- 2011, Elena Salgado, vicepresidenta del Gobierno de Zapatero (PSOE): “La reestructuración del sector la pagará el sector y no los contribuyentes”
- 2012, Luis de Guindos, ministro de Economía del PP: "Los contribuyentes no pondrán ni un euro en la reestructuración”
- Noviembre 2013: los resultados del FROB ya dan por perdidos por el momento más de 36.000 millones de los cerca de 52.000 millones que recibió el sector hasta 2012, dinero que pagaremos los contribuyentes.
Introducción
¿Sabes que España paga en intereses a bancos casi cien millones al día? Es lo que cuesta construir un hospital de 500 camas.
¿Sabes que España paga en intereses a bancos casi cien millones al día? Es lo que cuesta construir un hospital de 500 camas.
Te invitamos a leer con calma y paciencia la siguiente entrada, ya que pocas cosas tienen tanta trascendencia e impacto en tu vida y en la vida de todos nosotros, como el tema que abordamos. Es un tema ladrillo, cuya comprensión requiere un poco de esfuerzo, pero es de vital importancia que lo tengamos claro y que asumamos la necesidad de explicárselo a la gente que nos rodea, en el trabajo, en el barrio, en nuestros espacios sociales..., intentando contrarrestar lo que los grandes medios de comunicación y partidos dominantes nos ocultan.
El pasado 10 de abril, tuvo lugar en Bruselas una Conferencia internacional del Partido de la Izquierda Europea (EL), en el que está integrado Izquierda Unida (véase "Pierre Laurent asks for a European convention on debt and public investment"). El tema central de la Conferencia era fijar la postura común a adoptar sobre la deuda pública, de cara a las elecciones europeas de mayo, explorando las alternativas para resolver el problema y poner fin a las políticas de austeridad.
El hecho de que el tema de la deuda sea una de las preocupaciones importantes del conjunto de fuerzas integradas en el EL, responde a una lógica contundente. La deuda se utiliza como chantaje para mantener y profundizar en las políticas neoliberales de austeridad, liquidando -poco a poco pero sin pausa- los derechos sociales, los servicios públicos a base de privatizarlos... Todas aquellas cosas de las que nos quejamos en el día a día, una buena parte de las mismas guardan relación directa o indirecta con el tema de la deuda, de ahí su trascendencia.
Existe un punto inicial de realismo que conviene no olvidar: la deuda soberana de países como España, Grecia, etc., es impagable. Esto quien mejor lo sabe son los macarras financieros del FMI, los hombres de negro que nos mandan para que nos rompan las piernas si nos portamos mal. ¿Qué sentido tiene entonces si es impagable? Es muy sencillo. La deuda justifica las políticas de austeridad y éstas, a su vez, justifican los recortes y el progresivo desmantalemiento -vía privatización- de la sanidad pública y del sistema público de pensiones, los recortes en la educación pública, la privatización de todo cuanto queda en manos del sector público, la liquidación de todo tipo de derechos sociales... La deuda es la pistola que la oligarquía pone sobre nuestras sienes para seguir desarrollando las políticas neoliberales derivadas de la actual fase del capitalismo basado en la acumulación por desposesión.
En el artículo antes mencionado sobre la Conferencia del EL, se dice:
"(...) se utiliza la deuda para dominar a otros pueblos, para chantajearlos y provocar desequilibrios externos e internos (...) el objetivo que está detrás de esa política es transformar el sur de Europa en una zona de la mano de obra barata y desregulada y sin derechos (...) plantear el tema de la deuda supone cuestionar todo el sistema económico de los mercados financieros y las instituciones que la respaldan".
La deuda soberana es sin duda uno de los mejores ejemplos de la acumulación por desposesión. Pensemos que una buena parte de la deuda tiene que ver con el rescate bancario llevado a cabo por los gobiernos de Zapatero (PSOE) y de Rajoy (PP). Para rescatar los bancos privados, aquí y en otros países, el Estado se endeuda con préstamos del Banco Central Europeo (BCE). Pero el BCE no presta directamente a los estados, sino que presta a los bancos privados a un 1% de interés, y estos a su vez prestan a los estados a un 5%. ¿Es de locos, verdad?
