Imagen: The kingdom of sheep - Mountain Pass San Boldo (Italia).
De pixdaus.com por jchip.
La entrada del blog "Las lentejas de Pablo Iglesias. Éramos pocos y parió la abuela", ha levantado no pocas ampollas y también no pocos comentarios escritos desde la irritación. Me quedo con muchos detalles, pero subrayo ahora uno de un comentario de C.D., que decía -entre otras cosas-: "Pablo [Iglesias] tiene carisma cosa que no tiene para nada Cayo Lara". Me vino a la cabeza un tuit de @Vjuanes56 que afirmaba "Pablo Iglesias o la erótica de la televisión".
Dice el diccionario de la RAE sobre el vocablo carisma:
1. m. Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar.
2. m. Rel. Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad.
Es curioso que una de las acepciones se relacione con la Religión. Pero no resulta extraño. La persona dotada de carisma, ejerce tal seducción y fascinación que el componente racional en la masa queda relegado a un segundo plano, de forma que la credibilidad que despierta el carismático acaba basándose en una cuestión de fe, ese componente que articula universalmente el fenómeno religioso.
En el teatro de la política, desgraciadamente se recurre en exceso al carisma como factor de elección. Hay que reconocer que da resultado político inmediato. En buena parte, el modelo se basa en la política de la seducción. Sin ello no habría existido un Adolfo Suárez, ni un Felipe González. Fueron un producto del carisma, igual que otros muchos.
En tanto que seducción, el carisma es generador de frivolidad y superficialidad políticas. Combinado con otros factores puede provocar déficit de masa crítica y actuar como inhibidor del desarrollo de la conciencia crítica, al inmovilizar al sujeto en su estado de seducción, en un estado de rapto de la razón. Abundan los ejemplos de esto. Sucede incluso con personas carismáticas muy racionales en su discurso. Vayamos al caso de Anguita. Es un político carismático y que al mismo tiempo transmite contenidos profundos, lúcidos y cargados de racionalidad, y además de forma didáctica; sin embargo, esto no significa que todos aquellos que se encuentran seducidos por su figura lleguen a entender y a asumir lo que Julio Anguita transmite. Mucha gente me dice 'me encanta Julio Anguita', pero si pregunto 'qué ideas te gustan exactamente'... no pocos se quedan con la mente en blanco. Por supuesto, en otros casos es lo contrario, no pretendo incurrir en el maximalismo.
Berlusconi, el carismático Cavaliere |
Si nos vamos a un extremo, algunos fenómenos detestables como el nacional-socialismo, fueron posibles -entre otros muchos factores- por la existencia de un líder extremadamente carismático, capaz de generar un tipo de sentimiento en la masa que acabó por destruir cualquier indicio de racionalidad humana. Hitler, igual que Benito Mussolini, son casos extremos de esta anulación de la razón provocada por la seducción de las masas. En el caso de Hitler, el fenómeno fue reflejado de forma magistral por la genial -realmente era un genio excepcional y único en su trabajo- documentalista Leni Riefenstahln en Der Sieg des Glaubens (Victoria de fe, 1933) y Triumph des Willens (El triunfo de la voluntad, 1934).
En mi respuesta al comentario de C.D, en la citada entrada, decía que en política existen dos grandes vías a seguir por parte de una organización, a la hora de presentarse antes los ciudadanos:
A) Está la postura de los que pensamos que lo que tiene que ir por delante son siempre las ideas y los programas, lo cual a su vez implica un diagnóstico previo y riguroso de la realidad que siempre se lleva a cabo en el marco de modelos teóricos e ideológicos. Esto debe ser algo colectivo, pensamos los que defendemos esta vía. Es decir, es una tarea que todos los que integran una formación política deben realizar, entender y asumir, con el propósito, a su vez, de ser transmitido posteriormente al electorado y formar parte del corpus de ideas que trazan la hoja de ruta para la acción política.
Una vez fijado lo anterior, es cuando una organización política debe plantearse cuáles son las personas idóneas para defender tales ideas y programas, pero ya como algo secundario en relación con lo primero.
En ese segundo nivel, el carisma tan siquiera es lo que sigue por orden de importancia. En mi opinión primero van otros aspectos, como por ejemplo: la honestidad, el compromiso con las ideas aprobadas por la mayoría, la capacidad para negociar, para mediar en conflictos, etc. Y luego, a mayores, finalmente, si encima esas personas tienen carisma, entonces estupendo. Es algo que pongo al final en la lista de prioridades. Es decir, las ideas y la racionalidad anteceden a todo.
