Hace un par de años, tenía ocasión de charlar con un amigo timorense sobre el extraño papel que estaba desempeñando Australia en Timor Oriental. Mi amigo, veterano de la resistencia estudiantil timorense (RENETIL) durante la ocupación indonesia, coincidía conmigo en que Australia estaba jugando a desestabilizar el país. También coincidíamos en el papel protagonista que el chico de los recados norteamericano en la región (es decir, Australia), había desempeñado en la crisis iniciada en 2006. Una crisis que casi conduce a una guerra civil en este pequeño país asiático, en lo que fue una conspiración en toda regla organizada por Australia (con bendición de los EEUU) y la fontanería del Vaticano, contra el gobierno del FRETILIN encabezado por Mari Alkatiri. A ambos nos parecía claro que había dos trasfondos en la política aussie en relación con Timor. Uno, la explotación de los recursos petrolíferos en el mar de Timor, un interminable litigio abierto entre esta pequeña nación y el gigante australiano. El otro, la negativa australiana a perder influencia en este pequeño país, muy abierto a las relaciones con países como Cuba y China (y más recientemente también con Brasil), algo que exaspera especialmente a los australianos, quienes consideran Timor como una especie de patio trasero. El caso es que mi amigo, en un momento dado, me miró y sonriendo exclamó: "Australia juega a la desestabilización sustentable".
A menudo he pensado en esta expresión: la desestabilización sustentable. Porque, en efecto, no se trata de desestabilizar sin más, sino de hacerlo de forma controlada, de manera que la potencia desestabilizadora controle en todo momento el proceso en beneficio propio, salvaguardando sus intereses comerciales y políticos. En el fondo se trata de algo tan viejo como el imperialismo. Responde a la lógica de provocar conflictos, ejerciendo el control en todo momento sobre la dirección del proceso. Esto es lo que le otorga la condición de sustentabilidad. A la potencia (neo)imperialista no le interesa la desestabilización descontrolada, porque podría volverse en contra.
Las potencias occidentales llevan desde siempre aplicando esta doctrina en muchas partes del mundo. Por ejemplo en determinados países subsaharianos, en donde la siembra del caos social y de la guerra (aunque implique barbarie y sufrimiento) permite un acceso en condiciones ventajosas a los recursos naturales.
En la última etapa de la Guerra Fría, EEUU jugó a la desestabilización en Afganistán y creó las condiciones para el surgimiento posterior de Al-Qaeda. Uno puede pensar que tal desestabilización se les fue de las manos y que por lo tanto nada tiene de sustentabilidad. Pero tengo mis dudas de que sea así. A pesar de lo que pueda parecer por el 11-S y otros atentados de Al-Qaeda, se trata de un conflicto dotado de sustentabilidad para EEUU y sus acólitos de la UE, junto con Israel, en tanto les permite salvaguardar sus intereses político-económicos. ¿Cómo explicar, sino, que la política exterior norteamericana sea el principal promotor del integrismo islámico en el mundo? ¿Acaso no siembran el integrismo en todas partes con sus intervenciones? Porque una de dos: o los halcones son muy torpes o realmente hay mucha más trastienda de la que se da a conocer en los medios de comunicación.
Todos conocemos cuáles fueron las consecuencias del apoyo norteamericano a los integristas afganos hasta la retirada del Ejército Rojo en 1989. Forma parte ya de la Historia. Pasados los años, en el tiempo actual, después de esa tan cacareada primavera árabe (que de espontánea tuvo nada), hemos visto como el principal beneficiario en todas partes han sido los integristas islámicos. La guerra neo-imperialista de Libia, detrás de la cual estaban los intereses de las compañías petroleras occidentales, significó una autopista al poder para los integristas, curiosamente en un país en el que la amenaza integrista islámica estaba muy controlada por el régimen libio. Previamente, la guerra de Irak puso fin a uno de los dos estados árabes laicos de la región (el otro es Siria), que estaba gobernado por la rama iraquí del Baaz (Partido del Renacimiento Árabe Socialista). El resultado fue que el integrismo islámico, en sus diferentes facciones, se apoderó del país.
