Lucha de clases. Mural del mexicano Diego Rivera, representando a Marx dirigiéndose al proletariado. Ciudad de Mexico, Palacio Nacional. |
¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957), El gatopardo.
Introducción del blog
El auge del partido Podemos y el freno del tímido avance ideológico que se estaba dando en la izquierda, mismo también el titubeo ideológico de algunos sectores de Izquierda Unida, hacen que la reflexión sobre la arquitectura conceptual básica que ha dado razón de ser a la izquierda, adquiera una especial urgencia. Especialmente un grupo de académicos, vinculados la mayoría a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, con apoyo de la industria mediática controlada por el capital, ha promocionado un exitoso discurso, caracterizado por el abandono de esa arquitectura conceptual. El concepto de clase deja lugar a la vaporosa e interclasista idea de ciudadanía; la dicotomía explotadores vs. explotados da paso a una contraposición moralista carente de rigor empírico: la gente decente frente a los que no son decentes. Mismo se llega a coquetear con un axioma que desde siempre ha sido una espina dorsal en el discurso de los fascismos y populismos: "no somos ni de derechas ni de izquierdas". Todo ello pretende legitimarse en aras de una mal entendida pedagogía política; niego que en ello exista algo de la necesaria didáctica social.
Sobre ese nuevo escenario, cuidadosamente cultivado por ciertos medios que -no olvidemos- defienden los intereses del capital, se entierra la lucha de clases en aras de un interclasismo que promete el regreso a una nueva arcadia capitalista, a la que sin duda se bautizará con algún eufemismo para seguir evitando utilizar el término "capitalismo".
No es la primera vez que los académicos desempeñan un rol relevante como bomberos sistémicos. Durante la Transición demostraron todo su saber hacer como fontaneros intelectuales al servicio del PSOE. El caso es que el papel que están desempeñado de nuevo ciertos académicos vinculados ahora a Podemos, convierte en una lectura muy de actualidad un artículo publicado en inglés por Ellen Meiksins Wood hace un año en Solidarity; artículo que en las mismas fechas tradujo y publicó en castellano la revista Sin Permiso, de donde hemos tomado el texto que reproducimos más abajo.
Ellen Meiksins Wood hace una crítica a la deriva ideológica de la izquierda académica, a la que acusa de reforzar la "construcción neoliberal del universo social". Crítica que le permite a su vez reivindicar la posición intelectual y académica de E.P. Thompson y de su análisis del capitalismo.
En torno a E.P. Thompson
El británico Edward Palmer Thompson (1924-1993) fue de los historiadores marxistas más importantes del s. XX. Militante del Partido Comunista británico, en 1946 formó el llamado Grupo de Cambridge, constituido por historiadores miembros o simpatizantes del Partido Comunista, entre los que figuraba otro "grande": Eric Hobsbawm.
Es preciso distinguir el Thompson historiador del Thompson político-activista. Como historiador, su trayectoria es indiscutible y de un valor fuera de dudas. No ocurre lo mismo con aquello que tiene que ver con la evolución de su posicionamiento político. Thompson abandonó el Partido Comunista en 1956 y a partir de ahí adoptó una postura que en líneas generales puede ser calificada de anti-soviética o, cuando menos, de una hostilidad muy marcada hacia la URSS. Tanto que llega ser incluso colocado baja la sospecha de colaborar con el imperialismo. Esto último es agua pasada y lo que nos interesa, por su vigencia, es sobre todo ese otro Thompson historiador y teórico del marxismo.
E.P. Thompson, la centralidad política de la clase y la izquierda académica actual.
