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martes, 5 de enero de 2016

Los Reyes son los padres. Recordando a Quintín Cabrera


Víspera de Reyes: una buena disculpa para recordar en este blog un precioso tema del uruguayo Quintín Cabrera: Los Reyes son los padres. Merece la pena prestar atención a la letra.






Los Reyes son los padres 

Vamos a hablar, hijos míos,
ya sabéis que los Reyes son los padres.
Que mataron a los indios por ser buenos
los vaqueros, machistas y cobardes.

Queremos que sepáis que el amor,
como todo lo hermoso, no es pecado.
Que Popeye se alimenta de espinacas
pero también de carne y de pescado.

Que es agente de la CIA el Ratón Mickey
y más que nada, Tarzán, es un racista.
Supermán es asexuado y gilipollas
y todos ellos son anticomunistas.

Que los niños no vienen de París
-y mucho menos de adentro de un repollo-
que los tigres de papel son cuentos chinos:
jamás el Coco se ha comido un rosco.

También el negro es un color hermoso
y no todo lo blanco es trigo limpio.
Quienes manejan las tonalidades
son miserables que se han hecho muy ricos.

Que el Oro de Moscú y el cuarto oscuro,
la cigüeña, la bruja y los angelitos,
son mentiras terroristas de los grandes
para tener engañados a los chicos.

Que ser virgen tampoco es una hazaña:
no hay diferencia entre falda y pantalones.
Para tirar adelante en esta vida
da lo mismo ovarios que cojones.

Acabamos, por hoy, con este rollo.
Hacéis bien si estáis tomando nota,
pero cuidado, que hay que tener presente,
que los padres, como todos, se equivocan.


Quintín Cabrera
(Fragmentos extraídos del artículo de Fernando G. Lucini en www.cancioneros.com)


Nacido en Montevideo (Uruguay), el 25 de abril de 1944, Quintín Cabrera es un cantor –músico y poeta– que se caracteriza, sobre todo, por su gran humanidad; una humanidad sencilla, generosa, comprometida y solidaria que fue adquiriendo, desde muy pequeño, gracias a presencias tan significativas para él como la de su padre, obrero y militante socialista que amaba la música y del que aprendió, según el mismo recuerda, que para ser revolucionario hay que hacer las cosas con amor.

Forjado en ese clima de compromiso y de humanidad, Quintín empezó a componer sus primeras canciones ya a los dieciséis años, cuando, tras la muerte de su padre, los compañeros del Liceo Nocturno le regalaron su primera guitarra.

(...) En 1967 viajó a Cuba, junto con otros creadores, entre los que se encontraban Marcos Velásquez, Daniel Viglietti o Aníbal Sampayo –como integrantes de la delegación uruguaya–, para participar en la celebración del Primer Encuentro Internacional de la Canción Protesta celebrado en Varadero.

Aquel histórico encuentro –del que surgiría posteriormente la Nueva Trova Cubana– fue organizado por la Casa de las Américas de Cuba y se celebró a partir del 24 de julio de 1967, con la participación de cantantes de dieciséis países: Chile, Uruguay, Perú, Argentina, Paraguay, México, Cuba, Haití, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España, Portugal, Italia, Austria y Vietnam.

Su objetivo fue mantener, durante tres días, diferentes sesiones de trabajo para analizar, a nivel internacional, los aspectos comunes de la llamada en aquel momento canción protesta, así como analizar conjuntamente las vinculaciones de ese movimiento musical y poético con la lucha en defensa de la liberación de los pueblos oprimidos y contra la discriminación racial.

El encuentro concluyó con la redacción de una Resolución final en la que, entre otras, apareció la siguiente afirmación: 
“La canción es un arma al servicio de los pueblos, no un producto de consumo utilizado por el capitalismo para enajenarlos [...]. La tarea de los trabajadores de la canción protesta debe desarrollarse a partir de una toma de posición definitiva junto a su pueblo, frente a los problemas de la sociedad en que viven”.
(...) Respecto a Quintín, la escritora cubana Clara Díaz Pérez, recoge, en su libro Sobre la guitarra (Ed. Letras Cubanas, 1994), la siguiente anécdota: una tarde –ya casi de anochecida–, todos los participantes del encuentro sostuvieron una charla amistosa e informal con Fidel Castro, que finalizó con un concierto familiar e improvisado en el que Quintín Cabrera interpretó su canción "El fantasma" –dedicada al Che–; Fidel, al escucharla, exclamó: “Lo que canta ese chico es mucho más directo y eficaz que un mitin”.

(...) [En 1968 llega a España] Ya en Barcelona, además de seguir componiendo, empezó a interpretar sus propias canciones en un gran número de recitales celebrados dentro y fuera de Cataluña –siempre en defensa de los derechos humanos y de la democracia–; y se licenció en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Bellaterra.

Trabajó como periodista –especializado en música– en radio, prensa y televisión, y se estrenó en el mundillo discográfico con su canción Milonga sobre cantores, en un histórico disco colectivo, titulado Todo está muy negro (Discos Cactus, 1973).

[Leer completo el detallado artículo de Fernando G. Lucini, pulsando aquí: "Quintín Cabrera".]

  

 

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