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martes, 16 de septiembre de 2014

El ciudadano como perro



El ciudadano como perro (Der Bürger als Hund)
Katja Kullmann, para Der Freitag Kultur



Ficha técnica de la traducción:
Autor, titulo y fuente original: Katja Kullmann, "Der Bürger als Hund", publicado en Der Freitag Kultur, 12-9-2014
Traducción al castellano para blog del viejo topo: Tucholskyfan Gabi
Fuente de esta traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir esta ficha técnica, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuente en alemán).

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Aplicando la psicología a la política, Angela Merkel pretende aumentar la eficacia de su actividad gubernamental contratando a profesionales etólogos para que influyan "suavemente" sobre la conducta de los ciudadanos.


Iván P. Pávlov (centro) con sus colegas se disponen a investigar con un animal doméstico. ¿El animal sólo quiere jugar?
The Granger Collection, NY



El plazo para presentarse a esta convocatoria terminó el pasado día 12 de septiembre. Se trata de una contratación temporal para trabajar en el centro de Berlín, dirigida a candidatos de ambos géneros, con buenos conocimientos de inglés y con una "extraordinaria capacidad de empatía, comunicación y de contacto". La solicitud se podía leer en la web, en formato pdf y  llegó a entrar hasta en la sección de economía del Frankfurter Allgemeine Zeitung y ocupar los titulares del amarillista BILD. Y no era para menos, Angela Merkel en persona estaba reclutando personal nuevo cuyo perfil resulta muy sorprendente: se trata de encontrar candidatos capaces de "mejorar los vínculos con la ciudadanía mediante unos cuantos trucos de marketing". Así cabría calificar la acción si pretendiéramos verla de modo superficial. Pero al verla de modo más crítico, hay que llamarla por su nombre: se trata de manipular al ciudadano muy a conciencia.   

La Cancillería se dispone a cubrir tres vacantes en su "equipo de planificación, principios básicos y cometidos especiales". Los nuevos colaboradores se van a integrar en un nuevo equipo de proyecto llamado "wirksam regieren" [gobernar con eficacia], lo cual se nos puede antojar muy enternecedor y burocrático, y hasta  despertar nuestra simpatía con Merkel: quien lanza un proyecto para "gobernar con eficacia", supone que su rendimiento hasta la fecha no lo ha sido del todo...

Este grupo de trabajo entrará a mejorar u optimizar la transmisión de las metas políticas a los gobernados, para "aumentar su utilidad para con la ciudadanía", podemos leer en el texto de la solicitud. Así, por ejemplo, nadie ignora que ahorrar energía es importante. Pero ¿cómo incidir en la gente para que realmente lo haga? En su proyecto, la Cancillería va a procurar la ayuda de expertos en etología, sociología, psicología o neurociencia, quienes recurriendo a nuevas técnicas de comunicación se encargarán de guiar suavemente pero con eficacia a los ciudadanos en la dirección que estime correcta.

Merkel no es la primera en llevar esta idea a la práctica. Su colega británico Cameron ya se preguntaba en 2010 cómo conseguir que los británicos aumentaran sus respectivas previsiones para la vejez, o invirtieran en el aislamiento térmico de sus casas. Con tal fin instaló un Behavioural Insights Team, un equipo de sondeo de conductas e intenciones. Y el gobierno danés se sirvió de algo parecido: un Mindlab, un laboratorio de estudios mentales. Y también la Administración de Obama está consultando a científicos afines.


Tan sólo un empujoncito hacia allí o allá.

Los británicos, los daneses y ahora también Merkel se rigen por el principio del llamado nudging, que en inglés significa "empujar, dar un codazo". El término lo crearon los economistas estadounidenses Richard Thaler y Cass Sunstein, cuyo libro Nudge se publicó en EEUU en 2008, y en 2009 en Alemania, con el subtítulo "Cómo empujar decisiones inteligentes" (no nos consta que exista traducción al castellano).  En este libro, los autores nos vienen a  resumir en 400 páginas sus nuevos conocimientos y descubrimientos. Su resumen: el individuo en absoluto es un homo oeconomicus en el puro sentido del término, ya que nunca toma sus decisiones únicamente tras meras ponderaciones de coste/beneficio; sus decisiones van siempre acompañadas de un "automatismo" de influencias inconscientes, sea a la hora de comprar, de enamorarse, de votar... en todo. Y a este "sistema automático" puede conectarse la política, propusieron Thaler y Sunstein. Este último suele ser consultado por el equipo de Obama, mientras el primero suele viajar con fines parecidos a Londres. 

