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miércoles, 16 de octubre de 2013

Merkelandia: la democracia bloqueada

Merkelandia: La democracia bloqueada
Autor: Albrecht von Lucke
Original"Merkelland: Die blockierte Demokratie", en Blätter für deutsche und internationale Politik 10/2013, pp. 5-8 (Hojas para la política alemana e internacional):
Traducción del alemán: tucholskyfan Gabi
Uso de esta traducción: Licencia CC BY-SA. Citación: autora de la traducción y dirección y nombre de este blog, junto con reconocimiento del autor del artículo y de la revista y link en el que es publicado originalmente en alemán.



No ocurre a menudo que unas elecciones se merezcan el calificativo de ‘históricas’. Éstas recientes, sin embargo, sí se lo merecen. Desde el pasado 22 de septiembre, nos encontramos en una república masivamente cambiada.

En su historia reciente de los últimos 65 años, la República Federal ha pasado por cuatro fases distintas. Al principio, fue la era Adenauer: una vez que “el Viejo” había ganado por un pelo y con su propio voto los primeros comicios, consagrando de este modo el primer gobierno de 1949, pasó a aumentar considerablemente en 1953 los votos a favor de la Unión [el binomio CDU/CSU] para alcanzar en 1957 la mayoría absoluta - la única en nuestra historia - contra el candidato del SPD, Erich Ollenhauer. La era Adenauer duraría hasta 1969, fecha en la que comienza una segunda fase con la república social-liberal, cuyo avance se había venido preparando por una gran coalición previa; después de tres candidaturas fallidas,  Willy Brandt, junto con los liberales del FDP,  logró obrar un cambio de poder. De este modo, los liberales dejaron de ser unidireccionales a la hora de coaligarse, abriéndose también hacia la izquierda. Bajo la dirección de Walter Scheel y Hans-Dietrich Genscher, el FDP se convirtió en un aliado funcional imprescindible en la República Federal. 

El siguiente inciso radical no se produjo en 1982, tal y como se había esperado, ya que con su “cambio” el FDP no hizo otra cosa que “volver a su alianza anterior con la Unión”, una involución que tampoco lograron enmendar Los Verdes al entrar en el parlamento [Bundestag]. Sólo en 1990, una vez caída la República Democrática Alemana (RDA), cuando accedió al parlamento el PDS [Partido del Socialismo Democrático], entró un partido a la izquierda del SPD, configurándose de este modo un sistema nuevo que se componía de seis partidos (incluyendo el CSU, el hermano bávaro del CDU), lo cual venía a dificultar considerablemente la formación clásica de otra pequeña coalición nueva. No obstante, se llegaron a formar tres gobiernos de coalición más: en 1998 y 2002, la formación entre SPD y Los Verdes; y en 2009 , la coalición entre la Unión y el FDP. 

Desde el 22 de septiembre, el parlamento, antes integrado por seis partidos, ha vuelto a cinco partidos representados en él. Lo que Angela Merkel no había conseguido ni en 2005 ni en 2009, lo logra ahora en 2013: ha ganado las elecciones con una ventaja triunfal, machacando literalmente al FDP. Representados desde el principio en el Bundestag, los liberales ahora ya no lo están – todo un inciso histórico -. Al mismo tiempo, ha surgido a la derecha de la Unión otro partido relevante, el AfD [Alternative für Deutschland/Alternativa para Alemania]; una circunstancia que ha trasladado notablemente los pesos políticos centrales y extremos de nuestra democracia.

Volver a Konrad Adenauer

En esta nueva Cámara baja [Bundestag], ya no cabe hablar de dos partidos populares al mismo nivel [1], sino todo lo contrario: tras estos comicios, Angela Merkel vuelve a la era Adenauer. Y no solamente desde el aspecto táctico (“Nada de experimentos”), sino también al juzgar por los resultados:  Después de ganar en 2005 avalada por una finísima mayoría, al igual que Adenauer en 1949, la canciller, tras ocho años de gobierno, llega a alcanzar ahora casi la mayoría absoluta. Hoy, la distancia entre la Unión y el SPD se cuantifica en un enorme 15,8 por cien. Comparemos: incluso en los comicios llamados de la reunificación en 1990, Helmut Kohl sólo llevaba una ventaja del 10,3 por cien frente a un Oskar Lafontaine descalificado. Pero a pesar de una mayoría aritmética en el lado de la izquierda, son ahora dos los candidatos a una coalición, el SPD y Los Verdes, quienes orbitan alrededor de la Unión de Merkel, el sol negro del sistema alemán de partidos.

