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miércoles, 4 de junio de 2014

¿Es un error pedir un referéndum sobre la monarquía?






La entrada que sigue me gustaría que se entendiese no como un conjunto de aseveraciones rígidas por mi parte, sino más bien como dudas que planteo al debate sobre el tema de la monarquía vs. república. Es, ante todo, una invitación a buscar los ángulos poco iluminados del problema. Sin embargo, las dudas están muy bien, pero vivimos tiempos en los que es preciso mojarse y pronunciarse sin ambigüedad. Por ello, la entrada es también una reflexión cuya conclusión final viene a destacar la importancia y el valor político que justifican las convocatorias de movilización en favor de la República y de la consulta que la mayor parte de la izquierda reivindica. 


1. Se va el heredero de Franco.

Entre la cantidad de aforismos atribuidos a Oscar Wilde, figura uno muy conocido por todos: "Ten cuidado con lo que deseas porque se puede convertir en realidad". Ayer, 2 de junio, no dejé de pensar en dicho aforismo, cuando escuchaba a muchos pedir un referéndum sobre la cuestión monarquía vs. república. También he pensado insistentemente en un lema político bastardo, que la felonía del PSOE popularizó en la Transición: "OTAN de entrada NO". ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra?, pensará alguno.

Ayer, 2 de junio de 2014, tuvo lugar en España una noticia esperada desde hacía tiempo: la abdicación del rey elefanticida, el borbón que el dictador fascista Francisco Franco nos dejó como herencia envenenada, para "dejar todo atado y bien atado" (palabras atribuidas al dictador, nos recuerda Jean Ortiz en "¿Y si el rey Juan Carlos estuviera desnudo?").

Su Augusta Majestad, como dicta alguno de los tratamientos protocolarios de la Casa Real. Como cualquier otro parásito de sangre azul, el borbón tiene nombre rimbombante que nos hace dudar sobre si defeca y orina igual que el resto de los mortales: Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. 

El caso es que ayer lo abdicaron, o abdicó como dicen los medios. Por qué se demoró tanto su abdicación y por qué precisamente ahora, es sin duda un tema goloso para comentar, aunque nos desviaríamos del hilo. Dejemos también de lado el terrible drama humano que le espera al augusto: un pobre anciano medio inválido y enfermo, un proletario trabajador infatigable que se ha quedado sin trabajo, al que mandan al paro sin que a casi nadie le importe la cantidad de bocas que tiene que alimentar entre hijos, hijos que no son hijos, nietos y demás fauna familiar. ¡Impía sociedad en la que vivimos! 

Ayer, 2 de junio de 2014, con el anuncio de la abdicación, se produjo una jornada de júbilo popular. En realidad, el festejo de alegría por la abdicación del borbón tuvo lugar en dos escenarios muy distintos. Por un lado, las calles y plazas de las ciudades españolas se inundaron de masas republicanas y de banderas tricolores de la República, pidiendo el fin de la monarquía. Por otro lado, la fiesta se celebró también en las sabanas africanas, donde las masas de elefantes celebraron la abdicación hasta altas horas de la madrugada.

Ayer, 2 de junio, desde la izquierda se reactivaron una vez más sus señas de identidad republicanas. 


2 de junio 2014, Puerta del Sol en Madrid. Concentración por la III República


2. ¿Estamos todos pidiendo lo mismo?

En la jornada de ayer, confluyeron en las calles y plazas de todo el Estado un mismo anhelo colectivo republicano, pero con pretensiones que se prestan a matices diferenciales:
  • A) La aspiración de un cambio de régimen; la instauración de la III República Española, lo que implica la apertura de un nuevo proceso constituyente. 
  • B) La reivindicación de una consulta para decidir si queremos una monarquía o una república, como paso previo para lo anterior.
2 de junio 2014, Concentración por la III República en Tenerife.
Imagen: Manuel G., blog del viejo topo

Esta imagen corresponde a la concentración de Tenerife, bajo el lema "Referéndum constituyente". Es decir, se está reivindicando que se nos consulte si queremos o no nuevo proceso constituyente.

Esto es muy distinto a quienes piden un referéndum en el que podamos elegir si deseamos una monarquía o una república, como paso previo a un proceso constituyente. Quizás los dirigentes y militantes más concienciados de las organizaciones políticas, tengan muy presente la diferencia entre lo uno y lo otro (o eso quiero pensar, porque también tengo mis dudas al respecto). Pero a nivel de calle, observo no poca confusión, ejemplificada en las redes sociales a lo largo de la jornada de ayer. 

