Páginas

martes, 28 de julio de 2015

El enigma de la "servidumbre voluntaria". Un apéndice de Götz Eisenberg.


Imagen: "Sumisión". Galería Flickr de Fil Destroy.
Referencia documental del artículo
Fuente original en alemán:
Götz EisenbergDas Rätsel der „freiwilligen Knechtschaft, publicado en nachdenkseiten.de el 21-7-2015 (URL: www.nachdenkseiten.de/?p=26872)

Traducción al español para blogdelviejotopo: Tucholskyfan Gabi.
Fuente de esta traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es, 27-7-2015.
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir esta ficha documental, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuente en alemán).
Imágenes: añadidos nuestros, igual que la negrita. 
Nota: el artículo que sigue, debe considerarse como segunda parte del publicado el pasado 25-7-2015, del mismo autor, con el título "De cigarras y hormigas. Aspectos de psicología social en el ensañamiento con Grecia y la política del ahorro austero"[pulsar en el enlace para acceder al mismo].


*   *   *



El enigma de la "servidumbre voluntaria". 
Un apéndice de Götz Eisenberg 


A modo de apéndice a mi texto “De cigarras y hormigas”  trato de aclarar cómo hemos de entender el fenómeno de que grandes masas de personas vayan siguiendo precisamente a aquellas fuerzas políticas que les vengan a infringir tanto daño. La “obediencia adiestrada” desde la primera infancia y la “identificación con el agresor”, que persiste toda la vida, es lo que nos impide que desarrollemos nuestras capacidades de sentirnos empáticos y solidarios con nosotros mismos y los demás. 


El “falso yo” (o yo-mismo)[1] y el giro en contra de la felicidad (propia y ajena)

“Hemos hecho lo imposible para escapar de nuestra felicidad” (Vlado Kristl) [2]

Escribe Theodor W. Adorno en sus reflexiones tituladas ‘Minima Moralia’:
“Muy pronto en mi infancia vi por primera vez a los barrenderos quitando la nieve con unas ropas delgadas raídas. Cuando pregunté, se me contestó que eran hombres sin trabajo a los que se les daba esa ocupación para que se ganaran el pan. ‘Bien está entonces que se pongan a quitar la nieve’, exclamé furioso, y al pronto rompí a llorar desconsoladamente”. [3] 
Por lo pronto, la reacción del pequeño Theodor se ajusta al concepto que tienen del mundo los adultos y  cuyos juicios y prejuicios viene a hacer suyos. Su rabia se dirige sin piedad alguna contra esos barrenderos. Pero luego recapacita y rompe a llorar, avergonzado de su adaptación y lleno de compasión con esos hombres helados de frío. El pequeño opta por el bando de los torturados en cuyo sufrimiento se reconoce a si mismo.

