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jueves, 16 de abril de 2015

Stop TTIP. Suplemento especial de 4 diarios europeos contra el TTIP (1 de 2)


Foto: Wolfgang Kumm/dpa

Ante el hermetismo y la opacidad de los órganos europeos y nacionales, competentes en materia de los diversos proyectos de tratados transatlánticos (CETA, TTIP, TiSA, etc.) con los EEUU y Canadá, respectivamente, cuatro diarios europeos con orientación izquierdista publicaron el pasado día 8 de abril un suplemento especial titulado PARAR EL TTIP. Estos cuatro diarios han sido:
  • Arbejderen (Copenhague)
  • Morning Star (Londres)
  • Zeitung vum Lëtzebuerger Vollek (Luxemburgo)
  • Junge Welt (Berlín)
En este suplemento se pronuncian varios periodistas y otros profesionales sobre las ya inminentes repercusiones de los referidos tratados en nuestras vidas, condiciones de trabajo y, no por último, en nuestros sistemas jurídicos europeos y nacionales.

El Blog ofrece, dividida en dos partes,  la aportación de cada uno de los autores con el fin de aumentar lo antes posible el número de voces críticas entre los ciudadanos europeos, quienes seremos probablemente los únicos que con nuestro masivo veto podamos evitar la entrada en vigor de los referidos tratados.

Avanzamos esta primera parte cara al próximo 18 de abril, día en que ATTAC llama a una movilización mundial contra el #TTIP y otros tratados comerciales (#NOalTTIP). Será una jornada de movilización de la izquierda internacional, con independencia del grado de acuerdo o desacuerdo que se pueda tener con ATTAC en otras cuestiones o aspectos: el objetivo, parar el TTIP, se impone sobre cualquier otra consideración.

Cabecera del suplemento conjunto de los cuatro diarios, contra el TTIP

Fuente original en alemán: TTIP stoppen. Beilage der Tageszeitung junge Welt vom 08.04.2015. Publicado en Junge Welt, 8-4-2015. URL: www.jungewelt.de/beilage/beilage/344
Traducción al español para blogdelviejotopo: Tucholskyfan Gabi.
Fuente de esta traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es 16-4-2015.
Imágenes (foto y viñetas) y negrita: añadidos nuestros.
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir esta ficha documental, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuente en alemán).

Terminología
TTIP. El Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (también llamado TAFTA, Tratado de Libre Comercio Transatlántico) se está negociando entre EEUU y la Unión Europea desde Julio de 2013.
CETA. El Acuerdo Económico y Comercial Global ya ha sido negociado entre la UE y Canadá y se está finalizando ahora.
TiSA. El Acuerdo sobre el Comercio de Servicios está ahora en proceso de negociación entre 50 países, incluyendo la UE.

Sumario 1ª parte
  1. Len McCluskey (Secretario General de la Confederación Británica de Sindicatos, UNITE): "No queremos el TTIP".
  2. Arnold Schölzel (redactor jefe del diario jungeWelt): "Contra las fantasías e imaginaciones neoliberales hay que ilustrar e informar".
  3. Fabio De Masi (economista y diputado del partido Die Linke en el Parlamento Europeo): “La OTAN económica”.
  4. John Hilary (director ejecutivo de la organización benéfica británica “War on Want”): "Aumenta la resistencia".
  5. André Scheer (redactor del diario junge Welt): "No se admiten críticas".
  6.  Kenneth Haar y Max Bank (Corporate Europe Observatory y Lobby Control, respectivamente): "La regulación esposada".
*   *   *

1-. Len McCluskey (Secretario General de la Confederación Británica de Sindicatos, UNITE):
"No queremos el TTIP"

El Tratado Transatlántico de Libre Comercio antepone los intereses empresariales a los intereses públicos. Se viene  negociando A PUERTA CERRADA entre los burócratas de Bruselas y de EEUU y no sólo pone en peligro los fundamentales principios de la democracia, sino además los intereses de los trabajadores en ambos continentes.

El TTIP y los otros tratados de dudosa naturaleza como el CETA y el TiSA no persiguen otra cosa que proteger y favorecer los tiburones de Wall Street y de la City de Londres. La  BAB, la Asociación de empresarios británicos y americanos, que fomenta el “All Party Group”, que reúne  diputados procedentes de todos los partidos del parlamento británico con declarado interés en el TTIP,  ha manifestado que “el derecho a invertir debería prevalecer ante el derecho a regular”, que es precisamente el lema del TTIP: anteponer los intereses del capital a los de los derechos laborales de los trabajadores.

