Comentario previo del blog
El artículo que sigue, publicado el pasado 29D en DigitalSevilla, tiene sobre todo interés para militantes y simpatizantes de IU-PCE. Es un debate nuestro, estrictamente. Su autor, de forma muy argumentada, reflexiona sobre las acusaciones de "carrillismo" que, en un momento dado del pasado reciente, Alberto Garzón empezó a lanzar como descalificativo contra todo aquel que se le oponía.
Posiblemente se trate de uno de los mayores improperios de Alberto Garzón, y eso que acumula ya una buena colección. Mucho antes de ser coordinador de IU (aunque ya antes de serlo, se comportaba y actuaba como si lo fuese y sin que nadie le parase los pies), y como parte fundamental de su estrategia para llevar a cabo lo que califiqué hace tiempo de "su particular Suresnes en IU-PCE", Garzón y su corte de seguidistas lanzó una injuriosa, indigna y vergonzosa campaña de descalificaciones y acusaciones, dirigida contra todos aquellos que no compartíamos su línea política. En esa campaña difamatoria, uno de los tópicos preferidos por el de Málaga era el de calificarnos de "carrillistas" a todos los que no pensábamos como él. Así que, de un día para otro, toda su legión de palmeros papagayos empezó a repetir la consigna garzonista, cada vez que alguien entraba en discusión política con ellos. Tenía gracia que esto viniese del inductor y uno de los responsables de la mayor purga política que ha vivido IU y el PCE en toda su historia, promovida para hacerse con el control de ambas organizaciones y llevar a cabo el lamentable proceso de podemización que se ha vivido.
En junio de 2015, escribía en este blog en relación con estas acusaciones, una entrada titulada "Y Alberto Garzón soltó a los perros", en la que terminaba diciendo: "la paradoja es que me recuerda mucho el carrillismo que aparenta criticar: 'o estás conmigo o estás contra mí, y si estás contra mí todo vale para destruirte', es lo que parece que tiene en la cabeza. Y amenaza con purgas. ¡Qué miedo! Garzón, antes de acusar a militantes y simpatizantes de ser postcarrillistas, debiera mirarse en el espejo". Me alegra saber que hay muchos más compañeros y camaradas que piensan como yo. Sobre esto reflexiona el autor del artículo que sigue, de manera mucha más minuciosa de lo que yo sería capaz, así que os animo a leerlo con calma.
Referencia documental
José Vega González: "Carrillista serás tú".
Fuente: publicado en DigitalSevilla.com, 29 diciembre, 2016
URL fuente: http://politica.digitalsevilla.com/2016/12/29/carrillista-seras-tu/
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Alberto Garzón y Pablo Iglesias. "Dos hombres y un destino", podría titularse. [Imagen añadida por nuestro blog; no corresponde con la foto del artículo original] |
Carrillista serás tú
Por José Vega González
Aunque una soflama cualquiera -como el papel- lo aguanta todo, lo cierto es que resulta contradictorio que las mismas personas puedan tachar a alguien de bullejista y carrillista de forma casi simultánea. Siendo el primero un intento de insulto digamos que sofisticado, lo cierto es que el segundo, como intento de insulto es lo más ‘in’ por parte de según qué personas de las distintas direcciones actuales -y los fervorosamente alineados con éstas- de IU y el PCE.