La idea de un referéndum sobre la cuestión monarquía vs república, está calando en muchos, convencidos de que conduce sí o sí a la República. Sin embargo merece la pena que, por un instante, aparquemos la pasión y nuestro entusiasmo republicano, y nos preguntemos con frialdad:
  • ¿Es un error pedir un referéndum para decidir la cuestión monarquía vs república? ¿Qué sentido tiene?
  • ¿Queremos que se nos consulte sobre lo anterior o queremos que se nos consulte sobre un nuevo proceso constituyente en el que se plantee la República como algo fuera de discusión? 

3. Los republicanos, ¿ganarían un referéndum?

Un hipotético referéndum sobre la monarquía, tranquilamente podría ser ganado por las fuerzas políticas y económicas que actúan en favor del régimen de la II Restauración borbónica. Matizo: siempre que quisieran ganarlo, ya que la oligarquía económica no dudaría en sacrificar la monarquía si con ello obtuviese ventajas importantes; por ejemplo, distraer la atención -durante un larguísimo período de tiempo- de los cambios económicos y sociales derivados del desmantelamiento del estado del bienestar y de los ajustes estructurales que operan en la fase actual del capitalismo, muy estrechamente vinculados a lo que Harvey denomina acumulación por desposesión. Pero dejando de lado este último supuesto, si realmente los poderes que dominan el escenario político y económico se lo propusieran, es más que posible que ganasen con ventaja un referéndum así.

¿En qué me baso para sostener tal idea? Por un lado, pienso en el paralelismo que podríamos encontrar con el referéndum sobre la OTAN de marzo del 86; por otro, en que no tengo claro que la masa social se mostrase dispuesta a apoyar mayoritariamente la causa republicana, una vez completada la sucesión y después de que el rodillo mediático haya podido trabajar a su favor durante un período de tiempo muy amplio. Debe quedar claro que expreso esto desde la duda razonable, tal como subrayaba al comienzo.

3.1. El referéndum de la OTAN.

Es importante tener en cuenta la experiencia y antecedente histórico. En concreto me refiero al referéndum sobre la OTAN. Como sabemos, el gobierno de la UCD nos metió en la Alianza Atlántica. En aquellos momentos, diversos estudios realizados mostraban que la mayor parte del electorado era contrario a la OTAN. Explícitamente, el PSOE también se postuló en contra de permanecer en el eje atlantista y prometió un referéndum para decidir la salida de España de esta organización militar. El oportunismo político del PSOE le permitió ganar las elecciones de 1982 (obviamente, influyeron otros muchos factores). Bajo el lema "OTAN de entrada NO", el PSOE movilizó a la mayor parte del electorado de la izquierda. Fue así como una masa electoral embriagada de fervor y entusiasmo llevó en volandas al poder, en 1982, a los chicos de Suresnes y ahijados políticos de la poderosa socialdemocracia alemana, capitaneados por Felipe González.


PSOE
Del NO de entrada (1982), al SÍ
por el interés de España (1986)
Una vez en el poder, el PSOE tardó cuatro años en llevar a cabo el referéndum. Durante ese espacio de tiempo, los medios de comunicación trabajaron a fondo para moldear la opinión pública. Simultáneamente, desde el PSOE se fue alimentando un sutil y maquiavélico discurso a favor de la permanencia en al OTAN. Así, por ejemplo, se vinculaba la idea de Europa a la idea de OTAN; jugaron muy bien con la idea de modernidad y progreso, etc.  El resto fue obra de los ingenieros sociales, un buen puñado de los cuales pertenecía a un centro universitario que resultó clave en la política española y que siempre actuó como un sólido feudo del PSOE: la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM (curiosamente, la misma a la que pertenecen ahora Monedero y Pablo Iglesias Turrión; no es casualidad, pero no es el tema de esta entrada). El tipo de pregunta y los términos a utilizar, fueron aspectos muy ensayados, tanto con técnicas cualitativas como cuantitativas. Así por ejemplo, parece que el resultado habría sido diferente si se hubiese utilizado la palabra OTAN (connotaciones negativas) en lugar de Alianza Atlántica (connotaciones positivas). Con el tiempo, la forma en que se formuló la pregunta del referéndum y todo el cocinado previo, acabó convirtiéndose en un paradigma de la manipulación política, estudiado en manuales universitarios como ejemplo de lo que puede dar de sí la ingeniería científico-social.

