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viernes, 17 de abril de 2015

Stop TTIP. Suplemento especial de 4 diarios europeos contra el TTIP (2 de 2)


Imagen tomada del flickr de greensefa.  En las movilizaciones contra el TTIP, el caballo de Troya simboliza todos los peligros e inconvenientes  "escondidos" dentro TTIP.

Acceder pulsando aquí a la primera parte


Sumario 2ª parte
  • 7. Jean-Marie Jacoby (presidente del Partido Comunista de Luxemburgo, KPL): "Al servicio del capital".
  • 8. Adrian Weir (secretario adjunto de la confederación de sindicatos británicos UNITE y uno de los responsables de la campaña por la libertad sindical): "UN FALSO AMANECER. El TTIP no viene a beneficiar a los asalariados ni a sus representantes sindicales".
  • Kenneth Haar y Max Bank: "A modo de resumen, una información de fondo: la Comisión Europea sigue fiel a sus principios".

*   *   *


7.- Jean-Marie Jacoby (presidente del Partido Comunista de Luxemburgo, KPL, sección Centro):
"Al servicio del Capital" 

Los tentáculos del Libre Comercio están acabando con el parlamentarismo representativo de los ciudadanos. Pero en Luxemburgo, las protestas de la mayoría de las asociaciones se quedan en la superficie.

En virtud del artículo 206 del Tratado de Lisboa, vigente desde 2009, la Comisión está obligada a “eliminar las restricciones al  comercio internacional y las inversiones extranjeras directas”. Ya se prescinde de la colaboración de los parlamentos nacionales en la confección de los “tratados de libre comercio” (TLC); estos sólo entenderán y ratificarán los llamados “acuerdos mixtos” que vayan más allá de las meras agendas comerciales. No obstante, el Consejo, que representa a los gobiernos nacionales, en virtud del art. 188 N, podrá adoptar, a propuesta del negociador, una decisión por la que se autorice la firma del acuerdo y, en su caso, su “aplicación provisional” antes de la entrada en vigor. Puesto que no se regula el supuesto de revocar esta aplicación provisional (como en el caso en que uno de los parlamentos deje de ratificar el acuerdo), esta decisión pasa a tener carácter definitivo. De este modo, ya se ha procedido en los TLC firmados con Peru y Colombia, que entraron en vigor el 1 de agosto de 2013; y el hecho de que hasta hoy no hayan sido ratificados por todos los 28 estados miembros parece no molestar a nadie.

El Partido Comunista de Luxemburgo (KPL) no para de insistir en lo importante que es reconocer la UE como la alianza  de estados imperialistas que es, que se juntaron para inculcar su voluntad a otros estados, toda vez que se trata de acceder a sus materias primas o del “libre acceso” a sus mercados y consumidores. La UE está para satisfacer los intereses del Gran Capital y lo está logrando con creces. Sería ilusorio creer que ese instrumento para favorecer los intereses del capital alguna vez podría convertirse en beneficio para los asalariados; una quimera comparable con la de un “capitalismo de rostro humano”. No puede haber capitalismo que sea malo para capital, pero bueno para los trabajadores.

Por tanto, quienes ahora se oponen a los tratados (TTIP con EEUU; CETA con Canadá y TiSA entre la UE, EEUU y 19 países más), pero no a esta UE, se quedarán cortos, puesto que precisamente mediante estos tratados la UE viene a realizar el propósito de su existencia.

Pero son muchos los que no lo quieren ver así y prefieren conservar la ilusión que los medios nutren y alimentan en cada momento De este modo cabe entender que en la manifestación del 11 de octubre de 2014 en Luxemburgo el representante del KPL era el único en señalar que en este sistema capitalista TODO lo que sucede viene a enfocar y buscar el máximo beneficio para el Gran Capital y los gigantes multi o transnacionales. El orador comunista era además el único en informar que estos tratados nacieron en el empeño norteamericano de retrasar la caída de su imperio, a causa  de su creciente déficit exterior y doméstico y endeudamiento, apoderándose de los recursos de la UE. Este imperio, que está tambaleando, tan sólo está logrando sostenerse por el hecho de que la energía (aún) se comercializa en la moneda del US$. Pero siendo esto cada vez menos el caso, cabe vislumbrar el definitivo fin de su imperio. Y es que todos los imperios habidos en la Historia acabaron sucumbiendo por haberse extralimitado.

