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jueves, 12 de noviembre de 2015

Intervenciones secretas de EE.UU. en la URSS, desde final de los 40 a los 60 (cap.17 de Asesinando la esperanza, de William Blum)


La ruta del vuelo del U2 pilotado por Gary Powers, derribado en la URSS en 1960. Imagen: múltiples fuentes. Durante dos décadas, EE.UU. invadió el espacio aéreo soviético con aviones militares, lo que suponía un acto de guerra, aunque EE.UU. negaba sistemáticamente las acusaciones soviéticas. El U-2 americano era un avión capaz de volar a altas altitudes, fuera del alcance de la defensa antiaérea y de los cazas soviéticos. Pero en 1960 los soviéticos consiguieron derribar un U-2 y capturar vivo a su piloto, Gary Powers, lo que les permitió ofrecer al mundo pruebas de lo que venían diciendo. ¿Se imagina alguien que durante la Guerra Fría aviones militares soviéticos violasen el espacio aéreo de EE.UU.? Claro que no, pero fue algo que los americanos sí hicieron con la URSS. Nos lo cuenta William Blum en este capítulo de su libro que ahora os ofrecemos.


Os ofrecemos un nuevo capítulo del libro Asesinando la esperanza. Para acceder a otros capítulos publicados en el blog, véase al final los hipervínculos del índice.
Referencia documental: William Blum: "Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60: de aviones espías a la publicación de libros", en Asesinando La Esperanza, cap. 17, pp. 138 a 145. Editorial Oriente, Santiago de Cuba (Cuba), 2005 (original en inglés: William Blum, Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II, Common Courage Press, 2004).
Fuente de digitalización y correcciones (cítese y manténgase el hipervínculo): blog del viejo topo
Imágenes: son un añadido nuestro.

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Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60: de aviones espías a la publicación de libros.
Por William Blum

Información... cientos de jóvenes norteamericanos y emigrados rusos dieron sus vidas para que EE.UU. pudiese reunir tanta información como fuese posible acerca de la URSS... prácticamente cualquier información sobre la tierra que Churchill había descrito como “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”.

No hay evidencias, sin embargo, de que alguna de las informaciones así recogidas salvase la vida de alguien o sirviera para un propósito de utilidad al mundo. Hoy, toneladas de expedientes repletos con informes, volúmenes de impresos de computadora, cintas, fotografías, etc., yacen almacenados llenos de polvo en EE.UU. y Alemania occidental. Es probable que una buena parte del material ya esté hecho trizas. Mucho de él no fue nunca siquiera mirado, ni lo será jamás.

A partir de finales de la década de los 40, los militares norteamericanos, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional enviaron con regularidad un avión a lo largo de las fronteras de la URSS para reunir información electrónica, fotográfica y visual de naturaleza militar o industrial, en particular sobre la capacidad nuclear y la cantidad y de misiles de la URSS. Los cada vez más sofisticados aviones y equipos, al igual que los satélites, submarinos y escuchas electrónicas en Turquía e Irán, aportaron una enorme cantidad de datos con que surtir a las computadoras. En ocasiones los aviones se adentraban sin querer en el territorio soviético. En otras, lo hacían con toda intención para fotografiar algún objetivo en particular, o para activar una instalación de radar con el propósito de captar sus señales, o para evaluar la reacción de las defensas de tierra rusas ante un ataque. Era un peligroso juego y en muchas ocasiones los aviones se encontraban con el fuego antiaéreo o con aviones de combate soviéticos.

Tanto en 1950 como 1951, un avión espía con diez tripulantes fue derribado, sin sobrevivientes. En 1969, otros treinta y un aviadores perdieron la vida, esta vez a manos de combatientes norcoreanos sobre el mar de Japón. Entre 1951 y 1969, hubo docenas de incidentes entre aviones norteamericanos y las antiaéreas comunistas, derivados de cientos, si no miles, de vuelos espías. Algunos de estos aviones regresaban a sus bases (que podían estar en Turquía, Irán, Grecia, Pakistán, Japón o Noruega) tras ser atacados, o incluso impactados; otros fueron derribados y sus tripulantes murieron o fueron capturados por los soviéticos. (1)

Ha habido mucha confusión acerca del número y la suerte de los aviadores estadounidenses prisioneros de los soviéticos después de que sus aviones fueran obligados a aterrizajes forzados o derribados durante las décadas del 50 y 60. El presidente ruso Boris Yeltsin declaró en 1992 que nueve aviones norteamericanos fueron derribados a principios de los 50 y doce sobrevivientes fueron encarcelados, sin que se conozca su destino final. Cinco meses después Dimitri Volkogonov, antiguo general soviético y copresidente de una comisión investigadora ruso-estadounidense acerca de los norteamericanos perdidos, informó a un comité del Senado de EE. UU. que 730 aviadores habían sido capturados en vuelos espías de la Guerra Fría y que su suerte era igualmente desconocida. (2)