Tal como fue planteada la consulta, se establecía que apoyar al gobierno del PSOE implicaba votar SÍ en el referéndum; que votar SÍ era lo mejor para acabar con la presencia de las bases americanas, para prohibir las armas nucleares en el territorio español y, además, parecía que aquello nada tenía que ver con el papel militar atlantista (cuando la OTAN es una organización militar). Al final, en el anexo, podéis leer la pregunta de este referéndum.

Finalmente, aquel "OTAN de entrada NO" con el que el PSOE ganó las elecciones, acabó siendo un "OTAN de salida TAMPOCO", dando lugar a uno de los mayores timos políticos que hemos vivido en estas tres décadas.

Aquel suceso provocó una frustración política de gran magnitud en un importante sector del electorado; fue un factor más de los que contribuyeron a la desafección por la política y al desengaño, incentivando lo que por entonces se llamaba el pasotismo (obviamente, esto y otras muchas cosas más). Todo aquello nos enseñó la fuerza de los mecanismos de dominación ideológica, en especial la potencia domesticadora del rodillo mediático.


El PSOE protagonizó posiblemente la mayor estafa política de la II Restauración borbónica, por el asunto de la OTAN. Arriba, Javier Solana dando un mitin anti-OTAN del PSOE en 1981, en el pub "Habe" (Vallecas, Madrid). Abajo, Solana siendo Secretario General de la OTAN (1995 a 1999), en una de sus reuniones. Solana fue el máximo responsable de los bombardeos de la OTAN sobre Serbia, que llegaron a provocar la muerte de más de 3.000 civiles inocentes.

3.2. ¿Se puede extrapolar la experiencia anterior?

Personalmente pienso que sí, dejando un margen para las dudas:
  1. Los mecanismos de dominación política no han cambiado. Sustancialmente son los mismos e incluso diría que son más sofisticados, potentes y eficaces.
  2. Todos los medios se volcarían en apoyar la continuidad de la monarquía si fuese preciso, utilizando para ello discursos y consignas del todo cuestionables, pero que llegarían a calar en buena parte del electorado. Pensemos que además no se realizaría de manera inmediata, sino que la consulta se dilataría durante el tiempo suficiente para que actuase a fondo el rodillo mediático.  
  3. Quien hace la pregunta hace la trampa y nos veríamos de nuevo ante una obra de ingeniería sociopolítica, algo a lo que tenemos pánico los que somos del campo de las Ciencias Sociales.
Pese a esto, subrayo que muchos compañeros sostienen que no resulta extrapolable el caso del referéndum del 86, y que el momento actual es radicalmente distinto. En otras palabras, hay divergencia de opiniones, pero desde luego merece la pena el debate. 

3.3. La masa social ante la sucesión.

Por otra parte, aunque la imagen de Juan Carlos está muy deteriorada, no ocurre lo mismo con la imagen de Felipe y de su cónyuge, Leticia. Algunas encuestas del CIS muestran un apoyo y simpatía en torno a un 60%-65% a la figura de Felipe. Personalmente sospecho que los datos del CIS están muy cocinados, pero resulta difícil negar que existe ese apoyo y simpatía, en un grado suficiente como para que los republicanos perdiésemos la consulta. Además, ha existido un cuidado exquisito, por parte de los medios, para que las figuras de Felipe y Leticia se contaminasen lo menos posible por los escándalos de la Casa Real.

Es importante tener en cuenta que la cuestión monarquía vs república, induce a un amplio sector a adoptar un cierto tipo de relativismo, muy bien cultivado desde el Poder. Por ejemplo, el PSOE ha sabido trabajar muy bien durante tres décadas el discurso de "no soy monárquico, pero no es el momento de otra cosa". El "no soy pero apoyo" está ampliamente extendido en el tejido social. Hay muchos que están abonados a ese planteamiento y posiblemente sería uno de los argumentos que más serían utilizados en una campaña en favor del régimen monárquico, ya que es muy fácil de vender (de hecho se está utilizando y nunca dejó de utilizarse; es un producto discursivo que se vende como rosquillas en una feria).

Por último, hemos de evitar confundir dos cosas. Según algunos los sondeos, parece que existe una mayoría ajustada en favor del referéndum (el sondeo publicado por Público, por ejemplo, habla de un 54%, lo que supone una ligera mayoría).  Esto no significa que esa mayoría suponga mecánicamente un apoyo a la causa republicana, que es la lectura que algunos están realizando. Una cosa es estar a favor de la consulta, y otra diferente apoyar la República.