Al mismo tiempo, este sistema se ha vuelto bastante más complejo, ya que la Unión con el FDP también ha perdido a su tradicional pareja de coalición. Se equivocan todos aquellos que tras las elecciones consideraban que Alemania necesitaba un nuevo partido liberal. 

El FDP jamás ha representado él sólo el liberalismo alemán, y en los últimos tiempos cada vez menos, ya que éste se ha ido difundiendo y repartiendo en otros partidos: su componente social-liberal, en el SPD (ya desde 1982); el componente económico-liberal, en la Unión; una parte, el componente jurídico-civil-liberal, derivó a Los Verdes, y otra, la nacional-liberal, en el AfD de reciente constitución.

Lo que realmente nos falta ahora es un partido funcional en el centro, un servicio que el FDP nos ha venido prestando todos estos años, y por él que se ha ganado el descalificativo de ‘Umfallerpartei’, que viene a  aludir a su función acomodaticia o de comodín; esto último en parte sin razón, ya que de hecho el FDP servía de bisagra entre la derecha y la izquierda para facilitar la formación de coaliciones pequeñas, y para lograr, mediante éstas, un sistema funcional entre un gobierno y una oposición fuerte. El hecho de que la gran ganadora, Merkel, hoy no encuentre con quien coaligarse, surte efectos nefastos para la democracia: a saber, la necesidad casi irremediable de una gran coalición, que dispondría de más de 500 de los 630 escaños parlamentarios. Estando así las cosas, no cabe pensar en una oposición parlamentaria significante, o al menos hay serias dudas al respecto.

Con todo ello, la función de obrar mayorías en el centro parlamentario, ya desde hace tiempo, la vienen desempeñando  Los Verdes, quienes, al entrar en el Bundestag hace ahora 30 años, con razón rechazaron ser ubicados a la izquierda del SPD, muy conformes con su lema constitucional: “No estamos a la izquierda, ni a la derecha, estamos delante”. 

Desde entonces, Los Verdes ocupan sus escaños sentados entre el SPD y la Unión. Hoy, a la vista de su derrota electoral, comprobamos que su posición es la correcta, tanto en términos estratégicos de poder, como en lo que a sus contenidos políticos se refiere.

Liberalismo ilustrado

Estas elecciones nos han mostrado que nuestro país no necesita un tercer partido de enfoque socialdemócrata, sino un liberalismo ilustrado, que deberá unir la conservación de los valores ecológicos con las libertades fundamentales de los ciudadanos, respetando el derecho humano a la “igualdad ecológica”, léase el derecho de cada uno/a a un consumo igualitario de la naturaleza, de los recursos naturales [2]. Un liberalismo ecológico y humanitario de esta índole, supone un cometido que implicaría los diversos campos: el liberal, el conservador y la izquierda, uniéndolos. Pero Los Verdes tampoco supieron transmitirlo así en los recientes comicios.

Y pensar que la catástrofe ecológica de Fukushima en marzo de 2011, nos había vuelto a servir casi en bandeja el que nos replanteemos ese sempiterno tema ecológico. De repente, Los Verdes resurgían como el único partido capaz de formular las preguntas decisivas; marchaban a la cabeza del progreso, irradiando hasta el CSU, y soñaban ya su futuro como el nuevo partido popular que serían. 