La politología suele llamar a este éxito en la práctica del nudging "paternalismo libertario". Se trata de una estrategia que remite al profundo cambio que han experimentado las relaciones entre el Estado y los ciudadanos. Al individuo ya no se le concibe como un adulto, capaz e independiente, que sabe tomar sus decisiones del tipo si/no en este mundo globalizado y profundamente liberalizado; se le ve como un ser incompleto, que ya no controla su capacidad de diferenciación, como alguien que necesita ser orientado, que precisa ese empujoncito hacia allí o allá para encontrar el camino correcto.

Las técnicas que emplea la ciencia del comportamiento/conducta tienen sus raíces en el llamado behaviorismo o conductismo,  un concepto psicológico de principios del siglo XX, cuyo representante más conocido era Iván Petróvitch Pávlov. ¡Sí, ese del perro! Esta corriente o escuela se basa en el esquema estímulo-reacción: si ocurre esto o aquello,  el animal doméstico o de circo reacciona de esa o aquella otra forma. Esos conocimientos entraron a formar parte de lo que hoy llamamos teoría comportamental o de conducta. 

En los años 90 del siglo XX, el psicólogo norteamericano Daniel Kahnemann, junto con Amos Tversky, seguía investigando la materia y acabó desarrollando la Prospect Theory, la Teoría Prospectiva, por la que en 2002 recibió el Nobel de Economía. Esta materia seguía evolucionando una rama macroeconómica especial llamada Behavioral Economics o Economía conductual que encontramos aplicada en el llamado neuromarketing, que se emplea por ejemplo en los supermercados: el cliente se decide por el producto, más caro, que encuentra a la altura de su mirada, y no por la alternativa, más económica, que encontraría a sus pies. Se decide por el paquete especial XL que se ofrece con precio especial, aunque le cueste más que x múltiplos individuales. ¿Y no sería sumamente práctico si se lograra tentar y seducir al ciudadano con métodos igualmente 'discretos' para que eligiera la mejor opción para sí mismo y la comunidad?

Pero no pocas veces el marketing político no alcanza la psique del ciudadano, nos dice el experto sueco en publicidad Martin Lindstrom, autor del bestseller Buyology. Verdades y mentiras de por qué compramos (versión en castellano de 2012). Lindstrom asesora a empresas y grupos como Nestlé y Microsoft, y figura entre las 100 personas más influyentes del mundo elegidas por Time Magazine. Gusta de referir lo siguiente: a pesar de que la publicidad del tabaco esté prohibida, a pesar de todas las advertencias y fotos de órganos afectados, el consumo de tabaco se mantiene constante. Incluso hay estudios que muestran que esas advertencias hasta pueden aumentar las ganas de fumar... Dice Lindstrom haber escuchado a un kiosquero australiano preguntando al cliente: "¿Prefiere el paquete con la foto del pulmón, del corazón o los pies?" 

De escuchar esto, a cualquier honrado empleado en la oficina del ministerio alemán de sanidad le deben de dar ganas de salir a la calle para proteger al ciudadano de sí mismo, y en caso necesario, a la fuerza. Pero el ciudadano que se tome al pie de la letra la palabra 'libertad' preferirá contestar: "Gracias, pero prefiero decidir yo mismo, si y de qué manera me perjudico"

Con estos ejemplos del ámbito sanitario, ética y moralmente recargados, es como los partidarios del 'paternalismo libertario' prefieren llamar nuestra atención. Se plantean, por ejemplo, cómo alentar a más personas para que donen sus órganos. Primera variante: nadie es considerado donante a priori, sino que debe declararse como tal, portando por ejemplo el documento pertinente. Segunda variante: cada ciudadano, automáticamente, es considerado donante, a no ser que se oponga explícitamente. La comparación entre varios países nos señala que la segunda variante tiene más éxito, ya que las donaciones son notablemente más numerosas. 


La vieja porra moral. 

En ambos ejemplos, los ciudadanos pueden elegir, desde luego. Pero en la segunda variante, la persona que se niega deberá asumir el dilema de pasar por oveja negra. Si el Estado considera normal que se donen los órganos, todo aquel que se niegue se sale, motu propio, del supuesto círculo de este consenso y, posiblemente, se expone al desprecio social. Y son instrumentos como esos, los que los autores de Nudge vienen a recomendar a la política para ejercer su dominio. Remiten a la llamada "propensión gregaria" (Solomon Asch) señalando que todo es cuestión de cómo se dispongan los criterios a elegir, las opciones, cómo se "diseñe la arquitectura de la decisión". 