Sin embargo, pese a la importancia que tiene la cuestión de la deuda soberana para nuestro futuro y el de nuestros hijos, es un tema tabú en los grandes medios de comunicación sistémicos. También para los partidos dominantes. Unos y otros asumen él dictado de la Troika al respecto. En este sentido sorprende el discurso del PSOE: mientras por un lado, clama contra las políticas de austeridad, por otro:
- En 2011, el PSOE pactó con el PP la reforma constitucional del Artículo 135, imponiendo lo que se llamó “estabilidad presupuestaria” y la prioridad del pago de la deuda y sus intereses. Esto viene a blindar las políticas de austeridad que el PSOE dice criticar.
- La postura del PSOE respecto a la deuda soberana, no es pues distinta de la del PP. Es la misma postura que emana de la Troika (BCE, FMI y Comisión Europea).
Las políticas legitimadas en función de la deuda soberana, no son diferentes a las que anteriormente fueron aplicadas en América Latina en los 80 y 90, y que provocaron una carnicería social previa a su fracaso. En España, Izquierda Unida ha liderado el debate, con la limitación que supone su silenciamiento por parte de los medios. Otros partidos más pequeños han empezado a asumir también el planteamiento de IU, lo cual es positivo.
La deuda soberana es impagable y a la larga no queda otra que su condonación parcial. Declaraba la candidata de Izquierda Unida, Marina Albiol (Mundo Obrero, 21-4-2014):
En primer lugar denunciamos que la deuda es ilegítima y por lo tanto no debería pagarse. El pago de esta deuda lastra cualquier posibilidad de hacer políticas sociales que beneficiarían a la gran mayoría. Es una deuda ilegítima porque proviene de esos mecanismos a los que antes hacía alusión, donde el BCE juega un papel fundamental, pues ejerce de prestamista a las entidades bancarias, pero no a los Estados, quienes luego han de recurrir a estas entidades bancarias privadas para financiarse obligándoles a pagar intereses mucho más altos que los que pide el BCE. Estamos pidiendo una moratoria de la deuda, una auditoría y una quita.Os ofrecemos una miscelánea de aportaciones en relación con la deuda soberana, comenzando por la propuesta de IU en su programa electoral, que es lógicamente consecuente con la postura del Partido de la Izquierda Europea (EL).
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TEXTO 1. Izquierda Unida: "El problema de la deuda ilegítima" (del Programa electoral de IU).
En el 2000 la deuda pública española fue del 59,4% del PIB, a comienzos de 2014 es el 95% y en los Presupuestos 2014 se estima que llegará al 98,9%. En 2014 el Gobierno necesitará 243.800 millones para refinanciar la deuda y pagaremos 36.590 millones en intereses. Esta deuda tiene diferentes orígenes, como consecuencia de la crisis financiera y económica, y sin más datos es difícil dilucidar qué parte corresponde a las necesidades de financiación de la activación de los estabilizadores automáticos, de los planes de estímulo o de los rescates bancarios. Pero sí cabe reconocer que en comparación con las grandes entidades financieras el contexto de financiación del Estado ha sido enormemente injusto. Al menos en dos formas:
- Mientras el BCE pone a disposición de las entidades financieras una financiación muy barata y prácticamente ilimitada, los Estados tienen que recurrir a los mercados financieros de deuda pública en un contexto de recesión económica –con sus implicaciones en términos de rentabilidad y precio de los títulos de deuda-. Esta situación, derivada de las fallas de la construcción europea, lleva a la creación de espacios de arbitraje que los bancos han aprovechado. Las entidades financieras pueden acceder a financiación a un tipo de interés muy reducido y prestar esas cantidades al Estado a tipos de interés mucho más elevados.