No estás de acuerdo con lo aprobado en la XI Asamblea -celebrada de aquella manera tanto en la forma como en el fondo-, que básicamente consiste en “superar” a IU desde la propia IU creando para ello un nuevo sujeto político y social que no se trataría de un partido al uso, sino un movimiento, y que vamos a crearlo primero y ya debatiremos luego las formalidades jurídicas. Y por supuesto ser, estar y fomentar el conflicto: la coda de una canción machacona que se repite ‘in voce’ o por escrito así como quinientas veces o hasta que la militancia se lo aprende, y que meses después apenas ha ido más allá de seguir siendo un desarrollo teórico. Conflictos, pocos y a medio gas; y ausentándonos de las mejores ocasiones, no vaya a ser que coincidamos en la calle con las derechas y nos manchemos. No, mejor dejarles el campo abonado y hacer una campañita propia por otro lado (1). Pero se reservan el derecho de acusarte también de querer ser el guardián de las esencias ideológicas. Entre tanto, un falso tenderete con ropa colgada y una pintada en la que se lee «que no nos jodan la vida», imitando la fachada de un edificio de barrio obrero [esto debe ser por lo de ir diciendo adiós a la izquierda pija].
Y como hemos quedado en que no estás de acuerdo, eres carrillista o neocarrillista, lo que supone que estés a favor de una cosa que de pronto un día empezamos a llamar “Régimen del ’78”, en el cual se supone que estás como gatete -quiero decir, pez- en el agua y te sientes representado, te conformas con un 5% de los votos (en el peor de los casos, sería antes de que Alberto Garzón consiguiese no sacar ni eso), y por supuesto, no tienes otro objetivo que ser la muleta del PSOE (aquí, te suelen recordar cariñosamente la “oposición influyente” de Llamazares). (2)
Lo que seguramente no le dirán quienes no tienen otro leitmotiv que el de la “unidad popular”, es que lo de la convergencia y el “nuevo movimiento político y social” ya fue teorizado, pero nunca puesto en práctica. Efectivamente: el padre de la criatura es quien ustedes piensan. En 1977, la Editorial Crítica (Grupo Grijalbo) publicó el opúsculo “Eurocomunismo y Estado” de SANTIAGO CARRILLO SOLARES.
Piensen ustedes: –«En algunos casos habrá que utilizar izquierda y derecha como un eje válido, y en otros se puede usar arriba y abajo»; «No podemos convencer a parados para ir a la manifestación usando un lenguaje marxista que no entiendan»… son unas palabras que tienen el arrullo eurocomunista de estas otras: «Para las vías que nos proponemos […] no basta con que nos desembaracemos de algunas fórmulas acuñadas por nuestros teóricos -como la de dictadura del proletariado- ni que afirmemos nuestro respeto por el juego democrático. […] Se impone, particularmente, el estudio del Estado actual y, sobre todo, de las posibilidades de transformarlo por una vía democrática, e, igualmente, la profundización crítica de las ideas del marxismo» (3).
Ahondar el marxismo (no EN el marxismo). Enterrarlo más si cabe. Esa es la conclusión en ambos casos. Qué triste es que venga algún “preparao” a decir que las personas paradas no son capaces de entender a Marx, como si en este país los parados no supieran leer y razonar casi en su inmensa totalidad, ni hubieran estudiado. Es normal que se dispense un trato denigrante a las personas desempleadas cuando se vive de padrino en padrino sin pasar por la cola del paro. Siguiendo esta lógica, no se puede explicar que Pepe Díaz (panadero), Bullejos (cartero) o Dolores Ibárruri (costurera, sirvienta y cocinera) entendieran el lenguaje marxista y lo hicieran suyo.
Pero mi cálamo no es el más autorizado para hablar con profusión del marxismo.
Podríamos hablar de cómo se nos decía que fuésemos a los espacios de convergencia (por así llamarlos), o podríamos hablar del papel de corista que ha desempeñado IU en las candidaturas de “Unidos Podemos”. Y es que «La misión del partido es contribuir a que las fuerzas del trabajo y de la cultura conquisten la hegemonía político social. Por eso, el partido no aspira a conquistar el poder para él, monopólicamente, sino a un poder en el que participen y cooperen, según su peso real, los diferentes grupos políticos representativos de esas fuerzas» (4). Aquí, la realidad supera a la ficción literaria: lejos de no monopolizar ningún poder, nuestra participación en la configuración de las últimas listas electorales desbordó la teoría carrillista, dejándonos un papel incluso inferior al de nuestro peso específico. Todo por la unidad popular.