Las fracciones de los partidos burgueses representados en el Parlamento de Luxemburgo, prácticamente equiparadas,  y con pocas matices distintivas, están a favor de los “tratados de libre comercio”, siempre y cuando no alcancen a diluir  los estándares medioambientales y gestión prudente, y siempre tras una adecuada ponderación de los riesgos y pérdidas inherentes. Y la ilusión de que esto sea factible ya no la comparte una gran parte de la ciudadanía, que comparte, empero, esa otra ilusión mayor aún que consiste en exigirle a la UE un cambio político.

Son 16 organizaciones reunidas en la “alianza luxemburguesa” contra los Tratados CETA y TTIP que vienen a exigir que se paren las negociaciones. En esta alianza participan todos los sindicatos nacionales, entre ellos, tanto el más grande, el socialdemócrata LCGB como su equivalente “cristiano”, el CGFP; el sindicato de los empleados de la banca –ALBA-; el de los empleados comunales FGFC, y otros tantos más. También están la asociación de defensa al consumidor; el círculo para la colaboración en la ayuda al desarrollo; la acción solidaria con el “Tercer Mundo” y la iniciativa “Fairtrade Luxemburgo”. De ámbito medioambiental, “Mouvement Ecologique”; “Greenpeace Luxemburgo” y la “Asociación Naturaleza y Medio Ambiente”. De entre los agricultores, la Asociación de Agricultores y viticultores Jóvenes, etc.

Se vienen a criticar muchos detalles:

Que no puede ser que los estándares en materia ambiental y de seguridad y protección, por los que durante tanto tiempo los ciudadanos de la UE tuvieron que luchar; los estándares sociales que se alcanzaron en la lucha sindical, ahora se pongan en tela de juicio de un mero plumazo.

Que no puede ser que el principio de prudencia que rige en la UE llegue a sacrificarse en el altar de los intereses de EEUU.

Que ahora toca oponerse y resistir mientras podamos, para que más adelante podamos seguir manteniendo las miradas de nuestros hijos.

Los que más críticas cosechan son las regulaciones para proteger al inversor, los tribunales de arbitraje, lo que llaman “capitalismo salvaje” y el neoliberalismo. Se celebran conferencias para informar sobre determinados aspectos parciales, pero el planteamiento sistémico apenas se pone en duda. De ahí que toda esa crítica ha de quedarse en la superficie y cabe temer que tendrá poco éxito si no es capaz de profundizar en las causas subyacentes. Ni el Gran Capital, ni su Comisión Europea se dejarán impresionar por semejantes críticas aisladas. Lo que ellos pretenden es que TTIP, CETA y TiSA entren en vigor lo antes posible.


Viñeta de Polyp (www.polyp.org.uk)



8.- Adrian Weir (secretario adjunto de la confederación de sindicatos británicos UNITE y uno de los responsables de la campaña por la libertad sindical):
"UN FALSO AMANECER. El TTIP no viene a beneficiar a los asalariados ni a sus representantes sindicales".

Durante los últimos 35 años, podíamos experimentar dos elementos consustanciales al dominio global de la economía neoliberal, elementos que tras el derrumbe de la Unión Soviética en 1991 se establecieron más sólidamente aún. El primero consiste en el intento de recuperar lo que se había perdido en el “New Deal” norteamericano en los años 30 y tras la victoria de la socialdemocracia en Europa occidental en la postguerra de siglo pasado. Con admirable éxito, el llamado “uno por cien” ha conseguido reconducir gran parte de las empresas y servicios, antaño públicos, al sector privado, lo cual en no pocas ocasiones originaba grandes desembolsos de dinero público. Y el TTIP viene a acelerar este proceso.

En segundo lugar figuran las fuerzas neoliberales que pretendieron romper el poder de los sindicatos o, cuando menos,  reducirlo al mínimo. Los sindicatos eran considerados baluarte principal en la defensa de los avances y progresos alcanzados desde 1945; desde los años 80, bajo la égida de Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en EEUU, hasta la actual política perseguida por la “Troika” en Grecia, Portugal, España e Italia, los sindicatos se han visto cada vez más presionados.