El más notable de estos incidentes fue, por supuesto, el derribo de un U-2 piloteado por Francis Gary Powers el primero de mayo de l960. El U-2 de extrema altitud había sido desarrollado a partir de la vulnerabilidad de los aviones que volaban a alturas normales. La desaparición de Powers y su aparato en algún lugar de la URSS, hizo caer en una trampa pública al Gobiemo de EE.UU. enredado entre una falsa historia de cobertura, negaciones y enmiendas a las negaciones. Finalmente, cuando los rusos presentaron a Powers y su avión ante el mundo, el presidente Eisenhower no tuvo más alternativa que admitir la verdad. Añadió, sin embargo, que tales vuelos eran “desagradables pero vitales” dada la “inclinación [rusa] al secreto y el encubrimiento” (3). Uno de los asesores de Eisenhower, Emmet John Hughes, observaría más tarde que a la administración le tomó sólo seis días “transformar una falsedad impensable en una soberana verdad”. (4)

En varias ocasiones EE.UU. protestó ante la URSS por sus ataques a aviones norteamericanos que no volaban sobre territorio soviético, sino sobre el mar de Japón, por ejemplo. Aunque involucrados en el espionaje, tales vuelos, en sentido estricto, parecían ser aceptables ante el derecho internacional.

La repercusión más seria de todo el asunto del U-2 fue que condenó al fracaso la cumbre entre Eisenhower y Khruschov, que tuvo lugar dos semanas después en París, sobre la cual el mundo había depositado tantas esperanzas de paz. ¿Fue el derribo del U-2 el desafortunado y, sobre todo, inoportuno accidente que la historia ha hecho parecer? El coronel retirado de la fuerza aérea, L. Fletcher Prouty, ha sugerido que no fue así necesariamente. Desde 1955 hasta 1963 Prouty servía de contacto entre la CIA y el Pentágono en asuntos relativos al apoyo militar de “operaciones especiales”. En su libro The Secret Team, Prouty sugiere que la CIA y algunos de sus colegas en el Pentágono sabotearon este vuelo en particular, el último programado antes de la cumbre. Lo hicieron, presumiblemente, porque no deseaban una disminución de las tensiones de la Guerra Fría, su razón de existir.

El método empleado, según las conjeturas de Prouty, fue sumamente simple. El motor del U-2 requiere de inyecciones de hidrógeno líquido para mantener la increíble altura del avión, que lo colocaba fuera del alcance de los proyectiles soviéticos y de los aviones de interceptación. Si el contenedor de hidrógeno hubiera sido llenado sólo en parte antes de su despegue en Turquía, sería sólo cuestión de tiempo –calculable para hacerlo coincidir con la estancia del avión en territorio soviético- antes de que el U-2 se viera obligado a descender. Llegado este punto, si el avión fue derribado o Powers se lanzó en paracaídas dejándolo estrellarse, es algo que no se sabe con certeza. La URSS declaró que había derribado el U-2 a su altura normal utilizando un cohete, pero esto es probablemente una falsedad nacida de cuatro años de frustrados intentos por alcanzar con un disparo a uno de estos aviones. En cualquier caso, los rusos estaban en condiciones de presentar al mundo un avión espía parcialmente intacto y un piloto ileso, con todo tipo de documentos incriminatorios encima, es además de una inusual aguja suicida. La presencia de identificación no fue un desliz, declaró Prouty: “ni el piloto ni el avión eran limpiados en este tipo de vuelo, como sí se requería en otros”. (5)

Powers no dice nada en su propio libro acerca del hidrógeno líquido. Él creyó que su avión había sido afectado y forzado a descender por las ondas de choque de un cohete soviético que casi lo impacta, pero recuerda problemas técnicos con el avión desde antes del supuesto “casi impacto”. (6)

En vista del furor que se desató cuando un avión comercial sudcoreano fue derribado por la URSS en 1983, acusado de ser un vuelo espía, es interesante hacer notar que Prouty también menciona que EE.UU. en un momento dado utilizó una “aerolínea comercial nacional al parecer limpia” de un país no especificado “para llevar a cabo algún espionaje fotográfico u otro proyecto clandestino”. (7)


Restos del U-2 derribado, conservados en el  Museo de las
 Fuerzas Armadas de Moscú. Foto de thewanderingscot.com

Para los rusos, los aviones espías eran algo más que una simple violación de su espacio aéreo, y rechazaban la idea planteada por EE. UU. de que los vuelos eran sólo una forma más de espionaje -“las actividades de recopilación de inteligencia son practicadas por todos los países”, dijo Washington (8) (hasta el momento no había habido indicios de vuelos soviéticos sobre EE. UU) (9). Los rusos veían los vuelos como una provocación particularmente agresiva ya que los aviones son medios de transporte de armas y es posible considerarlos como iniciadores de las hostilidades; además pueden incluso ir cargados con bombas. Los rusos no podían olvidar que los nazis habían realizado frecuentes vuelos de reconocimiento sobre su territorio antes de su invasión a la URSS. Tampoco podían olvidar que en abril de 1958, aviones norteamericanos cargados con ojivas nucleares habían volado sobre el Ártico hacia la URSS debido a una errónea señal de alarma en un radar norteamericano. Los aviones recibieron la orden de regresar cuando sólo los separaban dos horas de vuelo de la Unión Soviética. (10)