Tempi passati, durante la campaña electoral, todo esto quedó aplastado. Hicieron demasiado hincapié en las cuestiones relacionadas de tipo fiscal y legal, descuidando, de este modo, el tema de fondo. Ni las pésimas noticias que nuevamente llegaron de Fukushima, eran capaces de hacerles cambiar de rumbo. En su lugar, se perdieron irremediablemente en debates sobre el llamado “Veggie Day” [insistiendo que, en lugar de carne, había que comer verduras un día a la semana]; y sobre la pedofilia intensificaron la impresión e imagen de un partido prohibitivo y paternal que antaño se había tomado todas las licencias posibles. Pero a pesar de su derrota electoral, se ha originado una oportunidad histórica para Los Verdes, la de recibir en herencia del FDP no solamente los contenidos de éste, sino también entrar en sus funciones. 

En términos reales, Los Verdes llevan tiempo sustituyendo al FDP como el partido civil y liberal del ala izquierda que había sido. No sólo desde el retiro de sus anteriores líderes (Trittin, Roth, Künast), el partido cuenta en la persona de Winfried Kretschmann, con un nuevo líder burgués. Resultaría, por tanto, lo más normal del mundo que Los Verdes se pusieran a negociar con Angela Merkel una coalición   negro/verde, máxime cuando la canciller, por tener decidido el abandono de la energía nuclear, ya ha facilitado el vínculo necesario. De este modo, Los Verdes podrían asumir por fin responsabilidades en ese cambio energético que han venido iniciando; y, ya con vistas al año 2017, reforzar y expandir el núcleo de su marca que hasta habían descuidado esta vez. 

En términos políticos,  sería necesario perseguir esta perspectiva de poder y de organización, si Los Verdes fuesen realmente un partido normal y abierto para la coalición en ambas direcciones. Pero en realidad, siguen anclados en una izquierda imaginaria, un ala que hasta el día de hoy aún no existe para hacer política real, ya que desde hace 24 años viene perdiéndose en combates internos. 

Lo que, por lo tanto, urge obtener para arreglar este bloqueo democrático  es que nuestro país se vuelva a normalizar por partida doble: Primero, el SPD debe dejar de despreciar a Die Linke para facilitar así que vuelva a haber coaliciones a la izquierda de la Unión. Segundo, Los Verdes deben seguir el ejemplo liberal de 1969 abriéndose, no hacia el SPD, sino hacia la Unión para hacer posible que surjan coaliciones pequeñas más allá del SPD y para evitar bloqueos funcionales como éste que ha surgido en la actualidad parlamentaria.

Ahora les duele a Los Verdes el hecho de no haber defendido abiertamente ante su electorado la variante o alternativa de uno “segundo cambio;  sobre todo teniendo en cuenta las escasas, prácticamente nulas, perspectivas para poder formar una coalición rojiverde [3]. Por lo cual quedan ahora descartadas las posibilidades tanto de una coalición rojo/rojo/verde como de una negro/verde. Así las cosas, será más que probable que nos debamos conformar durante los próximos cuatro años con una gran coalición Union/SPD.

Una oposición auténtica, con una perspectiva real de poder relevar el gobierno, no tendrá lugar. En su lugar, el SPD y la Unión, desde su mayoría enorme, pero sólo numérica, deberán buscar coaliciones nuevas con Los Verdes y Die Linke, lo que supone una situación sumamente insatisfactoria para cualquier democracia que se precie. 

La mayoria aritmética del ala izquierda

La presente situación nos recuerda los tiempos de la primera gran coalición hace unos 50 años. Aparte de la pequeña fracción del FDP, no hubo entonces ninguna alternativa parlamentaria, aunque los planteamientos políticos fueran más que agudos, desde la “Medidas legislativas de emergencia” [Notstandsgesetzgebung] hasta la guerra de Vietnam. Y el porcentaje que el SPD obtiene hoy queda muy por debajo del que tuvo entonces; además de carecer en la actualidad, -más allá de una anémica esperanza de que se pudiera presentar su candidatura la actual presidenta del land Renania del Norte-Westfalia, Hannelore Kraft - de un/a candidato/a que reuniera la capacidad natural de liderazgo y de identificación del entonces portador de esperanza Willy Brandt.

La gran cuestión para el ala izquierda en el espectro parlamentario es por tanto: ¿Cómo se puede lograr, durante los próximos cuatro años, que la mayoría aritmética que alcanza rojo/rojo/verde se convierta primero en una mayoría social, y luego política; una mayoría pues que fuera efectivamente capaz de relevar, al menos durante cuatro años, la gran coalición?

