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miércoles, 23 de octubre de 2013

Tú eres un eco muy fuerte: un homenaje a Georg Büchner en el bicentenario de su nacimiento




TU ERES UN ECO FUERTE

Georg Büchner era un hombre moderno, que con su pluma y sus actos, luchaba contra la rigidez, la enajenación/alienación y la mudez de su tiempo.

Autora: Elisabeth von Thadden (*)



Un retrato redescubierto en 2013, que lleva la firma del pintor de teatro Philipp August Joseph Hoffmann, 1833, de la ciudad de Darmstadt -Dominio Público-



Aquel día invernal, unas cuatro semanas antes de su muerte en enero de 1837, parecía ser un fuerte resfriado lo que había pillado y que le obligó a guardar cama. El 20 de enero, a la edad de 23 años, escribe Georg Büchner en su cuartito en la Steingasse de Zurich, donde reside junto con otros refugiados políticos alemanes, dirigiéndose a su amada en Estrasburgo: “Aquí no se oye ninguna voz; el pueblo no canta”. Pero él necesita el canto, que es su vínculo con el mundo y la creación. Así que le pregunta hacia lo lejos: ”¿Tú sí cantas las canciones, verdad?”

En nuestros tiempos, esto, fácilmente, podría malinterpretarse como sentimentalismo o sensiblería, pero este hombre no es ningún sentimental, sino uno que todo lo empapa por igual en el “spiritus” (etanol, formol) de su ironía: el espíritu, el amor y los nervios cerebrales. Poco antes, le había escrito: “Siempre te estoy vislumbrando a través de  las colas de peces y los dedos de rana… ¿No te parece esto más conmovedor que la historia de Abelardo, cuando Eloisa se le interponía siempre entre los labios y la oración? Oh, cada día me vuelvo más poético, todos mis pensamientos ya nadan en formol”. La jornada del científico Büchner, quien hacía poco había pasado por su prueba lectiva sobre el tema “Nervios cerebrales”, consiste en preparar nervios de peces y anfibios para su clase de anatomía comparada.

¿Quién era Georg Büchner? No se sabe mucho, su vida está llena de lagunas. Un activista por la democracia, la justicia, los derechos humanos; buscado por orden de busca y captura; un multitalento prodigioso: poeta, médico, científico; escritor de cartas; versado en la Biblia.  Son demasiadas las huellas de este infatigable que se han borrado, censurado o perdido. En Darmstadt podemos leer escrito sobre los restos de un muro de jardín, en un patio trasero de su casa paterna, ya desaparecida, que en este sitio había quedado apoyada una escalera para facilitarle al autor del Danton la fuga en 1835. Desde entonces, se han venido buscando todas sus huellas. Al cabo de treinta años de estudio y durísimo trabajo, se acaba de concluir la Edición de Marburgo, que ha convertido la reducida obra de Büchner en una edición de 18 tomos y miles de folios; en Darmstadt se inaugura una notable exposición conmemorativa, con un cuidadísimo catálogo de 600 páginas; ambos eventos nos presentan un Büchner para todos los sentidos: mirar, escuchar y sentir. Nos acercan al que fuera casi ilocalizable mediante objetos, sonidos, imágenes; y todo ello con un esmero insuperable: una mesa de comedor burgués; una guillotina; una mesa de disección; la Catedral de Notre-Dame de Estrasburgo; un 'mesias sanguinario' [apodo que Büchner le da a la figura de Robespierre, el antagonista de Dantón en la obra La muerte de Dantón]; caricaturas políticas, un rizo de su pelo, el único autentico.

Büchner conocía bien la sensación de haber muerto en vivo.

Pero es al leer sus textos cuando mejor escuchamos el sonido de su obra. Aquel Büchner que, de un modo tan imperativo,  necesitaba las canciones, el canto, para sobreponerlo al silencio del mundo, en 2013, en el otoño de la ya agotada época tardomoderna, se merece que lo recordemos de otro modo nuevo, por anticipar aquel desasosiego con el que muchos buscamos hoy, en una realidad casi impenetrable, fórmulas operativas para actuar; experimentar la asertividad y un eco aprobatorio de nuestra existencia. Este joven que en los cuatro años que le quedarían hasta su muerte para luchar mediante su obra contra la rigidez de su tiempo, es un hombre moderno, aunque esa modernidad, con sus nervios conservados en etanol, apenas le cante canciones.