El aspecto del TTIP que más nos alarma a los ciudadanos británicos consiste en la privatización irreversible de nuestro sistema nacional de sanidad  (NHS, National Healthcare System). En virtud de la legislación reciente, el NHS ya está siendo administrado por empresas privadas que son respaldadas por grandes inversoras que cotizan en Wall Street, como Blackrock o Invesco.  Lo que el TTIP pretende es concederles a estos inversores norteamericanos nuevos derechos especiales. En virtud de lo que parece ya pactado, éstos podrán demandar a cada uno de los futuros gobiernos en un sinfín de procedimientos y sin recurso alguno por cuantías millonarias en concepto de indemnización, siempre que pretendieran reconducir el NHS al sector público. Y pregunto yo ¿quién ha votado a favor¿ ¡Nadie!

Es por eso que mi sindicato apoya cada una de las campañas de base que se organicen a favor del sistema público de sanidad. Ya son miles los ciudadanos que se han movilizado para pedirle a nuestro Primer Ministro David Cameron que entre a proteger el NHS.

Los trabajadores no queremos vivir en un mundo en que los grandes capitales ostenten más poder que el gobierno de turno. Queremos que el sistema público de sanidad dé prioridad a la salud de los ciudadanos y no a los beneficios de Wall Street. No queremos renunciar a los estándares de seguridad alcanzados en el trabajo, ni a los derechos que regulan el sector laboral y la alimentación que se perderán en beneficio de mayores ganancias empresariales. No queremos que al ciudadano de a pie, con su voz y voto lo acabe por callar un Tratado de tan dudosa índole. NO QUEREMOS EL TTIP.




2.- Arnold Schölzel (redactor jefe del diario jungeWelt):
"Contra las fantasías e imaginaciones neoliberales hay que ilustrar e informar".

Siendo el TTIP un tema paneuropeo, JungeWelt, Morning Star, Arbejderen y Zeitung vom Lëtzebuerger Vollek presentan con este suplemento su segundo proyecto en común.

El pasado 25 de marzo, la organización de consumidores Foodwatch emitió un comunicado de prensa diciendo que la VDA, la asociación alemana de la industria automovilística, había “retirado declaraciones falsas y/o erróneas acerca del  proyectado Tratado TTIP entre la UE y los EEUU”. Anteriormente la Foodwatch había publicado una carta abierta. Y la VDA, una de las más potentes asociaciones industriales en Alemania, se veía obligada a corregir ciertos datos que había publicado en su portal jazuttip.de; teniendo que eliminar además el discurso de su actual presidente, el ex ministro federal de transportes Matthias Wissmann, por haber exagerado con mucho las ventajas económicas del TTIP. […]

Por el mismo motivo tuvieron que retirar y/o corregir sus respectivas declaraciones la BDI, la Asociación de Empresarios Alemanes, y la INSM, la Iniciativa Nueva Economía Social de Mercado.

Las ya evidentes mentiras de los lobbys organizados en torno al TTIP suelen venir acompañadas por periódicos ataques que los medios afines al capital lanzan a los críticos del Tratado que cabe resumir en su sentencia que “los adversarios del TTIP son una minoría pequeña pero bulliciosa”.

A los pocos días, los servicios científicos del Bundestag comunicaron que los comités municipales electos no tenían autorización ni para debatir el Tratado; que su mera consulta ya se consideraba improcedente. 

Los que habían arrancado la Iniciativa Ciudadana Europea contra el TTIP, cifraron las firmas reunidas desde octubre de 2014 en casi 1,6 millones, con lo cual ya se habría alcanzado el quórum en 12 estados miembros; para que una iniciativa ciudadana se reconozca y valide como tal,  se debe contar con un millón de firmas y haber alcanzado el quórum necesario en siete estados. De este modo ya queda  desacreditada otra de las leyendas que sostiene que la resistencia al TTIP es un fenómeno meramente alemán; para citar la explicación que da nuestro ministro de economía Sigmar Gabriel (SPD), porque los ciudadanos alemanes somos “ricos y histéricos”.