*  *  *
En definitiva, no tengo claro que un hipotético referéndum sobre el tema, pudiera ser ganado por los que somos partidarios de la República (hoy por hoy). De ahí que me pregunte si no es un error plantear la cuestión de la monarquía en términos de "Monarquía de entrada NO", porque corremos el riesgo de encontrarnos con un "Monarquía de salida TAMPOCO". Y perder un referéndum sobre el tema, posiblemente nos obligaría a tener que comernos la monarquía con patatas durante varias décadas, algo que no podemos permitirnos.

Y sin embargo, la cuestión es políticamente mucho más algebraica de como la estoy planteando. Fijaros que estamos jugando con una línea hipotética: queremos un referéndum sobre la monarquía --> podemos conseguirlo --> podemos perderlo. ¿Y si supiéramos que no podemos perderlo porque no tendrá lugar, y por consiguiente el sentido de pedirlo fuese otro (significado implícito) distinto al que manifestamos (significado explícito)? Luego volveré sobre esto. 


4. Para la izquierda, ¿puede depender de un referéndum la cuestión de la monarquía?  

Habrá quien apele a la voluntad popular, a las urnas, como única forma para resolver el dilema monarquía vs república. En cierto modo todos lo hacemos, sobre todo cuando conviene. Convertir las urnas en un absoluto queda muy mono en el discurso, siendo un recurso dialéctico de fácil manejo.

Pero dejando de lado retóricas y lugares comunes, lo cierto es que en una democracia burguesa la legitimidad de las urnas es relativa (¡oh, santo cielo!, ¡qué monstruosidad más grande estoy diciendo!, habrá quien piense), en tanto que la verdadera libertad sólo puede darse en condiciones de igualdad. Con acierto, Lenin, en El Estado y la Revolución (1917), decía que "la libertad de la sociedad capitalista sigue siendo, y es siempre, poco más o menos, lo que era la libertad en las antiguas repúblicas de Grecia: libertad para los esclavistas"Pretender que la clase trabajadora tiene las mismas opciones en las urnas que la clase dominante, es pura entelequia. Pero aceptamos la democracia burguesa como mal menor, con la voluntad de tratar de encontrar y poder activar transiciones hacia el socialismo. Lo cual no implica que tengamos que dar un valor absoluto a lo que sale siempre en las urnas: dependerá de ciertas líneas rojas. Ayer decía un tuitero: "aceptaré la monarquía si es votada en las urnas, aunque sea republicano, porque eso es la democracia". Me parece que tal postura mistifica la realidad social al pasar por alto la esencia de la democracia burguesa. ¿Estamos ante una de esas líneas rojas de las que hablo?

Vayamos a ejemplos extremos, que son aquellos en los que la lógica se manifiesta de manera más nítida. ¿La izquierda debería aceptar a un Adolf Hitler que saliese elegido en las urnas con mayoría absoluta? ¿Deberíamos aceptar el fascismo si fuese expresión de la voluntad popular expresada en las urnas? ¿Deberíamos aceptar que un régimen democrático burgués aprobase a través de las urnas una agresión imperialista o un nuevo tipo colonialismo?

Evidentemente, creo que la respuesta que la mayoría daríamos a tales preguntas es NO. Aceptar la barbarie porque la mayoría la acepta, sería un suicidio moral. Ahí tenéis las líneas rojas a las que hacía mención.

Y la monarquía, ¿es también una línea roja? ¿Debemos aceptarla si es una opción elegida en las urnas, aunque sea algo antidemocrático por naturaleza? Habrá quien pueda contestar (y no con poco fundamento) con otra pregunta: ¿cuál es la diferencia entre una monarquía y una república burguesa? ¿Es que la dominación y la explotación ejercidas por la clase dominante depende del modelo?