Ellen Meiksins Wood
El auge del partido Podemos y el freno del tímido avance ideológico que se estaba dando en la izquierda, mismo también el titubeo ideológico de algunos sectores de Izquierda Unida, hacen que la reflexión sobre la arquitectura conceptual básica que ha dado razón de ser a la izquierda, adquiera una especial urgencia. Especialmente un grupo de académicos, vinculados la mayoría a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, con apoyo de la industria mediática controlada por el capital, ha promocionado un exitoso discurso, caracterizado por el abandono de esa arquitectura conceptual. El concepto de clase deja lugar a la vaporosa e interclasista idea de ciudadanía; la dicotomía explotadores vs. explotados da paso a una contraposición moralista carente de rigor empírico: la gente decente frente a los que no son decentes. Mismo se llega a coquetear con un axioma que desde siempre ha sido una espina dorsal en el discurso de los fascismos y populismos: "no somos ni de derechas ni de izquierdas". Todo ello pretende legitimarse en aras de una mal entendida pedagogía política; niego que en ello exista algo de la necesaria didáctica social.
Sobre ese nuevo escenario, cuidadosamente cultivado por ciertos medios que -no olvidemos- defienden los intereses del capital, se entierra la lucha de clases en aras de un interclasismo que promete el regreso a una nueva arcadia capitalista, a la que sin duda se bautizará con algún eufemismo para seguir evitando utilizar el término "capitalismo".
No es la primera vez que los académicos desempeñan un rol relevante como bomberos sistémicos. Durante la Transición demostraron todo su saber hacer como fontaneros intelectuales al servicio del PSOE. El caso es que el papel que están desempeñado de nuevo ciertos académicos vinculados ahora a Podemos, convierte en una lectura muy de actualidad un artículo publicado en inglés por Ellen Meiksins Wood hace un año en Solidarity; artículo que en las mismas fechas tradujo y publicó en castellano la revista Sin Permiso, de donde hemos tomado el texto que reproducimos más abajo.
Ellen Meiksins Wood hace una crítica a la deriva ideológica de la izquierda académica, a la que acusa de reforzar la "construcción neoliberal del universo social". Crítica que le permite a su vez reivindicar la posición intelectual y académica de E.P. Thompson y de su análisis del capitalismo.
En torno a E.P. Thompson
E.P. Thompson |
Es preciso distinguir el Thompson historiador del Thompson político-activista. Como historiador, su trayectoria es indiscutible y de un valor fuera de dudas. No ocurre lo mismo con aquello que tiene que ver con la evolución de su posicionamiento político. Thompson abandonó el Partido Comunista en 1956 y a partir de ahí adoptó una postura que en líneas generales puede ser calificada de anti-soviética o, cuando menos, de una hostilidad muy marcada hacia la URSS. Tanto que llega ser incluso colocado baja la sospecha de colaborar con el imperialismo. Esto último es agua pasada y lo que nos interesa, por su vigencia, es sobre todo ese otro Thompson historiador y teórico del marxismo.
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E.P. Thompson, la centralidad política de la clase y la izquierda académica actual.
Ellen Meiksins Wood
“Estos nuevos guerreros no clasistas de cierta izquierda académica actual aceptan en la práctica la construcción neoliberal del universo social. Tampoco para ellos hay clases o política de clases; simplemente, un mundo postmoderno en el que la fragmentación, la diversidad y las identidades ‘múltiples’ han acabado con las viejas solidaridades de clase.”
Todavía existía una importante cultura anticapitalista en la izquierda intelectual cuando en el año 1963 E.P. Thompson publicó The Making of the English Working Class; esa cultura floreció con fuerza entre el grupo de los historiadores marxistas británicos, aquel destacado círculo al que pertenecía Thompson. Durante poco más de una década, a pesar de (o quizás debido a) las erupciones militantes del 68 y de algunas espectaculares luchas obreras unos años más tarde, la vida intelectual de la izquierda occidental fue moldeada por una actitud de rendición ante el capitalismo y por un “olvido de la clase”.
La moda académica más influyente en la izquierda, comenzando con el postmarxismo y culminando con el postmodernismo, parece ahora –para bien o para mal— aferrada a un principio, según el cual el capitalismo era la única opción viable y la lucha de clases ya no está en la agenda.
