Autora: Gesa Heinbach
Traducción al castellano: tucholskyfan Gabi
El pasado 3 de octubre naufragó en la costa de Lampedusa una embarcación con más de 500 refugiados a bordo, de los que sólo 155 pudieron salvar la vida. La casta política en toda Europa se mostró consternada- como si hubiese sido la primera vez que seres humanos, tratando de arribar a Europa, acabaran ahogados en el intento. Los hechos son más que conocidos: casi dos tercios de todas las entradas "ilegales" en la UE se realizan por mar y, en su gran mayoría, en embarcaciones abarrotadas y no aptas para navegar en alta mar. El número de personas que cada año intentan alcanzar Europa por el Mediterráneo se calcula en 60.000, de las cuales unas dos mil mueren en la travesía.
El Papa Francisco, que ya había visitado Lampedusa en julio, encontró el calificativo adecuado: una vergüenza. De hecho, la Unión Europea es directamente corresponsable de estas muertes: no ignora los cadáveres en sus playas, sino "asume estas víctimas como un mal menor"; así Guisi Nicolini, la alcaldesa de Lampedusa, decía: "porque acaban por reducir los flujos migratorios". Este tipo de noticias e imágenes forman parte del régimen europeo en materia de inmigración, forman parte de su lógica disuasiva e intimidatoria. A todos les constan, pero nadie hace nada para contrarrestar los peligros. De otro modo, así la lógica en toda su brutalidad, habría muchas más personas intentando cruzar el mediterráneo.
Los muertos de Lampedusa vienen a formar parte de esa estrategia comunicativa de la UE, que pretende inculcarles a los refugiados , ya desde sus países de origen, que Europa protege sus fronteras literalmente por todos los medios a su alcance. Y lo cínico es que la UE vende esta política como si de un acto humanitario se tratase: las imágenes disuasorias pretenden evitar que los refugiados emprendan el viaje, y privarles a las redes criminales de inmigración de su base comercial: cuanta menos gente se lanza a cruzar el Mediterráneo, tanto menos muertos habrá que lamentar.
Resulta, empero, absolutamente ilusorio suponer que unas fronteras, blindadas y protegidas manu militari, puedan disuadir a las personas dispuestas a huir. "Al padre que se lleve hasta sus hijos a uno de estos barcos, ninguna acción policial del mundo le podrá impedir que lo vuelva a intentar una y otra vez" [1]. Al contrario: cuanto más herméticas sean las fronteras, tanto más arriesgados los caminos que los fugitivos tengan que recorrer... y tantas más vidas se perderán en el intento.
Pero la UE lleva ya decenios dedicados al sistemático perfeccionamiento de sus efectivos guardacostas; por lo que el Mediterráneo ya se cuenta entre los espacios mejor vigilados en todo el mundo, y ya significa la muerte segura de tantas personas.
La defensa ante "flujos humanos problemáticos"
Todo esto también se hace con vistas a la política interior europea, a modo de política activa de defensa y fortificación contra los llamados flujos humanos problemáticos, ante los que Europa dice que debe protegerse. La UE enfoca su política en esta materia observando el supuesto interés de sus ciudadanos de llevar una vida tranquila y acomodada; donde no cabe hablar de una política de fronteras en virtud de los derechos humanos y la protección de los refugiados. José Barroso, el presidente de la Comisión Europea, ante la reciente tragedia, llegó a admitir al menos una responsabilidad europea para con estas personas. Pero para evitar que mueran más personas ante nuestras costas necesitamos una política totalmente nueva.
Haría falta parar inmediatamente el constante rearme de las fronteras. Una política europea realmente nueva debería terminar el bloqueo de las costas; lo cual supondría primero disolver el régimen de Frontex, y segundo instalar un servicio operativo de rescate y salvamento en alta mar. Pero en su lugar, arrancará en diciembre en siete estados miembros el reciente Sistema de Vigilancia de Fronteras (Eurosur), que se propone mejorar la comunicación entre Frontex y las autoridades competentes, todo para obtener una defensa aún mas perfecta ante los refugiados.
