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lunes, 5 de octubre de 2015

La guerra ideológica no se gana o se pierde en las urnas. La peligrosa miopía de la izquierda.


Philémon Shivar: Le pianiste, de su serie "La Chambre Orange". El personaje de esta serie surrealista de Shivar, vive confinado en una habitación naranja, en la que se recrea un mundo ficticio, de ilusiones tomadas como reales. No deja de ser una metáfora de la sociedad en la que vivimos: la democracia burguesa bien pudiera formar parte de esa habitación naranja de Philémon Shivar (un artista que me gusta especialmente; puedes ver su galería en Flickr pulsando aquí).,


La guerra ideológica no se gana o se pierde en las urnas. ¡Menuda perogrullada...!, ¿verdad? Entonces, si al mismo tiempo estamos de acuerdo en que la guerra ideológica es decisiva en relación con la transformación social a la que aspira la izquierda, ¿por qué ésta centra todas (o casi todas) sus energías en la agenda electoral, despreciando la lucha ideológica, la cual trasciende el cortoplacista marco electoral? ¿Será que la izquierda sufre de miopía?

En una democracia burguesa, uno de los mayores éxitos de la ideología dominante es convencer a la opinión pública del papel performativo real de las urnas. La voluntad electoral decide las líneas políticas maestras que han de regir el destino de la sociedad: tal es lo que el Poder quiere que pensemos. pero en absoluto es así. Se trata de una ilusión tomada como real.

En realidad, tales líneas maestras son diseñadas en la sombra por los poderes económicos. Luego se busca a los capataces adecuados para su implementación y desarrollo. La ingeniería política, mediante un cuidadoso manejo de los medios de comunicación de masas, se encargará de que la elección de los capataces adquiera la legitimidad oportuna en las urnas, requisito imprescindible para que la ilusión de la democracia burguesa se siga viviendo como algo real y existente. El blindaje del sistema se basa en el control de las diversas alternativas electorales, ya que no es suficiente ejercer la tutela sobre la opción con más posibilidades, sino que también se impone la tutela sobre la segunda, la tercera... De esta forma se neutraliza el riesgo derivado de una hipotética alianza de fuerzas secundarias que pudiera llegar a ser una amenaza para el status quo. En otras palabras, para el orden dominante no basta controlar el gobierno de turno, sino que es necesario también controlar la oposición.

En situación de inestabilidad social, la creación y potenciación de alternativas políticas domesticadas resulta habitual. El mejor ejemplo lo tenemos en la España actual, donde la crisis del bipartidismo se ha resuelto potenciando alternativas inocuas que vienen a reproducir los mismos principios en los que se ha basado el bipartidismo. Ha sido suficiente una incisiva estrategia mediática para colocar sobre el escenario dos fuerzas capaces de parchear la brecha creada por el desgaste del dualismo PP-PSOE: Ciudadanos y Podemos. La jugada ha resultado ser magistral, ya que además con Podemos se ha conseguido que Izquierda Unida se haya apuntado al mismo juego, abandonando el giro a la izquierda que hace cuatro años condujo a la formación a situarse cada vez más en coordenadas anticapitalistas. De esta forma, pese a la crisis y al deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora, el sistema mantiene todo su blindaje, habiendo asegurado la domesticación política de las fuerzas con opciones de representación parlamentaria. Game Over: el Poder vuelve a ganar.

Ahora bien, la eficacia de todas estas dinámicas que requieren de ingeniería política, se basan en el dominio aplastante de la ideología dominante. La dominación ideológica es previa a cualquier ejercicio electoral, es requisito apriori, y condición necesaria y suficiente. De manera que lo que el discurso del Poder define como voluntad del ciudadano expresada "libremente" en las urnas, no deja de ser una especie de test en el que se verifica la adecuada asimilación de la ideas "políticamente correctas". Por ello lo que sucede en las urnas tiene escasa relevancia en la guerra ideológica que mantiene el anticapitalismo (lamentablemente residual) contra el sistema. Lo que sucede en las urnas no deja de ser una consecuencia de esa contienda previa y omnipresente.

Aunque esto no deja de ser una perogrullada como dije antes, obliga a plantearnos que la guerra ideológica contra el capital va más allá de las urnas y es independiente de las citas electorales. Sin embargo, en tanto que la izquierda centra mayoritariamente sus energías en batallas electorales, destinadas a alcanzar parcelas de poder minifundista institucional (que, llegado el momento, no le permitirán más que ejercer de capataz de rostro amable del cortijo), se imposibilita la atención a una lucha ideológica que debiera tomar forma de una guerra de guerrillas en el trabajo, en el barrio, en la calle... La izquierda centra toda su artillería, su energía y tiempo allí precisamente donde el Poder le marca como objetivo porque le conviene (las urnas). Mientras que la izquierda permanezca liderada por personas que priorizan sentarse en un parlamento por encima de objetivos tales como el de tratar de incrementar la masa crítica, la militancia, la formación de cuadros, la movilización, la contra-información, la socialización política alternativa, etc., la inanición política será una constante. El cortoplacismo abrumador implantado en las cúpulas políticas de la izquierda imposibilita el avance real a medio y largo plazo.