Alcanzar la mayoría de edad y la madurez, para la mayoría de los niños y adolescentes, equivale a interiorizar la existencia o vida dañada del adulto medio. Presionado por los castigos, reales o esperados de sus padres,  el niño viene a identificarse con las normas y valores de los adultos. Un niño es incapaz de existir sin la benevolencia y el cariño de los adultos, demasiado grande es su miedo a perderlos y a ser abandonado. Arno Grün [4], en su nuevo libro ‘Wider den Gehorsam’ [Contra la obediencia] lo refiere así: 
“Un niño que es violado física y/o psíquicamente por la persona que debiera protegerlo, y de no poder refugiarse con nadie más, será preso del miedo. De un miedo de muerte. Será incapaz de asimilar que sus padres se retiren de él. Sin ese eco a su propia capacidad personal de percibir y reaccionar , el niño no puede sobrevivir. Y entonces, para mantener su vínculo con ellos, el niño asume e incorpora las expectativas paternas. De este modo, su capacidad de percibir y reaccionar de manera autónoma, queda prácticamente anulada”.  
El niño se somete a las expectativas paternas y se vuelve “bueno”. Consiente que en su fuero interno crezcan  los adultos en vez de su propio yo. Y de por vida, quedará sujeto a mantener vivos los sentimientos de sus padres en lugar de los suyos propios. Su cuerpo se le torna en “cuerpo extraño”; sus pulsiones acaban por resultarle extrañas hasta vivir y experimentarlas como amenaza y rechazarlas. El niño, necesariamente, viene desarrollando lo que los psicoanalistas D. W. Winnicott [5] y, posteriormente, Alice Miller [6] dieron en llamar “un falso yo”. Son demasiados los elementos del Yo que resultan ser No-Yo, siendo introyectos ajenos y/o enajenantes; y de esa manera, el/la adolescente no podrá alcanzar ningún trato relajado y sereno con las personas de su entorno, por lo que se niega a ser empático/a con la miseria ajena. Blindando su corazón a la compasión y todas las demás reacciones sensibles, se convierte en abogado de su propia destrucción. El conformismo, que se establece sobre la base de la “identificación con el agresor”, queda contaminado de hostilidad y malicia. Donde las restricciones al Yo y la aniquilación del deseo en la temprana infancia, en la escuela y luego en el trabajo han ido causando heridas y cicatrices, nace un miedo cerval a reivindicar la propia felicidad y la propia independencia en sus múltiples formas; como derechos que se deben sepultar de modo doloroso. Lo que en el mundo exterior y en relación con otros pueda  recordar a la felicidad individual,  las esperanzas de uno, será rechazado e, in extremis, odiado y perseguido. No Pity for the Poor [nada de piedad con los pobres] , así califica el Adorno adulto el endurecimiento del “carácter autoritario” que blinda contra las miserias de los pobres y los desafortunados, actitud a la que él mismo, en un momento de su infancia, había sucumbido. Por un momento había quedado suspendido e indeciso entre los bandos entre los que un joven puede decidir en su desarrollo. Adorno, habiéndose educado en un ambiente privilegiado, se decanta por el derecho a la felicidad y lo vivo, mientras que la mayoría ¿elige? – bajo la presión externa - el camino de la adaptación y la asimilación de lo muerto/inerte.

“El camino del fascismo es el camino de lo mecánico, muerto, entumecido, desesperado. El camino de lo vivo es fundamentalmente distinto, más difícil, más peligroso, pero más honesto y más esperanzador” escribía Wilhelm Reich en su “Psicología de Masas del Fascismo[7]

Y ya a mediados del Siglo XVI, al jurista y autor francés Etienne de la Boétie, íntimo amigo de Michel de Montaigne, le había asombrado la admiración que sus prójimos confesaban al tirano, un fenómeno que calificaba de ‘Servidumbre Voluntaria:
“De lo que aquí se trata es de averiguar cómo tantos hombres, tantas ciudades y tantas naciones se sujetan a veces al yugo de un solo tirano, que no tiene más poder que el que le quieren dar; que sólo puede molestarles mientras quieran soportarlo; que sólo sabe dañarles cuando prefieren sufrirlo que contradecirle”. [8]
Y el joven Max Horkheimer, en los años veinte y treinta del siglo pasado, tuvo que experimentar cómo las masas preferían identificarse con sus supresores, en vez de solidarizarse con aquellos otros que se rebelaban contra ellos. En su libro Dämmerung [Ocaso], escribe:
“También el hecho de que las clases dominadas, a excepción de los grupos más avanzados, sigan a la hipocresía de sus ídolos, si bien resulta difícil de entender, es de dominio público. Y es que la dependencia de estas clases no consiste sólo en que recibe demasiado pocos alimentos, sino además se las mantiene en un miserable estado de pobreza mental y psíquica. Son los monos de sus carceleros, adorando los símbolos de sus cárceles, y lejos de estar  dispuestos a agredir a aquéllos carceleros, prefieren despedazar a todo aquel que pretendiera librarlos”. [9]
Y esto es exactamente lo que estamos observando en la actualidad: en vez de reconocernos en la suerte/el sino de Grecia y exclamar: “¡Todos somos griegos!”, las masas norte-europeas se identifican, una vez más, con aquellos que han desollado vivo al pueblo griego pretendiendo sujetarlo a su dictado