En cualquier caso, existen elementos de legitimidad política para rechazar que la cuestión de la monarquía sea sometida a referéndum:
  1. El régimen monárquico fue un chantaje e imposición de las fuerzas franquistas que amenazaban con una involución militar. El dilema que se nos planteó fue: si queréis democracia, tragáis con el borbón. Y nos tuvimos que comer la monarquía.
  2. No podemos olvidar que la monarquía es una herencia de la dictadura, una imposición del dictador.
  3. Tampoco podemos olvidar que la dictadura, de la cual salió la monarquía, supuso la suspensión del régimen constitucional republicano a través de un golpe de estado. De manera que la República, aunque fuese burguesa, sería la reinstauración histórica de una legalidad interrumpida por un golpe de los fascistas españoles apoyados por nazis alemanes y fascistas italianos.  
Considero que la izquierda no debe entrar en el terreno de aceptar que la monarquía pueda ser objeto de negociación y de consulta. La República no se negocia, sino que se da por sentada. Lo importante es que podamos abrir un nuevo proceso constituyente en el que muchas cosas se podrán discutir pensando en la nueva constitución, pero no el modelo republicano.


5. El significado no manifiesto de pedir un referéndum para decidir la cuestión monarquía vs. república

Dejando ya de lado la cuestión primordial (queremos un nuevo proceso constituyente), retomemos lo que decíamos anteriormente sobre el significado latente en la reivindicación de un referéndum sobre la monarquía. Planteaba que la línea manifiesta (queremos un referéndum, podemos conseguirlo, podemos perderlo/ganarlo) podía tener un significado poderoso pero de carácter implícito, y por tanto opaco para muchos.

Al respecto, tuve ocasión de intercambiar opiniones con algunos compañeros defensores de esa consulta, y reconozco que las razones que aportan tienen una base sólida, lo cual me hace dudar sobre la idea que inicialmente tenía. Uno de estos compañeros me decía: "Creo que el referéndum se perdería. Pero creo que hay que pedirlo porque lo van a negar y eso va a cabrear a la gente y se conseguirá que se radicalice"

Lo anterior viene a expresar ese significado no manifiesto al que hago mención. Se parte de un supuesto: el poder político y económico no aceptará la consulta. El rechazo juega a favor de la izquierda, en tanto intensifica ese poder simbólico del republicanismo como catalizador de la acción política en la masa social. El rechazo ayuda a crear más conciencia social y tiene un efecto movilizador. De esta forma, para la izquierda, la causa republicana -plasmada aquí y ahora en la reivindicación de una consulta- va más allá del objetivo explícito, al actuar de pasarela ideológica para transmitir nuestra crítica política, nuestras reivindicaciones y nuestro ideario de sociedad. Esto es algo que quizás Julio Anguita no haya entendido cuando desde la frivolidad ha llegado a calificar las movilizaciones de ayer como "interesantes pero pintorescas". El mero hecho de que la gente se concentre con entusiasmo, tiene un valor añadido, siempre que estemos dispuestos a utilizarlo con inteligencia política (y puestos a calificar como "pintoresco", quizás habría que utilizar el término para otras cosas que Anguita se empeña en defender últimamente). 

Así pues, la reivindicación de la consulta obedecería a este sentido implícito, no manifiesto. Reconozco que tal planteamiento es sólido. Es una buena estrategia política, siempre que... ¡no obtengamos lo que pedimos! Si desde el Poder se aceptase el reto del referéndum sobre la monarquía, sería para echarse a temblar.


6. El republicanismo y las señas de identidad de la izquierda política.

La izquierda política, independientemente del formato que adopte, comparte unas señas de identidad a través de las cuales se diferencia del resto de las opciones políticas. La aceptación de la lucha de clases; el carácter de clase de las organizaciones políticas y el consiguiente rechazo del interclasismo; el rechazo del capitalismo y la aspiración a superarlo... Estos y otros son componentes que van perfilando nuestra identidad compartida como izquierda política. Cuando muchos de nosotros negamos que el PSOE tenga una identidad de izquierda, estamos pensando en estos items identitarios que son compartidos por organizaciones muy distintas e incluso por ideologías diferentes. En el caso de España y de otros estados monárquicos, a mayores existe un componente básico que también contribuye a definir la identidad política de la izquierda: el republicanismo. En la particularidad del caso español, esto obedece a una razón de mucho peso, relacionada con la memoria históricael golpe de estado del 36 contra la legalidad constitucional republicana y, en concreto, contra el gobierno legítimo del Frente Popular; la heroica defensa popular de la II República durante la guerra; la dictadura que sufrimos durante 40 años y la resistencia mantenida al calor del ideal republicano; la no aceptación de la más venenosa herencia de Franco (la monarquía), etc. 