Respecto a superar IU construyendo un nuevo espacio político, también fue un punto tratado por Carrillo en su obra, con la diferencia de que él no acertó a ponerle otro nombre que el de “nueva formación política”. «El papel que los comunistas atribuíamos en otros períodos al partido, como instrumento de la hegemonía de los trabajadores en la sociedad, correspondería hoy, teóricamente, a lo que hemos llamado la nueva formación política. […] Es cierto que toda fuerza social necesita un instrumento político para cumplir su papel. Nosotros, aunque consideremos preferencialmente a nuestro partido, estimamos que no es el único instrumento político; tampoco lo son, aisladamente, otros partidos. La conjunción de todos ellos sí puede serlo. Esa conjunción tendría características comunes y características disímiles. […] Es decir, se trataría de algo así como una confederación de partidos políticos y organizaciones sociales diversas, que actuaría por consenso y respetando la personalidad y la independencia de cada partido y organización. No sería un superpartido, puesto que cada cual preservaría, en definitiva, su libertad para autodeterminarse, ni tampoco una simple coalición electoral ni ocasional; estaría animada de una vocación de permanencia para la realización de ideales comunes» (5). ¿No les recuerda esto a la frase «No queremos un sorpaso al PSOE, el objetivo es ganar al PP y a las políticas que nos han traído a esta situación y solos no podemos, pero si trabajamos conjuntamente sí se puede conseguir»? (6)
No voy a entrar a ser yo quien haga una cata política de nuestros compañeros de viaje en esta convergencia, pues sigo pensando que para este viaje no hacen falta alforjas. Pero desde luego las muestras inequívocas que dan en su afán por la desideologización les hace encajar como socios perfectos del eurocomunismo de Carrillo: «Al mismo tiempo, la estrategia “eurocomunista” se propone realizar una convergencia con los partidos socialistas y socialdemócratas, con las fuerzas cristianas progresistas, [y] con todos los grupos democráticos no enfeudados en la propiedad de tipo monopolista». (7)
No falta en el discurso confluyente la oportuna alusión al Frente Popular de 1936, para enardecer el sentimiento en favor de la “unidad popular”. También se llama a esto “El Partido de Pepe [Díaz] y Dolores [Ibárruri]”, en contraposición al PCE de Bullejos. Lo que en el tremolar del fervor frentepopulista huelgan decir es que, tanto Bullejos como Pepe Díaz o Dolores Ibárruri siguieron en su momento los dictados de la Internacional Comunista. Incluso, si queremos, podemos decir que el propio Bullejos fue el primero en abandonar el bullejismo del clase contra clase dictado por la Internacional Comunista cuando con ocasión de la sanjurjada defendió el régimen republicano (8). Por lo que respecta al programa de mínimos del Frente Popular, lo cierto es que pivotó en torno a una serie de ejes que se pueden resumir en cuatro: «a) confiscación de la tierra de los grandes terratenientes, de la Iglesia y de los conventos, sin ninguna indemnización, para entregarla inmediata y gratuitamente a los campesinos pobres y a los obreros agrícolas […] b) Liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo español. Que se conceda el derecho de regir libremente sus destinos a Catalunya, a Euskadi, a Galicia y a cuantas nacionalidades estén oprimidas por el imperialismo de España, […] c) Mejoramiento general de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera (aumento de salarios, respeto de los contratos de trabajo, reconocimiento de los sindicatos de lucha de clases, amplia libertad de opinión, de reunión, manifestación y prensa para los obreros, etc., etc.), […] d) Libertad para todos los presos revolucionarios. Amnistía total para los presos y perseguidos de carácter político-social» (9). El recuerdo del programa de mínimos del Frente Popular de 1936 desde luego hace cosquillas si lo comparamos con el actual programa de mínimos de Unidos Podemos, que no ha defendido siquiera una tercera república, romper con el