- Gran parte de la financiación obtenida por el Estado ha sido para salvar el sistema financiero. El Estado se endeuda no para hacer frente a los gastos corrientes o de inversión en la economía real, sino para prestar el dinero en condiciones favorables a sujetos privados cuyos intereses no coinciden con los de los ciudadanos. Informes independientes dicen que el total de este endeudamiento “ilegítimo” asciende a 95.671 millones sólo entre 2008 y 2010.
Gran parte de las emisiones de deuda pública se han suscrito a través de estos mecanismos, produciéndose un ilegítimo rescate a las entidades financieras de toda Europa. Por esa razón IU considera que es posible calificar gran parte de los contratos de deuda pública con el concepto de “deuda odiosa” tal y como aparece recogido en la doctrina internacional.
Los casos de Argentina en 2001 y Ecuador en 2007 ilustran que es posible realizar estas medidas y que son instrumentos útiles para garantizar el desarrollo económico. En un contexto de recesión es previsible que la capacidad de ingreso del Estado siga mermándose hasta el hacer insostenible el crecimiento de la deuda pública. Hay datos que apuntan a esta dificultad creciente. Entre 2011 y 2010 el déficit primario descendió un 9’09% (hasta el 7% según Eurostat) como consecuencia de las políticas de austeridad, pero el déficit público final sólo descendió un 3’09% (hasta el 9’4% según Eurostat). Este diferente ritmo de crecimiento revela el lastre que supone el creciente peso del pago de los intereses de la deuda pública, los cuales ejercen una punción sobre los recursos públicos e impiden que éstos puedan dedicarse a políticas de reactivación económica. Se confirma así la creciente limitación de la democracia, asumiendo la Troika y los oligopolios el papel de decisores de los asuntos públicos.
La descrita aquí es una peligrosa senda que aúna socialización de las deudas privadas, crecimiento del endeudamiento público, recesión económica y creciente peso de la carga financiera. No es éste un problema que pueda resolverse con más austeridad, como ilustra el caso griego, sino que manifiesta la necesidad de liberar parte del lastre financiero que supone la deuda pública. La deuda ilegítima no se paga. Y la deuda contraída para ayudar al sector financiero debe cobrarse a este sector estableciendo planes concretos y medibles de cobro.
Hoy la suma de la deuda pública y privada supera en España los 4 billones de euros, más de cuatro veces el PIB. La situación de otros países europeos es similar. Las obligaciones que genera el pago de la deuda hacen disminuir la demanda interna y descender los precios. Esto explica que los intentos del BCE por aumentar la masa monetaria danto créditos a bajo interés a la banca no estén dando resultado en la economía real. Son necesarias otras medidas de saneamiento financiero: la reestructuración del sistema, la democratización y nacionalización de las entidades solventes y la reestructuración tanto de la deuda pública como privada.
Todo ello debe acompañarse de una política expansiva por parte del BCE y por un nuevo diseño de la UE y permitir el acceso de los estados a la financiación del BCE y hacer posible la mutualización de la deuda mediante emisión de euro bonos garantizados por el BCE.
Consideramos necesario poner en marcha una auditoría de la deuda pública que estudie todas las suscripciones de títulos para poder identificar qué contratos pueden considerarse “odiosos”. El objetivo de la auditoría, que da de ser trasparente y controlada por la ciudadanía, es identificar la deuda odiosa y rechazar su pago, de acuerdo con el derecho internacional.
Finalmente, consideramos un aspecto imprescindible de cualquier política la derogación del artículo 135 bis de la Constitución y de la Ley de estabilidad presupuestaria.
TEXTO 2. Javier Navascués: "El vaiven de la deuda".
Publicado en Mundo Obrero, 2-4-2014
Pasada la preocupación por la prima de riesgo, parecía que la deuda pública había dejado de existir a pesar de que los intereses que se pagan por la misma ascienden a la exorbitante cantidad de 40.000 millones de euros al año, más que el presupuesto para Educación de todas las comunidades autónomas juntas. Pero ahí sigue; casi un billón de euros en números redondos. Y no es sólo un problema español; la deuda pública de las economías capitalistas avanzadas asciende a la friolera de cuarenta billones.