TTIP deja bien clara la enorme brecha que existe entre las mentirosas fantasías de los políticos que nos gobiernan, sus medios vasallos, por un lado, y la realidad, por otro.

Urge ilustrar e informar.

El TTIP es un tema paneuropeo. Los responsables lo han silenciado durante años, manteniendo en secreto las negociaciones; y a pesar del carácter antidemocrático de procedimiento entero, millones de ciudadanos europeos se percatan del peligro y entran a ponerse en su contra. Ya les constan las experiencias en parte muy negativas de otros tratados de libre comercio en el mundo.

El trabajo colectivo de varios medios nos parece muy indicado para difundir informaciones e iniciar las acciones pertinentes. Los pactos secretos como el TTIP con sus dictados e imposiciones para reducir el sistema democrático, para redistribuir la propiedad privada y pública a favor de la industria financiera y el capital global, son los que en el periodismo izquierdista vienen a despertar el deseo de combatirlos más allá de las fronteras nacionales.

Parece ser que ahora se pretende imponer y perseguir los dogmas neoliberales, que vimos fracasar en la crisis del 2007/2008, en el plano de las instituciones internacionales. Los cuatro medios que cooperamos en este suplemento contamos entre los que nos oponemos a ello. 

3.- Fabio De Masi (economista y diputado del partido  Die Linke en el Parlamento Europeo):
“La OTAN económica”

TTIP, TíSA, CETA: los grandes grupos empresariales codician hacerse con los servicios sociales públicos. La propaganda con estudios y datos poco fiables.

Nos vienen a prometer crecimiento y puestos de trabajo. Pero los estudios muy poco serios que había encargado la UE no han resultado en nada palpable. De haberse tratado realmente de crecimiento y puestos de trabajo, Bruselas habría puesto punto final a los recortes impuestos a la gran mayoría de la ciudadanía europea. De haberse tratado realmente de estabilizar el comercio, tanto la UE como los EEUU se habrían ocupado de la especulación monetaria. Entre 2010 y 2013, el cambio US$/Euro oscilaba entre 1,20 y 1,50, lo cual a los exportadores europeos les suponía en ocasiones un encarecimiento de sus productos en un drástico 25 %. En la actualidad el cambio US$/Euro se mueve en torno al 1,10.

Pero como los recortes y la regulación del casino en torno a los tipos de cambio habrían resultado contrarios a los intereses de los mercados financieros y de los grandes grupos empresariales, la consigna de éstos es el ataque. La UE y los EEUU buscan una nueva “OTAN económica” (Hillary Clinton) a escala global. Todas las leyes, afecten el medio ambiente, la sanidad, el consumo o los derechos laborales; así como la propiedad pública, han de ceder ante los beneficios de las grandes empresas. En términos geopolíticos, es cuestión de determinar quién/es irán a fijar las reglas del comercio, por lo que las economías emergentes se habrían de someter a este régimen a medio plazo.

Según informaciones recientes, el Tratado norteamericano de Libre Comercio NAFTA, entrado en vigor en 1994, ya habría destruido cerca de 1 millón de puestos de trabajo solamente en EEUU. Este tipo de tratados pretenden abolir  las “barreras comerciales no arancelarias”; quiere decir que se derogarían todas las leyes y regulaciones que pudieran poner coto a los beneficios empresariales. Mediante el reconocimiento mutuo de las exigencias o normativas (estándares), tal y como se aplican al mercado interior de la UE, se irían a imponer requisitos o variaciones cada vez menos exigentes. Casi todo está en peligro. Pongamos como puntos conflictivos la política europea en materia de prevención, que dispone que los productos químicos no se aprueban hasta que no quede acreditada su inocuidad; las normas laborales mínimas en virtud de lo dispuesto por la OIT, que los EEUU prefieren ignorar; la práctica del fracking, la extracción de gas natural de yacimientos por medios no convencionales, que puede llegar a contaminar las aguas subterráneas; o el elevado capital propio (core capital) que se pretende exigir a la banca extranjera establecida en EEUU. Hasta el nuevo salario mínimo alemán parece de dudosa implementación, a la vista de la demanda que la multinacional francesa Veolia ha interpuesto contra Egipto por la subida de su salario mínimo nacional.