Lawrence Le Shan, pionero de la investigación psicológica del cáncer, ha desarrollado un método para volver a conectar a sus pacientes con las partes rechazadas (no integradas) de su respectivo Yo. Y es que en sus permanentes auto-rechazos y auto-castigos, Le Shan ve uno de los esenciales factores cancerígenos. Las devaluaciones y condenas por parte de los padres, suelen resonar constantemente en el interior de esos pacientes, resonancias que a menudo habían interiorizado e incluso recibido con aprobación. Obedientes y leales, siguen fieles a sus torturadores hasta el extremo de autoinculparse. [10]

Le Shan, en su libro ‘Psychotherapie gegen den Krebs’, Stuttgart, 1982 [Psicoterapia contra el cáncer], nos ofrece una secuencia terapéutica  con una paciente llamada Arlene:
“Le pedía que recordara un episodio de su infancia, que había experimentado como sumamente injusto e humillante. La paciente recordaba un episodio tal pudiendo revivirlo en todos sus detalles. Recordaba que al final había quedado sola en su habitación llorando. Arlene pudo ver aquella escena nítidamente y recordó hasta el vestido que había llevado aquel día. A continuación le pedía que se imaginara que en el consultorio estuviera presente una máquina del tiempo. Le pedía que mediante ella, como la mujer adulta que era hoy, entrara en aquella otra habitación regresando al momento de su infancia. 
Le Shan: Ahora, usted, tal y como es hoy, está entrando en la habitación donde la pequeña Arlene yace llorando en su cama. Usted entra y la niña levanta la mirada. ¿Qué hace usted? 
Arlene: ¡Le daría un azote!”
Asustada de esta reacción espontánea, Arlene dio el primer paso hacia una actitud nueva ante las partes rechazadas de su Yo. 

En términos socio-psicológicos, el método de Le Shan que recurre a la máquina del tiempo viene a significar: el camino hacia la solidaridad con otros pasa por el redescubrimiento de los sufrimientos del niño que hemos sido y que tuvimos que hacer desaparecer y acallar durante el avance a la edad adulta. Este adiestramiento a la obediencia en la temprana infancia, junto a la permanente identificación con el agresor, que dura toda una vida, impiden que desarrollemos empatía y compasión con nosotros mismos y otros.


El neoliberalismo fomenta la enemistad entre las personas
Dos chicos, en algún lugar de los bosques norteamericanos, se encuentran con un agresivo oso grizzly. A uno de ellos le entra el pánico mientras el otro se sienta con toda la tranquilidad del mundo y se pone las  zapatillas. El primero le pregunta: “¿Estás loco?, jamás podremos correr más rápido que el grizzly”. A lo que su amigo responde: “Tienes razón, pero sólo se trata que yo corra más rápido que tú”.  (Robert Stern)
Al parecer, existen situaciones de climatología social que, sobre el clima público y las actitudes en general surten lo que podríamos llamar  un ‘efecto invernadero’. 