Que estas magnitudes son impagables es algo que no se le escapa a nadie, y así en los círculos pensantes del capitalismo globalizado le están dando vueltas a cómo salir del lío. El FMI, ya en noviembre, publicó algunas hipótesis para descartar una parte de la deuda, de manera que lo que quedara fuera digerible. Se sugieren varias vías: una quita controlada, posibilitar una inflación moderada que erosione el valor real de la cantidad adeudada o, y ésta es la novedad, un impuesto especial sobre la propiedad cuya recaudación se destine a cancelar una parte de los préstamos. Por esta vía, propuesta en la propia Alemania –que también tiene una deuda pública excesiva-, se podrían recaudar más de 230.000 millones de euros en el país germano; en el caso de España estaríamos hablando de la mitad. Se trata de un impuesto que se cobraría una sola vez, con un tipo del 10% sobre el patrimonio neto de las personas físicas a partir de un mínimo exento que allí se propone fijar en 250.000 euros. Un impuesto a los ricos, ¿curioso, no?
Otra de las vías que se propone, esta vez desde determinados centros “progresistas” europeos es una modalidad sofisticada de los eurobonos. En este caso se trata de que el BCE compre deuda pública a los países del euro en proporción al peso que cada uno tiene en la eurozona, sin exigir que se devuelva a su vencimiento. Para financiar la compra, el BCE emitiría unos bonos por los que debería pagar intereses y que le ocasionarían pérdidas. Como los accionistas del BCE son los países de la Eurozona, en último extremo acabarían pagando. Evidentemente, la contrapartida de este favor sería un aumento del control del BCE sobre los países agraciados; dicho de otro modo, la troika corregida y aumentada.
En el fondo tanto los dirigentes como los técnicos a su servicio se debaten en una contradicción: cómo salvar el valor del capital ficticio que representa la deuda cuando cada vez se ve más difícil que llegue a pagarse. La primera medida que he explicado, aparentemente, carga la mano sobre los más ricos; pero no es más que una redistribución pues la recaudación del impuesto se revierte a los accionistas de los bancos que tienen la deuda, o sea los propios ricos. La segunda medida cambia deuda mala, de los países, por deuda buena, del BCE. Pero sigue siendo deuda. Lo que está fuera de la cuestión es que deje de pagarse, probabilidad que les horroriza pero que sigue atormentándoles. Pero sin una devaluación radical de la deuda no hay salida a la crisis. Así de simple.
Rajoy no deja de embaucarnos con su frase preferida: hemos pasado la recesión económica, lo peor de la crisis ha pasado, hemos superado el Cabo de Hornos (no cuantifica los náufragos que han perecido en el intento). Nos queda algún detallillo, como los 6 millones de parados… pero eso se arregla con otra reforma laboral si es preciso, con los minijobs, la reducción de salarios, la congelación del salario mínimo, o -como quiere la CEOE- con un salario mínimo más mínimo para los jóvenes aprendices sin experiencia laboral.
¿Cuál es el misterio de este aparente remonte? El “milagro Rajoy” consiste en haber obtenido de la Comisión Europea una prórroga de dos años para la reducción del déficit. La UE no podía permitirse el lujo de dejar caer en el abismo del rescate al cuarto país de Europa. Lo mismo que a Italia, que es la tercera economía de la eurozona. Le hubiera resultado más caro a Alemania y otros países centrales. El euro corría un riesgo cierto de desaparición, o al menos de fragmentación y descrédito como moneda de referencia. Han preferido salvar a los bancos, eso sí, y prestigiar ante los mercados a ambas economías, la española y la italiana, para que bajase la prima de riesgo, esto es, para que los préstamos nos saliesen más baratos. Y ni siquiera el compromiso de reducción del déficit al 3% en 2016 se cumplirá, a Dios gracias. Pues el “milagro Rajoy” ha sido el incremento de la deuda. Pese a las políticas de ajuste, la situación no es explosiva por la ingente economía sumergida que tenemos y porque la deuda pública ha crecido lo suficiente como para mantener el tipo. Así, aún nos quedan vestigios de alguna que otra situación de lo que nos asemeja a una “economía avanzada”, aunque periférica, estancada y muy deteriorada.