*

Ningún avión norteamericano arrojó bombas sobre la URSS, pero muchos dejaron caer hombres asignados a misiones hostiles. Se trataba de emigrados rusos en Occidente, reclutados por la CIA y otras organizaciones occidentales de inteligencia. La organización de emigrados más destacada era la Alianza Nacional de Rusos Solidarios, o Unión Nacional del Trabajo (UNT). Estaba compuesta en su mayor parte por dos grupos diferentes: los hijos de los rusos que se habían exiliado después de la revolución, y aquellos rusos que, debido a las circunstancias, o por elección propia, habían terminado en Europa occidental al final de la Segunda Guerra Mundial. Miembros de ambos grupos habían colaborado con los nazis durante la contienda. Aunque la UNT estaba clasificada en general como de derecha entre las diversas organizaciones de emigrados, su colaboración había partido más de sentimientos, antiestalinistas que pro nazis.

Su base radicaba en Alemania occidental donde, durante los 50, la CIA fue su principal benefactora, a veces su único apoyo. En una escuela de la CIA en Alemania, con el imponente nombre de Instituto para el Estudio de la URSS, al igual que en centros similares en Gran Bretaña y EE.UU., los miembros de la UNT recibieron entrenamiento intensivo antes de ser lanzados en paracaídas en territorio soviético. Estos hombres llevaban equipos muy sofisticados, con todo lo necesario, desde armas hasta bicicletas desarmables, trajes de hombre-ranas y colchones de goma para atravesar alambradas de púas.

Los rusos regresaban a su patria por diversas razones: para recoger información sobre instalaciones tecnológicas y militares; cometer asesinatos; obtener muestras de los documentos de identificación al uso; ayudar a agentes occidentales a escapar; cometer sabotajes para los cuales habían sido entrenados (descarrilamientos de trenes y voladura de puentes, acciones contra fábricas de armas y plantas eléctricas, etc.); o para instigar luchas políticas armadas contra el gobierno comunista al contactar con  movimientos de resistencia —algo muy poco realista dado el débil estado de tales movimientos.

Nunca se sabrá cuántos hombres infiltró la CIA en la URSS, no sólo por aire también a través de las fronteras e incluso por mar; varios centenares al menos. En cuanto a su suerte... la URSS publicó un libro en 1961 titulado Caught In the Act (sus siglas  coinciden con CIA) en el que aparecía nombres y otros detalles de dos docenas de infiltrados que los rusos decían haber capturado, en muchos casos apenas entraron al territorio. Algunos fueron ejecutados, otros sentenciados a prisión, uno era supuestamente un individuo que había tomado parte en ejecuciones masivas de judíos en el territorio soviético ocupado por los alemanes. El libro afirmaba que hubo muchos otros capturados que no figuraban en el texto. Esto podía no ser cierto, pero también resultaba bastante simple para los rusos infiltrarse en las filas de los emigrados en Europa occidental y conocer de las operaciones.

La CIA no desconocía esto, con seguridad. La Agencia llegó al extremo de torturar a supuestos traidores en Munich -utilizaron métodos tan esotéricos como aplicar trementina en los testículos del sujeto, o sellar la habitación donde estaba el individuo y poner música a niveles ensordecedores hasta que este se “quebraba”. (11)

Los rusos denunciaron además que algunos de los infiltrados llevaban radioguías especiales cuyas señales eran captadas por los aviones para indicarles dónde dejar caer nuevos agentes, y que podían ser utilizados igualmente para guiar bombarderos norteamericanos en caso de guerra.

Algunos de los emigrados lograron regresar al oeste de Europa con cierta información o tras haber realizado otras tareas asignadas. Otros, provistos de la documentación necesaria, recibieron la orden de integrarse en la sociedad soviética y permanecer inactivos como “agentes en reserva”. Hubo otros que, dominados por la emoción del regreso, desertaron de su labor y, se reincorporaron realmente –una vez más el “factor humano” que ningún entrenamiento o doctrina puede obviar." (12)

Ninguna operación norteamericana contra la URSS estaría completa sin su lado propagandístico. Se desarrollaron novedosos mecanismos para posibilitar que aviones y globos dejaran caer literatura anticomunista sobre la URSS. Cuando el viento era favorable, incontables volantes y panfletos eran arrojados por todo el territorio, o se hacían flotar corriente abajo por los ríos en paquetes impermeables. 