Para que no muera más gente en las costas europeas, los 250 millones de euros de los que va a disponer Eurosur [2] deberían pasar a invertirse en un sistema eficaz de rescate y salvamento.
Pero semejante giro o cambio de rumbo en la política europea no se podrá realizar hasta que todos los países europeos asuman y compartan la responsabilidad para con los fugitivos; para ello los países miembros de la UE deberían colaborar solidariamente en la tramitación de las solicitudes de asilo y acoger los refugiados.
El regimen de Dublin
La errada política europea de asilo se basa en la Convención o los acuerdos de Dublin que entró en vigor en 1990 y forma parte integrante del Acuerdo de Schengen. En un principio, se trataba de un convenio internacional, celebrado entre algunos de los estados miembros de la Unión que incluía, sin embargo, la cláusula, vigente desde entonces, que estipula que los postulados de asilo se deben tramitar en el primer estado miembro donde el postulante ingrese o entre por primera vez en la Unión. En 2003, este convenio fue reemplazado por la llamada Regulación de Dublin II que, ratificando lo anterior, viene a constituir con todas las de la ley la política común y "armonizada" en materia de refugiados, solicitantes de asilo y migración. El problema queda trasladado pues a las fronteras exteriores de la Unión; un "estado sin litoral",como es Alemania, está autorizado para remitir los refugiados a aquel estado que los hubiera dejado entrar y se libera de este modo (¿elegante?) de su corresponsabilidad para con los postulantes.
Si bien existe el deber de solidaridad entre los estados miembros de la UE, muchos miembros lo consideran ya cumplido mediante las compensaciones que pagan a los países de ingreso o entrada. Los países periféricos acusan por lo tanto un número de postulantes incomparablemente mayor, debiendo asumir provisionalmente los gastos relacionados con estos trámites.
Las autoridades griegas, por ejemplo, no obstante el riguroso control de sus fronteras, ya se encuentran terriblemente sobrecargadas con las solicitudes que deben atender; por lo que cada barco que logren desviar en alta mar les supone unos cientos de solicitudes de asilo menos - una descarga bienvenida, aun cuando esta práctica constituya una flagrante infracción de la Convención de Ginebra (sobre el estatuto de los refugiados y otros tratados internacionales) y la Convención Europea de Derechos Humanos. De estas convenciones se deriva el derecho a un procedimiento de asilo, pero en la práctica diaria, las personas solicitantes, quedan alejadas de estos procedimientos.
También Italia se blinda por todos los medios a su alcance: Ya en 2002 aprobó el segundo gobierno de Berlusconi la llamada ley Bossi-Fini, que facilita la devolución de los inmigrantes y solicitantes de asilo. Y reforzada esta ley durante el último gobierno de Berlusconi en 2008, la "entrada ilegal" incluso queda sujeta a determinadas penas no sólo para los inmigrantes mismos, sino para los pescadores que fueran en su rescate.
Tráfico de visados (deals) para una política "cautelar" de fronteras
Poner fin a este política desdeñosa tan sólo va a ser posible mediante la solidaria participación de todos los estados miembros de la UE. Esta participación podrían realizar las embajadas y representaciones consulares que los estados mantengan en los países de partida, encargándose de los respectivos trámites de asilo [3]; o bien mediante la concesión de visados de protección, con los que los afectados pudieran entrar legalmente en la UE y solicitar su residencia en un estado miembro de su elección.
Sin el reparto justo de las solicitudes de asilo entre los estados miembros de la UE, los países periféricos seguirán intentando mantener bajo el número de las solicitudes que les entran. Y ya hace tiempo que interceptan a los refugiados no sólo en sus propias fronteras, sino en los países de donde proceden los inmigrantes o por los que transitan [4]. Esta política compartimentada o de aislamiento (¿sectaria?) se propone extender el ámbito de influencia europea hasta el extremo de que los refugiados ya ni lleguen a las fronteras exteriores de UE y que ni puedan presentar sus solicitudes.