imperialismo -especialmente en lo atinente a la OTAN-, defender una verdadera reforma laboral en favor de los trabajadores de este país, una subida sustancial del salario mínimo interprofesional; o la salida del Euro y ruptura con la UE, puestos en papel en la I fase del XX Congreso del PCE y mojados después por la práctica (10). De los cuarenta años de lucha clandestina que incluyeron al maquis, camaradas fusilados en las tapias de los cementerios y represión, tortura y muerte en las cárceles no me extiendo, pero no por ello puedo evitar señalar que esa lucha, cuyo fin inmediato no fue otro que reinstaurar un sistema democrático en España, en la nueva lectura de la historia parece ser que fue poco. No lucharon lo bastante quienes desde la clandestinidad o desde la cárcel no sólo mantuvieron sino dieron al PCE la fortaleza que no había tenido ni en 1936 aun jugándose su propia vida. Personas que, con su lucha, permitieron que quienes hemos nacido o empezado a militar en el PCE después de 1977 podamos tener dicha militancia sin arriesgar otra cosa que a lo sumo el puesto de trabajo. Por ello, que en 1977 el PCE tragase con ruedas de molino para salir de la clandestinidad se antoja hoy como un error imperdonable. Tal vez hubiese sido mejor que, siguiendo en la ilegalidad, saliesen las células del Partido a la calle a gritar «¡abajo la democracia burguesa!» emulando 46 años después lo que un puñado de militantes del PCE hizo en Madrid el 15 de abril de 1931.
Si tenemos en cuenta los contextos históricos y las pretensiones que rodearon a la formación del Frente Popular, al período entre la muerte de Franco y la Constitución del ’78 y el momento actual de formación de las convergencias, parece que en la teoría y la praxis eurocomunista se da un paralelismo importante con el surgimiento del frente popular, que sintetizándolo mal y pronto podría ser confrontar y acabar con el fascismo imperante. Por ello, que la actual estrategia de “unidad popular” quiera beber del Frente Popular -cosa que puede hacer con cierta legitimidad- sin tomar agua del abrevadero eurocomunista, resulta cuanto menos una tergiversación cronológica del nexo temporal. Más sangrante resulta aún que la lucha de Pasionaria o de Marcos Ana se echen por tierra con una sola frase mientras que en público, en la literatura de consumo interno y en los órganos se enarbolan y ensalzan sus figuras. Y aquí volvemos a entroncar con que la culpa es de Carrillo y su cohorte. Sin embargo, a quienes le siguieron después, muchos de ellos en activo y hoy declarados anticarrillistas, jamás se les ha pedido que rindieran cuentas de por qué tras la legalización y la consolidación del -por qué no, llamémoslo así- régimen del ’78, no se rompieron amarras con éste para dejar de ser esa supuesta izquierda dócil.
No obstante, espero que esa rendición de cuentas no la pida nadie que se haya posicionado primero a favor del pacto PSOE-IU en la Junta de Andalucía, y después para gustar a otros socios más apetitosos dijese que había sido un clamoroso error; que también defendieron la autonomía de IU-Extremadura para tomar sus decisiones y que el PSOE no tenía derecho de pernada sobre IU, para posteriormente decir que fue un error no haber llegado a un acuerdo en Extremadura. Que son los mismos que dicen unas veces que hay que echar al PP de las instituciones y otras hablan del bipartidismo y la sempiterna muleta del PSOE (cuando defienden que lo de pactar con el PSOE es cosa del carrillismo).
En conclusión: aquí no hay carrillistas más ortodoxos que quienes utilizan dicho término de forma despectiva contra quienes no siguen al abanderado. Por lo que a Bullejos respecta, no se le puede tildar de sectario cuando precisamente él se convirtió en un juguete roto de la Internacional Comunista por dejar de lado el sectarismo. Quien quiera desarrollar una teoría y una praxis carrillista (eurocomunista) que lo haga, no hay necesidad de ser un carrillista reprimido. Pero dejen de llamar carrillistas o bullejistas a quienes precisamente nos dedicamos a combatir el carrillismo.