La deuda pública llegó en enero a sumar 979.316 millones de euros, 18.677 más que a finales de 2013, y por tanto se ha quedado en el 95’7% del PIB. Teniendo en cuenta que al principio de la crisis la deuda pública era del 36% del PIB, esos 60 puntos de incremento de la deuda es el resultado de un proceso de políticas anticrisis en las que el Estado (Hacienda somos casi todos, decía la Sexta el otro día) ha tenido que poner mucho dinero prestado (ya que no recaudaba lo suficiente) para financiar todos los gastos públicos, o al menos casi todos, pues -como es bien sabido- recortes ha habido, ¡y de qué forma! E incluso subidas de impuestos, pese a las promesas electorales de Rajoy. Sobre todo del IVA, que es el más injusto de los impuestos, por regresivo, ya que grava por igual a los desiguales en renta.
La deuda pública ha subido desde los 737.405 millones de euros en que la cogió Rajoy cuando accedió al Gobierno de España, hasta la de hoy. Total, que el liberal Rajoy ha tenido que pedir prestados 252.000 millones de euros más para mediocapear la crisis financiera. Pero desde mayo del 2013 el ritmo de endeudamiento se ha acelerado, y en enero ha aumentado a un ritmo de 602 millones/día, lo que equivale a que la deuda de cada españolito es de 21.011 euros. Y como ni las previsiones más optimistas esperan una recuperación suficiente del crecimiento económico como para remontar la crisis recaudatoria del Estado (dicen que podríamos llegar a un 1’2%), todo apunta a que en 2015 la deuda pública pasará del 100%. Funcas calcula que 2014 acabará con una deuda del 99’7% y que en 2015 alcanzará el 104’3%. La Comisión Europea y el FMI dan cifras muy parecidas.
No hay que asustarse. Hay países que sobreviven con una deuda de más del 200% de su PIB. El verdadero problema es que España tiene más dificultades en pagar su deuda, pues el crecimiento sigue resistiéndose a visitarnos. Pese a las palabras optimistas del Gobierno, lo cierto es que estamos en una situación de estancamiento económico, y con una inflación muy baja, casi al borde de lo que los economistas llaman estanflación.
Lo peor es que la estrategia de recuperación económica implementada por el Gobierno tiene las patas muy cortas, pues consiste en incentivar la inversión extranjera aquí (vendiendo lo baratos que resultan nuestros trabajadores) y exportar más allí fuera. Pero si el factor de competitividad vía salarios y derechos baratos choca con la deriva de generalización del mismo factor en la Europa otrora Social, el otro factor, el de la internacionalización de nuestras empresas y productos choca con la presunción por parte de nuestros potenciales exportadores de que esa baja inflación va a perjudicarles, pues los precios de nuestros bienes y servicios pueden caer. ¿Consecuencias? Que la exportación se contiene o se retrasa, lo que conlleva el fracaso de la estrategia económica por estancamiento y, lo que es peor, el aumento del valor real de la deuda pública. Es de prever que el Estado no conseguirá reducir los intereses de la deuda a pagar. Más bien, todo lo contrario. Por ejemplo, de los 242.400 millones que la Hacienda española va a tener que pedir prestados este año, 65.000 van a ser endeudamiento neto y el resto amortizaciones.