En estas circunstancias, no habría resultado desacertado ver en el proyecto del TTIP, que se debate entre la UE y EEUU, una posibilidad para mejorar los derechos laborales e intentar exportar algunos de los procedimientos ejemplares desde aquellos países europeos donde los sindicatos siguen siendo ‘agentes sociales’. Pero la realidad es que las negociaciones secretas, que ya se realizan prácticamente en todo el planeta, se proponen integrar los pueblos del mundo entero en ese pacto neoliberal favorable a los empresarios, en el que también hay que incluir el CETA, el “Comprehensive Economic and Trade Agreement”; el TiSA multilateral, el “Trade in Services Agreement” y el TPP, el “Trans-Pacific Partnership”, este último que quieren establecer los EEUU en el ámbito asiático-pacífico, excluyendo a China.

En un primer momento, eran muchos los sindicatos estadounidenses los que pensaban que el apartado del TTIP dedicado a los aspectos laborales, fuera a abrir el diálogo social con el empresariado, tal y como se acostumbra en Europa. De modo que el sindicato de los medios ‘Communication Workers of America’ alegaba que “ahora que estamos estableciendo los parámetros para una economía progresista, debiendo aumentar el compromiso de los trabajadores nacionales, también estamos esperando que las negociaciones redunden en mejorar el trato que aquí reciben los empleados de sus respectivas empresas”. Esta perspectiva fue ampliada y desarrollada por el sindicato industrial "International Association of Machinists" que declaraba: "Los negociadores deberían estipular asimismo en beneficio de cada uno de los países firmantes la asunción, realización y eficacia de los fundamentales derechos humanos, tal y como vienen reflejados en las convenciones y la jurisdicción de la OIT, la Organización Internacional del Trabajo". 

Pero resulta que los EEUU tan sólo ratificaron 14 de las 190 convenciones de la OIT, la cifra más baja en todo el mundo. Ni pusieron en vigor la convención del 87, ni del 98, que regula la organización sindical y los convenios colectivos. 24 (de 50) estados norteamericanos son estados "Right to Work", que significa que conforme a lo dispuesto en la llamada 'Taft Hartley Act' (una ley propuesta por los diputados Taft y Hartley en 1947 para regular las relaciones jurídicas entre las empresas y los trabajadores) este tipo de estados quedan, de modo legal y efectivo libres de toda influencia sindical. 

El balance negativo de los EEUU a la hora de proteger los derechos de los trabajadores mediante la ratificación de las convenciones de la OIT, es un asunto de interés público. Resulta, por tanto, deshonesto cuando la Comisión Europea declara con respecto a las básicas normas laborales de la OIT que entrarían como partes integrantes en el Tratado comercial. 

Ben Davies del sindicato norteamericano "United Steel Workers Union" declaró al respecto que los EEUU jamás iban a ratificar las convenciones centrales de OIT "mientras vivamos". También la Confederación Europea de Sindicatos CES manifiesta sus reparos acerca de la pendiente ratificación de las convenciones de OIT y la vulneración de los fundamentales derechos laborales por parte de los EEUU, en particular, los derechos de organización y de negociación colectiva.

En el mundo entero, los sindicatos y las organizaciones civiles se están movilizando contra esta nueva generación de acuerdos comerciales. Durante los preparativos a la última cumbre del G20 el pasado noviembre en la australiana Brisbane, la Confederación Sindical Internacional (CSI) hizo un llamamiento para parar las negociaciones del TTIP, justificándolo no sólo con planteamientos de derecho laboral, sino también señalando la involución social que traería consigo. El secretario general del CSI, Sharan Burrow,  dijo: "Aunque parece que un apartado del ámbito laboral irá a formar parte del TTP, el Tratado Transpacífico, con cierto grado de coercibilidad - siempre y cuando se alcance un acuerdo -, a nuestro juicio no llegaría a ser suficiente (...). Por otra parte, el apartado sobre el ámbito laboral, no cubre todas las normas laborales fundamentales (...). Ello no quiere decir que, en su caso,  no fuéramos a defender este apartado laboral, sino que resulta necesario contemplar el TTP y los efectos de otros futuros tratados comerciales sobre los trabajadores en su conjunto". 

De llegar a existir una cláusula vinculante en el texto del TTIP en protección de los derechos de los trabajadores, deberíamos mantenernos escépticos acerca de sus efectos. En el Tratado entre la UE y Canadá existe tal cláusula, pero sólo vincula a los estados firmantes, y no a los empresarios.