Tanto la guerra de Iraq como la de Libia, se explican desde los intereses de las grandes compañías occidentales en relación con la explotación del petróleo. Olvidemos los derechos humanos. Olvidemos la democracia. Porque no se trata ni de la defensa de los derechos humanos ni de la democracia. Esto como retórica de la Internacional Socialista para justificar su apoyo a las intervenciones neo-imperialistas y dar buena imagen a su electorado (abundante en progres con buena conciencia burguesa), está muy bien. Pero es irreal, porque lo que se deriva de tales intervenciones ni es la democracia, ni el respeto por los derechos humanos, sino abono fértil para el integrismo y los conflictos civiles permanentes; es decir, para una desestabilización sustentable, que resulta tan apropiada para apropiarse de los recursos naturales en óptimas condiciones.
Lo que ahora estamos viendo en Siria (país gobernado por la rama siria del Baaz), apenas es un episodio más en esa secuencia, encaminado a obtener el control del petróleo y del gas natural sirios (ver entrada anterior titulada "«El arte de la guerra». Siria: la carrera por el oro negro").
La ideología dominante ha alcanzado una cota máxima de perfección en el antiguo arte de la manipulación de las masas. Lo que apenas es neo-imperialismo y neo-colonialismo (o post-colonialismo, como se dice a veces), es presentado como un atractivo producto que seduce y excita la conciencia colectiva: la defensa de la democracia y de los derechos humanos, el freno a las matanzas de inocentes, la defensa de las libertades... Sólo resta escuchar el "gloria, gloria, aleluya" como música de fondo en este anuncio publicitario permanente. Para millones y millones de borregos, hay nada sospechoso en el hecho de que se trate de imponer la democracia y la libertad a cañonazos, algo que debiera al menos provocar dudas sobre las verdaderas intenciones. Pero no. Si dudas, es que eres un partidario de las dictaduras criminales, te dicen. Tanto cinismo e hipocresía desborda. Aunque no debiera sorprendernos. Es lo que siempre ha hecho el imperialismo y el colonialismo: justificarse en aras de imponer la civilización, el progreso, el desarrollo.
Y entre tanto, Israel feliz. Porque si hay un país al que le viene de perlas tanta desestabilización, ese país es Israel. Es el gran maestro de la desestabilización sustentable. La paz es el mayor enemigo del estado de Israel. Nunca la quiso. Siempre saboteó los intentos de paz. El conflicto y la sustentabilidad del mismo, es la razón de ser de este estado que detenta el triste récord de ser el país que más resoluciones de Naciones Unidas ha violado.
Y entre tanto, también, la UE siempre dispuesta a su papel de perrito faldero de los EEUU. Es normal: la gran oligarquía capitalista no tiene patria ni nacionalidad. Es de aquí y es de allá. Pero por favor, que nadie nos castigue con la hipocresía de vendernos derechos humanos, democracia, libertades... cuando todo se trata del petróleo que mana del grifo de la desestabilización sustentable.
Nada detendrá a EEUU y a sus acólitos. La siguiente pieza a cobrar será Irán. Me temo que el país persa únicamente conseguirá estar a salvo de esta rapiña neo-imperialista, si consigue desarrollar armamento nuclear. Es terrible pensar que lo único que pueda llegar a disuadir a los socios de la OTAN, sea la disponibilidad de armas nucleares por parte de aquellos países a los que han marcado con una cruz. Es una terrible realidad que duele en la conciencia humana. Y puede dar miedo que Irán se haga con esa macabra tecnología bélica. Aunque sinceramente... a mí me da bastante más miedo que un país como Pakistán disponga de la misma.
Hace muchos años, antes de la I guerra del Golfo, George H. W. Bush (Bush "padre") dijo algo que en su momento me impactó profundamente: por lo sincero que por una vez resultaba, y por lo terrible de las consecuencias de sus palabras. Afirmó que EEUU intervendria en cualquier rincón del planeta que fuese necesario "para defender los intereses y el modo de vida norteamericanos". Compleméntese "norteamericanos" con "occidentales" y entonces comprenderemos lo que está pasando en el norte de África y en Oriente Medio.
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«El arte de la guerra». Siria: la carrera por el oro negro (de Manlio Dinucci)
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La cocina del imperialismo: Iraq, Libia, Siria... ¿defensa de la democracia y la libertad, o la defensa del estilo de vida capitalista? |
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