Una cosa es segura: Frente a una gran coalición tan abrumadora, la necesidad de que existan alternativas políticas resulta primordial. Si no se presentan estas alternativas, el proceso de despolitización irá avanzando. Las fuerzas que pretenden conservar las estructuras existentes, reciben esa supuesta unidad con agrado. Así las palabras recientes del editor del FAZ, Berthold Kohler: “Las decisiones  mayoritarias para Alemania están tomadas; las últimas grandes batallas ya superadas; el CDU se ha despedido de la energía nuclear; Los Verdes, liderados por Joseph Fischer, entraron en la guerra impecablemente trajeados…. Ante la disyuntiva entre coalición o muerte, parece que tan sólo nos queda el debate el torno a la prestación parental [Elterngeld]  [4].

Mediante esta renuncia a los grandes planteamientos, la facticidad reinante pasa a ser normal, aunque en absoluto podamos decir que los problemas estén superados, todo lo contrario: Puede que las cuestiones de la vieja república se encuentren arreglados (al menos en parte), pero ya estamos ante otras nuevas, como son el futuro de las Naciones Unidas (palabra clave: Siria) y, desde luego y ante todo, la cuestión europea que urge resolver.

Movimiento desde la derecha

Lo que este país necesita durante los próximos cuatro años son, ante todo, unos debates notablemente más fundamentales. Que semejante proceso politizante resulta posible, lo estamos viendo precisamente en el éxito que está teniendo la ‘Alternativa para Alemania’ (AfD); aun sin entrar en el parlamento federal, sus resultados (casi el 5 por cien de los votos), tan sólo a los cinco meses de su constitución, nos demuestran que la ciudadanía reclama un debate sobre la política europea, un debate que los demás partidos deben enfatizar más.

Resulta irónico que detrás de ello se esconda otra “normalización” a escala europea. Son muchos los partidos liberales que durante los últimos años han quedado “triturados” al surgir nuevos movimientos populistas y antieuropeos. De ese modo, se venían a constituir nuevos parlamentos nacionales, con una fuerza nueva en la extrema derecha y con una clara polarización derecha/izquierda.

El camino del AfD queda por ver. En el espectro del conservadurismo nacional y el populismo económico-liberal y anti-euro caben muchos matices más. Pero este nuevo partido redundará, sin duda – lo cual no dejará de ser otra ironía -, en una mayor “europeización” de la política alemana por trasladar la cuestión europea al centro de los debates alemanes. Lo sabremos ya dentro de ocho meses, cuando el 25 de mayo de 2014 se celebren las elecciones al Parlamento Europeo [5]. Como en estos comicios bastará con el 3 % de los votos para entrar en el PE (y contando con una participación notablemente más baja), cabe esperar que este partido de euro-críticos y conservadores frustrados vaya entrando fácilmente. Al mismo tiempo será así que estas elecciones europeas continúen perdiendo más y más atención. 

Y en esto puede que radique el beneficio colateral que nos aporta el auge del AfD.  Tergiversando a Goethe, “¿una fuerza maligna, que acabe por obrar el bien?” [eine böse Kraft, die doch das Gute schafft?], presentándose como el contrincante de la gran coalición, puesto que tanto la Unión como el SPD omitieron pronunciar y posicionarse claramente durante la campaña electoral en la cuestión europea. En adelante, ya no podrán hacerlo, sino deberán manifestar sus verdaderas inclinaciones quitándose la careta – en contra del AfD y a favor de una nueva visión europea que logre superar el furor austero merkeliano.

[1] Mientras que en la Cámara Alta [Bundesrat] actual la ventaja es del SPD.
[2] Cfr. Aportación de Hans Thie en este misma edición de “Blätter”.
[3] Cfr. Albrecht von Lucke, Schwarz-grün: Die zweite Wende [Negro/verde: El segundo cambio] en “Blätter” 1/2013, pág. 8.
[4] Berthold Kohler, Schwarz-rotes Gezüngel [Llameadas negras y rojas]  http://www.faz.net/aktuell/politik/bundestagswahl/fernsehduell-schwarz-rotes-gezuengel-12557115.html
[5] En 2014, se celebrarán además numerosas elecciones regionales en el este de Alemania, donde el AfD ya ha obtenido más votos que  en el oeste. 