También forma parte de esta estrategia la política que practica la UE frente a sus vecinos del este y sureste, pero que va en una dirección totalmente distinta a la anterior: les concede facilidades de visado para sus ciudadanos, a cambio de que se comprometan detener a los refugiados que se dirijan a la UE [5]. La UE no tiene escrúpulos en ejercer su influencia directa sobre los estados vecinos, soberanos ellos, proponiendo y recomendándoles "en el marco de una ayuda mutua entre socios" los pertinentes textos legales, como lo viene a formular la Comisaria de Interior, Cecilia Malmström.
En junio de este año, la UE ha pactado con Marruecos una especie de "asociación de movilidad", que a los ciudadanos marroquíes les viene a facilitar sin trabas la obtención de visados para su entrada en el espacio Schengen. A cambio, Marruecos debe reformar su ley nacional en materia de migración y asilo conforme a los intereses de la UE: debe reforzar el control de sus fronteras y dificultar las salidas a los países de la Unión. Aunque se señale como propósito prioritario combatir la trata de seres humanos, de lo que se trata a la larga es restarle a Marruecos su atractivo de país de tránsito. Con semejantes acuerdos y pactos, la UE viene a ampliar sistemáticamente su ámbito de influencia. "Se observa que la política migratoria europea ya está alcanzando China o Senegal" [6].
Con su actual política en materia de refugiados y de asilo, la UE esta eludiendo sus responsabilidades humanitarias, violando al mismo tiempo las normas que se ha impuesto y como se encuentran documentadas en los convenios internacionales y los documentos europeos básicos. Es precisamente la UE la que suele remitirse a su patrimonio humanista:
El Papa Francisco, que ya había visitado Lampedusa en julio, encontró el calificativo adecuado: una vergüenza. De hecho, la Unión Europea es directamente corresponsable de estas muertes: no ignora los cadáveres en sus playas, sino "asume estas víctimas como un mal menor"; así Guisi Nicolini, la alcaldesa de Lampedusa, decía: "porque acaban por reducir los flujos migratorios". Este tipo de noticias e imágenes forman parte del régimen europeo en materia de inmigración, forman parte de su lógica disuasiva e intimidatoria. A todos les constan, pero nadie hace nada para contrarrestar los peligros. De otro modo, así la lógica en toda su brutalidad, habría muchas más personas intentando cruzar el mediterráneo.
Los muertos de Lampedusa vienen a formar parte de esa estrategia comunicativa de la UE, que pretende inculcarles a los refugiados , ya desde sus países de origen, que Europa protege sus fronteras literalmente por todos los medios a su alcance. Y lo cínico es que la UE vende esta política como si de un acto humanitario se tratase: las imágenes disuasorias pretenden evitar que los refugiados emprendan el viaje, y privarles a las redes criminales de inmigración de su base comercial: cuanta menos gente se lanza a cruzar el Mediterráneo, tanto menos muertos habrá que lamentar.
Resulta, empero, absolutamente ilusorio suponer que unas fronteras, blindadas y protegidas manu militari, puedan disuadir a las personas dispuestas a huir. "Al padre que se lleve hasta sus hijos a uno de estos barcos, ninguna acción policial del mundo le podrá impedir que lo vuelva a intentar una y otra vez" [1]. Al contrario: cuanto más herméticas sean las fronteras, tanto más arriesgados los caminos que los fugitivos tengan que recorrer... y tantas más vidas se perderán en el intento.
Pero la UE lleva ya decenios dedicados al sistemático perfeccionamiento de sus efectivos guardacostas; por lo que el Mediterráneo ya se cuenta entre los espacios mejor vigilados en todo el mundo, y ya significa la muerte segura de tantas personas.
La defensa ante "flujos humanos problemáticos"
Todo esto también se hace con vistas a la política interior europea, a modo de política activa de defensa y fortificación contra los llamados flujos humanos problemáticos, ante los que Europa dice que debe protegerse. La UE enfoca su política en esta materia observando el supuesto interés de sus ciudadanos de llevar una vida tranquila y acomodada; donde no cabe hablar de una política de fronteras en virtud de los derechos humanos y la protección de los refugiados. José Barroso, el presidente de la Comisión Europea, ante la reciente tragedia, llegó a admitir al menos una responsabilidad europea para con estas personas. Pero para evitar que mueran más personas ante nuestras costas necesitamos una política totalmente nueva.
