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miércoles, 11 de junio de 2014

Hablando de fútbol (1). Eduardo Galeano: ¿es el opio de los pueblos? La pelota como bandera.



El origen del fútbol. Dibujo de autor no identificado.

Este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre
(Atribuido a Gramsci por Eduardo Galeano)

Todos los uruguayos nacemos gritando gol y por eso hay tanto
ruido en las maternidades, hay un estrépito tremendo.
(Eduardo Galeano)



Al hilo del Campeonato Mundial que comienza mañana en Brasil, el blog del viejo topo dedicará varias entradas al fútbol. Es un hecho social, cultural, económico y político, un fenómeno de masas que ha sido muy estudiado por sociólogos, antropólogos y otros científicos sociales. Un Mundial de fútbol es un evento que acapara la atención de las masas de todo el planeta, de ahí que nos hayamos sentido motivados a realizar algunas entradas sobre el mundo de la pelota futbolera. Ya anteriormente publicamos algo sobre el tema, a raíz del partido de la selección española en Guinea Ecuatorial (ver África, fútbol, tiranos y realismo político. A propósito del partido de la selección española).

Así pues, en la galería topera también hablaremos de fútbol a lo largo de las próximas semanas. Pretendemos dar una visión diferente a la que resulta habitual cuando se habla de fútbol, de manera que las distintas entradas, que iremos publicando en el blog, puedan despertar el interés de aquellos a los que les gusta seguir el espectáculo y también de aquellos otros que sienten indiferencia o incluso se presentan como detractores. En realidad, usaremos el fútbol como disculpa para hablar de otras cosas. 

Hablar de fútbol se presta al tópico fácil y al juicio maximalista y reduccionista; en esta serie tratamos de evitar lo uno y lo otro, buscando una perspectiva analítica y al mismo tiempo un acento muy divulgativo. Comenzamos esta miscelánea futbolera con dos comentarios muy breves de Eduardo Galeano, sacados de su libro El fútbol a sol y sombra. En esta obra, publicada ya hace casi 20 años, el escritor uruguayo nos dice que "rinde homenaje al fútbol, música en el cuerpo, fiesta de los ojos, y también denuncia las estructuras de poder de uno de los negocios más lucrativos del mundo"

Fotografía: World's Favorite Sport, de Rama V (fuente: Flickr, vramak).

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¿El opio de los pueblos?
Eduardo Galeano

¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que el tienen muchos intelectuales.

En 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de «las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan». Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó una conferencia sobre el tema de la inmortalidad el mismo día, y a la misma hora, en que la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del ’78.

El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura, y así la chusma tiene lo que quiere.

En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase.

Cuando el fútbol dejó de ser cosas de ingleses y de ricos, en el Río de la Plata nacieron los primeros clubes populares, organizados en los talleres de los ferrocarriles y en los astilleros de los puertos. En aquel entonces, algunos dirigentes anarquistas y socialistas denunciaron esta maquinación de la burguesía destinada a evitar la huelgas y enmascarar las contradicciones sociales. La difusión del fútbol en el mundo era el resultado de una maniobra imperialista para mantener en la edad infantil a los pueblos oprimidos.

Sin embargo, el club Argentinos Juniors nació llamándose Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un primero de mayo, y fue un primero de mayo el día elegido para dar nacimiento al club Chacaritabautizado en una biblioteca anarquista de Buenos Aires. En aquellos primeros años del siglo, no faltaron intelectuales de izquierda que celebraron al fútbol en lugar de repudiarlo como anestesia de la conciencia. Entre ellos, el marxista italiano Antonio Gramsci, que elogió «este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre».

El club Argentinos Juniors fue fundado el 15 de agosto en 1904, con el nombre de Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un primero de mayo.


La pelota como bandera
Eduardo Galeano

En el verano de 1916, en plena guerra mundial, un capitán inglés se lanzó al asalto pateando una pelota. El capitán Nevill saltó del parapeto que lo protegía, y corriendo tras la pelota encabezó el asalto contra las trincheras alemanas. Su regimiento, que vacilaba, lo siguió. El capitán murió de un cañonazo, pero Inglaterra conquistó aquella tierra de nadie y pudo celebrar la batalla como la primera victoria del fútbol inglés en el frente de guerra.

Muchos años después, ya en los fines del siglo, el dueño del club Milan ganó las elecciones italianas con una consigna, Forza Italia!, que provenía de las tribunas de los estadios. Silvio Berlusconi prometió que salvaría a Italia como había salvado al Milan, el superequipo campeón de todo, y los electores olvidaron que algunas de sus empresas estaban a la orilla de la ruina.