Los ciudadanos soviéticos que llegaban a Occidente eran recibidos en cualquier lugar por personas de la UNT que les entregaban sus periódicos y revistas en ruso y ucraniano. Para facilitar el contacto, la UNT en ocasiones se involucraba en operaciones de mercado negro y abría pequeños puestos de venta que ofrecían alimentos a bajos precios a los rusos. Desde el norte de África hasta Escandinavia, la red de la CIA abordaba a marinos, turistas, funcionarios, atletas, e incluso soldados soviéticos en Alemania oriental, para darles a conocer la verdad desde el punto de vista del “Mundo Libre”, a la vez que para tratar de conseguir información, inducirlos a desertar, o reclutarlos como espías. Las habitaciones de hotel eran registradas, los teléfonos intervenidos, se ofrecían sobornos o se intentaban chantajes con tales fines. También se trataba de tender trampas o provocaciones al personal diplomático soviético para motivar su expulsión o crear incidentes bochornosos para la Unión Soviética. (13)

La ofensiva propagandística llevó al Gobierno de EE.UU. a adentrarse en el negocio editorial. A través de una variedad de convenios con editores norteamericanos y extranjeros, distribuidores, agentes literarios y autores, la CIA y la Agencia de Información de EE. UU. (USIA) produjeron, subsidiaron o auspiciaron “mucho más de mil libros” hasta 1967, con fines de propaganda (14). Muchos de los libros se vendían en los propios EE.UU. tanto como en el extranjero. Ninguno llevaba indicación alguna que lo relacionara con el Gobierno. En algunos casos, según declaró USIA, “controlamos todo desde la idea original hasta la edición del manuscrito final”. (15)

Algunos libros eran publicados, y en ocasiones escritos, sólo después de que la CIA y la USIA se hubieran comprometido a comprar un gran número de ejemplares. No hay forma de determinar en qué medida el incentivo financiero influía en el autor o el editor con respecto al tono o finalidad del libro. En ocasiones, Washington revelaba información clasificada a un autor para ayudarlo a escribir el texto. En 1967, al conocerse algunas de las actividades domésticas de la CIA, se dice que se interrumpió esta práctica dentro de los EE.UU., aunque continuó en el extranjero. Un comité del Senado declaró en 1976 que durante los años precedentes la CIA había estado relacionada con la publicación de cerca de doscientos cincuenta libros, la mayoría en idiomas foráneos (16). Algunos de estos fueron probablemente publicados más tarde en Estados Unidos.

La mayor parte de estos libros no ha sido identificada, sin embargo, se considera aún información clasificada. Entre los que son conocidos pueden mencionarse: La dinámica de la sociedad soviética, de Walt Rostow; La nueva clase, de Milovan Djilas; Concisa historia del Partido Comunista, de Robert A. Burton; Los programas de ayuda al extranjero del bloque soviético y China comunista, de Kurt Muller; En pos del dominio mundial, de Richard N. Gardner; Pekín y la guerra del pueblo, del mayor general Sam Griffith; El camino de Yenan, de Eudocio Ravines; Vida y muerte en Rusia soviética, de Valentín González; El hormiguero, de Suzanne Labin; Estrategias de lucha: el frente comunista y la guerra política, de James D. Atkinson; Del colonialismo al comunismo, de Hoang Van Chi; ¿Por qué Vietnam?, de Frank Trager y Terror en Víetnam, de Jay Mallin. Además, la CIA financió y distribuyó por todo el mundo el filme de animados sobre la obra de George Orwell: Rebelión en la Granja. (17)

Walt Rostow, historiador de la economía, cuyas teorías muchos de nosotros tuvimos que estudiar en la universidad, fue uno de los autores financiados por la CIA para publicar propaganda anticomunista encubierta bajo formato académico. Apasionado defensor de la guerra de Vietnam y compulsivo anticomunista, fue consejero de los presidentes John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson. Imagen: una foto suya en 1968; fuente: Wikipedia.


La forma de propaganda que se utilizó de forma más extensiva sobre el bloque soviético fue a través de las ondas radiales: numerosos retransmisores, de gran potencia y en acción durante las veinticuatro horas, llevaron las emisiones de Radio Libertad y Radio Rusia Libre a la URSS; Radio Europa Libre y Radio del Sector Norteamericano, a la Europa del Este, y la Voz de América, a todas partes del mundo. Con excepción de esta última, las emisoras eran en apariencia propiedad de organizaciones privadas financiadas por “regalos” de corporaciones norteamericanas, pequeños donativos del público estadounidense y otras fuentes privadas. En realidad, la CIA costeó de manera encubierta casi el total de los gastos hasta 1971. La revelación del papel de la agencia en 1967 (aunque desde mucho antes era objeto de amplia especulación) llevó al Congreso a instituir de manera eventual vías gubernamentales para financiar estas emisoras.

Las mismas tenían el propósito de llenar algunos de los vacíos –o de corregir falsedades de los medios comunistas- en la información, pero no podían evitar presentar una visión del mundo, tanto oriental como occidental, con sus propias omisiones y distorsiones. Su misión era enfatizar todo aquello que hiciera ver mal a los regímenes comunistas. “Para muchos en la CIA, el valor primario de las emisoras de radio era sembrar el descontento en Europa oriental y, durante ese proceso, debilitar a los gobiernos comunistas”, escribió Víctor Marchetti, que había sido un alto funcionario de la Agencia. (18)

Muchos de los rusos que trabajaron para estas emisoras que difundían ideas de libertad, democracia y otros conceptos humanitarios, fueron identificados más tarde por el Departamento de Estado como miembros del notorio grupo hitleriano Einsatzgruppen, que acorraló y exterminó a numerosos judíos en la URSS. Una de estas “joyas” era Stanislav Stankievich, bajo cuyas órdenes se realizó una matanza masiva de judíos en Bielorrusia en la cual los bebés fueron enterrados vivos junto a los muertos, al parecer para ahorrar municiones. Stankievich terminó trabajando para Radio Libertad. Otros criminales de guerra alemanes también fueron empleados por la CIA en diversas operaciones antisoviéticas. (19)