Con estas cifras de deuda, la economía española no puede recuperarse. Y menos el empleo, los derechos sociales y la estabilidad democrática. Al revés. Esta crisis está creando un círculo vicioso que consiste en el incremento de las desigualdades, y en el callejón sin salida del fracaso de la estrategia de salida de la crisis. Javier Navascués lo explica muy bien en el periódico del PCE, Mundo Obrero, en su artículo El vaivén de la deuda (marzo 2014): el FMI está inquieto por la marcha de la economía mundial, y sobre todo por la crecida deuda de la UE. Y comienza a pensarse que es preciso hacer una quita a la deuda pública de las economías capitalistas, consciente de que es impagable. ¿Cómo piensa hacerlo? Baraja varias hipótesis: realizar una quita controlada, posibilitar una inflación moderada que le reste valor real al montante de la deuda, o incluso crear un impuesto especial sobre la propiedad, gravando el patrimonio de los ricos de más de una determinada cuantía; sugieren un 10% a partir de los 250.000 euros, destinando la recaudación a cancelar así una parte de los préstamos. Con esta hipótesis, en Alemania se podrían recaudar unos 230.000 millones de euros, por ejemplo; en España, la mitad.
¿De verdad quieren imponer un impuesto a los ricos? No, al final no lo pagarían los ricos, se trata más bien de una redistribución de rentas, pues serían los accionistas de los bancos deudores los que acabarían recibiendo el beneficio de la condonación encubierta de la deuda.
También se proponen una especie de eurobonos: el BCE compraría deuda pública a los países del euro en proporción al peso de cada uno en la eurozona, pero sin exigirles luego su devolución al final del vencimiento; el BCE emitiría bonos y se quedaría endeudado, pero serían los bancos de los respectivos países deudores los que pondrían el dinero, pues al fin y al cabo los accionistas del BCE son los propios países de la eurozona. En esta medida se produce una metamorfosis, se cambia deuda mala por deuda buena, del BCE, pero sigue habiendo deuda. Y es el que el capital ficticio que es la deuda no es como la mancha de la mora, que con otra mora se quita, sino que permanece por los siglos de los siglos, salvo que se produzca una devaluación radical de la deuda. Y a eso le tienen terror los capitalistas. Contradicción habemus. Capitalismo habemus, que es contradictorio en sí mismo, pues no se puede concebir el respeto a la ley de hierro del capitalismo -el incremento incesante de la tasa de beneficios- y el progreso económico global en condiciones de sostenibilidad.
La izquierda (el bloque en torno a IU en España) se presenta a las elecciones europeas con la propuesta de negarse a pagar la parte ilegítima de la deuda, esa parte que responde a unos exorbitantes e injustos intereses especulativos correspondientes a los préstamos usurarios de los poderes financieros. Y aunque aparentemente sea muy radical, la propuesta se abrirá camino, pues es lo más lógico del mundo: si la deuda es impagable, lo lógico es no pagarla. Y no sería la primera vez en la historia de las finanzas mundiales. Lo reconozcan o no, el próximo gobierno de Europa abrirá la mano en este sentido. A la UE no le queda más remedio que cambiar de estrategia, potenciar el desarrollo sostenible de los países con problemas, España entre ellos. Y para ello el pago estricto de la deuda es un obstáculo a soslayar.
Lo harán, por la cuenta que les tiene.
Que estas magnitudes son impagables es algo que no se le escapa a nadie, y así en los círculos pensantes del capitalismo globalizado le están dando vueltas a cómo salir del lío. El FMI, ya en noviembre, publicó algunas hipótesis para descartar una parte de la deuda, de manera que lo que quedara fuera digerible. Se sugieren varias vías: una quita controlada, posibilitar una inflación moderada que erosione el valor real de la cantidad adeudada o, y ésta es la novedad, un impuesto especial sobre la propiedad cuya recaudación se destine a cancelar una parte de los préstamos. Por esta vía, propuesta en la propia Alemania –que también tiene una deuda pública excesiva-, se podrían recaudar más de 230.000 millones de euros en el país germano; en el caso de España estaríamos hablando de la mitad. Se trata de un impuesto que se cobraría una sola vez, con un tipo del 10% sobre el patrimonio neto de las personas físicas a partir de un mínimo exento que allí se propone fijar en 250.000 euros. Un impuesto a los ricos, ¿curioso, no?