El artículo 28 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE pone:
"Los trabajadores y los empresarios, o sus organizaciones respectivas, de conformidad con el Derecho comunitario y con las legislaciones y prácticas nacionales, tienen derecho a negociar y celebrar convenios colectivos, y a emprender, en caso de conflicto de intereses, acciones colectivas en la defensa de sus intereses, incluida la huelga". 
Pero a la hora de verificar estos derechos en los casos Viking y Laval ante el Tribunal de Justicia de la UE, éste entendió que el derecho de libre circulación del empresario era superior al derecho de negociación colectiva y el derecho de asegurarse un convenio colectivo por medio de una huelga.

No requiere mucha fantasía  imaginarse el resultado, cuando una empresa multinacional interpone demanda alegando que sus beneficios se ven reducidos por el hecho de que la legislación nacional de un estado miembro de la UE permitiera el medio de la huelga o le obligara a cumplir con las disposiciones de un convenio colectivo. Un supuesto que además presentaría mayores complicaciones, si semejante causa fuera vista en el marco de un arbitraje de diferencias entre inversor y estado (ISDS, por sus siglas en inglés), u otro de los procedimientos contenidos en el TTIP y los demás tratados. La empresa podría demandar al estado acogiéndose a la sentencia recaída en los casos Viking y Laval para sostener su propio alegato. Y ningún sindicato, ningún trabajador tendría derecho a estar representado ni a ser escuchado. 

Ese 'etos' favorable al empresariado que determina las negociaciones sobre los tratados comerciales viene creando pues un procedimiento que deja anulada toda protección al derecho del trabajador, siempre y cuando formara parte del pertinente apartado del TTIP. En todo caso, se trata de invalidar barreras no arancelarias que restringen el comercio; se trata pues de una medida que pretende desregular y acelerar el procedimiento hasta el extremo de dejar reducidos a un mínimo el nivel de los estándares comunes.

Bajo la égida del TTIP, los trabajadores europeos y sus sindicatos habrían de temer la "coherencia regulatoria",  que sería otro  término para la nivelación hacia abajo en dirección de los estándares de los EEUU. 

A la inversa, en caso del TTP los EEUU dispondrían de los estándares más altos, de modo que en caso de este "Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico" serían los trabajadores sindicatos los que habrían de temer la referida coherencia regulatoria frente al Sureste asiático.

Un TTIP que fuera a beneficiar a los trabajadores y sus sindicatos no resulta plausible. En realidad sólo es un paso más para aumentar y concentrar el poder empresarial

Viñeta de Stefan Roth (sitio web: roth-cartoons.de)

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Kenneth Haar y Max Bank:
"A modo de resumen, una información de fondo: la Comisión Europea sigue fiel a sus principios"

En el marco de la 'Colaboración Regulatoria', los grupos empresariales recibirán un instrumentario que les permitirá poder ejercer su influencia sobre el decreto de leyes nuevas e incluso sobre los preceptos legales ya existentes. Al leer el documento filtrado, en este sentido no cabe esperar ningún cambio para mejor, sino muy probablemente todo lo contrario. Los aspectos negativos del posicionamiento de reciente aparición, podemos resumirlos en estos cuatro puntos:

1.- Sistema de alerta temprana para los lobbys empresariales.
Los lobbistas recibirán como mínimo un informe anual para saber qué proyectos regulatorios se están elaborando. En documentos anteriores se hablaba de un 'sistema de alerta temprana'; ahora se habla de 'informaciones tempranas o anticipadas acerca de los proyectos de ley'. Ya en la temprana fase preparatoria de una nueva ley, una de las "partes regulatorias" (UE o EEUU) debe brindarles a los lobbistas,  cuyos intereses pudieran ver se afectados por el proyecto ley, la oportunidad de "reaccionar". Estas reacciones "se tendrán en cuenta" a la hora de las consultas finales sobre la ley en cuestión (art. 6), con el fin de que las empresas puedan declarar a tiempo su oposición y bloquear, p. ej. proyectos destinados a impedir la comercialización de alimentos que contengan sustancias tóxicas;  el empeoramiento de las condiciones climáticas y medioambientales por parte del sector energético, etc.