No cabe menospreciar la diferencia que existe según la sociedad en la que uno crece y se educa: según se trate de una sociedad que solidariamente ayuda a los débiles y menos capacitados, o si es una donde éstos son abandonados a su mísera suerte y, encima burlados,  como los loser [perdedores] que son. La capacidad que solemos adquirir en condiciones vitales favorables, como es la de poder sentir empatía con otros y sus sufrimientos, requiere un constante soporte exterior para no degenerar y acabar atrofiándose. Aquellas cualidades y actitudes que nos hacen avanzar en la competencia, la fría falta de respeto y de escrúpulos, la adaptabilidad, la astucia, cierta circunspección, etc. suelen imponerse a todas aquellas que se les oponen y que hemos venido considerando como las propiamente humanas. Así las cosas, el otro, el prójimo, se convierte en adversario hostil que sobra y, finalmente, en anti o no hombre a quien negamos y anulamos toda nuestra simpatía y empatía. Uno se acostumbra a que la suerte de unos coexiste al lado del sufrimiento de otros: suerte es cuando la flecha alcanza a la persona que tenemos a nuestro lado. Cada sociedad genera los caracteres que le corresponden; vive y se reproduce conforme a ellos. Erich Fromm, para determinar la matriz de los diversos caracteres sociales de un grupo, había introducido el concepto del ‘carácter social’, considerando que el factor fundamental para su conformación es la práctica vital (Lebenspraxis) , tal y como viene determinada por los modos de producción y estratificación social que de éstos resulten. “El ‘carácter social’ es aquella estructura especial de energía psíquica, que viene a conformar la sociedad en cuestión de tal modo que entre a servir a su funcionamiento y realización sin problemas”. El neoliberalismo, que vivimos como hegemónico desde los años ochenta del siglo pasado, ha venido a saquear y abaratar el Estado Social del Bienestar. Ha establecido una suerte de darwinismo social y moral, que pretende justificar la lucha de todos contra todos y que ha logrado imponer un individualismo absolutamente asocial, condenando a la mayoría de los ciudadanos a vivir en un universo de permanente defensa y agresión. Quien muestre empatía corre peligro de tener que abandonar el mercado y de sufrir  la muerte social. No nos debe extrañar pues que la cultura de la complacencia humana y de la solidaridad que el Estado Social del Bienestar pretendía esté quedando sustituido por la ‘cultura’ de la enemistad y del odio. En nuestras sociedades con sus mercados desenfrenados, la empatía y la compasión se encuentran en caída libre; por no recibir ya apoyo alguno desde fuera se las considera más y más como factores que perturban e impiden el avance individual.

Una sociedad solidaria e igualitaria, con un estilo de comunicación marcado por la amabilidad, dejaría de inculcarles a las personas mucha menos maldad y les concedería más espacio y tiempo para su desarrollo propio. La atención quedaría centrada en crear nuevos espacios fiables, donde los niños pudieran consolidar y completar su nacimiento psíquico en constante presencia espacio-temporal de sus respectivas personas de referencia para llegar a ser personas humanas plenas en una sociedad realmente humana. Una sociedad que fundamente su integración social y su tráfico interpersonal en formas de cooperación solidaria en vez de la socialización por el mercado y el dinero, que siempre ha de resultar asocial; esta sociedad nueva generará también otras estructuras psíquicas y otras fórmulas de integración de los ámbitos psíquico y social, una sociedad para la que aún estamos careciendo de conceptos y términos adecuados. Pero aun así, ya cabe decir que el  valor individual de cada uno guardaría una importante relación con la comunidad social en cuyo ambiente solidario  el individuo quedaría bien parado y arropado. Las personas que en tales condiciones utópicas nacieran y crecieran estarían menos expuestas y condicionadas por la maldad, por lo que tampoco quedarían obligadas a dirigirla, en el ejercicio activo de sus prejuicios sociales, contra ninguna minoría.  Podrían acercar y dedicarse unos a otros de modo empático y solidario.

Götz Eisenberg
Traducción de
 Tucholskyfan Gabi









Notas de la traductora
[1] En alemán se distingue entre Ich/yo y Selbst/yo mismo. Dado que el autor se sigue refiriendo en su texto y las citas de otros autores al ‘Yo’ (falso, escondido, auténtico, etc.) mantenemos exclusivamente ese ‘Yo’ inicial.
[2] Director de cine y autor croata.
[3] Esta y otras citas de Mínima Moralia de T. W. Adorno son tomadas de la edición Akal/Básica de bolsillo, 2004, trad. por Joaquín Chamorro Mielke. Esta primera cita figura en p. 198. 
[4] Escritor, psicólogo y psicoanalista, nacido en 1923 en  Berlín de padres judíos y de nacionalidad helvético-alemana.
[5]  Wikipedia: "Donald Woods Winnicott"
[6] Alice Miller: Por tu propio bien. Tusquets Editores. Barcelona, 1980. [Disponible en pdf pulsando en el enlace]. 
[7] Wilhelm Reich: La Psicología de masas del Facismo.  México, Ed. Roca, 1973. [Disponible en pdf pulsando en el enlace]. 
[8] Étienne de La Boétie: Sobre la servidumbre voluntaria. Circa 1548. [Disponible en pdf pulsando en el enlace]. 
[9] De Horkheimer no hemos encontrado el original de la traducción de su obra Dämmerung realizada por José Mª Ortega (Ocaso), pero sí este comentario disponible en: http://www.raco.cat/index.php/enrahonar/article/viewFile/42720/90796
[10] Wikipedia: "Lawrence LeShan". 