José Vega González
Notas
(1) En Málaga, 3000 personas se manifestaron el 28 de noviembre bajo la lluvia por la sanidad pública. ni IU ni el PCE participaron o secundaron como organizaciones en modo alguno dicha marcha. El triple de las reunidas en Sevilla a nivel andaluz apenas una semana antes en la enésima reedición descentralizada de las llamadas “Marchas por la Dignidad”, en una jornada apacible en términos climatológicos. Mientras se disuadía de acudir a dicha manifestación, se mandaban unos PDF por correo para recoger firmas por la sanidad y unas hojas que ponían “paciente: Sanidad Pública Andaluza” y unos renglones para que la gente escribiese su peculiar carta a los Reyes Magos. Todo un ejercicio de hacer justo lo contrario de lo que se predica sobre unidad y posicionarse en el conflicto.
(2) Básicamente, se trata de ser como la “pata izquierda” del sistema, de lo que también se acusa. Entonces ya no somos sólo carrillistas, sino también socialdemócratas. Aunque huelga decir que Carrillo ya desvinculó su teoría eurocomunista de la socialdemocracia al afirmar que «lo que se denomina vulgarmente eurocomunismo se propone transformar la sociedad capitalista, no administrarla; elaborar una alternativa socialista al sistema del capital monopolista del Estado, no integrarse en éste y ser una de sus variantes de gobierno. Es decir, se propone desarrollar el proceso revolucionario mundial, que hoy es una necesidad social objetiva para salir del impasse al que la humanidad es conducida por el modelo de desarrollo capitalista» [Eurocomunismo y Estado, p. 132]. En resumen, haciéndole un favor al discurso del “nuevo tiempo político”, de la “ruptura” y de la “unidad popular”, podría afirmarse que éste está a la par con el discurso del eurocomunismo en lo que a desligarse del sistema capitalista se refiere.
(3) CARRILLO, SANTIAGO: Eurocomunismo y Estado. Ed. Crítica, Barcelona, 1977, pág. 17
(4) Op. Cit. pág. 129
(5) Op. Cit. pp. 129-131.
(7) Op. Cit. pp. 132-133.
(8) No sería hasta 1934, en plena fascistización del bienio derechista, cuando desde la Internacional Comunista se optó por la necesidad de un frente popular en España, siendo ya Pepe Díaz el Secretario General del PCE.
(10) En la tesis 6 de los documentos aprobados en la I fase del XX Congreso del PCE se lee que «El proyecto de la UE y el Euro han sido un terrible desastre para los pueblos de Europa, especialmente para la clase trabajadora y las capas populares. Los efectos sobre la clase trabajadora y sobre el tejido productivo de nuestro país han sido demoledores. Esto es un hecho absolutamente objetivo, fruto de un proyecto irracional y perverso cuya desaparición es cada vez más necesaria. Tanto la UE como el euro son irreformables dado que se han construido sobre los valores y los principios del capitalismo, y se han construido para servir los intereses del poder económico y financiero». Dicho documento, como el resto de los aprobados, se puede consultar en :
http://pce.es/descarga/20160409_xx_congreso_pce_doc_aprobado.pdf
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Garzón tiene palabras bonitas y habla muy bien. Cuando le oyes piensas que es un revolucionario que desea llegar a una sociedad comunista. Pero si te despegas de lo que le oyes y miras lo que hace, te das cuenta que una cosa es lo que dice y otra lo que hace.