URSS, 1941. Una ejecución, por los Einsatzgruppen, durante la Operación Barbarroja. Fuente: collections1.yadvashem.org Muchos agentes rusos utilizados por la CIA en sus operaciones secretas contra la URSS, habían sido miembros del grupo hitleriano Einsatzgruppen (imagen). Uno de los más destacados de estos agentes fue Stanislav Stankievich, responsable de la matanza de judíos rusos en Bielorrusia, durante la cual los bebés fueron enterrados vivos junto a los muertos para ahorrar municiones.

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Según todas las versiones, los numerosos programas para reunir información estratégica acerca de la URSS, en particular a través de la infiltración en el país y el abordaje de soviéticos en Occidente, fracasaron de manera singular. La información obtenida era generalmente banal, muy localizada, confusa o sin actualidad. Peor, con frecuencia era distorsionada, cuando no completamente fabricada. Muchos emigrados de postguerra en Europa occidental convirtieron la labor de informante en su medio de vida. Preparaban un informe de un encuentro real o ficticio con algún ciudadano soviético que contenía con frecuencia sólo hechos ordinarios con algo de color político. A veces se elaboraban hasta cuatro versiones del mismo informe, con variaciones de estilo y de cantidad de “hechos”, escritas por cuatro personas diferentes, y las mismas eran vendidas por separado a las agencias de inteligencia de EE.UU., Gran Bretaña, Francia y Alemania occidental. La versión de la CIA contenía todo lo que aparecía en las otras, pues los restantes países transmitían a la Agencia sus informaciones sin revelar sus fuentes. El análisis de todos los informes llevó a la CIA a la conclusión de que la UNT les daba los más completos de todos y que la información coincidía, lo que elevó el valor de UNT y aumentó el grosor de sus archivos. (20)

Mientras tanto, los expedientes sobre Rusia en Washington llegaban a proporciones monumentales con los datos obtenidos a través del escrutinio de la correspondencia entre EE.UU. y la URSS, una práctica que comenzó a principios de los 50 y se mantuvo al menos hasta los 70 (21). Un consejero de Correos afirmó en 1979; “Si no hubiera un programa nacional de seguridad postal, el FBI podría no tener medios de conocer si una nación está planeando una guerra contra nosotros” (22).

El antiguo oficial de la CIA Harry Rositzke, quien participó activamente en las operaciones antisoviéticas después de la guerra, escribió luego que la tarea principal de los emigrados infiltrados en la URSS durante los primeros años era “alertar” en caso de una ofensiva soviética militar contra Occidente, una invasión que parecía siempre “inminente” en la mente de los guerreros fríos del Gobierno norteamericano. Esta aprensión era una reminiscencia de la alarma que siguió a la Revolución rusa (ver Introducción) y floreció de manera similar a pesar del hecho de que Rusia había sido devastada por la guerra y no se hallaba en posición de asumir una empresa militar de tal magnitud. No obstante, escribió Rositzke: “Se estimaba oficialmente que las fuerzas soviéticas eran capaces de alcanzar el Canal de la Mancha en cuestión de semanas [...] En Washington era un axioma que Stalin estaba planeando la guerra. ¿Cuándo llegaría?” El propío Rositzke señaló, sin embargo: “La mera existencia de agentes equipados con radios en territorio soviético que no informaban de ningún peligro tuvo un cierto efecto atemperador en la psicosis bélica entre los analistas militares durante la etapa culminante de la Guerra Fría”. (23)

Un informe secreto de la Junta, de Recursos de Seguridad Nacional en enero de 1951 advertía: “Tal como van las cosas, en 1953, si no en 1952, los agresores soviéticos asumirán el completo control de la situación del mundo”. (24)

Rositzge, aunque anticomunista convencido, reconoció la falsedad de tal modo de pensar. Pero, como él mismo explica, su opinión era la de una minoría en Washington:
Los hechos disponibles en aquel momento sugerían que las mayores probabilidades eran que la estrategia postbélica de Moscú fuera básicamente defensiva, incluyendo la transformación de Europa del Este en un muro de contención a Occidente. Yo sostuve esta tesis en discusiones con algunos de los analistas de la CIA sobre la URSS y en algunas reuniones en el Pentágono, pero no era una opinión popular por aquel entonces. Sin embargo es un hecho que no había ninguna argumentación escrita, ni se escribió ninguna desde entonces, que pudiera explicar por qué los rusos querrían conquistar Europa occidental por la fuerza o bombardear a EE.UU. Ninguna de estas acciones habría contribuido de manera tangible a los intereses nacionales soviéticos y habría puesto en riesgo de destrucción al propio Estado soviético. Esta cuestión básica no fue formulada nunca, pues el prisma de la Guerra Fría creado en las mentes de los estrategas diplomáticos y militares era el de un mundo en blanco y negro, sin escala de grises. (25)

Pasarían varios años, como señaló kositzke, para que se hiciera evidente para Washington que no había alertas, tempranas o tardías, que informar. Esto, sin embargo, no tuvo efecto notable alguno sobre la propaganda de la Guerra Fría o sobre el desarrollo armamentista de Estados Unidos.