El autor Albrecht von Lucke publicó este comentario en Blätter für Deutsche und internationale Politik [Hojas para la política alemana e internacional] 10/2013, pp. 5-8
http://www.blaetter.de/archiv/jahrgaenge/2013/oktober/merkelland-die-blockierte-demokratie





4 comentarios:

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  3. CON FECHA 24 DE OCTUBRE, ACCIDENTALMENTE HAN SIDO BORRADOS TODOS LOS COMENTARIOS DEL BLOG INSERTADOS EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS. PEDIMOS DISCULPAS A LOS AUTORES DE DICHOS COMENTARIOS. LOS REPRODUCIMOS DE NUEVO A PARTIR DE LA COPIA ALMACENADA EN EL CORREO ELECTRÓNICO DEL BLOG. -------BLOG DEL VIEJO TOPO----

    Manuel Garcia 16 de octubre de 2013 22:51

    Es un artículo que considero muy interesante. Describe la situación de los partidos alemanes después de las últimas elecciones y hace algunas reflexiones que considero bastante apreciables.
    También hay algunos aspectos con los que no estoy de acuerdo con el autor. Por ejemplo es considerar al SPD como un partido de izquierdas. El SPD después de la II GM se ha ido derechizando. Primero con Brandt, después con Schmidt y sobre todo por último con Schröder ha llegado a tener programas casi similares a la CDU.
    Esto del uso de llamar de izquierda a partidos que hacen una política de derecha se ha generalizado. Creo que es un método para cambiar el software de la mernte de la gente y considerar algo que no es.
    Otra cosa en la que quiero opinar es en lo que habla de la posibilidad de una coalición rojo/rojo/verde. Considero que en un futuro próximo no es una posibilidad cierta. Todos los candidatos del SPD desde la reunificación han jurado por lo más sagrado que no harán un pacto de gobierno federal con los partidos que están a su izquierda, parece que los consideran apestados. Por lo tanto o mucho cambia el SPD o esa coalición es una imposibilidad.
    Un tema que me parece sin embargo muy acertado es la reflexión sobre la deriva de Los Verdes hacia posiciones liberales.

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  4. CON FECHA 24 DE OCTUBRE, ACCIDENTALMENTE HAN SIDO BORRADOS TODOS LOS COMENTARIOS DEL BLOG INSERTADOS EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS. PEDIMOS DISCULPAS A LOS AUTORES DE DICHOS COMENTARIOS. LOS REPRODUCIMOS DE NUEVO A PARTIR DE LA COPIA ALMACENADA EN EL CORREO ELECTRÓNICO DEL BLOG. -------BLOG DEL VIEJO TOPO----

    tucholskyfan Gabi 17 de octubre de 2013 09:32

    Al traducir este comentario al español, pretendía trasmitir el desconcierto poselectoral reinante en Alemania, en el que cabe destacar (sin valorar) lo siguiente:

    1 - El FDP queda fuera del Bundestag.
    2 - Los Verdes ya han rechazado coaligar con la Unión y tendrán que redefinirse.
    3- El bipartidismo clásico (uno de los dos partidos mayoritarios con o sin la ayuda del FDP) queda superado.
    4- El AfD es una nueva fuerza que habrá que tener en cuenta, nos guste o no.
    5- La gran coalición (Unión/SPD) será debatido hoy mismo.
    6- El rechazo del "establishment" a Die Linke puede que sea puro miedo; ya lo tuvo que experimentar Oskar Lafontaine en el momento de decantarse por un partido a la izquierda del SPD. A partir de ahora, Die Linke será el tercer partido parlamentario.
    7- Merkel lo tendrá difícil a la hora de adoptar acuerdos mayoritarios válidos, según como se decida hoy, máxime cuando el SPD ya tiene mayoría en el Bundesrat. Una gran colación sería la opción menos democrática posible.
    8- La "ultima ratio": convocar elecciones nuevas.

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