Que el mundo exterior, con sus vívidos sonidos, podría liberar a una persona de su rigor o rigidez casi cadavérica, eso lo sabía Büchner muy bien: en la reaccionaria ciudad de Giessen lo había experimentado en sus propias carnes durante la primavera de 1834. Entonces escribió a la misma amada, Minna Jaegle, tres años mayor que él:
 “Ein einzelner forthallender Ton aus Tausend Lerchenkehlen schlägt durch die brütende Sommerluft, ein schweres Gewölk wandert über die Erde, der tiefbrausende Wind klingt wie ein melodischer Schritt ... Die Frühlingsluft löste mich aus meinem Starrkrampf ... Das Gefühl des Gestorbenseins war immer über mir."
"Un único y prolongado sonido procedente de mil gargantas de alondras atraviesa el cargado aire del estío, pesados nubarrones avanzan sobre la tierra, el hondo bramido del viento resuena como sus pasos melodiosos… El aire primaveral me ha sacado de mi letargo… En todo momento, he tenido la sensación de estar muerto.”
Esa experiencia de una alienación similar a la muerte, la distancia entre su propio ser y el mundo, suponía más que la soledad de ese enamorado y políticamente desesperado demócrata radical que vivía en la estrecha cuenca del río Lahn (Hesse): viene a ser la signatura de toda su obra. El sentimiento de estar muerto lo compartía Büchner con los personajes que inventaba, como si todos fueran íntimos hermanos suyos. De un letargo similar logra liberar el canto de la voz humana al pobre poeta Lenz relatado por Büchner en su homónima obra Lenz en la que estuvo trabajando en 1835:

“… die Menschenstimmen begegneten sich im reinen hellen Klang… der Gesang verhallte…, unter den Tönen hatte sein Starrkrampf sich ganz gelegt.”
“…las voces humanas se juntaron en un sonido puro y agudo.. en canto se perdía a lo lejos…, bajo los sonidos, su letargo se había disuelto por completo.”
También era un silencio sepulcral el que predominara irremediablemente desde el principio de su fragmentario drama Woyzeck, creado en 1836:
“Still, Alles still, als wär die Welt todt.”
“Silencio, todo está en silencio, parece que el mundo está muerto.”
Y el hecho de que escenificara en su drama La Muerte de Dantón a un revolucionario aburrido a muerte, mostrándolo muerto antes de que le cayera la cabeza bajo la guillotina, coincide perfectamente con lo que Büchner pensaba sobre su época, escribiendo en 1838:
Man müsse die "abgelegte moderne Gesellschaft zum Teufel gehen lassen... Sie mag aussterben, das ist das einzig neue, was sie noch erleben kann."
 “…la caduca sociedad moderna, ¡que se vaya al diablo… que se extinga!, que sería lo único nuevo que aún le quedaría por experimentar.”
Caduca, ¡que se extinga!... ¡con lo joven que resulta la edad moderna, nutriéndose de la esperanza de que lo nuevo será mejor que lo viejo! Sus entusiastas siguen calentándose, cuando al revolucionario Büchner ya le está buscando la policía.

Büchner está buscando los antítodos para crear un mundo nuevo.