2 de junio 2014, Puerta del Sol en Madrid.
Concentración por la III República
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Por todo ello, durante estos 30 años de bipartidismo, la causa republicana ha ido configurando cada vez con más fuerza la identidad política de la izquierda, junto con otros componentes identitarios más genéricos o globales. Y sin duda ha sido Izquierda Unida la fuerza que más ha contribuido a mantener viva la llama del republicanismo.

La bandera tricolor, como símbolo, ha condensado un significado profundo: el rechazo del régimen actual y la esperanza colectiva en algo distinto; una esperanza que hemos proyectado sobre la idea de una futura III República. A lo largo de los siglos, los judíos en su diáspora mantuvieron viva la esperanza, expresada en la célebre frase  "el año que viene en Jerusalén". También la izquierda española mantuvo viva su esperanza en su travesía por el desierto, en su diáspora particular, expresada en el lema "mañana España será republicana". Por ello, cada 14 de abril, la izquierda se vuelca en la conmemoración popular del día de la República: recordamos la II República con la mirada puesta en la III.

La bandera tricolor, la República... para la izquierda tiene mucho de "símbolo dominante" como diría Victor Turner (The forest of symbols, 1967). Como cualquier símbolo, genera acción. Y en tanto que actúa de símbolo dominante"tiende a convertirse en foco de interacción" (Turner, op.cit.), en una poderosa herramienta de movilización, condensando y unificando significados.  

En este sentido, el sentimiento e ideario republicanos han jugado un papel fundamental a lo largo de estos años para la izquierda, siendo un referente para la acción, un factor de comensalismo (unidad, fraternidad) e identidad, un ítem sociológico que proyecta el rechazo por lo existente y expresa la reivindicación de un cambio profundo. 

Todo esto es un argumento más para defender la idea de un referéndum, como ya apuntamos al final del epígrafe anterior. El poder de los símbolos, bien utilizado, es un arma política.


*  *  *

Por todo ello, frente a las críticas que algunos sectores realizan a la movilización unitaria en favor del referéndum, es preciso destacar el valor político que encierra tal iniciativa. Concentrarse y movilizarse en favor de la República, supone hacerlo contra el poder político y económico que domina nuestras vidas y que nos ha conducido a la actual situación de drama social. Facilita la reflexión ciudadana y cataliza el incremento de la masa crítica. Como también es una iniciativa que actúa como factor de acercamiento y cohesión entre las fuerzas políticas y sociales de la izquierda, un facilitador de la convergencia. No nos dejemos arrastrar por aquellos que califican todo esto de "pintoresco" o que recurren a disculpas peregrinas para no sumarse a la llamada de unidad en favor del republicanismo. 













Anexo
La que sigue fue la pregunta que figuraba en el referéndum sobre la OTAN celebrado en 1986 (la negrita que aparece es mía):
El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:
1.º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
2.º Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.
3.º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.
¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación

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12 comentarios:

  1. Yo soy una persona de izquierdas, aunque no por ello, como ayer dije considero que el papel de la Monarquía ha sido bueno desde la transición. Sí pienso que lo que fue bueno hace 39 años no tiene por qué serlo a día de hoy y creo que necesitamos un nuevo proceso constituyente, no solo para definir una forma política del Estado, sino para hacer cambios sustanciales. Pero siendo realistas, dicho proceso no va a tener lugar en tanto la suma PPSOE esté cercana a los 300 escaños.

    Un referéndum no tendría de suyo consecuencias jurídicas, ya que para reformar el Título II de la Constitución, hay que seguir los trámites establecidos en el Título X. Sin embargo, si se celebrara, moralmente al menos obligaría a tomar nota del resultado al legislador. Cada día soy más realista y dudo mucho que al menos a corto plazo nos vayan a consultar. Lo que sí espero es que al menos, si hay que tragar con la Monarquía, modifiquen algunos aspectos tales como la inviolabilidad.

    Antonio López, Madrid. Saludos.

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  2. Esta gente que controla el Parlamento se ha demostrado contraria a aumentar la pobre democracia que tenemos por activa y por pasiva durante 40 años. Les dan pánico los referéndums y cualquier tipo de participación de la gran mayoría de la población en política. La pregunta que creo que tendríamos que hacernos sería: ¿Qué esperamos conseguir manteniendo movilizada a la gente? Eso es lo que pienso yo. ¿El voluntarismo sin organización ni dirección adonde nos va a llevar?