Haría falta parar inmediatamente el constante rearme de las fronteras. Una política europea realmente nueva debería terminar el bloqueo de las costas; lo cual supondría primero disolver el régimen de Frontex, y segundo instalar un servicio operativo de rescate y salvamento en alta mar. Pero en su lugar, arrancará en diciembre en siete estados miembros el reciente Sistema de Vigilancia de Fronteras (Eurosur), que se propone mejorar la comunicación entre Frontex y las autoridades competentes, todo para obtener una defensa aún mas perfecta ante los refugiados.
Para que no muera más gente en las costas europeas, los 250 millones de euros de los que va a disponer Eurosur [2] deberían pasar a invertirse en un sistema eficaz de rescate y salvamento.
Pero semejante giro o cambio de rumbo en la política europea no se podrá realizar hasta que todos los países europeos asuman y compartan la responsabilidad para con los fugitivos; para ello los países miembros de la UE deberían colaborar solidariamente en la tramitación de las solicitudes de asilo y acoger los refugiados.
El regimen de Dublin
La errada política europea de asilo se basa en la Convención o los acuerdos de Dublin que entró en vigor en 1990 y forma parte integrante del Acuerdo de Schengen. En un principio, se trataba de un convenio internacional, celebrado entre algunos de los estados miembros de la Unión que incluía, sin embargo, la cláusula, vigente desde entonces, que estipula que los postulados de asilo se deben tramitar en el primer estado miembro donde el postulante ingrese o entre por primera vez en la Unión. En 2003, este convenio fue reemplazado por la llamada Regulación de Dublin II que, ratificando lo anterior, viene a constituir con todas las de la ley la política común y "armonizada" en materia de refugiados, solicitantes de asilo y migración. El problema queda trasladado pues a las fronteras exteriores de la Unión; un "estado sin litoral",como es Alemania, está autorizado para remitir los refugiados a aquel estado que los hubiera dejado entrar y se libera de este modo (¿elegante?) de su corresponsabilidad para con los postulantes.
Si bien existe el deber de solidaridad entre los estados miembros de la UE, muchos miembros lo consideran ya cumplido mediante las compensaciones que pagan a los países de ingreso o entrada. Los países periféricos acusan por lo tanto un número de postulantes incomparablemente mayor, debiendo asumir provisionalmente los gastos relacionados con estos trámites.
Las autoridades griegas, por ejemplo, no obstante el riguroso control de sus fronteras, ya se encuentran terriblemente sobrecargadas con las solicitudes que deben atender; por lo que cada barco que logren desviar en alta mar les supone unos cientos de solicitudes de asilo menos - una descarga bienvenida, aun cuando esta práctica constituya una flagrante infracción de la Convención de Ginebra (sobre el estatuto de los refugiados y otros tratados internacionales) y la Convención Europea de Derechos Humanos. De estas convenciones se deriva el derecho a un procedimiento de asilo, pero en la práctica diaria, las personas solicitantes, quedan alejadas de estos procedimientos.
También Italia se blinda por todos los medios a su alcance: Ya en 2002 aprobó el segundo gobierno de Berlusconi la llamada ley Bossi-Fini, que facilita la devolución de los inmigrantes y solicitantes de asilo. Y reforzada esta ley durante el último gobierno de Berlusconi en 2008, la "entrada ilegal" incluso queda sujeta a determinadas penas no sólo para los inmigrantes mismos, sino para los pescadores que fueran en su rescate.
Tráfico de visados (deals) para una política "cautelar" de fronteras
Poner fin a este política desdeñosa tan sólo va a ser posible mediante la solidaria participación de todos los estados miembros de la UE. Esta participación podrían realizar las embajadas y representaciones consulares que los estados mantengan en los países de partida, encargándose de los respectivos trámites de asilo [3]; o bien mediante la concesión de visados de protección, con los que los afectados pudieran entrar legalmente en la UE y solicitar su residencia en un estado miembro de su elección.