William Blum
Capítulo 17 del libro Asesinando la esperanza, págs. 138 a 145
Fuente de la digitalización y correcciones: blog del viejo topo
Las imágenes son un añadido nuestro




Referencia documental y notas
Orginal en ingles: William Blum, Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II, Common Courage Press, 2004.
Traducción y edición en castellano: William Blum, Asesinando La Esperanza, Editorial Oriente, Santiago de Cuba (Cuba), 2005.
Nota sobre la traducción. El texto reproducido procede de la traducción cubana. Hemos respetado prácticamente de forma íntegra tal traducción. Tan solo de manera muy puntual y aislada hemos sustituido algún vocablo característico del idioma español de Cuba por lo que sería el equivalente más frecuente en el castellano peninsular. También de forma ocasional hemos reconstruido la sintaxis de alguna oración para amoldarla a lo que estamos más acostumbrados en España. No obstante, tales cambios han sido mínimos y en casos en los que estaban muy justificados, sin que en momento alguno supongan una alteración sustancial de la traducción cubana.
El libro en Internet. No tenemos constancia de que exista una versión en castellano en Internet. De hecho la que hemos utilizado es una edición impresa. Por el contrario, en inglés puedes localizar en pdf el libro en algunos sitios con facilidad.
Fuente de esta transcripción y digitalización (cítese y manténgase el hipervínculo): blog del viejo topo.

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Notas del capítulo

(1) Sobre los vuelos espías:
a) James Bamford: The Puzzle Palace. Penguin Books, Gran Bretaña, 1983, pp. 136-139, 180-185.
b) Coronel L. Fletcher Prouty: The Secret Team. The CIA and its Allies in Control of the World. New York, 1974, pp. 167-172, 187-189, 369-379 y 419-429.
c) Sanche de Gramont: The Secret War. New York, 1963, capítulo 9.
d) Harry Rositzke: The CIA’s Secret Operations. New York, 1977, p. 23.
e) New York Times, 6 de mayo de 1960, p. 7, ofrece una lista de los incidentes aéreos hasta esa fecha.
(2) Sobre Yeltsin: Los Angeles Times, 13 de junio de 1992; sobre Volkogonov, ibid., 12 de noviembre de 1992. Para aumentar la confusión, el New York Times del 12 de noviembre reportaba que Volkogonov había dicho que los 730 aviadores, después de ser intemados en campamentos de prisioneros rusos, habían sido “enviados de regreso a casa". Todos los intentos del autor por localizar el testimonio exacto de Volkogonov han sido infructuosos, al parecer el testimonio nunca se publicó.
(3) New York Times, 12 de mayo de 1960.
(4) Emmet John Hughes: The Ordeal of Power. Londres, 1963, p.301.
(5) Prouty, pp. 399, 421-424, 427.
(6) Francis Gary Powers: Operation Overflight. New York, 1970, pp. 81-85, 113 y otras.
(7) Prouty, p. 189.
(8) New York Times, 8 de mayo de 1960, p. 29.
(9) Ibid., 10 de mayo de 1960. El artículo se refiere a EE.UU. continental. No se menciona si se realizaron algunos vuelos rusos sobre Alaska, que pasó a ser estado norteamericano en 1959.
(10) Caught in the Act. Facts about Espionage and Subversion Against the U.S.S.R. Moscú, 1963, p. 95.
(11) Thomas Powers: The Man Who Kept the Secrets. Richard Helm and the CIA. New
York, 1979, pp. 155 y 157.
(12) Sobre los emigrados infiltrados en la URSS:
a) De Gramont, pp. 185-189, 480-486.
b) Konstantin Cherezov: NTS. A Spy Ring Unmasked. Moscú, 1965, passim; el autor trabajo en vínculo estrecho con la UNT en Europa occidental por varios años antes de regresar a la URSS.
c) Rositzke, pp. 18-50.
d) Caught in the Act, passim.
e) Wilbur Crane Eveland: Ropes of Sand: America’s Failure in the Middle East. New York, 1980, p. 263.
f) Kim Philby: My Silent War. MacGibbon and Kee, Londres, 1968, pp. 199-202.
g) Victor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of lntelligence. New York, 1975,
pp. 204-206.
h) Louis Hagen: The Secret War for Europe. Londres, 1968, pp. 163-164.
i) New York Times, 30 de agosto de 1955, p. 1.
j) Nation’s Bussiness (Cámara de Comercio de EE.UU.), abril de 1952, pp. 25-27, 68-69, analiza muchos de los sabotajes y otras tácticas empleadas en la URSS y Europa del Este.
(13) Cherezov, passim; De Gramont, pp. 480-486; Marchetti y Marks, p. 165.
(14) Foreign and Military Intelligence. Libro l, Informe Final del Comité Selecto del Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de lnteligencia, abril de 1976, p. 193.
(15) Book Week (semanario del Washington Post), 5 de febrero de 1967.
(16) Foreign and Military lntelligence, libro citado, p. 194.
(17) Para un mayor análisis de los libros publicados por la CIA-USIA y las fuentes de estos y otros títulos, ver las referencias en notas 14 y 15; ver también, Washington Post, 28 de septiembre de 1966; New York Times, 22 de marzo de 1967 y 22 de diciembre de 1977; Peter Coleman: The Liberal Conspiracy: The Congress for Cultural Freedom and the Struggle for the Mind of Postwar Europe. New York, 1989, Anexo D y otros; Alexander Kendrick: Prime Time: The Life of Edward D. Murrow. Londres, 1970, p. 478; Marchetti y Marks, pp. 180-181; E. Howard Hunt: Undercover: Memoirs of an American Secret Agent. Londres, 1975, pp. 70, 132.
(18) Marchetti y Marks, pp. 174-178; De Gramont, pp. 486, 438-492.
(19) Washington Post, 17 y 20 de mayo de 1982; 4 de noviembre de 1982. Para un análisis más completo de la utilización de nazis y colaboradores por el Gobierno norteamericano en la cruzada anticomunista, ver Christopher Simpson: Blowback: America’s Recruitment of Nazis and its Effects on the Cold War. New York, 1988, passim, y John Loftus: The Belarus Secret, New York, 1982, passim.
(20) Ver referencias en nota 12.
(21) Audiencias ante el Comité Selecto del Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de Inteligencia, Vol. 4, 1975; Washington Post, 16 de enero de 1975, p. 18; Rositzke, p. 62.
(22) Washington Post, 25 de abril de 1979.
(23) Rositzke, pp. 21, 33, 37.
(24) San Francisco ChronicIe,  9 de octubre de 1978.
(25) Rositzke, p. 15.