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    1. Incentivamos la conciencia crítica :-)
      Ya pasó con el 15M. Por muchas críticas que se le puedan hacer (no quiero entrar en ello), una de las bondades del 15M fue que activó a gente que nunca se había "activado". Gente que nunca se había preocupado de leer o por hacer reflexión política en relación con los problemas, cambió de actitud.
      Por supuesto, no debemos quedarnos en ello.

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  3. Estimado Vigne,

    Me ha encantado tu artículo: me ha aclarado muchas cosas y me ha hecho replantearme muchas otras.
    Me considero una persona de izquierdas, republicana y estoy a favor de que se haga un referéndum para que el pueblo español decida si quiere una monarquía o una república.
    Ahora pues, a mí me gustaría saber, si no es molestia, tu opinión sobre una Tercera República conservando la bandera rojigualda.
    Es que percibo que la sociedad en general no tiene mucho desapego al republicanismo pero sí a la bandera tricolor.
    Como he dicho antes, soy republicano pero tampoco me importaría conservar la rojigualda si el pueblo español así lo desea. Al fin y al cabo, queremos una Tercera República, no la segunda otra vez, o así lo veo yo al menos.
    Un cordial saludo,

    Miguel

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    1. Gracias Miguel.
      Yo creo que los símbolos son importantes. Son mucho más importantes de lo que tendemos a pensar. Nuestro comportamiento es tremendamente simbólico y ritual, pero a veces nos gusta pensar que no. Y queramos o no, la tricolor tiene unas connotaciones simbólicas muy marcadas y va muy unida a significados profundos para la izquierda. De la misma forma que la bandera rojigualda tiene unas connotaciones negativas para ciertos sectores, en ciertas partes del Estado y para ciertos grupos de edad.
      Desde luego el máximo símbolo no puede ser objeto de división y debería ser aceptado por una amplísima mayoría,
      Pero tampoco creo que la República pueda depender del tema de cómo será la bandera, ya que por muy símbolo que sea no deja de ser secundario.Si se pudiera abrir un proceso constituyente, sería más importante dar contenido social a una futura república que cualquier otra circunstancia. Creo que el cambio constitucional tendría sentido por ese contenido social, una república de derechos sociales blindados constitucionalmente, y en una nueva forma de entender la política mucho más participativa y directa.
      De momento es importante que la gente discuta, hable, se junte, movilice, pueda debatir... No es poco.
      Un saludo :-)

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  4. Buenos días,

    para intensificar, si cabe, la reflexión y el debate, dos aportaciones:

    1- Vicenç Navarro: Lo que no se dice sobre la abdicación del Rey
    http://www.vnavarro.org/?p=10906

    2- Un "clásico" acerca el poder de los símbolos sobre el inconsciente colectivo
    EL HOMBRE Y SUS SIMBOLOS de Carl G. Jung

    Una vista previa: http://books.google.es/books?id=NlTJvU_EbgcC&lpg=PA1&hl=es&pg=PA1#v=onepage&q&f=false

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  5. "Res publica"
    "En otro tiempo, esa España republicana ilusionó a generaciones de todo el mundo"
    de Manuel Rivas http://elpais.com/elpais/2014/06/06/opinion/1402067435_177460.html

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  6. Me acojo al grueso del artículo, pero discrepo radicalmente de las conclusiones. Si, al final, después de tan concienzudo racionamiento, tenemos que librarnos de él para concluir que la pertinencia de la solicitud de referendum se sostiene casi exclusivamente en la idea de mantener una especie de estado de inquietud en la sociedad que despierte o mantenga animado el deseo republicano, creo que vamos listos. Al final se trata, pues, y como tantas veces, de frivolizar la cuestión y eso siempre acaba mal. La izquierda tiene por costumbre jugar a este juego y, claro, al final, cuando la "estrategia" se hace patente (y en este caso ya lo ha hecho) y se vuelve en su contra, acaba por preguntarse, ¿cómo es posible? O peor, se encuentra en la situación de tener que apuntalar la farsa con mayor denuedo, en un esfuerzo (vano) por no reconocer la falta. En fin, que la cosa, como digo, termina mal, la casa por barrer y el corto camino andado se desanda, si no se retrocede aún más, como resultado del desanimo instalado tras el fracaso de un plan que se sabía poco sólido desde el comienzo. Y así, en esta espiral sin fin, se va fraguando el relato del fracaso ya consignado tantas veces. Me sorprende esta claudicación del autor del blog ante tan burdas pretensiones.