Estas modas iniciaron su camino en los tardíos 70 y se desarrollaron más o menos en paralelo con la “Nueva Derecha” y el neoliberalismo. Justo cuando los gobiernos impulsados por la doctrina neoliberal estaban llevando a cabo una guerra abierta de clases en nombre del capital y en contra del trabajo, el concepto de clase declinaba. En Gran Bretaña, por ejemplo, mientras el gobierno de Margaret Thatcher ponía en práctica su despiadada lucha de clases contra los trabajadores, su propia estrategia retórica consistía en negar la existencia misma de las clases.
Esa estrategia ideológica es más alarmante aún porque reaparece en la izquierda intelectual como una imagen en el espejo. Y no solamente ocurre con el postmarxismo. Incluso el Marxism Today, la revista teórica de moda del partido comunista británico que inventó el concepto de “thatcherismo”, se suma entusiásticamente al “repliegue del concepto de clase”.
Estos nuevos guerreros no clasistas de izquierda aceptan en la práctica la construcción neoliberal del universo social. Tampoco para ellos hay clases o política de clases; simplemente un mundo postmoderno en el que la fragmentación, la diversidad y las identidades “múltiples” han acabado con las viejas solidaridades de clase.
Muchos piensan, es cierto, que puede ser una estrategia para librar las luchas necesarias frente a formas de opresión distintas, especialmente las relacionadas con el género y la raza. Pero hay algo más en ese repliegue –quizá deberíamos decir algo menos– que un interés en formas alternativas de lucha; y ese abandono del concepto de clase no puede simplemente atribuirse al declinar del movimiento obrero en los 70 y 80. El repliegue del concepto de clase, que comparten algunos sectores de la izquierda intelectual, tiene otras raíces que le preceden. [1]
Los intelectuales de izquierda más decididos a abandonar el concepto de clase también se inclinan a sugerir que no tenemos necesidad de confrontar con el capitalismo como una totalidad sistémica, porque no existiría algo así como un sistema capitalista –si es que alguna vez existió— en la nueva realidad fragmentada. Nos cuentan que se está dando una tremenda expansión de la “sociedad civil” que amplía considerablemente el abanico de nuestras elecciones individuales. El modo de combatir a las doctrinas liberales consistiría aparentemente en aceptar sus supuestos básicos y tratar de vencerlos en su propio juego retórico.
La crisis capitalista real
Nos enfrentamos hoy a un capitalismo real con características que no conocíamos desde hace mucho tiempo. Desde la crisis de 2008 y del desastroso proyecto de austeridad que le siguió, es casi imposible desconocer los brutales efectos sistémicos del capitalismo o las crudas realidades de las clases.
Ha habido algunos signos alentadores de nuevos movimientos contestatarios, como el movimiento “Occupy”, que si bien no han cristalizado aún en un movimiento político coherente, sin embargo comenzaron a cambiar el discurso sobre las consecuencias del capitalismo y las desigualdades de clase. Pese a ello, gran parte de la izquierda intelectual ha perdido el hábito, los medios o incluso la voluntad de oponerse al capitalismo, no sólo en la práctica sino también en la teoría.
Por eso pienso que es el momento indicado para revivir a Edward Thompson. No solamente porque Thompson es, probablemente más que cualquier otro historiador, quien le dio vida a los procesos de la formación y lucha de clases, sino también porque aún más que cualquier otro historiador y quizás incluso que cualquier académico o escritor, Thompson fue quien con más claridad definió al capitalismo como una forma social históricamente específica –no como una ley de la naturaleza—, obligándonos a verlo con distancia crítica y antropológica.
Y esto tiene una importancia hoy, pues hace mucho tiempo que hemos adquirido el hábito de considerar el capitalismo como dado, como si se tratara de algo tan universal e invisible como el aire que respiramos. Thompson desafió los presupuestos básicos del capitalismo, entendiéndolo como un conjunto de prácticas sociales y principios morales y estudiando su desarrollo como un proceso en lucha constante.
