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domingo, 23 de noviembre de 2014

La democracia no es ningún descubrimiento europeo (Thomas Wagner). Comentario del blog.



Deliberaciones en un consejo iroqués.
Pintura de Jody Tyler. Imagen tomada de Pinterest.


Referencia y nota documental del artículo:
Publicado en revista Sin Permiso, el 6-3-11. Traducción de Àngel Ferrero del texto original publicado en alemán en Der Freitag, 28 febrero 2011.
La cursiva es del original traducido y publicado en Sin Permiso. Negrita e imágenes son añadidos nuestros, igual que el comentario final y las notas sobre Thomas Wagner.
Modificaciones del texto: hemos efectuado algún cambio irrelevante y puntual en la sintaxis del texto traducido.

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La democracia no es ningún descubrimiento europeo
Thomas Wagner

El colonialismo no ha desaparecido todavía de la teoría política, como demuestran las reservas hacia la voluntad democrática del mundo árabe. En este artículo, Thomas Wagner muestra la influencia que los iroqueses –una nación india que, por cierto, interesó superlativamente a Charles Darwin y a Karl Marx— tuvieron sobre los demócratas radicales y las feministas estadounidenses.


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Viendo la cadena ininterrumpida de levantamientos populares en el mundo árabe, muchos observadores en el mundo occidental se preguntan: “Pero, ¿puede ser verdad?” Incluso generaciones después de la emancipación de estos pueblos del opresor yugo europeo, sobre estos pueblos soberanos proyecta su sombra el persistente prejuicio de que la democracia es un descubrimiento exclusivo del hemisferio occidental y que sólo él entiende realmente, de que los países orientales están condenados en un futuro próximo a seguir reformas que conducirán a nuevas formas de gobierno despóticas.

Que el escepticismo hacia la voluntad democrática de la población árabe acaba trocando en las caricaturas coloniales que siguen transmitiendo hasta la fecha muchas teorías políticas y culturales es algo que mostró hace años Edward Said en su conocido estudio sobre el tema, Orientalismo . A ellos súmanse además el discurso de la lucha de culturas, del choque de “el Islam” con “el” mundo occidental, de la supuesta civilización contra la supuesta barbarie.

Prueba de ello son las identidades fijadas, resultado de una larga evolución histórica, a menudo apenas instantáneas en un flujo constante de nuevas mezclas culturales. Sobre ello han llamado la atención Ilia Troyánov y Ranjit Hoskote en su ensayo Kampfabsage (2007). Lo mismo vale también para la democracia, cuyo significado y práctica Occidente no puede de ningún modo reclamar como propia.

El pensamiento político en Norteamérica, por ejemplo, estuvo desde el siglo XVIII y durante generaciones marcado por las duraderas relaciones de intercambio económicas y diplomáticas entre los colonos ingleses y las sociedades indígenas. En la llamada “diplomacia de bosque” (Waldlanddiplomatie), los recién llegados aprendieron que a quienes llamaban salvajes eran capaces de vivir comunidades y confederaciones ordenadas sin jefe ni estado. La experiencia desembocó en una “fascinación por los indios” republicana que espoleó considerablemente los anhelos de independencia de los revolucionarios contra la madre patria inglesa.

Aún décadas después las sufragistas estadounidenses tuvieron en cuenta la influencia de las mujeres indias en las sociedades “salvajes” para poner en práctica sus demandas de igualdad política y jurídica en la “civilización”. A finales de un intenso debate de casi 20 años sobre la influencia de los iroqueses en la constitución estadounidense la pregunta dejó de ser si hubo alguna influencia para convertirse en hasta qué punto tuvo efecto realmente en la historia de las ideas políticas.

El tema experimentó un renovado interés con los esfuerzos de la actual teoría política por aprender de la experiencia histórica de la solución, en América del norte, de los conflictos entre los nuevos estados formados por colonos europeos y las minorías que vivían en aquellos mismos territorios. 