El mundo mudo, que bien podría ser creación cantante, y el silencio que resulta sepulcral, cuando el alma necesita de un eco que le proporcionara la tranquilidad: a lo largo de su corta y febril vida, Büchner se preguntaba, si realmente era necesario que el mundo fuera tan fantasmal y extraño, tal y como cuenta la abuela en Woyzeck sobre un pobre niño huérfano:
”Alles tot….Und weil auf Erd Niemand mehr war, wollt’s in Himmel gehen, und der Mond guckt es so Freundlich an und wie’s endlich zum Mond kam, war’s ein Stück faul Holz und da ist es zur Sonn gangen und wie’s zur Sonn kam, war’s ein verreckt Sonnenblum… und wie’s wieder auf die Erd wollt, war die Erde ein umgestürzter Hafen und war ganz allein”.
“Todo el mundo había muerto y no quedaba nadie en este mundo. Todo el mundo había muerto y él caminaba y lloraba día y noche. Y como en la tierra no quedaba nadie, quiso ir al cielo, y la luna le miraba muy gentil, y cuando por fin llegó a la luna, era un trozo de madera podrida, y luego fue hacia el sol, y cuando llegó al sol, era un girasol mustio;  y cuando quiso volver a la tierra, la tierra era un cuenco del revés y él estaba muy solo, y entonces se sentó a llorar y aún está ahí sentado, solo.”
Aquí, el cosmos se ha enajenado de si mismo. En el drama, Woyzeck acaba asesinando; pero no llega a acuchillar a sus torturadores, quienes durante meses lo habían alimentado de guisantes, sino a la amada madre de su hijo, la que canta canciones y lee el evangelio. ¡Tan falso puede resultar el mundo!
Büchner no sólo sufre a causa de este mundo moderno, también está buscando los antídotos para recrear uno nuevo, en el que la creación se pueda descubrir mejor: primero, esa justicia política, que sería capaz de alejar a cada uno/a  de la miseria y la indefensión jurídica, en virtud de los derechos del hombre; segundo, el arte, que no tendría que ceder ante las miserias reales; además de una ciencia que mediante la naturaleza mostraría ser autosuficiente y no perseguir ningún fin; de modo generalizado y omnipresente, el amor, las canciones, la naturaleza, por asegurarles a los sujetos modernos aquella vivacidad irreducible, a la que se refiere la prostituta en La muerte de Dantón:
“Ich bin sehr reizbar und hänge mit Allem um mich nur durch eine Empfindung zusammen.”
"Soy muy irascible y conecto con todo lo que hay a mi alrededor sólo mediante una sensación.”
En ese tiempo suyo, moderno y caduco, Büchner puede discernir un mundo que sufre y otro que ama, porque confía en la eficacia de dos poderes opuestos: la clemencia, en el nombre de Cristo, y aquella ironía, que empapa de formol todo lo que ¡ay! parecía tan ideal. Empatía y distancia, turnándose, abren al hombre para que pueda percebir el sonido, el dolor, la promesa del Mundo. Lo que no lograra el poeta Lenz, Büchner lo convierte en arte: cuando se disuelve el letargo que supone la enajenación, empiezan a despertar y sentirse el dolor y la añoranza, y es entonces cuando la empatía y la ironía pueden entrar en acción frente al Mundo.

Y Büchner opina que así debería ser, ya que el tiempo moderno nos ha prometido otra cosa distinta al letargo; sus promesas, no sólo en virtud de la Revolución Francesa, eran la libertad política, la igualdad y la fraternidad; la Revolución Americana y la filosofía europea de la Ilustración nos habían anunciado, además, la autodeterminación y la autonomía, por no hablar del amor y la felicidad. También el idealismo alemán había influido sustancialmente sobre los ideales. ¿Todo ello, prometido o ya alcanzado, para ir acabando en el estrecho particularismo pueblerino alemán con sus métodos de tortura y espionaje?

¡Un escándalo!

Este escándalo azotaba la vida de Büchner de un modo increíblemente fructífero, por algo con que contaba, por así decirlo,  desde que naciera. El mayor de seis hermanos, había nacido el 17 de octubre de 1813, un domingo, coincidiendo con una breve tregua en la Batalla de las Naciones cerca de Leipzig, como para dar a los padres de Büchner, en el pueblo de Goddelau (Hesse),  tiempo para reflexionar sobre quién debería salir ganador de la batalla: la coalición contra Napoleón, como defendía la madre Caroline, por la liberación de la dominación extranjera; o bien Napoleón, tal y como defendía el padre Ernst, quien había servido de médico militar en ejercito napoleónico, ya que de otro modo iba a regir en Europa la alianza conservadora de las grandes viejas potencias. Perdió Napoleón. La Alemania política, según lo veía Büchner, quedaba reaccionaria, por lo que él debía buscar la libertad en otro lugar: en la medicina, la investigación, el arte, en el amor; y en un cristianismo creacionista en el que uno no debería perder la fe, como le había ocurrido a su alter ego Lenz, acabando en la nada de la indiferencia.