__________


Otros textos de Götz Eisenberg en el blog del viejo topo

9 comentarios:

  1. No sé de dónde saqué yo que Heráclito el Oscuro (el de Éfeso: ¿Nuestro hermano mayor? Lo ignoro: ¡es todo tan oscuro!), nacido de familia aristocrática y destinado a reinar, renunció argumentando que veía a la humanidad como irremediablemente corrupta, para la que no valía la pena dedicar su quehacer político. Deduzco que de ahí el hecho de que se dedicase a la filosofía, para beneficio de... Los menos. Los memos seguirán siendo los sabios: ¡Benditos sean!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Tal vez lo sacaste de Nietzsche?

      http://revistas.uned.es/index.php/endoxa/article/viewFile/5196/5015
      Página 189:

      "Por último, y en cuarto lugar, reafirmar el carácter solitario de Heráclito, una soledad que también caracterizará al llamado Nietzsche errante. Ni Heráclito ni Nietzsche necesitaron jamás del clamor de las masas. Es más, huían de él. Ambos contaban lo que intuían, y nunca pretendieron escribir para los demás.
      Nota 22: Heráclito era orgulloso... Jamás dirigió su actividad a un 'público', al aplauso de las masas o al coro entusiata de sus contemporáneos. Andar a solas el camino pertenece a la esencia del filósofo", Nietsche (2001: 72)"

      Eliminar
    2. Efectivamente, es mi padre espiritual. Acabo de leer y de archivar ese trabajo. Gracias

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. YO YA SABÍA QUE ERAN LOS PADRES

    “Yo ya sabía que eran los padres”. Son las palabras devueltas por mi hijo de 8 años cuando le confesé quienes eran los Reyes Magos.

    Yo también sabía quienes eran los Movimientos Sociales. Y ahora, como mi hijo, reconozco que lo sabía. Por eso mi conocimiento posee utilidad. Lo reconozco; luego, me veo forzado a actuar.

    Los Movimientos Sociales son un “ellos”, no un “nosotros”. Son los “ellos” que custodian a los “nosotros”. Son quienes reproducen en “sus” organizaciones todos los vicios de “sus” mayores; y los amplifican hasta el paroxismo.

    No hay vida sin movimiento; pero si puede haber movimiento sin vida.

    En estos “Movimientos Zombies”, los que no tienen hipoteca, se mueven en lugar de los que si la tienen. Los que nunca trabajaron, defienden los derechos de los trabajadores. Los que tienen trabajo, reivindican trabajo para los parados. Los jueces dependientes del poder político, denuncian la falta de independencia judicial. Los que están sanos, piden medicinas “para todos”.

    Hemos aceptado el más falaz silogismo: “Yo critico la maldad del poderoso; luego, yo soy bueno”. Pero no lo hemos hecho solos. Lo hemos hecho con ayuda, mucha ayuda. De los “bienpagaos”. Con la ayuda de los Movimientos Sociales. De las Muy Gubernamentales Organizaciones No Gubernamentales.

    Los Movimientos Sociales, financiados generosamente por los mismos beneficiados de las situaciones “contestadas” por esos “ellos” que pretenden ser “nosotros”. Que nos sustituyen como “nosotros” a los ojos de todos, por obra y gracia del corrupto Poder Mediático.

    Crean problemas falsos, nos “indignan” con sus manipulaciones, y nos incitan a una reacción, que “ellos”, en sustitución de “nosotros”, definirán y ejecutarán.