Esto redunda en beneficio de la política. Muchos ciudadanos ya están perfectamente condicionados/adaptados a esas arquitecturas económico-conductuales. Valgan de ejemplo las disposiciones de 'default' en los aparatos de la marca Apple o en el diseño de Facebook: las superficies de fácil manejo han de obligar al usuario del producto Apple de conformarse en exclusiva con la gama de la familia -i- (iPhoto; iMovie; iTunes); mientras que en Facebook se le estimula lúdicamente a revelar cuantos más datos (personales) mejor. El Gran Hermano nos indica y prescribe cómo hemos de hacer las cosas. Entre los economistas de la conducta el fundador de Apple, Steve Jobs, es citado a menudo. Preguntado si para su último gran invento, el iPad, había recurrido a estudios del mercado, Jobs contestó: "No, no corresponde al consumidor el saber lo que quiere"

Así funcionan pues las cosas en el totalitarismo digital que viene a ser hasta la fecha el mayor cliente de la economía conductual. Pero ¿qué podemos decir del anticuado aparato llamado 'democracia'? ¿Acaso (ya) no le corresponde al propio ciudadano saber lo que quiere? Un Estado, donde unos expertos invisibles averiguan y determinan lo que el ciudadano ha de querer o preferir por su propio bien, ¿cabe llamarlo 'democracia' todavía? ¿Y cómo conjugar ese alarmante panorama con ese otro llamado 'Big Data'? ¡qué fabuloso fascismo se podría llegar a construir de todo esto!

En los Estados Unidos, una organización de defensa de los derechos civiles presentó una solicitud de información al Senado. Esos activistas querían saber hasta qué punto las técnicas del neuromarketing que la política está empleando pueden llevar a "un nuevo dominio totalitario, levantamientos y genocidios". El World Wide Fund For Nature (WWF), en uno de sus documentos internos ya viene a resaltar los problemas éticos que surgen cuando la etología se emplea para incidir en la opinión pública. También los ecologistas se encuentran ante problemas del tipo Bigger-than-self-problems, problemas que son superiores a ellos mismos, para cuya resolución haría falta que la sociedad entera cambiara sus actitudes y conductas. La frontera entre protección/asistencia y manipulación, en la práctica del Nudging se viene a desdibujar, así lo concede el documento del WWF y remite contra los posibles abusos a la blandísima fórmula de la "transparencia".  

Incluso cuando a la portentosa pragmática Merkel le queramos conceder que sus intenciones son buenas, no cabe obviar que está contratando a unos profesionales expertos en técnicas de dirección de masas. Aún no está claro a qué ámbitos se pretenden aplicar, ni tampoco hasta dónde el gobierno federal estará dispuesto a respetar la debida transparencia que en el caso de trucos psicológicos ya resultará muy difícil de observar por naturaleza. Y sabemos que los trucos funcionan mientras el engañado no se de cuenta. 

Y puede ser que esos nuevos expertos ni hacen falta, que Merkel debería estudiar tan sólo la fórmula de Gerhard Schröder quien, con unos eslóganes hábilmente elegidos, había logrado cambiar el clima psicológico-social del país. Desde George Lakoff sabemos además que los trucos lingüísticos son otro elemento empleado en la economía conductual. Así la Oficina de Desempleo pasó a ser una 'Agencia'; el desempleado se convirtió en 'cliente'; y el SPD optó por omitir el término 'clase baja' en sus documentos, llamándola 'precariado' en el que confluye con una parte de la 'clase media'. Los ciudadanos tardaron un tiempo en adaptarse a esa nueva "arquitectura terminológica"... y la revolución se hace esperar.

Escribía el periodista británico Brendan O'Neill sobre esa "política cerebral" de la era neoliberal que "esa es la mirada con la que nos vienen a mirar las élites. A los ciudadanos no nos ven como personas, con las que cabe discutir o pelear, sino como problemas que hay que elaborar o resolver". 


Animales domésticos con reflejos mordedores.

El paternalismo libertario procede de modo discreto como si fuese un caballero inglés y recorta la tarea de nuestra ilustración/aclaración de un modo muy llamativo y dudoso, hasta el extremo de invertirla en su contrario. Apuesta por una regulación del mundo basada en una visión científico-religiosa que viene a poner en duda todo razonamiento individual y autónomo. Se trata de una regulación que por un lado se rige por algoritmos, y por otro por funciones físicas, como son los instintos, los datos cardíacos y encefalográficos, etc. Como todo paternalismo, esta subcategoria trata a sus ciudadanos como si fuesen niños renitentes, consumidores duros de mollera y/o pacientes necesitados de tutela. 