El fútbol y la patria están siempre atados; y con frecuencia los políticos y los dictadores especulan con esos vínculos de identidad. La escuadra italiana ganó los mundiales del ’34 y del ’38 en nombre de la patria y de Mussolini, y sus jugadores empezaban y terminaban cada partido vivando a Italia y saludando al público con la palma de la mano extendida.

También para los nazis, el fútbol era una cuestión de Estado. Un monumento recuerda, en Ucrania, a los jugadores del Dínamo de Kiev de 1942. En plena ocupación alemana, ellos cometieron la locura de derrotar a una selección de Hitler en el estadio local. Le habían advertido:
   -Si ganan mueren.

Entraron resignados a perder, temblando de miedo y de hambre, pero no pudieron aguantarse las ganas de ser dignos. Los once fueron fusilados con las camisetas puestas, en lo alto de un barranco, cuando terminó el partido.

Fútbol y patria, fútbol y pueblo: en 1934, mientras Bolivia y Paraguay se aniquilaban mutuamente en la guerra del Chaco, disputando un desierto pedazo de mapa, la Cruz Roja paraguaya formó un equipo de fútbol, que jugó en varias ciudades de Argentina y Uruguay y juntó bastante dinero para atender a los heridos de ambos bandos en el campo de batalla.

Tres años después, durante la guerra de España, dos equipos peregrinos fueron símbolos de la resistencia democrática. Mientras el general Franco, del brazo de Hitler y Mussolini, bombardeaba a la república española, una selección vasca recorría Europa y el club Barcelona disputaba partidos en Estados Unidos y en México. El gobierno vasco envió al equipo Euzkadi a Francia y a otros países con la misión de hacer propaganda y recaudar fondos para la defensa. Simultáneamente, el club Barcelona se embarcó hacia América. Corría el año 1937, y ya el presidente del club Barcelona había caído bajo las balas franquistas. Ambos equipos encarnaron, en los campos de fútbol y también fuera de ellos, a la democracia acosada.

Sólo cuatro jugadores catalanes regresaron a España durante la guerra. De los vascos, apenas uno. Cuando la República fue vencida, la FIFA declaró en rebeldía a los jugadores exiliados, y los amenazó con la inhabilitación definitiva, pero unos cuantos consiguieron incorporarse al fútbol latinoamericano. Con varios vascos se formó, en México, el club España, que resultó imbatible en sus primeros tiempos. El delantero del equipo Euzkadi, Isidro Lángara, debutó en el fútbol argentino en 1939. En el primer partido metió cuatro goles. Fue en el club San Lorenzo, donde también brilló Angel Zubieta, que había jugado en la línea media de Euzkadi. Después, en México, Lángara encabezó la tabla de goleadores de 1945 en el campeonato local.


Selección de Euskadi, 1937

El club modelo de la España de Franco, el Real Madridreinó en el mundo entre 1956 y 1960. Este equipo deslumbrante ganó al hilo cuatro copas de la Liga española, cinco copas de Europa y una intercontinental. El Real Madrid andaba por todas partes y siempre dejaba a la gente con la boca abierta. La dictadura de Franco había encontrado una insuperable embajada ambulante. Los goles que la radio transmitía eran clarinadas de triunfo más eficaces que el himno Cara al sol. En 1959, uno de los jefes del régimen, José Solís, pronunció un discurso de gratitud ante los jugadores, «porque gente que antes nos odiaba, ahora nos comprende gracias a vosotros»Como el Cid Campeador, el Real Madrid reunía la virtudes de la Raza, aunque su famosa línea de ataque se parecía más bien a la Legión Extranjera. En ella brillaba un francés, Kopa, dos argentinos, Di Stéfano y Rial, el uruguayo Santamaría y el húngaro Puskas.

A Ferenk Puskas lo llamaban Cañoncito Pum, por las virtudes demoledoras de su pierna izquierda, que también sabía ser un guante. Otros húngaros, Ladislao Kubala, Zoltan Czibor y Sandor Kocsis, se lucían en el club Barcelona en esos años. En 1954 se colocó la primera piedra del Camp Nou, el gran estadio que nació de Kubala: el gentío que iba a verlo jugar, pases al milímetro, remates mortíferos, no cabía en el estadio anterior. Czibor, mientras tanto, sacaba chispas de los zapatos. El otro húngaro del Barcelona, Kocsis, era un gran cabeceador. Cabeza de oro, lo llamaban, y un mar de pañuelos celebraba sus goles. Dicen que Kocsis fue la mejor cabeza de Europa, después de Churchill.