    Al final, todo gira en torno al ¿Quién?, y nada sobre el ¿Qué? Reproduciendo en el proceso todos los vicios de “sus” mayores, los Partidos Políticos. Lo que comienza siendo una amplificación del problema, acaba siendo su caricatura.

    Actúan como un difuminador social, a la vez que un vado permanente a toda otra reacción. Ellos ocupan todo el espacio del “nosotros”, hasta hacernos desaparecer.

    Pero, tras habernos sustituido como “nosotros”, ¿que soluciones a nuestros problemas proponen “ellos”? La respuesta, que ahora reconozco sabida, no es sino: Ninguna propuesta puede constituir solución efectiva al problema. Y, cualquiera que fuere la respuesta, tenderá a aumentar el ámbito de “lo” problemático.

    No pueden solucionar el problema de cuya existencia dependen, sin desaparecer “ellos” difuminándose entre “nosotros”. Del problema extraen su fortaleza. Cuanto mayor sea el problema, mayor resultará su fuerza.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que a estas alturas ya no se nos puede escapar ese fenómeno de la 'disidencia controlada' y manipulada a su antojo.
      Triste panorama, ante el que solo me queda preguntarte ¿qué propones?
      Un saludo

      Eliminar
    2. Propongo una sociedad sin miedo ni esperanza. Una sociedad Libre.
      Propongo decidir desde la base de "la pirámide", no desde el piramidón.
      Propongo separar el Poder Legislativo del Poder Ejecutivo (para empezar). Propongo que quienes tenemos problemas comunes nos organicemos SOLOS (importante el matiz, que no nos organicen, vaya).
      Propongo que así organizados, recuperemos la Información Veraz, al margen del consumo mediático, por la simple relación entre nosotros, los del problema.
      Propongo que recuperemos la Justicia dentro de la Administración de Justicia: Propongo que a los Jueces SIEMPRE los Juzgue el Tribunal del Jurado.
      Propongo que nos asambleemos con quienes conocemos y en quienes confiamos, y desde esa base construyamos las decisiones.
      Propongo el respeto a las decisiones de la mayoría, sin renunciar a nuestros propios principios; pero si renunciando a imponerlos; no a convencer.
      Propongo algo como esto:
      http://partidoilp.blogspot.com.es/
      Mucha propuesta; y mucha lectura propongo, lo sé.
      Pero sobre todo, propongo escucharnos unos a otros.
      Nadie tiene toda la razón, y nadie está totalmente equivocado.
      Saludos.

      Eliminar
    3. Gabi, te propongo una modificación de una linea en el Anexo de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado:
      "Los Jueces serán siempre juzgados por el Tribunal del Jurado".
      ¿Damos curso a esta propuesta de Iniciativa Legislativa Popular?

      Eliminar
  4. Gracias por los comentarios.
    Sí, conocemos a Zygmunt Bauman. En noviembre de 2013 tradujimos y publicamos esta entrevista con él:
    http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2013/11/el-fin-del-anonimato-lo-que-los-drones.html

    que seguramente será insuficiente para hacer justicia a su eminencia…

    Puede que resulte igualmente insuficiente la propaganda que hacemos a nuestro blog con el fin de “acortar la odisea”, pero, recordando a Kavafis y su ‘Itaca’, también puede ser preferible que “el camino sea largo”...

    A efectos prácticos, agradeceríamos que nos concretaras los inconvientes y trabas que has encontrado. Gracias!

    ResponderEliminar

ROGAMOS QUE LOS COMENTARIOS SE AJUSTEN AL TEMA TRATADO. En la pág. FAQ (ver pestaña "FAQ" en el menú superior), en el punto 6 encontrarás las normas y criterios de aplicación para la publicación de comentarios. Subrayamos especialmente: no se aceptan comentarios que supongan una expresión de machismo, misoginia, sexismo, homofobia, racismo o xenofobia, y tampoco comentarios que supongan una apología, directa o indirecta, del fascismo en cualquiera de sus variantes.
Para contactar con el blog por otras cuestiones, más abajo figura una dirección de e-mail en formato de imagen.