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martes, 2 de mayo de 2017

100 días de Trump: por qué debemos temerle más que nunca. Un artículo de Patrick Cockburn.


Referencia documental
Patrick Cockburn: "100 Days of Trump: Why We Should Fear Him More Than Ever", en CounterPunch, 1 de mayo de 2017. URL fuente como hipervínculo en el título.
Traducción: Alga Roja para blog del viejo topo, 2 de mayo de 2017.
Imágenes: añadidos nuestros.

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100 días de Trump. Por qué debemos temerle más que nunca
Por Patrick Cockburn 
Traducción: blog del viejo topo


Los políticos y los medios del establishment acogen favorablemente lo que ven como el regreso del Presidente Trump a las normas de la política exterior de Estados Unidos. Dan la bienvenida a la utilización real o la amenaza de la fuerza militar en Siria, Afganistán y Corea del Norte, y alaban su nombramiento de un general alcohólico para un puesto de seguridad de alto nivel. Una característica notable de los primeros 100 días de Trump fue la forma en que la campaña para demonizar tanto a él como a su séquito como criaturas del Kremlin, se acabó tan súbitamente como se retiró de su radicalismo anterior.

En realidad, la administración Trump debe ser más temida como un peligro para la paz mundial al final de sus primeros 100 días de gobierno de lo que era al principio. Esto se debe a que Trump en la Casa Blanca ha dado poder a muchos que, lejos de ser confiables, han llevado a los EE.UU. a una serie de guerras desastrosas en Oriente Medio en la era post 9/11. No hay ninguna razón para pensar que hayan aprendido de los errores del pasado.

Esto se entiende mejor en Oriente Medio que en EE.UU. y Europa. Por ejemplo, en Bagdad, la gente está preocupada porque ven que Estados Unidos está construyendo una renovada confrontación con Irán, posiblemente incumpliendo el acuerdo nuclear con Teherán y tratando de reducir o eliminar la influencia iraní en Irak. Jim Mattis, el Secretario de Defensa y ex general de Marina, y H.R. McMaster, el asesor de Seguridad Nacional y un general con experiencia de combate en Irak, son a la vez anti-iraníes y volubles. Para los militares como McMaster, el fracaso de Estados Unidos en Irak fue innecesario y autoinfligido y tienen la intención de revertirlo.

Una confrontación entre EE.UU. e Irán es una mala noticia para Irak porque puede no ser una guerra exterior (aunque sería posible), sino que se libraría en territorio iraquí por intermediarios y aliados locales. “Irak realmente no puede soportar más violencia”, dice un comentarista iraquí, “y no habría un claro ganador”. Argumenta que la experiencia de la guerra Irán-Irak de 1980-1988, cuando los iraníes sufrieron medio millón de muertos, se grabó en las mentes de los líderes iraníes y nunca permitirán que un estado extranjero hostil como EE.UU. sea dominante en Irak.

Muchos comentaristas occidentales se alegraron del ataque con misiles de Trump en Siria el 7 de abril, interpretándolo como un regreso a la política estadounidense que exigía la salida de Assad como parte de un acuerdo de paz. Sin embargo, esta política lleva muerta mucho tiempo porque Assad no tiene ninguna razón para irse. La política sobre Siria de Trump durante la campaña electoral tenía más sentido que la de Hillary Clinton como la voz del establishment de la política exterior de Estados Unidos.

El gran dilema para los sirios corrientes y las potencias occidentales es que si Assad se va o se debilita, los principales beneficiarios serán Al Qaeda e ISIS. La elección es entre algo muy malo y algo peor. Ha habido muchos esfuerzos propagandísticos para pretender hacer creer que la oposición armada siria no está mayoritariamente dirigida por grupos salafistas-yihadistas. Sin embargo, estos intentos fracasan en la medida en que Jabhat al-Nusr, que es propenso a los cambios de nombre, barre a sus últimos oponentes en el norte de Siria.