El padre observando como una joven depresiva ingiere alfileres.

Empatía y distancia: El padre lleva al hijo a hacer autopsias. Que al médico moderno, las personas necesitadas, podrían servir fácilmente de interesantes objetos de estudio, lo leemos en su ensayo Intento de suicidio por ingestión de alfileres tras observar meticulosamente como lo había hecho una joven depresiva. El manejo del escalpelo en la mesa de disección le introdujo al joven Georg en la ciencia moderna, mientras que su madre, una devota protestante, le transmitió su amor por la literatura del idealismo, la Biblia y la naturaleza, educándole en el desarrollo de su sensibilidad.  Las figuras femeninas, en la obra de Büchner, son las utópicas, cuyos cálidos cuerpos resultan tan deseables; que pueden ser muchas, algunas  comprables, dispuestas a jugar al eco de todos los deseos, que mediante el cuerpo de la otra persona, a la vez, nos hace sentir al cosmos entero:
“Ich möchte ein Teil des Äthers sein”
“Quisiera formar parte del éter” -le dice Dantón a la puta Marion-
…"um dich in meiner Flut zu baden, um mich in jeder Welle deines schönen Leibes zu brechen.”
“para bañarte en mi fluido, para romperme en cada ola de tu bello cuerpo”
El encontrar un eco, no queda fuera de este mundo. Cuando Büchner había asistido a una misa de Navidad en la Catedral de Notre-Dame de Estrasburgo, les escribía en enero de 1833 a sus padres: “El canto del coro invisible, parecía flotar por encima del coro y el altar, respondiendo a los intensos sonidos del imponente órgano.” Büchner opinaba que el hombre moderno tenía toda la razón al esperar una respuesta audible, perceptible. “Tú eres un eco fuerte”, le dice el agotado Dantón a su amigo Camille, de quien se afirmaba que conocía la “compasión”. Que el mundo se haga eco de los agotados, los irónicos o de los empáticos: nada de esta idea resulta obsoleto.


***

(*) Elisabeth von Thadden publica este artículo en el semanario alemán DIE ZEIT  

http://www.zeit.de/2013/42/georg-buechner-200-jahre
Traducido para el blog del viejo topo por tucholskyfan Gabi

4 comentarios:

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  3. CON FECHA 24 DE OCTUBRE, ACCIDENTALMENTE HAN SIDO BORRADOS TODOS LOS COMENTARIOS DEL BLOG INSERTADOS EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS. PEDIMOS DISCULPAS A LOS AUTORES DE DICHOS COMENTARIOS. LOS REPRODUCIMOS DE NUEVO A PARTIR DE LA COPIA ALMACENADA EN EL CORREO ELECTRÓNICO DEL BLOG. -------BLOG DEL VIEJO TOPO----

    tucholskyfan Gabi23 de octubre de 2013 12:23

    Magnífica reseña de Iris Wirth de "La muerte de Dantón"

    http://www.cubaencuentro.com/cultura/articulos/la-muerte-de-danton-de-buechner-la-revolucion-al-desnudo-282984

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  4. CON FECHA 24 DE OCTUBRE, ACCIDENTALMENTE HAN SIDO BORRADOS TODOS LOS COMENTARIOS DEL BLOG INSERTADOS EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS. PEDIMOS DISCULPAS A LOS AUTORES DE DICHOS COMENTARIOS. LOS REPRODUCIMOS DE NUEVO A PARTIR DE LA COPIA ALMACENADA EN EL CORREO ELECTRÓNICO DEL BLOG. -------BLOG DEL VIEJO TOPO----

    Vigne23 de octubre de 2013 23:33

    Dice la Wiki, que de no haber muerto tan joven, hubiese llegado a adquirir la importancia de Goethe y Schiller. Gracias por la entrada. Estoy seguro que brinda la oportunidad a muchos para acercarse a la figura de Büchner :-)

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