En el centro de los tratados encontramos  unos consejos de regulación y unos tribunales privados de arbitraje. Ante estas instituciones, los grupos empresariales podrían ejercer acciones de indemnización contra los estados por sus respectivos lucros cesantes. Cabe pensar que un abogado de la industria petrolera, el día de mañana se convierta en “árbitro neutral” en una controversia entre inversores y Estados, sin posibilidad de recurso alguno. En estos momentos, el grupo energético Vattenfall está demandando  al Estado alemán para que le indemnice 4.000 millones de euros en concepto de daños y perjuicios causados por estar abandonando la energía nuclear.

Los consejos/comités de regulación son una especie de “Inspección Legal Técnica”  al servicios de las empresas que han de revisar si la legislación resulta compatible con sus pretensiones de beneficio, antes de que entre a debatirse en el parlamento. Curiosamente, no resulta nada decisivo el texto de los tratados, sino lo que NO figura en ellos, puesto que todo lo que no quede expresamente excluido, quedará incluido y sujeto al tratado o tratados. Podemos considerar que los TTIP y similares serían “living agreements”, esto es, tratados vivientes, que se irían extendiendo cuales carcinomas. 

Mediante otro Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TiSA), la UE, los EEUU y otros 20 estados pretenden abaratar la prestación de los servicios públicos, abriéndolos a la inversión privada. Una vez más la consigna sería: “todo lo que no resulte explícitamente protegido, podrá liberalizarse”. Y el llamado “principio nacional o doméstico” exigiría la igualdad de trato de todos los participantes en el mercado. Las instituciones privadas de enseñanza, servicios y de entretenimiento podrían participar en el caudal impositivo nacional por igual cuantía como todas las instituciones públicas.

Los servicios públicos suponen un inmenso trozo del pastel económico, a nivel europeo equivalen a una cuarta parte del PIB. Lógico que muchos quisieran participar en este pastel. Conforme al TiSA, la privatización, una vez que estuviera perfeccionada, ya no tendría marcha atrás, no importa quién estuviera gobernando o qué decidiera el pueblo.

A diferencia de una mayoría de diputados electos al Parlamento Europeo, unos 600 lobbistas del mundo económico tienen acceso a los debates. Parece ser que la democracia es una barrera comercial. Pero aun así, seguimos luchando para que todos los tratados tengan que pasar por los 28 parlamentos nacionales. No porque en las capitales nacionales la gente fuese más noble que la del PE, sino porque esperamos poder ganar esta lucha si todos los diputados nacionales desde Madrid a Berlín han de atenerse a los principios democráticos. Pues, la democracia somos nosotros.


De ActuRatons.fr (traducción nuestra)


4.- John Hilary (director ejecutivo de la británica organización benéfica “War on Want”) [lema: "la causa de la pobreza es política"]:
"Aumenta la resistencia".

En toda Europa, los ciudadanos se oponen al TTIP, aunque la Comisión Europea pretenda bloquear las iniciativas ciudadanas.

Lo primero que se pregunta la gente al oír hablar del TTIP suele ser: ¿y esto qué es? Y a medida que se vayan enterando de la amenaza que el TTIP supone para los puestos de trabajo, los derechos laborales, los estándares del medio ambiente y los servicios públicos, surge la segunda pregunta: ¿y cómo podemos pararlo? Reconocer que es nuestro deber el impedir el TTIP antes de que se nos convierta en esclavos de la clase capitalista transnacional, es, será la única reacción razonable.

El TTIP ha causado un movimiento de resistencia sin igual de millones de ciudadanos europeos, que se niegan todos ellos a quedarse con los brazos cruzados viendo cómo se enajena nuestro futuro común a los grupos transnacionales y a los mercaderes financieros. En este movimiento también han entrado a participar activamente los sindicatos, no por último porque se estima oficialmente que el TTIP va a causar la pérdida de al menos un millón de puestos de trabajos en la UE y los EEUU. La Confederación sindical británica TUC, en su congreso del pasado mes de septiembre, aceptó la propuesta de oponerse públicamente al TTIP y muchos sindicatos singulares ya participan activamente en la alianza “NoTTIP” que viene a coordinar la campaña en el RU.