Sin el reparto justo de las solicitudes de asilo entre los estados miembros de la UE, los países periféricos seguirán intentando mantener bajo el número de las solicitudes que les entran. Y ya hace tiempo que interceptan a los refugiados no sólo en sus propias fronteras, sino en los países de donde proceden los inmigrantes o por los que transitan [4]. Esta política compartimentada o de aislamiento (¿sectaria?) se propone extender el ámbito de influencia europea hasta el extremo de que los refugiados ya ni lleguen a las fronteras exteriores de UE y que ni puedan presentar sus solicitudes.
También forma parte de esta estrategia la política que practica la UE frente a sus vecinos del este y sureste, pero que va en una dirección totalmente distinta a la anterior: les concede facilidades de visado para sus ciudadanos, a cambio de que se comprometan detener a los refugiados que se dirijan a la UE [5]. La UE no tiene escrúpulos en ejercer su influencia directa sobre los estados vecinos, soberanos ellos, proponiendo y recomendándoles "en el marco de una ayuda mutua entre socios" los pertinentes textos legales, como lo viene a formular la Comisaria de Interior, Cecilia Malmström.
En junio de este año, la UE ha pactado con Marruecos una especie de "asociación de movilidad", que a los ciudadanos marroquíes les viene a facilitar sin trabas la obtención de visados para su entrada en el espacio Schengen. A cambio, Marruecos debe reformar su ley nacional en materia de migración y asilo conforme a los intereses de la UE: debe reforzar el control de sus fronteras y dificultar las salidas a los países de la Unión. Aunque se señale como propósito prioritario combatir la trata de seres humanos, de lo que se trata a la larga es restarle a Marruecos su atractivo de país de tránsito. Con semejantes acuerdos y pactos, la UE viene a ampliar sistemáticamente su ámbito de influencia. "Se observa que la política migratoria europea ya está alcanzando China o Senegal" [6].
Con su actual política en materia de refugiados y de asilo, la UE esta eludiendo sus responsabilidades humanitarias, violando al mismo tiempo las normas que se ha impuesto y como se encuentran documentadas en los convenios internacionales y los documentos europeos básicos. Es precisamente la UE la que suele remitirse a su patrimonio humanista:
"INSPIRÁNDOSE en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona, así como la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de Derecho".
"La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres". [7]
Puesto que se trata de valores universales que la Unión Europea viene a declarar como fundamentales en su Carta de Derechos Humanos y en el Tratado Constitucional (el Preámbulo al Tratado de Lisboa), las normas que de ellos resultan, también han de aplicarse a todo refugiado que arribe a nuestras fronteras.
Se socava el fundamento de la sociedad europea, cuando las normas que han de ser el fundamento de nuestra convivencia en Europa pierden su poder y eficacia cuando, en relación con los refugiados, lleguen a relativizarse.
Una nueva política de la UE en materia migratoria debe quedar anclada en estos valores, también para que las actuaciones de la Unión frente a tercios vengan a cumplir con los propios standards reforzándolos. Estos principios de la Unión Europea vienen a crear, por tanto, unas obligaciones concretas para todos y cada uno de sus estados miembros:
Primero. Cada persona tiene derecho a la vida que siempre debe ser respetado por los estados miembros de la UE. El control de fronteras no debe implicar o asumir jamás la muerte de inmigrantes dispuestos a cruzarlas, ni ignorar su precariedad humanitaria.
Segundo. Existe el derecho universal a un procedimiento justo, y no sólo para los ciudadanos comunitarios. La Unión debe brindarle a cada persona la oportunidad real de solicitar asilo, seguida por un procedimiento sin demoras y con arreglo al Estado de derecho; con asistencia de un abogado y sin trabas dilatorias.
Tercero. A la persona refugiada se le debe garantizar en cada momento un trato de dignidad: a su llegada, en el campo de refugiados, durante el procedimiento de asilo, ante los tribunales y, de llegar a este extremo, en el momento de su expulsión.
