convergencia es otro.

En definitiva, son procesos que se dan en la calle, en el conflicto, en torno a propuestas concretas y que pueden desembocar, o no, en acuerdos electorales pero que no nacen con este fin sino con un objetivo mucho más revolucionario: contribuir a la transformación social.

En mi opinión este el verdadero reto que tenemos por delante aunque se esté poniendo el foco en otras cuestiones.

Porque, no nos engañemos, disfrazar el debate en tener que elegir entre ir con o sin unas determinadas siglas es un falso dilema: No son las siglas, es el proyecto político que hay detrás el que nos preocupa a muchos y a muchas.

Y si el debate en torno al proyecto se sustituye por un mero acuerdo de listas bajo un nombre, el que sea, podemos llegar a encontrarnos con una curiosa situación: que quienes habitualmente defienden las siglas con uñas y dientes con el objetivo de mantener sus cuotas de poder y quienes vienen planteando desde hace tiempo que las abandonemos por la misma razón, acaben pactando el reparto de estas listas.

Si esto sucede, habremos fracasado estrepitosamente independientemente de cuál sea el resultado que se obtenga en las próximas elecciones.

Carol Cordero


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Carolina Cordero Núñez es concejala de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Parla (comunidad autónoma de Madrid), siendo  Portavoz del Grupo Municipal de IU hasta su dimisión reciente.

Seguir en Twitter: @CarolCordero_N 





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"El debate sobre las convergencias" en una serie de entradas de este blog, dedicadas al tema. Otras entradas de la serie:



jueves, 18 de septiembre de 2014

Incidencias: acceso al blog y el ataque de hackers sionistas contra la web de 3ª Información




Logotipo de
 Tercera Información

En las últimas horas hemos detectado la siguiente incidencia. Algunos usuarios, cuando intentaban acceder al blog, les "saltaba" el antivirus a causa del enlace a la web "Tercera Información". Hemos tenido que eliminar transitoriamente el enlace a esta web, que aparecía en el menú de enlaces que podes ver a la derecha de la pantalla. Con eso se normaliza el acceso al blog. Esperamos poder volver a enlazar dicha web cuando Tercera Información solucione el problema.

Aunque no suponía amenaza alguna para los visitantes de nuestro blog, en algunos casos la gente se asustaba cuando se encontraba con el mensaje del antivirus, de ahí que como medida cautelar retiremos temporalmente el enlace.

Según hemos sabido, el motivo del problema ha sido el ataque informático que ha sufrido Tercera Información, como represalia por la difusión de contenidos críticos que denuncian la barbarie de Israel en los territorios palestinos. Ya hace tiempo nos había sucedido algo parecido con el portal voltaire.net y con el portal de Los Genoveses.


Desde el blog del viejo topo nos solidarizamos con Tercera Información, igual que han hecho numerosos medios alternativos, blogs, organizaciones diversas, etc.

Damos difusión al mensaje que está siendo difundido en las redes sociales:


Condenamos el ataque informático sionista a Tercera Información
Sobre las 3 de la mañana de hoy, 17 de septiembre, han ganado acceso al sitio http://www.tercerainformacion.es y han subido un software que permite gestionar remotamente los archivos del servidor, lo que les ha permitido cambiar la página. También han ganado acceso a la base de datos, pero parece que solamente se han limitado a borrarla.
El cracker ha reivindicado el hackeo como sionista. Este es el mensaje que ha dejado, traducido del francés:
¡Parad vuestras mentiras sobre Israel!  /  ¡tenemos el derecho de defendernos!  /  ¡Preferimos vuestras condenas a vuestras condolencias!  / ¡Poseemos un pequeño país, 0,3% de Oriente Medio! / ¿Quiénes son los colonos? / ¡Los que odian a Israel! / Arriba nuestros soldados / Y nuestros habitantes
Los daños aún están siendo evaluados, aunque a primera vista ha sido un ataque duro, puede que hayamos perdido miles de visitas hoy al no haber podido acceder nuestros lectores a la web y no poder actualizar las noticias hasta la tarde. Además de este, hemos sufrido otros cuatro hackeos más en el último mes y medio, aunque los anteriores sin reivindicación política, pero creemos al venir también de Francia, que provienen de los mismos círculos.
Condenamos enérgicamente este “ataque cracker” de orientación sionista, al igual que todos los realizados a nuestro medio y a otros contrahegemónicos del mismo estilo, llevado a cabo con la intención de recortar la libertad de informar. Con esta acción miserable y fascista no nos callarán ni limitarán la voz de los que luchamos por una información libre y veraz.
Este tipo de ataques nos reafirman en nuestra labor de informar más allá de las medias verdades y la propaganda que se realiza a favor de un bando cuando hay intereses económicos por medio. El derecho a informar e informarse es uno de los pilares de la democracia y en estos tiempo de crisis, también, de medios de comunicación el valor de los medios contrahegemónicos aumenta por el compromiso que tenemos de dar voz a los que no la tienen, de desmontar manipulaciones y mentiras, con todo lo que ello supone.
Desde Tercera Información seguiremos informando sobre la situación del pueblo palestino, de las poblaciones de Gaza y Cisjordania y los crueles ataques del gobierno sionista de Israel hacia los palestinos.
Agradecemos a los miembros de la Red de Medios Sociales y a los diferentes colectivos, amigxs y lectores que nos han mostrado sus apoyos y ánimos. Y también reconocer y agradecer el esfuerzo y enorme trabajo realizado por los informáticos y técnicos de la empresa ‘Semilla de software libre’, donde está alojado nuestro servidor, y la rapidez y profesionalidad en su labor.
¡Viva Palestina Libre!
Tercera Información