Volviendo al ejemplo del reflejo condicionado de Pávlov: no se trata de otra cosa que de adiestrar y convertirnos a los ciudadanos en dóciles perros domésticos.  


Katja Kullmann

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Katja Kullmann


Katja Kullmann se define como "Alltags-Anthropologin" [antropóloga de lo cotidiano]. Publicó este artículo en Der Freitag Kultur, 12-9-2014, con el título  "Der Bürger als Hund".


Su web personal es: www.katjakullmann.de









Traducción al castellano para blog del viejo topo: Tucholskyfan Gabi.
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir ficha técnica, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuente en alemán).





7 comentarios:

  1. Gracias , Gabi, por facilitarnos el acceso a quienes no diminamos el alemán a un artículo tan esclarecedor como inquietante.

    Porlamínima

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    1. Gracias, Porlamínima, para mi es un honor, si bien debo admitir que no siempre un placer. Un saludo.

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  2. Gracias Gabi por la traducción. Es un material de debate estupendo, el clásico texto que merece la pena discutirlo en grupo y desmenuzarlo.
    Como antropólogo, yo tendría algunas notas críticas que hacerle a Katja Kullmann, en el sentido en que básicamente de lo que está hablando es de la Cultura y de códigos culturales aunque no los mencione y en su lugar tire más por una perspectiva psicologista.
    Para mí es un texto importante en el blog y aportaré mi visión crítica con calma en otro momento, ya que como bien sabes esta semana me resulta complicada.
    Aun así, anticipo algo. Toda esta cuestión del condicionamiento de la conducta no podemos entenderlo desde el individuo. No somos átomos, la sociedad no es una simple suma de individuos, sino que el individuo tiene sentido como célula del tejido social del que forma parte y desarrolla un comportamiento que viene condicionado por pautas culturales, muchas de ellas no conscientes. Aunque Katja Kullmann no lo mencione, toda esa manipulación y control a la que hace referencia, tiene que ver con la manipulación de códigos culturales, eficaz en tanto el individuo reconoce tales códigos (está familiarizado con ellos). Desde hace años yo a esto lo llamo "ingeniería cultural" y he tenido la oportunidad de trabajar un poco en ese campo.
    Como toda "ingeniería social", puede ser estupenda si se utiliza con fines sociales de buscar el beneficio para la gente, pero también puede ser muy negativa si se usa como herramienta de dominación.
    Intentaré en otro momento dar mi visión más ordenada y sistemática. Valga esto como un mero brochazo.
    Gracias y enhorabuena pro la traducción.

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    1. Gracias, Vigne. Como siempre aprecio mucho tu lectura crítica de los textos y los comentarios que te puedan merecer. Me he limitado a traducir el artículo que una colega tuya ha publicado de modo más bien divulgativo en un periódico alemán, Der Freitag, que está hermanado con The Guardian inglés. Si este texto se recibe como advertencia y da comienzo a un debate intenso, creo que habrá cumplido su propósito con creces.

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  3. Buen artículo y comentarios. El de Vigne me ha interesado especialmente porque estoy trabajando en gregarismos varios.
    Es cierto que la conducta tiene grandes influencias gregarias y que estamos demasiado cerca de nuestros antecedentes de otras especies como para sentirnos totalmente desvinculados de ella.
    Nos gusta más llamar "cultura" y "sociedad" a lo que en el fondo son conductas directamente asimilables al comportamiento del rebaño, la bandada, la jauría, la manada, el hormiguero o la colmena.
    En cualquier caso me gustaría tener forma de contactar por email con Vigne.
    Saludos

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    1. Hola
      Mándanos un e-mail a
      blogviejotopo[PONER_ARROBA_AQUí]@gmail.com
      y desde ahí ya te contacto yo desde mi cuenta particular.
      Saludos

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  4. Frau Merkel está contratando a tres expertos. Tres “manipuladores sociales” con experiencia en la gestión de “reflejos pavlovianos”.

    Parece que, finalmente, nos comenzamos a enterar de qué ha ido esto de la democracia hasta que la cosa se puso cruda.

    No me lo tomen como deseo pecaminoso de regresión alguna –todo lo contrario– pero un sistema que no tiene un arquetipo humano atractivo y decente se ve obligado a sacralizar el comportamiento de la colmena.

    Y a tratar de reproducirlo.

    Saludos

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