También a nivel europeo contamos ya con una coordinación fuerte. Soy uno de los siete ciudadanos europeos que en julio le avisamos a la Comisión Europea que íbamos a impugnar con los instrumentos al alcance de la Iniciativa de Ciudadanos Europeos (ICE) el TTIP y el CETA, ese otro  acuerdo de economía y comercio entre la UE y Canadá, que se viene negociando paralelamente al TTIP. Consideramos que es la única vía para que el ciudadano de a pie, en el marco institucional de la UE, asuma su responsabilidad democrática. Y para que una  empresa tal tenga éxito, debemos reunir en el plazo de un año un millón de firmas de la solicitud y alcanzar el quórum nacional en al menos 7 estados miembro.

Antes de haber iniciado nuestro propósito, la Comisión Europea ya bloqueaba la iniciativa. Según informan los burócratas de Bruselas, a los ciudadanos europeos no nos está permitido cuestionar un acuerdo comercial en trámite de debate. Es por ello que ya hemos lanzado “nuestra propia iniciativa de ciudadanos europeos” (pICE) que hasta finales de marzo ya pudo ganar 1,6 millones de firmantes. En doce estados ya se alcanzaron los quórum nacionales respectivos: Alemania, Gran Bretaña, Irlanda, Francia, España, Austria, Bélgica, Holanda, Finlandia, Suecia, Luxemburgo y Slovenia. En estos momentos tenemos interpuesta ante el Tribunal de Justicia de la Comunidades Europeas una demanda contra la referida actitud de la Comisión Europea y confiamos en salir ganadores.

Nuestro movimiento debe tratar de convertir la fuerza que generan los numerosos activistas en poder político. Los políticos británicos ya se vienen quejando de que la resistencia ciudadana al TTIP llega a ser abrumador, al tiempo que el Gobierno instrumentaliza toda la mitología y propaganda que tiene a su alcance para hacernos ver que no hay nada que temer. Debemos hacer público en todas partes el daño que el TTIP va a causar, de modo que este tratado alcance una candencia tal que ningún político se atreva a perseguirlo más, y no me refiero solamente a determinados elementos que pueden amenazar nuestro sistema público de salud.

Esto significa a nivel europeo, que debemos aumentar la presión sobre nuestros diputados cara las primeras votaciones en el Parlamento Europeo previstas para el mes de mayo. Esta fecha, si bien está lejos de las votaciones finales previstas, y que se realizarán o bien a nivel europeo por medio de nuestros diputados, o bien en los parlamentos nacionales de todos los estados miembros de la UE, será un hito importante en nuestra iniciativa para poder bloquear cualquier ratificación posterior.

En el Reino Unido habrá elecciones parlamentarias en mayo y los políticos ya tienen claro que muchos activistas harán del TTIP su tema central. Ante todo debemos plantearles a los miembros del Partido Laborista el por qué su partido viene a defender un acuerdo que tantísimos de sus socios y simpatizantes condenan. Numerosos consejos municipales pertenecientes al Partido Laborista, en esta cuestión se está oponiendo a su partido mostrándose solidarios con muchos consejos municipales en otros países europeos que ya se han declarado “zonas libres de TTIP”.

Si lo hacemos bien, iremos a triunfar sobre el TTIP. Cuando el los años 90 del siglo pasado la UE intentaba imponer facultades similares para en Gran Capital mediante el AMI, el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones, una campaña masiva logró impedirlo. Cuando en la década siguiente, la UE pretendía perseguirlo por medio de la OMC, la Organización Mundial del Comercio, pudimos vencer una vez más.




5.- André Scheer (redactor del diario junge Welt):
"No se admiten críticas"

La Comisión se opone a la “Iniciativa Ciudadana Europea” contra el TTIP y el CETA. Pero la campaña sigue reuniendo firmas.

Según informan los organizadores de “Stop TTIP”, desde octubre pasado a finales de marzo, la campaña ya ha reunido 1,6 millones de firmas. Mediante esta “Iniciativa Ciudadana Europea autoorganizada o propia”, la confluencia de unas 400 organizaciones, sindicatos y partidos de toda Europa, está respondiendo a la negativa de la Comisión europea de admitir la iniciativa ciudadana regulada contra el TTIP.