Por una política paneuropea de asilo
Con este fin se deberían dejar de emplear los controles fronterizos para negar la entrada de inmigrantes, instalando en su lugar un rescate eficaz en alta mar para aquellos que estén el peligro; acabando con todas las trabas a la emigración desde los países de origen y promoviendo un procedimiento liberal de visado. De este modo quedaría abierta la vía a unos procedimientos de asilo ordenados. Los solicitantes deberían quedar repartidos, solidariamente, por toda Europa, observando determinados vínculos previos -como pueden ser los familiares que ya estuvieran viviendo en el país de destino-, con el fin de agilizar la tramitación de sus solicitudes y mejorar las perspectivas de una resolución favorable.
Una política de asilo, enfocada de esto modo, presupone además reemplazar la trágica Resolución Dublin II por un sistema completamente distinto de atribuciones y competencias para librarles a los estados periféricos de la necesidad de blindarse.
Detrás de todas estas medidas, tanto a corto como a largo plazo, está la necesidad de un enfoque totalmente distinto. Debemos considerar a los postulantes de asilo como los titulares de derecho que son y a los que se debe aplicar lo que en Europa ya nos parece natural, a saber, que sean respetados en su dignidad y que sean libres e iguales a todos los demás, por tanto también iguales a nosotros, los europeos.
Dijo el Ministro alemán de Interior Hans Peter Friedrich: "Lampedusa se encuentra en Italia". Hay que contestarle que no: Lampedusa se encuentra en Europa, y quien arribe a esas costas tiene derecho a recibir, en términos jurídicos y morales, el mismo trato que los ciudadanos europeos.
***
[1] Así el periodista italiano Fabrizio Gatti, que lleva tiempo observando los flujos de refugiados desde África a Europa, en una entrevista con el Süddeutsche Zeitung, 09.10.2013.[2] Cfr. Eurosur - Dein Feind und Helfer (Tu enemigo y ayudante) en Deutsche Welle www.dw.de, 10.10.2013.
[3] Esta idea resulta controvertida con razón, al trasladar los procedimiento de asilo a las embajadas donde el postulante carecería, sin embargo, de la asistencia de tribunales y abogados.
[4] Cfr. Tageszeitung (taz), 08.10.2013; cfr. además Marei Pelzer, Festung Europa: Flüchtlingsstrom in Not (Fortificación Europa: Refugiados en peligro) en Blätter, pp. 45-53.
[5] Véase Reglamento (CE) 1638/2006 del Parlamento y del Consejo Europeo del 24.10.2006 que concreta las disposiciones generales relativas a la creación de un Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación; cfr. eur-lex.europa.eu.
[6] Sabine Hess y Vassilis Tsianos, Europeanizing transnacionalism! Provincializing Europe! En Transit Migration Forschungsgruppe (Ed.) Turbulente Ränder. Neue Perspektiven auf Migration an den Grenzen Europas (Turbulencias periféricas. Nuevas perspectivas migratorias en las fronteras europeas). Bielefeld 2007.
[7] Cfr. Preámbulo y art. 1 bis, respectivamente, del Tratado Constitucional de la CE, citado del Diario Oficial de la UE del 17.12.2007).
***
La autora Gesa Heinbach publicó este artículo en la revista alemana Blätter für deutsche und internationale Politik [Hojas para la política alemana e internacional] 11/2013, pp. 5-8
URL original en alemán:
Traducido al castellano por tucholskyfan Gabi para el Blog del viejo topo.
URL de esta traducción:
http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2013/11/lampedusa-la-verguenza-de-europa.html
URL de esta traducción:
http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2013/11/lampedusa-la-verguenza-de-europa.html
"Aún mejor sería dejar de limitar el discurso a semejantes fronteras y darse cuenta de que no es un drama europeo sino humano."
ResponderEliminarBelén Fernández en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=176558
Una vez fracasado "Frontex", entra ahora "Eurosur" a encargarse del trabajo sucio
ResponderEliminarhttp://www.sueddeutsche.de/politik/europas-grenzen-grenzueberwachungssystem-eurosur-startet-1.1832893