Un punto fuerte de la propaganda ha sido afirmar que el gobierno sirio es o bien un cómplice de Isis o bien no hace nada para combatirlo. Pero esto se contradice con un nuevo análisis realizado por el Grupo de Seguimiento de IHS Markit, que revela que en el último año ISIS ha combatido a las fuerzas del gobierno sirio más que cualquier otro oponente. El 1 de abril de 2016 y 31 de marzo de 2017 de marzo, el 43 por ciento de los combates del ISIS en Siria han sido contra las fuerzas de Assad, el 17 por ciento contra las Fuerzas Democráticas Sirias respaldadas por Estados Unidos pero dominadas por los kurdos, y el 40 por ciento contra otros grupos, intermediarios turcos reforzados por el ejército turco en el norte de Alepo.

“Es una realidad incómoda que cualquier acción tomada por Estados Unidos para debilitar al gobierno sirio involuntariamente beneficiaría al Estado islámico y otros grupos yihadistas”, dice Columb Strack, analista de Oriente Medio de IHS Markit. “El gobierno sirio es esencialmente el yunque del martillo de la coalición encabezada por Estados Unidos. Mientras que las fuerzas respaldadas por Estados Unidos rodean Raqqa, el Estado Islámico se dedica a la intensa lucha con el Gobierno sirio alrededor de Palmira y en otras partes de las provincias de Homs y Deir al-Zour”. Si ISIS capturase Deir al-Zour, la ciudad más grande en el este de Siria, se fortalecería aunque perdiese Raqqa y Mosul.

La administración Trump dice que su prioridad sigue siendo eliminar el ISIS y nadie discrepa abiertamente con esto. Pero la resurgente influencia de la política exterior de Estados Unidos junto con Israel y los neoconservadores, a pesar de su pésimo historial en Irak y Siria, es una buena noticia para ISIS. Washington busca relaciones más estrechas con los estados sunitas como Turquía y Arabia Saudí, que tienen vínculos oscuros con grupos salafistas-yihadistas y que estaban en desacuerdo con el presidente Obama.

Las personas y las políticas que ganan influencia en la toma de decisiones de la administración Trump, son los mismos que ayudaron a convertir la región de Oriente Próximo, desde el Hindu Kush al Sáhara, en un escenario de guerra sin fin. No tienen idea de cómo poner fin a estos conflictos, y no muestran deseos de hacerlo.

Hay una razón más general para que Washington pueda en el futuro inclinarse por el empleo de la amenaza o el uso de la fuerza militar para proyectar su poder. Es porque su poder político, económico e ideológico está disminuyendo en relación con el resto del mundo. Estuvo en su apogeo entre el colapso de la Unión Soviética en 1991 y la crisis financiera de 2007-8. El ascenso de China y el regreso de Rusia como un actor internacional, limita su capacidad para actuar unilateralmente. La elección de Trump es la prueba de una sociedad profundamente dividida.

Como potencia militar, EE.UU. todavía puede reclamar su predominio: el escarnio internacional de Trump se acalló rápidamente cuando disparó 59 misiles Tomahawk en Siria, dejó caer una gran bomba en Afganistán y afirmó, aunque resultó ser falso, que una armada de Estados Unidos se dirigía hacia Corea del Norte. La lección de las últimos intervenciones exteriores de Estados Unidos es que es difícil convertir el poder militar en beneficios políticos, pero esto no significa que Washington no intente hacerlo.

Trump habrá aprendido durante el último mes que el mínimo ruido de sables en el extranjero produce grandes dividendos políticos en el país. Los líderes de todas las épocas han tenido la tentación de organizar una pequeña y corta guerra exitosa para movilizar al país con ellos. Con frecuencia lo han conseguido de forma absoluta y autodestructivamente mala y estas guerras han resultado ser grandes, largas y fracasadas.

Trump hizo campaña como un aislacionista, lo que debería protegerle de desventuras extranjeras, pero nunca se ha rodeado de aislacionistas. Los arquitectos de las fallidas intervenciones militares estadounidenses desde Afganistán todavía se mantienen. Quítale a Trump su aislacionismo y lo que queda es un bravucón patriotero que presume del regreso a la grandeza de América. En futuras crisis, estos dos impulsos harán más difícil el compromiso y la guerra más probable.