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Textos de William Blum en castellano en otros sitios.

Web personal del autor

Índice del libro
(Los capítulos con hipevínculo están publicados en el blog; pulsa sobre ellos para acceder al contenido)

5. Corea 1945-1953: ¿fue todo lo que pareció ser?
6. Albania 1949-1953: el correcto espía inglés.
7. Europa del Este 1948-1956: operación factor fragmentante.
l0. Guatemala 1953-1954. Con el mundo por testigo.
11. Costa Rica. Mediados de los 50. Tratando de derribar a un aliado. Parte I.
12. Siria 1956-l957. Comprando un nuevo gobierno.
13. Medio Oriente 1957-1958. La Doctrina Eisenhower reclama otro patio para Norteamérica.
16. Guayana Británica 1953-l964. La mafia sindical internacional de la CIA.
20. Camboya 1955-1973. El príncipe Sihanouk camina en al cuerda floja de la neutralidad.
21. Laos 1957-1973. L’Armée Clandestine.
22. Haítí 1959-1963. Los marines desembarcan de nuevo.
23. Guatemala 1960. Un buen golpe merece otro.
24. Francia-Argelia. Años 60. L’état, c’est la CIA (El Estado es al CIA).
26. El Congo 1960-1964. El asesinato de Patricio Lumumba.
27. Brasil 1961-1964. Presentando el maravilloso mundo de los Escuadrones de la Muerte.
28. Perú 1960-1965. Fort Bragg se traslada a al selva.
29. República Dominicana 1960-1966. Deshacerse de la democracia para salvarla del comunismo.
32. Ghana 1966. Kwane Nkrumah se sale de la línea.
33. Uruguay 1964-1970. Tortura, tan norteamericana como el pastel de manzana.
36. Bolivia 1964-l975. Tras la huella del Che Guevara en la tierra del coup d´état.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80. Una “solución final” menos publicada.
38. Costa Rica 1970-1971. Tratando de derribar a un aliado, parte II.
39. lraq 1972-1975. Las acciones encubiertas no deben ser confundidas con trabajo de misioneros.
40. Australia 1973-1975. Otra elección libre que muerde el polvo.
4l. Angola. 1975 hasta los años 80. El juego de póker de las grandes potencias.
42. Zaire 1975-1978. Mobutu y la CIA, un matrimonio hecho en el cielo.
43. Jamaica 1976-1980. El ultimátum de Kissinger.
45. Granada 1979-1984. La mentira, una de las pocas industrias surgidas en Washington. 
46. Marruecos 1983. Una jugada sucia con vídeo.
47. Surinam 1982-1984. Una vez más el famoso cubano.
48. Libia 1981-1989. Ronald Reagan encuentra la horma de su zapato.
50. Panamá 1969-1991. Traicionando a nuestro suministrador de drogas.
52. Iraq 1990-1991. El holocausto del desierto.
54. El Salvador 1980-1994. Derechos humanos al estilo de Washington.
55. Haití 1986-1994. ¿Quién me librará de este cura revoltoso?
Notas 
Anexo 1. Así es como circula el dinero.


William Blum, Asesinando la esperanza. 
Portada y contraportada edición en castellano. 
Editorial Oriente, Santiago de Cuba (Cuba), 2005.