2.- Ponderar las consecuencias. Ningún reglamento que perjudique a las empresas.
Los nuevos proyectos de ley se someterán a una "ponderación de las consecuencias" que responde a tres preguntas:
  1. ¿Qué relación guarda el proyecto con los instrumentos internacionales?
  2. ¿Hasta qué extremo se han incorporado en las leyes proyectadas o existentes  las regulaciones de la otra parte - EU o EEUU -?
  3. ¿Qué consecuencias tendrá la nueva ley sobre el comercio y las inversiones?
Estas preguntas se guiarán en primer lugar por los intereses de la economía, y no de la ciudadanía. Mediante este procedimiento y esa "información temprana", las empresas podrán estar seguras de que sus intereses se respetarán en el informe. Y si éste resultara contrario a ellos, habrá que reflejar las inconvenientes consecuencias sobre el comercio transatlántico. En los art. 9 y 10 del documento figura que existe el deber de dialogar. En caso de que los EEUU o los lobbys no estén conformes con una iniciativa legal alemana, podrán insistir en un intercambio de pareceres. El documento no se pronuncia sobre las consecuencias de este diálogo.

3.- El intercambio regulante. Diálogos que ayuden a las empresas a imponer sus intereses.
El modelo que los negociadores presentan a las empresas les facilita unos instrumentos para poder quejarse de un "acto jurídico previsto o proyectado" que se encontrara pendiente de aprobación (art. 9 y 10). En particular, siempre tendrá lugar un intercambio regulante, cuando una de las partes desapruebe las consecuencias del proyecto ley en cuestión sobre sus intereses comerciales. El diálogo se impone y la parte, cuya propuesta fuera criticada, deberá cooperar con la otra parte mostrándose dispuesta a responder a cualquier pregunta que se le formulara.
En un posicionamiento de diciembre de 2013, que se había filtrado, aún se hablaba que en caso de nuevos proyectos ley en los estados miembros que pudieran menoscabar el comercio, se debería dialogar con el fin de "resolver eficazmente los problemas" señalados por los lobbistas. En la nueva propuesta no se llega a concretar el modus vivendi de semejante escenario.

4.- Un potente comité para la Colaboración Regulatoria.
En adelante, a los "reguladores" se les adjudicará un papel clave. En el documento de diciembre de 2013 se refería que de la parte europea debería estar la Comisión Europea y de la parte norteamericana, los representantes de la autoridad reguladora OIRA (Office of Information on Regulatory Affairs). Dada la ya validada colaboración estrecha entre las empresas y los órganos reguladores de la UE y los EEUU, tal incremento de poder de los órganos de regulación aumentaría además la influencia de los empresarios sobre la política.
La coordinación de semejantes proyectos regulatorios en el marco del TTIP estaría en manos del ahora llamado "Regulatory Cooperation Body" RCB, que antes se llamaba "Regulatory Cooperation Council". De entre los cometidos de ese RCB estará el de "considerar seriamente" las propuestas que le llegaran desde la representación de los intereses acerca los proyectos regulatorios existentes y futuros (artículo 15).


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Fuente original en alemán: TTIP stoppen. Beilage der Tageszeitung junge Welt vom 08.04.2015. Publicado en Junge Welt, 8-4-2015. URL: www.jungewelt.de/beilage/beilage/344
Traducción al español para blogdelviejotopo: Tucholskyfan Gabi.
Fuente de esta traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es 16-4-2015.
Imágenes (foto y viñetas) y negrita: añadidos nuestros.
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir esta ficha documental, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuente en alemán).


3 comentarios:

  1. También debemos parar el TTP, el proyecto trans-pacífico

    Stop TPP | "It's NAFTA on Steroids!"

    Es hora de despertar, levantar la niebla y acabar con las mentiras y el secretismo.

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  2. A raíz de la última viñeta de Stefan Roth, que me gusta mucho, un aforismo de Georg Christoph Lichtenberg:

    La mosca que no quiere ser cazada está más segura cuando se posa en un cazamoscas...

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  3. 'L'enfant de Málaga' sacó un texto bastante didáctico: 50 preguntas y respuestas sobre el TTIP. Está bastante bien: http://agarzon.net/50-preguntas-y-respuestas-sobre-el-tratado-de-libre-comercio/ Merece la pena

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