La politóloga feminista Iris Marion Young, fallecida hace unos pocos años, reforzó esta idea en su último libro Global Challenges (2007), y a través de la discusión de influyentes tesis sobre la comprensión de la democracia, amplió y pluralizó claramente este debate en los Estados Unidos. El punto de vista híbrido de la historia política abre oportunidades para superar las dicotomías creadas por el dominio colonial entre los etiquetados como “salvajes” y los “civilizados” y la categorización como enemigo subsiguiente.

La lucha de los actuales iroqueses y otras sociedades indígenas en Canadá en los años noventa impulsó al filósofo James Tully a desarrollar una teoría política propia sobre la libertad, cuya decidida dirección antiimperialista dejó clara en su libro Politische Philosophie als kritische Praxis (Filosofía política como praxis crítica) (2009). Todos estos autores se despiden finalmente de la idea de que Occidente tiene la responsabilidad exclusiva en materia de democracia.

Thomas Wagner
Traducción de Àngel Ferrero
Publicado en revista Sin Permiso, (6-3-11)
Fuente en alemán: Der Freitag, 28-2-11.

Iroqueses en Buffalo, Nueva York, 1914. Fotografía de William Alexander Drennan, perteneciente al fondo de la Library of Congress

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Comentario del blog del viejo topo

"El sufragio universal para las mujeres y los hombres, el modelo de estados sin estado que llamamos federalismo, la costumbre de tratar a los jefes como servidores del pueblo y no como sus señores, la insistencia en que la comunidad debe respetar la diversidad de los hombres y de sus sueños - todas esas cosas formaban parte del estilo de vida americano antes de la llegada de Colón"
Thomas Wagner, Irokesen und Demokratie, pág. 248.


Thomas Wagner
Thomas Wagner (Rheinberg, 1967) es un sociólogo cultural alemán, lo más parecido que puede haber a un antropólogo en Alemania. También es conocido como escritor freelance para prensa como Junge Welt, Die Zeit, Süddeutsche Zeitung, Frankfurter Rundschau, Der Freitag, Neues Deutschland, Neue Zürcher Zeitung, Wespennest, Taz, Graswurzelrevolution, etc.

Entre las obras publicadas por Thomas Wagner, figura un libro editado en 2004 (por LIT Verlag, Münster / Berlin), con el título Irokesen und Demokratie. Ein Beitrag zur Soziologie interkultureller Kommunikation (Los iroqueses y la democracia. Una contribución a la sociología de la comunicación intercultural). El artículo hace referencia a este libro. En su obra, Wagner se plantea cosas como la inspiración que pudo ejercer el modelo de Confederación Iroquesa en la Constitución de Estados Unidos.

Lo más interesante de la aportación al tema que realiza Wagner, es que su trabajo cuestiona el mito eurocéntrico de la creación primigenia de la democracia en la antigua Grecia. Un mito que, unido a otros,  ha ido dando forma a la soberbia idea de la superioridad de la "civilización" del mundo occidental frente al resto de las sociedades (1).

El tema planteado por Wagner no es ni mucho menos nuevo, ya que se trata de algo que los antropólogos han estudiado muy a fondo, especialmente la escuela americana desde los tiempos de Boas (y antes de Boas, los estudios realizados por Morgan, que ejercieron una notable influencia en Marx y en Engels a la hora de hablar de las mal llamadas "sociedades primitivas"). Incluso, esta perspectiva hasta podemos rastrearla en La democracia en América, de Tocqueville (publicada entre 1835 y 1840). Cuando el pensador conservador francés habla de las tribus indias de Nueva Inglaterra, reconoce que "(...) la soberanía del pueblo en la comuna no es solamente un estado antiguo, sino un estado primitivo" (2), refiriéndose a las instituciones políticas de los nativo-americanos de la costa Este.

Esta idea mencionada por Wagner en la cita que reproducimos más arriba, de los líderes "como como servidores del pueblo y no como sus señores", podemos encontrarla en la mayoría de las sociedades de cazadores-recolectores y también en muchas sociedades campesinas. En todas ellas, la toma de decisiones basadas en el mayor consenso social posible, hace que la idea de "democracia" adquiera incluso un carácter más completo de lo que se da en las democracias burguesas, que en realidad son dictaduras encubiertas de las élites económicas (de ahí que en este blog a menudo insistimos en que democracia y capitalismo son realidades incompatibles). En este tipo de sociedades, el liderazgo equivale a servidumbre y pervive en tanto que el líder convence, como en su día se mostró -por ejemplo- en los estudios realizados en Nueva Guinea, en la Melanesia, Polinesia, etc.