En 1950, Kubala había integrado un equipo húngaro en el exilio, lo que le valió una suspensión de dos años, decretada por la FIFA. Después, la FIFA sancionó con más de un año de suspensión a Puskas, Czibor, Kocsis y otros húngaros que habían jugado en otro equipo en el exilio desde fines de 1956, cuando la invasión soviética aplastó la resurrección popular.

En 1958, en plena guerra de la independencia, Argelia formó una selección de fútbol que por primera vez vistió los colores patrios. Integraban su plantel Makhloufi, Ben Tifour y otros argelinos que jugaban profesionalmente en el fútbol francés.

Bloqueada por la potencia colonial, Argelia sólo consiguió jugar con Marruecos, país que por semejante pecado fue desafiliado de la FIFA durante algunos años, y además disputó unos pocos partidos sin trascendencia, organizados por los sindicatos deportivos de ciertos países árabes y del este de Europa. La FIFA cerró todas las puertas a la selección argelina y el fútbol francés castigó a esos jugadores decretando su muerte civil. Presos por contrato, ellos nunca más podrían volver a la actividad profesional.

Pero después Argelia conquistó la independencia, el fútbol francés no tuvo más remedio que volver a llamar a los jugadores que sus tribunas añoraban.

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Ambos textos son fragmentos extraídos del libro El fútbol, a sol y sombra, de Eduardo Galeano (México, 1995. Ed. Siglo XXI). 
La negrita e imágenes son añadidos nuestros.





3 comentarios:

  1. Hay muchas cosas que se pueden contar del fútbol.
    Esta el caso contado aquí que el franquismo ponía como ejemplo de lo bueno que era el régimen español al Real Madrid. Durante esa época los jugadores señeros eran los sudamericanos Di Stéfano, Rial, Santamaría, Touriño, Domínguez, Didi, Canario, centroeuropeos como Puskas, Netzer, franceses como Kopa y Muller, y así un montón de no españoles. No es que me parezcamal que jugaran en el RM, lo que me parece mal es que se le hiciera bandera en un régimen tan nacionalista como el franquismo.
    Otra cosa a la que se refiere esta entrada es a los campeonatos del mundo de 1934 y 1938 ganados por Italia. En el primero de ellos jugado precisamente allí, el fascismo presionó a los árbitros a los jugadores de los equipos que se enfrentaban con Italia. Al final ese campeonato lo ganó Italia de forma no limpia. Algunos jugadores italianos declararon posteriormente que les habían amenazado con castigos si no ganaban.
    En 1938 Italia que ganó bien.
    En 1978 Argentina de la dictadura jugó un juego parecido con los árbitrosen el campeonato que se jugó allí. Al final con el campeonato ganado la dictadurase asignó los logros.
    En 1969 hubo una guerra cuya chispa fue una eliminatoria para el campeonato del mundo entre Honduras y El Salvador, ambos con dictaduras militares. Ganó la eliminatoria El Salvador en el desempate. Pero fue la chispa que desencadenó la guerra de las 100 horas, duró cuatro días (del 14 al 18 de julio), entre los dos países. Costó entre 4.000 y 6.000 muestos y muchos miles de heridos, Pero como ocurre muchas veces no fue el fútbol, ya antes había muchas tensiones, sobre todo económicas y territoriales entre ambos países.
    http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Fútbol
    Durante el franquismo, durante gran parte de los años 60 y primera mitad de los70, el 30 de abril, 1 y 2 de mayo, se ponían por TVE partidos de fútbol y corridas de toros. Para ello si era necesario se atrasaban o adelantaban los partidos de la jornada de liga del domingo.
    Y así se podrían contar mil historias sobre la implicación de la política en el fútbol.
    Normalmente los países que más ha intentado influir la política en el fútbol han sido los países en donde no había mucha democracia. Quizá por eso en esta época tanto se hace propaganda de "La Roja" en España por parte de lis medios, que colaboran con el régimen.
    Por cierto, durante el franquismo se propuso cambiar el uniforme de la selección española del rojo al azul. Parece que hubo algunos problemas con la FIFA y no lo pudo hacer el régimen con harto dolor.
    Nos dan circo, pero no pan. El Imperio Romano era más generoso en algunos aspectos.

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  2. PARA TODOS LOS QUE QUIEREN Y AMAN EL FUCHI BALL

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