B) Está la postura que considera que la política es cuestión de personas, de nombres, de carismas. Las ideas, los programas, los contenidos.... quedan relegados a un segundo plano, oscurecido por ese requerimiento de la cualidad carismática. Si nos fijamos, esta es la postura mayoritaria en la sociedad en la que vivimos, de ahí que el componente de irracionalidad política sea tan dominante. Por eso nos pasamos la vida discutiendo si esta persona vale o no vale, si hay que renovar las caras, si hay dejar paso o no a gente nueva... Desgraciadamente, en esta discusión social se discute muy poco de ideas concretas y programas. El resultado suele ser el gatopardismo: un lavado de imagen y más de lo mismo, ya que las ideas y programas siguen siendo los mismos sustancialmente. Un líder por otro, un salvador por otro, un carismático que ilusione (de "ilusión" como "imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad", wordreference) en lugar del que ya no ilusiona... pero el escenario se mantiene intacto. No discutimos sobre la obra que se representa sobre aquél, acerca del guión, la trama, objetivos.... sino apenas sobre la interpretación de los actores.
El principal problema al que se enfrenta la izquierda es a la ausencia de masa crítica, como decía hace tiempo un compañero forero. Tanto es así, que aun en el caso en que la izquierda llegase al gobierno, sin masa crítica está condenada a fracasar. Si aspiramos a transformar la realidad, no llega con alcanzar el gobierno: en ausencia de masa crítica detrás, apoyando y movilizándose, concienciada de la necesidad de implementar cambios que conduzcan a la superación del capitalismo..., cualquier gobierno de izquierdas fracasará; apenas desempeñará un gris papel de capataz sistémico del rancho o cortijo con contrato de cuatro años. De ahí la necesidad de que las ideas y los programas vayan siempre por delante y que centren la atención de la gente por encima de cualquier otra circunstancia.
Por desgracia, parecemos condenados a vivir en un sistema en el que la dinámica del programa televisivo Gran Hermano se extiende al teatro de la política, dominado por líderes de pasarela televisiva y por la seducción irracional de las masas. Nuestro tiempo es el tiempo de la frivolidad política.
Lo malo es que en épocas de crisis como la nuestra, de anomia social, de anti-política, de exuberante fragancia post-moderna... siempre existe el riesgo que aparezca por el horizonte un líder carismático salvador saludando brazo en alto. Aprendamos, por favor, de la experiencia histórica.
#Sumando
ResponderEliminarMasa crítica pero no a cualquier precio. IU consigue aglutinar votos de una izquierda amplia evitando los estigmas que puedan quedar sobre palabras como comunismo, estatalizar, ... Lo bueno de que no se eternicen los coordinadores de IU es a la vez lo malo para conseguir arrastrar voto en el sistema actual. El líder en el cartel (carismático, populista, mediático o tonto útil) es en buena medida el que decide el voto de una parte importante de los electores. La continuidad y el mantenimiento de una línea ideológica amplia y con vocación social es lo que hace mantenerse en pie al proyecto de IU, que no se hundió como algunos vatcinaban al irse Anguita o Llamazares de la coordinación. Opino como he visto en algún otro comentario que el debate estéril de quién divide o de las etiquetas e "ismos" lejos de interesar aburre a quién legítimamente busca en la izquierda el discurso razonado yque aporta alternativas viables e imaginativas a la socialdemocracia cada vez más encantada de reconocerse en las migajas del neoliberalismo. Ese discurso asoma un poco ahora en los medios, y lo traen personas jóvenes con coleta, o piercings o barba progre que con un poco de suerte están lejos de ser seducidos y fagocitados de inmediato por los aparatos de partidos, instituciones o poderes fácticos. Aprovechar su tirón para traducir la masa crítica informada y huérfana en un bloque de izquierda en las instituciones es una oportunidad (no oportunismo) que IU puede y debe facilitar para consolidar el espacio electoral donde quepan las aspiraciones de tantos por una estructura social más justa que mire por las personas.
IU y los que se pueden sumar se parecen a las personas, aún lo creo, el resto de políticos se parecen unos a otros.
Qué razón tienes cuando hablas de anomia social, de anti-política, de exuberante fragancia post-moderna....
ResponderEliminarExcelente artículo
Para quien le interese el tema del liderazgo carismático y sea profano, sugiero una lectura introductoria: "El concepto de liderazgo político carismático: Populismo e identidades", de Blanca Deusdad (Departamento de Teoría Sociológica, Universidad de Barcelona), en:
ResponderEliminarhttp://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S1012-15872003000200002&script=sci_arttext
Entre los clásicos, obviamente hay que ir a WEBER (Economía y sociedad, en FCE).