La principal tarea de la izquierda transfomadora debe ser subversiva y centrarse en la guerra ideológica, ya que ahí es donde se decide todo. Por el contrario, el ciudadanismo, la transversalidad, el interclasismo, el discurso político atrápalotodo que puede ser utilizado por un partido u otro sin que se aprecie la diferencia... no solo impide dar esa batalla, sino que acaba provocando un retroceso ideológico, que es lo que ha pasado en España en los últimos tiempos. Y si hay que señalar un responsable de esta deriva, personalmente yo lo tengo claro: son los líderes, cúpulas políticas, miembros de los aparatos de los partidos de izquierda, cuyo cortoplacismo solo les beneficia a ellos al satisfacer sus ambiciones políticas personales más o menos disimuladas. Mal que nos pese, muchos de nuestros líderes forman parte de la industria política con la que la democracia burguesa domestica voluntades. Ellos te hablarán de que las cosas se cambian desde el poder institucional, obviando que el poder popular primero se construye en la calle, en el puesto de trabajo, en el barrio (claro que esto otro no te permite vivir de la política).

La guerra ideológica no se gana o se pierde en las urnas, pero quienes controlan el destino de la izquierda desde cargos a los que se encadenan y agarran, no quieren enterarse de algo que en sí es una perogrullada.



8 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Esta otra mejor:
    «Al no haber una alternativa real y estar el comunismo desacreditado en el imaginario social, procede la formación de ese "Partido Imperialista Constitucional" que preconizo: para la consecución de una "Sociedad de Derecho Auténtica" (anticapitalista internacional solidaria, en la que sea posible la paz universal, la salud, el bienestar, la belleza y la seguridad para la vida, y la libertad generalizadas).
    »Nos daríamos a conocer al tiempo de poner las mesas para hacer el llamado a la formación de ese necesario partido, y después se debería ir por las ciudades y pueblos, casa por casa, explicando a la gente por qué una vez erigidos en grande fuerza electoral, en caso de que conviniese se podrían forzar nuevas elecciones, dado que no hay en realidad otra alternativa más conveniente que esta que se les expone en forma de "Propuestas Políticas para la Construcción del Futuro" que se deberán explicar.
    »Esta es la idea que contrapongo a la vuestra de formar con el PCOE, porque la considero una forma más rápida y eficaz para la consecución de esa tan necesaria escisión de la historia. Para comenzar a escribirla nosotros en lugar de los católicos de las diversas religiones, en pro del hombre nuevo que es posible y deseable formar si la actual humanidad −irreversiblemente disminuida por la alienación mediático religiosa e inherente pobreza espiritual del medio en que se desarrolla-, aceptase servir de puente hacia esa otra humanidad futura, puesta en disposición de defender, con conocimiento de causa, una sociedad de derechos auténtica, gracias a formarse por la democracia directa en las asambleas, el arte auténtico como la auténtica metafísica educadora (porque la otra al uso es únicamente formar peones diplomados) y mediante la "Iglesia Educacional Laica" que preconizo como la única que, conjuntamente con las asambleas y el arte, nos puede formar a la humanidad para ganar la tierra para nosotros, dejándole el cielo a los farsantes que de tales comedias sacerdotales se sirven para alienar a las masas de las más diversas naciones.
    »Yo puedo ser vuestro guía si es que me queréis a tales efectos. Para ello procedería comenzar a tratar sobre este tema (antes de que decidan asesinarme los fascistas), si así lo deseáis, con la agilidad sólo posible mediante la palabra.»

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  3. ¿la alternativa es pasar de las elecciones?

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    1. No he dicho eso. Lo que sostengo es que la mayor parte de la energía de la izquierda se centra en elecciones. Hay vida más allá de las urnas y de hecho la guerra ideológica se libra en otros ámbitos.

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    2. Si más clarito no puede estar: lucha electoral sí; pero lucha ideológica, también, y además, continua. :-)

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  4. Este artículo se mete por el ojo de la aguja,,,,pa señalá a grandes rasgos a los granujas. Ideologizado y penetrante análisis. Da en la tecla, sí señor

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  5. El artículo apunta en la dirección correcta a seguir, así como en parte de las causas que nos ha traido hasta aquí.Sin embargo,debemos tener en cuenta que ya antes de la implosión de la Unión Soviética,el abadono de la lucha ideológica y la formación polìtica era una realidad.¿Como se llegó a esto? En mi opinión,como consecuencia del largo periodo de crecimiento económico del llamado Primer Mundo,las masas trabajadoras en paralelo con sus dirigentes,creyeron haber llegado al mejor de los mundos posibles, y además de forma definitiva;sin posibilidad alguna de perder lo conquistado.Esto trajo consigo la asunción de los valores y concepción del mundo burgueses.Ahora, hay que empezar de nuevo en la dirección que apunta el artículo.

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  6. Muy bueno. Lo saben.Son conscientes y Ni p. Caso haran.

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