No sólo mostró este proceso en su libro La formación de la clase obrera en Inglaterra, sino también en otros trabajos, por ejemplo en su clásico ensayo Moral Economy of the Crowd en el que sigue las pistas de las luchas contra de la racionalidad del mercado, impuesta a pesar de la resistencia de grupos con costumbres y expectativas distintas y con diferentes concepciones del derecho a la subsistencia; o su ensayo Custom, Law, and Common Right, en el que nos muestra el modo en que las definiciones de propiedad fundadas en la productividad para el beneficio capitalista se afianzaron a costa de las prácticas prevalecientes y las concepciones de derecho al uso; o su ataque –especialmente en su ensayo “Time, Work Discipline and Industrial Capitalism”— al concepto de “industrialización” y su insistencia en la especificidad del capitalismo industrial como un modo históricamente indexado de explotación –no como un proceso neutral de cambio tecnológico—, con efectos que afectaron a las prácticas laborales y también a algo mucho más central para nuestra vida cotidiana, que es nuestra experiencia del tiempo. [2]
El abordaje thompsoniano de la historia resume lo que creo es la esencia del materialismo histórico, una aproximación que arroja luz sobre la teoría y la práctica, sobre la historia y la política. Si bien Thompson intenta evitar el lenguaje teórico, su trabajo histórico siempre me ha parecido tan fértil para la teoría como iluminador para la historia.
Según Thompson, el conocimiento teórico no lo es acerca de una “representación conceptual estática”, sino sobre “conceptos apropiados para investigar los procesos”. Esto significa, entre otras cosas, que no existe esa suerte de sencilla antítesis entre historia y teoría o entre lo empírico y lo teórico en la que insisten algunas corrientes muy influyentes del marxismo.
El desafío, según Thompson, consiste en captar e iluminar los procesos históricos, no considerar a la clase como una ubicación estática en una estructura de “estratificación”, sino como un proceso y una relación social. Para decirlo con otras palabras, Thompson se tomó en serio la idea de Marx de que el materialismo histórico se ocupa de la “actividad práctica” humana, de la agencia humana, con los apremios que imponen las condiciones históricas y sociales específicas. Eso es lo que lo convierte en un analista tan efectivo del capitalismo entendido como un terreno en disputa y blanco de lucha.
NOTAS:
[1] Discuto este tema en detalle en mi “A Chronology of the New Left and Its Successors, or: Who’s Old-Fashioned Now?”, Socialist Register 1995, 22-49 y en el Prefacio a la edición de 1998 de mi Retreat from Class.
[2] Estos ensayos están incluidos en Customs in Common: Studies in Traditional Popular Culture (New York: New Press, 1993).
[1] Discuto este tema en detalle en mi “A Chronology of the New Left and Its Successors, or: Who’s Old-Fashioned Now?”, Socialist Register 1995, 22-49 y en el Prefacio a la edición de 1998 de mi Retreat from Class.
[2] Estos ensayos están incluidos en Customs in Common: Studies in Traditional Popular Culture (New York: New Press, 1993).
Ellen Meiksins Wood ha sido durante muchos años profesora de Ciencia y Filosofía Políticas en la York University de Toronto, Canadá. Entre 1984 y 1993 estuvo en el comité editorial de la New Left Review británica, y entre 1997 y 2000 coeditó, junto con Paul Sweezy Harry Magdoff la revista norteamericana Monthly Review. Filósofa e historiadora marxista y feminista mundialmente reconocida, ha realizado contribuciones fundamentales en el campo de la Filosofía Política, de a Historia de las ideas políticas y de la Historia política y social. Sus últimos libros publicados: Citizens to Lords. A Social History of Western Political Thought from Antoiquity to the Middle Ages (Verso, Londres, 2008) y The Origin of Capitalism. A Longer View (Verso, Londres, 2002). Actualmente, reside en Londres.
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Fuente original y enlace: "Recovering the Centrality of Class", en Solidarity, sep-oct 2013.
Traducción, fuente de la traducción y enlace: María Julia Bertomeu, revista Sin Permiso, 15-sep-2013.
Negrita, imágenes, introducción y reseña biográfica sobre E.P. Thompson: añadidos del blog del viejo topo que no figuran en la traducción de Sin Permiso.
Negrita, imágenes, introducción y reseña biográfica sobre E.P. Thompson: añadidos del blog del viejo topo que no figuran en la traducción de Sin Permiso.