ResponderEliminarYo he estado en la primera parte del Congreso del PCE como delegado. En efecto en la tesis 6 se pide salir de la cárcel que nos ha metido esta UE, tachándola de IRREFORMABLE. Por lo tanto, ¿cómo se puede integrar o confluir con una formación que defiende no salir de esta cárcel? ¿Cómo se puede integrar o confluir con una formación que admite quedarse en la OTAN, cuando el PCE defiende salir? ¿Cómo se puede integrar o confluir con una formación que admite, como mucho regular la prostitución, cuando IU quiere prohibirla?
Sin integrarse, presentándose por separado a las elecciones, una vez formado los grupos parlamentarios, se puede apoyar iniciativas de otros grupos, como ha hecho IU desde siempre, pues ha apoyado leyes propuestas por el PSOE, e incluso alguna del PP, la supresión de la mili. Y se podrían apoyar proposiciones de Podemos, pero desde fuera, no desapareciendo en ese sumidero.
Él, A. Garzón, pertenece a IU y al PCE, en teoría, pero en realidad pertenece al PAG (Partido Alberto Garzón) y quiere absorber en ese partido a IU y al PCE. Lo que mirándolo desde fuera quiere hacer el PAG, integrado en Podemos, es sustituir al PSOE como partido menos a la derecha del sistema principalmente bipartidista (puede que en el futuro se admitan retazos de otros pequeños partidos, C's, e incluso lo que quedara del PSOE) que actualmente soportamos.
Sobre el tema de “Eurocomunismo y Estado”. Sienta las bases para lo que en principio (1977-78) se intentó por parte del PCE en España. Eso de la alianza con los cristianos de izquierda y otros grupos progresistas. Era la época que el PCI del tiempo de Berlinguer iba disparado hacia el poder, y se admitía la posibilidad de cambiar el sistema a través, principalmente, de la urnas. Hemos visto lo que ha quedado de ese glorioso PCI, y que sin movilización callejera se puede alcanzar poder, pero no alcanzar “EL PODER”. En ese tiempo la aspiración de la gente, en España, era lograr la democracia, y parecía que con esa estrategia era posible. Esa fue la razón que se aceptara el método.
Primero Carrillo se apoderó de una cierta mayoría del CC del PCE para asegurarse los virajes políticos que considerara necesarios.
Pero cuando Carrillo vio que por ese método no conseguía mucho empezó la represión dentro del PCE, con lo que intentó destruirlo, y lo dijo claramente: «Es tiempo de superar la fractura de 1921», o sea que era el momento de integrarse en el PSOE de F. González en 1983.
Recuerdo una cagada de Carrillo en esa época que dio para que algunos pensáramos que o no entendía el marxismo o nos quería engañar. La frase era:
«Dictadura, ni la del proletariado»
O no entendía nada, siendo secretario general de un partido marxista, o quería conscientemente engañar a la gente menos preparada.
Pues se vuelve a repetir la jugada. Ahora el jefe (hiperlíder) del PAG vuelve a intentar engañar como lo hizo Carrillo. Y lo tiene más fácil porque la gente del PCE y de IU está menos preparada que lo estaba entonces.
Ahora lo que se lleva el hablar, el bla, bla, bla, o sea como decía Hamlet «palabras, palabras, palabras», con las que responde a la pregunta de qué está leyendo. O sea palabras no hechos.
Se está repitiendo la situación, primero Garzón consigue tener una mayoría adicta en los órganos directivos de IU y del PCE. Después se empiezan las purgas, y a continuación se intenta integrar el PAG en otro partido que considera que sería el mayoritario, dentro de la parte menos derechista del bipartidismo.
Lo más (en realidad, menos) divertido, es que lo hace denigrando a los que se oponen a sus propósitos con calificativos de «carrillista» o «neocarrillista», o sea que acusa de actuar como Carrillo. Pero él quiere hacer lo que hizo Carrillo, diciendo casi exactamente lo mismo.
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/alberto-garzon-dignidad-del-pce/?id_externo_rsoc=FB_CC
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