6 comentarios:

  1. Sobre los aviones U-2, ver una buena entrada de la Wikipedia en inglés:
    http://en.wikipedia.org/wiki/Lockheed_U-2
    Hay una versión en español pero mucho más incompleta y más "floja" que la versión en inglés: http://es.wikipedia.org/wiki/Lockheed_U-2
    EE.UU. durante la Guerra Fría violó con frecuencia el espacio aéreo con aviones militares, de países como Unión Soviética , China, Vietnam y Cuba, entre otros muchos. Es importante que pensemos qué hubiese pasado si cualquiera de estos países hubiese hecho lo mismo con el espacio aéreo norteamericano. En mi opinión es de los aspectos más destacables del texto de Blum, ya que otras cosas no dejaban de ser parte de la "normalidad" de la Guerra Fría.
    También me parece destacable que EE.UU. utilizase antiguos nazis de los grupos Einsatzgruppen. Esto es algo muy poco conocido por la gente.

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  2. El incidente del U-2 lo recuerdo perfectamente. Era yo adolescente-joven y podía razonar. Entonces creo que fue la primera vez que pensé en que EEUU no lo estaba haciendo bien, que eran abusos por parte de los usacos. Cosa que confirmé dos años después cuando la "crisis de los misiles" con Cuba. ¿Por qué EEUU podía tener bases de misiles en Turquía e Irán junto a la frontera soviética y la URSS no podía tener bases en Cuba?

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  3. Bueno, a ver como me explico.
    La Unión de Repúblicas Socialistas Asamblearias (Soviéticas) fue una Democracia Socialista y su mera existencia provocó que las oligarquías de todos los países occidentales y Plutocracias Capitalistas debieran de mover ficha, y así lo hicieron en dos sentidos, uno aumentado políticas sociales y redistributivas en sus propios estados y dos, creando la mayor campaña propagandística basada en calumnias, injurias y tergiversaciones realizada contra un estado, la URSS, y una ideología, el socialismo democrático, mal llamado comunismo. El objetivo nada disimulado, fue la alienación de sus propios pueblos, es decir, el adoctrinamiento, la idiotización y el aborregamiento, para conseguir la llamada paz social, pero también esa campaña se realizó hacia el interior de la URSS, donde incluía actividades clandestinas y subversivas como, el espionaje, los sabotajes, los atentados e incluso los asesinatos, reclutando activistas antidemócratas en su interior, adoctrinándoles y aleccionándolos, para convertirlos en el Caballo de Troya que Occidente necesitaba.
    Hoy en día podemos comprobar en enorme éxito de aquellas deleznables acciones, en Occidente los pueblos están completamente alienados y se creen que viven en sociedades libres y democráticas, y en las antiguas Democracias Socialistas, se puso fin desde su interior a sus democráticas y socialistas sociedades, reintroduciendo el capitalismo y con él, trasformando a esos países en nuevas Plutocracias capitalistas.
    Un saludo.

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  4. Imaginad que, antes de los asesinatos de la pasada noche, Francia hubiese decidido modificar su Constitución.
    ¿Como quedaría el nuevo listado de Derechos Fundamentales? ¿Algo así?:
    - Se reconoce el derecho a la vida siempre que no ... (elegir excepciones a la protección de este derecho).
    - Se reconoce el Derecho a la Igualdad siempre que ... (elige tu)
    - Se reconoce el Derecho a la Intimidad excepto en casos de (vuelve a elegir excepciones)
    Y así es como la Organización Terrorista de América del Norte (OTAN) lo dejará todo atado y bien atado. Con las esposas por la espalda. De todos los que no son ellos; de todos nosotros.
    Ahora pensad si es posible que ANTES de haber recuperado el ejercicio efectivo de nuestros Derechos reconocidos en la Constitución del 78, un proceso "constituyente" sirva para otra cosa que para cercenar la escasa libertad que nos resta.
    Sin un verdadero ejercicio garantizado efectivamente del Derecho a la Libertad de Expresión o a recibir Información Veraz; sin el derecho a un Juicio Justo; espiados por servicios secretos dotados de impunidad garantizada; sin un verdadero Derecho de manifestación y reunión, ..., sin nuestros Derechos Humanos, petender afrontar un Proceso Constituyente es un SUICIDIO COLECTIVO.
    Las Falsas Banderas sirven para eso; lo vemos día tras día desde hace décadas; pero no nos queremos enterar. Como las ranas, nos vamos cociendo inadvertidamente en un medio cada vez más caliente, del que si no salimos pronto, ya no saldremos.
    Este es el punto histórico por el que transitamos.
    Francia ha declarado la tercera guerra mundial. Esta es una guerra de la organización criminal atlantista contra la humanidad; contra la Libertad; contra nuestros derechos.
    ME DECLARO COMBATIENTE DE LA GUERRA CONTRA NUESTROS DERECHOS.

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    1. Mercenarios.
      http://vozpopuli.com/actualidad/71502-uno-de-los-asaltantes-paso-como-refugiado-por-grecia-segun-un-ministro-heleno

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