La loable preocupación del ayuntamiento coruñés de En Marea por los sapos y las ratas

Avenida de Alfonso Molina ("Lavedra"), principal acceso a la ciudad de A Coruña, gobernada por En Marea.

Xulio Ferreiro, antes (arriba) y después de
convertirse en alcalde de A Coruña (abajo) 

En horas puntas, los accesos a la ciudad de A Coruña resultan caóticos desde tiempo remoto. El acceso principal, la Avenida de Alfonso Molina ("Lavedra"), ha centrado la atención de los diferentes gobiernos municipales en distintos momentos, sin que ninguno haya planteado una solución estructural al problema del colapso en horas puntas. 

Ahora, el actual gobierno municipal de la Marea, por lo que parece se plantea solucionar el problema del colapso reduciendo el número de carriles viarios. El problema está en que si la densidad del tráfico no va a disminuir, la medida todavía colapsará más el acceso. Pero esto no parece preocupar a la podemizada En Marea coruñesa, que dice querer recuperar el entorno de la avenida para hacer huertos urbanos, aunque sea a costa de incrementar el embudo de acceso.

El plan de "regeneración seductora" de la avenida a base de plantar unas cuantas lechugas y cosas parecidas, sale del proyecto que el equipo municipal mareante encargó a alguien de su cuerda política: el arquitecto Iago Carro Patiño. 

Iago Carro Patiño, un ex 15M ahora responsable del proyecto presentado

Iago Carro Patiño es o fue colaborador de la ONG "Arquitectos Sin Fronteras". Es profesor universitario. Salió del activismo del 15M y fue uno de los firmantes y fundadores en su día de la Marea Atlántica. Pertenece a una "asociación cultural" llamada Ergosfera, la cual "ganó" el concurso para hacer el proyecto, por el cual se endosaron 15.427 euros. Digo "ganó" entre comillas, porque el ayuntamiento de En Marea convocó el concurso en pleno mes de agosto y con solo 14 días de plazo, lo que evidentemente dejaba fuera a cualquier entidad a la que no le hubiesen "chivado" previamente que iba a ser convocado, ya que es imposible realizar un proyecto en tan poco tiempo. Lo cual no deja de ser una perversión de la legislación sobre contratación pública, por parte de los que se consideran campeones de la transparencia y del cambio. (En realidad el concurso lo ganó un chiringuito montado por Ergosfera y que tiene su misma sede fiscal, llamado Partidarios da Cidade, Sociedade Cooperativa Galega). 

No es el primer trabajito que recibe Carro Patiño del ayuntamiento mareante, ya que hace meses ya recibió otro contrato de la concellería de Participación, para hacer algunos estudios previos e informes para la organización de la ciudad en distritos.

Uno de los aspectos sobresalientes del plan para el acceso principal a A Coruña, está en la atención prestada a los sapos, ratas y demás familia. Me explico... El proyecto dispone que haya "tres pasos subterráneos para anfibios y microfauna", que atravesarían la avenida transversalmente en tres puntos mediante tubos de un metro de diámetro "para facilitar que ranas y roedores pasen con seguridad de un lado a otro" (La Voz). Esto parece ser que es algo que se hace en espacios naturales cortados por vías como las autopistas, pero aquí estamos hablando de un espacio urbano.

Resulta loable la preocupación de En Marea por sapos, ranas, ratas y demás parentela bicheril. Por ejemplo, si un sapo quiere ir a visitar a su primo al otro lado de la avenida, necesita un paso para hacerlo. O si una rata emigrada (perdón, "exiliada") de un lado, desea pasar unos días con su familia al otro lado.

Lo que es una lástima es que la nueva política que nos trae el podemismo, En Marea y demás "fauna" progreril, no muestre la misma sensibilidad por los problemas de la clase trabajadora. Pero, al fin y al cabo, ¿a quién le importa la clase obrera? Prioricemos y empoderemos a las colonias de ranas, sapos, ratas y allegados. ¡No seamos "especistas"! Y que vivan las lechugas que se van a plantar en las cunetas: con los humos de los coches, tendrán un sabor divino.

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Apostilla
Escribe Alfonso Andrade en su artículo "El parque jurásico de Alfonso Molina":

Batracios en Alfonso Molina hay unos cuantos. Está el que te pega el morro del coche al maletero para pedir paso. También el que adelanta por la derecha a 120, el que te pita si considera que vas despacio… Pero son otros batracios los que preocupan hoy a nuestro gobierno local. En concreto, las ranas que pueblan desde el jurásico nuestras charcas y praderas.

Crear pasos para anfibios bajo Alfonso Molina con tubos de un metro de diámetro para que las ranas -y demás microfauna- puedan cruzar al otro lado sin ser trituradas por los camiones es una de las medidas estrella del proyecto de urbanización de las márgenes de la avenida que impulsa el ejecutivo coruñés. En el plan comparten protagonismo estos bichiños con huertas urbanas para lechugas, la protección de las pancartas que la gente cuelga desde las pasarelas para peatones o la instalación de vallas con mensajes que permitan «distorsionar la lógica capitalista».

Se echan en falta, en cambio, un programa de educación de anfibios que enseñe a las ranas a utilizar los tubos para cruzar, la urbanización de las propias márgenes de estos conductos para que los batracios se sientan en plena naturaleza durante el tránsito, una señalización adecuada que evite el exceso de velocidad, controles de alcoholemia y una campaña de dispersión de depredadores para evitar que las gaviotas se pongan las botas a la salida del túnel.

Tampoco venía mal un estudio para saber cuántas ranas quedan exactamente en Elviña y Matogrande. Y de esas estadísticas tienen que saber mucho los que vivían junto a la vieja cantera de Santa Margarita, porque aquella charca era una mina de batracios… hasta que se construyó el Palacio de la Ópera. Aquello fue una escabechina, porque a nadie se le ocurrió pasar por debajo del auditorio unos tubos que habrían salvado las colonias. Claro que tampoco interesaba que croasen en los conciertos...

Un proyecto preferente el del parque jurásico de Alfonso Molina (la definición es de mi compañero Pablo Portabales), si no fuera porque los otros batracios, los que van al volante, montan caravanas de diez kilómetros cada vez que se pasan de frenada. Y, tratando de evitarlas llevamos 18 años a la espera de una ampliación que no llega y que parece prioritaria. Es el cuarto proyecto que se redacta para la avenida; los tres anteriores no se ejecutaron, y si nada retrasa aún más el proceso, seguiremos en el atasco hasta el 2020. Eso sí, tendremos ranas cruzando felices bajo las ruedas de nuestros coches y podremos colgar una pancarta en el paso elevado expresando nuestros sentimientos. Vayan pensando lo que van a escribir. Si es que el proyecto llega a buen puerto, porque poner cada tubo cuesta cien mil euros, y ahí va a ser complicado romper la lógica capitalista.