Patrick Cockburn, CounterPunch
Traducción: blog del viejo topo

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6 comentarios:

  1. Este buen artículo no me ha hecho cambiar de opinión de cuando fue elegido Trump, más bien me ha reafirmado en mí idea de que el nuevo emperador es un tremendo peligro para la paz tanto o más que lo hubiera sido la emperatriz Clinton. Bueno, lo que llamamos paz a pesar de las muchas 'guerras de baja intensidad' que nos asolan. Si a todo problema interno que se vaya encontrando (y uno de sus mayores problemas parece ser la opinión pública reflejada tanto en los medios de comunicación que le apoyan, como en los que le critican de forma personal, más que otra cosa) la solución la va a buscar bombardeando algún lejano lugar incluido en el eje del mal o alardeando de arsenal atómico listo para ser utilizado a la más mínima situación supuestamente adversa o remotamente peligrosa, en cualquier momento la lía parda, más aún sus acólitos (o amigos o colegas) con poder, porque o están controlados por verdaderos profesionales capaces de medir las consecuencias reales o hay que echarse a temblar casi tanto como el pulso de aquellos que no se tomen un copazo de güisqui antes del zumo de naranja y los cereales.
    A cada semana que pase se irán haciendo más fuertes, se engallarán y les puede surgir la necesidad de demostrar que tienen los cohetes más largos y duros que Putin, aunque sea dando un rodeo por Corea del Norte o por el Oriente más o menos pacificado por la OTAN. Esa idea que se maneja entre algunos analistas de la bienintencionada izquierda de que los USA nunca atacan a enemigos que puedan tener capacidad de respuesta, no sé si se la pasarán por el forro de la falta de neuronas activas. Qué peligro. Incluso dan verdadero miedo. Ojalá que las cabezas rectoras del complejo político-empresarial-militar-financiero que domina el Imperio sean capaces de controlar al emperador y sus muchachos. ¿Existen? Sí, debemos suponer que Trump and Cía no son los jefes, sólo las marionetas de la gran burguesía. la de verdad. Claro, que los cordeles con los que funcionan los títeres y fantoches también se lían, se anudan, se rompen y no se dejan controlar.
    Yo había pensado en mandar a Washington D. C. unas cajas de buen orujo que, demostrado está, es muchísimo mejor y más efectivo que el güisqui para controlar el botón rojo y el teléfono rojo y el odio a los rojos, pero casi mejor me lo bebo yo. Total, van a hacer lo que les salga talmente de ahí.

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  2. Gracias por la traducción!!
    El art. también lo publica el 'Independent' con unas viñetas que no tienen pérdida

    http://www.independent.co.uk/voices/donald-trump-100-days-in-office-foreign-policy-war-air-strikes-syria-afghanistan-north-korea-a7707946.html

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  3. El problema de los EE. UU. es que primero la guerra de Corea, que quedó en empate, y después la de Vietnam, con tremenda derrota, hizo que les quedara un cierto complejo de inferioridad. De ahí muchas intervenciones, prácticamente absurdas, como la invasión de Granada, para demostrar que son los más poderosos.
    Esta tesis, con la que estoy de acuerdo, es la que defiende Howard Zinn en "La otra historia de los Estados Unidos".
    Y desde la crisis de 2001, que está todavía por ver lo que hubo detrás de los de las Torres Gemelas, están dispuestos a armarla dónde sea para demostrar que son los más poderosos. Eso, mucho me temo, nos va a llevar inevitablemente a crisis muy peligrosas. Sea con Trump o con Clinton se hará lo mismo. Quién manda de verdad es quién manda de verdad.