Existe el instrumento de la ICE, la Iniciativa Ciudadana Europea, desde que en 1999 entrara en vigor el Tratado de Lisboa. Con él puede entrar en el orden del día de la Comisión cualquier petición que a lo largo de un año hubiera podido reunir en al menos una cuarta parte de los estados miembro un total de un millón de firmas. De ser así, la Comisión debe admitir el asunto a debate, no más, la ICE no surte más efecto político que éste.

Pero aun así, en Bruselas se está temiendo hasta la mordedura tan desdentada de una ICE. En septiembre de 2014, la Comisión ya había rechazado la iniciativa de “Stop TTIP” comunicando a los iniciadores que “el propósito de su ICE se encontraba manifiestamente fuera del ámbito de competencias  para presentar una propuesta de acto jurídico dentro de la Unión para los fines de aplicación de los Tratados”; y que los respectivos mandatos de negociación no eran más que actos preparatorios entre los órganos de la UE y, como tales, no impugnables;  y que la Comisión además no podía presentar “ninguna propuesta  de ratificación negativa”, en el sentido de no concluir y firmar lo negociado sobre el CETA y el TTIP. “Esto supone a la inversa que las negociaciones internacionales de la Comisión, la ciudadanía tan sólo las puede recibir alabándolas, pero nunca criticándolas”, lo expresa uno de los portavoces críticos; que esta negativa forma parte de la estrategia de la Comisión de mantener las negociaciones fuera del alcance  de los ciudadanos y los parlamentos nacionales: “Se prefiere escuchar antes a los lobbistas que a la ciudadanía”.  La campaña tiene ya presentada una demanda ante Tribunal de Justicia de la UE en Luxemburgo contra la negativa de Bruselas, pero no pudiendo aguardar hasta 2016 cuando se espera se pronuncie este Tribunal, ha lanzado su propia Iniciativa Ciudadana no oficial/autoorganizada. 

Mientras tanto, los dirigentes de la UE optan por el encubrimiento y la opacidad. Bien es cierto que los parlamentarios europeos ya pueden ver y leer los pertinentes documentos en una sala de lectura (Reading room) especialmente instalada, pero no más que durante 2 horas y sin poder apuntar nada. Comenta Marina Albiol, la parlamentaria de la izquierda española,  en su Facebook en marzo: “No podré pisar la sala llevando mi móvil, mi reloj, ni tan siquiera un bolígrafo”. Y además tiene prohibido informar a sus  electores sobre lo que ha podido leer, so pena de una sanción administrativa por parte de la UE e incluso de un procedimiento penal.

6.- Kenneth Haar y Max Bank (Kenneth Haar trabaja para el “Corporate Europe Observatory”; Max Bank, para el “Lobby Control”):
"La regulación esposada". 

Los documentos secretos nos evidencian cómo la legislación futura de la UE y los EEUU vendrán dictadas por las empresas privadas

Desde diciembre de 2013, las ONG, las organizaciones no gubernamentales, los movimientos y los representantes políticos vienen a pronunciarse muy críticamente contra la actitud de la Comisión Europea CE en materia de la “Cooperación Regulatoria” en el Tratado de Libre Comercio TTIP. Critican que por parte de la Comisión se está dando la bienvenida a la influencia del Gran Capital sobre la legislación futura. Esto lo evidencia un documento de posición que se ha podido filtrar en aquel entonces.

Y otro documento recién filtrado, nos muestra que la Comisión se mantiene fiel a su rumbo y que hay nada que permita deducir que piense tener en cuenta las objeciones ciudadanas. En otro documento de diciembre 2014, está avanzando un paso más cuando recomienda delimitar/restringir el margen de influencia política de los municipios y las autoridades locales. Si bien es cierto que esta idea se ha venido torpedeando y que posiblemente no vaya a formar parte del futuro posicionamiento de la UE, nos viene a demostrar que la referida “Colaboración Regulatoria”, aparte de resultar muy extensiva, puede suponer un auténtico peligro para la democracia.