Ted C. Lewellen, en su Introducción a la Antropología Política (una obra que ya es clásica y de lectura obligada en los estudios de Antropología), nos dice al hablar de los sistemas políticos no centralizados de las sociedades preindustriales (3):
Muchos de los grupos estudiados por los antropólogos apenas tienen lo que podría llamarse "gobierno", al menos no en el sentido de una élite política permanente. En la mayoría de estos sistemas tradicionales, el poder es temporal y fragmentario, y está repartido entre familias, bandas, linajes y varias asociaciones. Temporalmente pueden formarse grupos políticos más amplios para hacer frente a alguna amenaza (...) pero se disgregan una vez superado el problema (...). Pueden existir grandes diferencias en cuanto al status individual, pero muy pocas que indiquen una estratificación  de clases, por lo que estos sistemas, aunque sean igualitarios en sentido real sólo en los niveles inferiores -el de los cazadores-recolectores-, sí parecen más "democráticos", en aspectos como la toma de decisiones y el acceso al liderazgo, que los grupos más centralizados."
Quizás podamos sintetizar esta entrada del blog con una reflexión final, diciendo que no solamente no hemos inventado la democracia, sino que: A) hasta resulta muy discutible el carácter democrático de las sociedades capitalistas, en tanto esconden la tiranía de unas élites oligárquicas: la democracia real no es compatible con la existencia de clases sociales; B) muchas de esas sociedades que hemos despreciado y considerado "salvajes" y "atrasadas", han funcionado más democráticamente de lo que funcionamos nosotros. Cuando menos, os planteamos la reflexión al respecto.


Notas
(1)  Por otra parte, en este blog anteriormente hemos reproducido un polémico y provocador texto de Marshall Sahlins, en el que plantea el dilema de cuál es la sociedad de la opulencia: si lo es una sociedad capitalista como la nuestra, o, por el contrario, lo son algunas de esas sociedades que consideramos tan atrasadas. Al respecto, ver la entrada El concepto de sociedad de la opulencia en Marshall Sahlins.
(2) Cita tomada de Patricio Marcos: Diccionario de la Democracia, vol. 1, pág. 377.
(3) Ted C. Lewellen: Introducción a la Antropología Política, pág. 19. Ediciones Bellaterra. Barcelona 1985 (1983).

Publicado en blog del viejo topo, 23-11-14




Entradas de Thomas Wagner en el blog del viejo topo

Para otras entradas relacionadas con la Antropología en este blog, pulsa aquí..

1 comentario:

  1. Comentario sobre el referido libro 'Kampfabsage' :
    Las culturas no se combaten entre sí, sino confluyen.
    Según la reseña en alemán, esa confluencia es una ley natural. Es un proceso dinámico sin él cual no serían posibles ni la identidad cultural ni la civilización.
    Lo que hoy estamos ya muy dispuestos a considerar LUCHA ENTRE CULTURAS no es otra cosa que el desesperado, y por tanto inútil, intento de detener ese fecundo proceso. Trojanow y Hoskoté no afirman que el confluir de la culturas no fuera a suponer siempre un proceso de unión pacífica, en la que una cultura entrara a abrazar a la otra. Pero que van a confluir, nos guste o no. Basado en ejemplos históricos y actuales, los autores logran un combativo libro contra la lucha entre culturas, que se recibe como estímulo al razonamiento dando un nuevo sentido a lo que podamos tener en común. Es un libro combativo que se dirige contra el peligro que supone imaginarse nuevos enemigos y, por tanto, de suma actualidad.

    Y añado que el título 'Kampfabsage' ya es muy elocuente. Pretende señalar lo contrario de 'Kampfansage', que sería el reto o desafio al combate, esto es, la renuncia a toda lucha.
    Me gusta la entrada.

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