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  4. Creo que es un artículo interesante con información veraz pero que tiene un punto discutible, me refiero concretamente a las frases "El gran dilema para los sirios corrientes y las potencias occidentales es que si Assad se va o se debilita, los principales beneficiarios serán Al Qaeda e ISIS. La elección es entre algo muy malo y algo peor". El señor Cockburn es muy dueño de tener la opinión que desee sobre el legítimo presidente sirio que, sin duda, habrá cometido errores en su mandato, pero no es quien para interpretar que los millones de sirios que lo apoyan lo hayan hecho eligiendo entre "lo muy malo y lo peor"; que Assad no le guste a Cockburn no tiene proque presuponer que los muchos Sirios que apoyan a su presidente compartan necesariamente esa opinión.
    Saludos

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    1. Sí, en efecto no es una frase afortunada. Creo que se tradujo correctamente (en inglés dice "The choice is between very bad and even worse").
      Patrick Cockburn es analista interesante con sus luces y sus sombras. Suele escribir en medios como CounterPounch y evidentemente es difícil estar siempre de acuerdo en todo en lo que alguien pueda escribir.
      Que yo recuerde es el primer artículo que se traduce de Patrick Cockburn en este blog. En noviembre nos planteamos traducir otro suyo, titulado "De Alepo sale más propaganda que noticias", en el que básicamente tocaba el tema de cómo el yihadismo estaba actuando de fuente de información de los medios occidentales. Sin embargo en aquel artículo había algún enfoque que me parecía poco convincente y finalmente se hizo una traducción parcial de lo más interesante, a la que añadimos un comentario crítico final (está en http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2016/12/de-alepo-sale-mas-propaganda-que.html ).
      Personalmente tengo claro que Siria es un país soberano, que el gobierno sirio es legítimo y que sufre el acoso de una salvaje agresión imperialista, y que por tanto la izquierda internacional debe cerrar filas con el gobierno sirio (guste o no guste Asad, que eso es otro tema que no debe mezclarse para no crear confusión). En este blog por activa y pasiva ya nos hemos definido muchas veces y nuestra postura es muy clara. Cualquier crítica que se le pueda hacer a Asad (y se le podrían hacer muchas, empezando por el giro neoliberal que activó a comienzos de la década pasada y que fue elogiado por el FMI y el BM y criticado por los comunistas sirios)... cualquier crítica, en las actuales circunstancias debe quedar en un segundo plano porque no debemos distraer la atención con lo más importante: la agresión imperialista que sufre Siria. Es mi opinión. Y el día que a Siria se la deje en paz, entonces quizás entraremos en críticas necesarias.
      Volviendo a lo que apuntas, es verdad que interpretar las razones de los sirios cuando votan, sin tener pruebas empíricas que sustenten el juicio o valoración emitida, tiene la misma validez que una opinión de charla de café. ¡Pero ojo!, es legítimo emitir esa opinión: ¿cómo no va a serlo? Puedes decir: "no está fundamentada" (admisible); o "es una afirmación gratuita" (admisible); o "no tiene en cuenta la voluntad popular expresada y las razones q la fundamentan" (admisible) o puedes decirlo de muchas formas, pero creo que no se le puede decir a alguien "usted es nadie para interpretar". Sobre todo porque el "enemigo" te podría devolver la pelota, diciendo que se aplique lo mismo a los millones que votaron por Trump, antes por Obama, o por Rajoy... etc.
      Menudo rollo me ha salido. Disculpa por el ladrillo. Lo importante: que sí, que tienes razón en que es una afirmación poco afortunada :-)
      Saludos

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    2. No hay nada que disculpar en absoluto, además, estoy de acuerdo con lo que dices. Por otro lado, y pidiendo perdón por cambiar de tema, para los que no dominamos en profundidad el idioma inglés-como es desgraciadamente mi caso-existe un interesante libro de otra colaboradora de "counterpunch" traducido al portugués y editado en Portugal el año pasado, concretamente se titula "Hillary Clinton a rainha do caos" y sua autora es la periodista Diana Jonhstone, que yo sepa no hay edición en Español y cito la versión portuguesa para el caso de que pueda haber personas a las que resulte de más fácil la lectura del libro traducido que el original inglés.
      Saludos

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