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    1. Gracias por la crítica. Procuraré responder en otro momento. Ahora ya es tarde. Saludos

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    2. Creo que quizás no hayas entendido la última parte o quizás sí, pero la infravaloras... o quizás no conseguí explicarme.
      Ante una reivindicación concreta como es el asunto del referéndum, creo que cualquiera se preguntarà si se puede ganar o perder. Es normal. Todos nos lo preguntamos. Ahora bien, lo que pretendo señalar es que no todo se reduce a lo más aparente. A lo que apunto es a la importancia que tienen los componentes simbólicos (en este caso, los componentes simbólicos del republicanismo) como catalizadores de acción colectiva y generadores de conciencia. Estas dinámicas no son algo nuevo y de hecho están muy estudiadas por la Antropología Politica en diferentes tipos de sociedades (me viene a la cabeza Abner Cohen pero la lista de nombres es muy amplia).
      El mero hecho de que la gente se plantee la República, el tipo de república que a cada cual le gustaría, que se reflexione sobre la naturaleza de la II Restauración borbónica y que se ponga en conexión con la actual situación que vivimos, etc.,etc., todo eso en absoluto puede ser calificado de "frívolo" como vienes a dar a entender (o se puede interpretar del comentario). Por ello, aunque solo fuese por plantear el tema y llevarlo a la calle, es un logro político. La prueba de que hace daño está en el silenciamiento mediático de las concentraciones.
      Las reivindicaciones sociales obedecen a significados explícitos, pero también a implícitos y en ocasiones estos últimos pueden llegar a ser más importantes. En mi opinión, esto es de aplicación a este tema concreto.
      Hablas de "fracasos" de la izquierda. Bueno... la lucha contra el capitalismo es la historia de algunas victorias parciales y de una interminable sucesión de fracasos, aunque yo los relativizaría (y podríamos ir a ejemplos de "fracasos" que acaban siendo relativos). La izquierda debe caracterizare por contenidos programáticos evidentemente, a corto, medio y largo plazo. Pero también por una ética política que nos exige, parafraseando a Felipe Alcaraz, "instalarnos en la lucha" pase lo que pase. Lo contrario acaba siendo una invitación para abandonar la posición de izquierdas y acabar entrando en el PSOE o en el PP, como han hecho muchos que no han sido capaces de soportar ir a contracorriente.
      MIra..., lo que es muy importante es que la gente tenga los pies en el suelo. Hay que ilusionar pero desde el realismo, porque las frustraciones y desengaños políticos pueden acabar pasando factura (lo vivimos ya en al Transición). Por tanto, que mostremos entusiasmo por el republicanismo y que reivindiquemos la consulta, no es algo malo; al contrario: siempre que tengamos los pies sobre el suelo y no nos refugiemos en crear castillos en el aire.

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  7. Marcos Ana: “El rey es una criatura de Franco” en http://www.lamarea.com/2014/06/10/marcos-ana-hay-que-recurrir-un-milagro-para-admitir-que-una-criatura-de-franco-nacio-con-vocacion-politica/

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  8. A mí, Julio Anguita nunca me convenció del todo. No lo considero un guía, ni como historiador ni como político. Demasiado ecléctico para mi gusto en cuestiones que requieren de posicionamientos claros. Por ejemplo su «rechazo a formar partido, porque ya hay demasiados», para mí equivale a no tomar partido más que de boquita y no casa con mi tesis de que se debe ir a los parlamentos del mundo *para vaciarlos*, en una gran transferencia del poder político al pueblo. Pueblo que por supuesto habremos de educar/formar en la praxis política: para que en pocas generaciones supere su actual invalidez y esté en disposición de defender, con conocimiento de causa, una sociedad de derechos auténtica, *pensada para la salud, belleza, bienestar, seguridad de vida y libertad generalizadas* (por tanto sin amos de lo nuestro, y *no* me conformo con menos).

    Si mal no recuerdo tampoco me convencieron alguna de sus tesis economicistas o sobre los romanos del imperio. (No dispongo de tiempo para revisar cuáles fueron exactamente aquellas cosas que a mí llegaron y no me convencieron, pero hay muchos intelectuales que como él asumen tesis del mundo católico con respecto a lo que supuso el imperio -implícitamente, si mal no recuerdo-, pueblo al que debemos nuestros sanos conceptos de república y sociedad de derechos; además de la pacificación: a base de sangre y valor romanos, de los bárbaros colonizadores del norte de Europa, que tanto se resistieron a la pax romana, que los quería dentro de las respectivas fronteras de sus madres patrias.)

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