“La Colaboración Regulatoria” viene a describir un procedimiento de adaptación de las posiciones jurídicas ya existentes en ambas orillas del Atlántico. De este modo, se pretende garantizar que las mercancías que se producen en un lado se puedan exportar sin especiales requisitos suplementarios al otro lado. En la práctica ello puede que surta su efecto sobre cualquiera de las reglas existentes, desde lo dispuesto en materia de sanidad alimenticia hasta la seguridad de productos químicos. Se refiere además que algunos de los aspectos más polémicos no se resolverán hasta que la confección del TTIP esté terminada y el afán de control por parte de la ciudadanía se haya reducido. De este modo, el Gran Capital, obtendría un amplio margen para incidir en la legislación futura. Pero la Comisión no deja de alegar que lo que ella propone bajo el término de Colaboración Regulatoria en el TTIP no es otra cosa que un diálogo razonable, como cuando se trate, por ejemplo, de evitar la duplicidad de iniciativas legislativas en ambas orillas. 

Alega además que la capacidad de las respectivas autoridades de control y vigilancia no se verá afectada a la hora de perseguir las metas de interés público. También ha repetido ya en varias ocasiones que con sus propuestas no pretende ofrecerles a los grupos empresariales trato especial alguno. 

Pero no obstante estas buenas palabras, la Comisión no logró eliminar las preocupaciones ciudadanas.  Siempre ha existido una brecha entre sus documentos dirigidos al público y los verdaderos resultados obtenidos en las negociaciones que pudimos recibir filtrados a posteriori. Y los últimos datos, filtrados en diciembre 2014 y enero 2015, no sólo confirman cuán justificada resulta nuestra crítica, sino además y en especial, que el verdadero alcance de las negociaciones viene a superar con creces nuestros peores temores. Siendo además el documento recién perforado de carácter jurídico y no solamente de posicionamiento como el anterior,  cabe temer pues que la posición de los negociadores de la UE se ha venido consolidando.

Para los lobbistas del empresariado en ambas orillas la Colaboración Regulatoria ya es un asunto de corazón.  Cabe mencionar en este aspecto la Confederación Europea de la Industria y de Organizaciones Empresariales (UNICE o  “Business Europe”) y la Cámara de Comercio norteamericana. Hasta finales de 2012, ambos actores ya habían celebrado diversos encuentros con la Comisión Europea pudiendo convencerla de un gran número de sus ideas. Entienden que las discrepancias legales existentes habrá que eliminarlas a la larga, entre las que figuran los estándares en materia alimenticia; química y/o de procedimientos de producción y fabricación, por sólo nombrar unos cuantos.  De esta 'nivelación' se ocuparían una serie de procedimientos  y unas “autoridades/órganos de regulación” en colaboración. De este modo se pretende resolver y eludir el problema que pudiera plantearse al pactar a corto plazo cualquier normativa o reconocimiento mutuo de requisitos o estándares. Y si los portavoces durante las negociaciones no estuvieran capaces de alcanzar un acuerdo entre los EEUU y la UE,  entraría la “Colaboración Regulatoria” a crear un espacio para los grupos empresariales y los órganos regulatorios quienes, una vez perfeccionado el TTIP, alcanzarían los objetivos de su agrado, sin demasiado control público.

Esa  “Colaboración Regulatoria” se desarrollaría en dos planos distintos, en el plano sectorial específico, como por ejemplo a la hora de autorizar  productos químicos; o de modo horizontal, para con la normativa aplicable a todos los sectores por igual. Como aprendemos por los dos documentos filtrados, las instituciones lobbistas arriba mencionadas, ya se han venido moviendo ante todo en el plano horizontal.

Ya en 2012, ambos grupos  presentaron a la Comisión una serie de propuestas que en su conjunto, y siempre según su criterio, podrían  facilitar “la redacción conjunta de los proyectos de regulación”.

La Colaboración Regulatoria merece pues toda la atención por parte de las ONG, los movimientos sociales, y no por último de los legisladores en toda Europa que, precisamente por ella, irían a perder de facto su capacidad de influencia jurídica. Como nos documentan los datos filtrados al público, los negociadores están intentando modificar los procesos de toma de decisión en beneficio del comercio y de los inversores, sin tener que respetar las consecuencias sobre nuestras instituciones democráticas. Anhelan unos procedimientos complejos que se adaptarían a los intereses empresariales. Cuando la Comisión apunta en uno de sus boletines que  hay que conservar “el derecho de operar regulaciones conforme al interés público”, esta afirmación muy poco tiene que ver con los contenidos reales del  documento filtrado. Y más aún: la Colaboración Regulatoria” en el marco del TTIP se pretende llevarla hasta donde llegue a cuestionar lo legislado a nivel comunal y regional.

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