Otra de las vías que se propone, esta vez desde determinados centros “progresistas” europeos es una modalidad sofisticada de los eurobonos. En este caso se trata de que el BCE compre deuda pública a los países del euro en proporción al peso que cada uno tiene en la eurozona, sin exigir que se devuelva a su vencimiento. Para financiar la compra, el BCE emitiría unos bonos por los que debería pagar intereses y que le ocasionarían pérdidas. Como los accionistas del BCE son los países de la Eurozona, en último extremo acabarían pagando. Evidentemente, la contrapartida de este favor sería un aumento del control del BCE sobre los países agraciados; dicho de otro modo, la troika corregida y aumentada.
En el fondo tanto los dirigentes como los técnicos a su servicio se debaten en una contradicción: cómo salvar el valor del capital ficticio que representa la deuda cuando cada vez se ve más difícil que llegue a pagarse. La primera medida que he explicado, aparentemente, carga la mano sobre los más ricos; pero no es más que una redistribución pues la recaudación del impuesto se revierte a los accionistas de los bancos que tienen la deuda, o sea los propios ricos. La segunda medida cambia deuda mala, de los países, por deuda buena, del BCE. Pero sigue siendo deuda. Lo que está fuera de la cuestión es que deje de pagarse, probabilidad que les horroriza pero que sigue atormentándoles. Pero sin una devaluación radical de la deuda no hay salida a la crisis. Así de simple.
TEXTO 3. Pedro Vaquero: "Una deuda impagable".
Publicado en andalucesdiario.es, 30-3-2014
Rajoy no deja de embaucarnos con su frase preferida: hemos pasado la recesión económica, lo peor de la crisis ha pasado, hemos superado el Cabo de Hornos (no cuantifica los náufragos que han perecido en el intento). Nos queda algún detallillo, como los 6 millones de parados… pero eso se arregla con otra reforma laboral si es preciso, con los minijobs, la reducción de salarios, la congelación del salario mínimo, o -como quiere la CEOE- con un salario mínimo más mínimo para los jóvenes aprendices sin experiencia laboral.
¿Cuál es el misterio de este aparente remonte? El “milagro Rajoy” consiste en haber obtenido de la Comisión Europea una prórroga de dos años para la reducción del déficit. La UE no podía permitirse el lujo de dejar caer en el abismo del rescate al cuarto país de Europa. Lo mismo que a Italia, que es la tercera economía de la eurozona. Le hubiera resultado más caro a Alemania y otros países centrales. El euro corría un riesgo cierto de desaparición, o al menos de fragmentación y descrédito como moneda de referencia. Han preferido salvar a los bancos, eso sí, y prestigiar ante los mercados a ambas economías, la española y la italiana, para que bajase la prima de riesgo, esto es, para que los préstamos nos saliesen más baratos. Y ni siquiera el compromiso de reducción del déficit al 3% en 2016 se cumplirá, a Dios gracias. Pues el “milagro Rajoy” ha sido el incremento de la deuda. Pese a las políticas de ajuste, la situación no es explosiva por la ingente economía sumergida que tenemos y porque la deuda pública ha crecido lo suficiente como para mantener el tipo. Así, aún nos quedan vestigios de alguna que otra situación de lo que nos asemeja a una “economía avanzada”, aunque periférica, estancada y muy deteriorada.
La deuda pública llegó en enero a sumar 979.316 millones de euros, 18.677 más que a finales de 2013, y por tanto se ha quedado en el 95’7% del PIB. Teniendo en cuenta que al principio de la crisis la deuda pública era del 36% del PIB, esos 60 puntos de incremento de la deuda es el resultado de un proceso de políticas anticrisis en las que el Estado (Hacienda somos casi todos, decía la Sexta el otro día) ha tenido que poner mucho dinero prestado (ya que no recaudaba lo suficiente) para financiar todos los gastos públicos, o al menos casi todos, pues -como es bien sabido- recortes ha habido, ¡y de qué forma! E incluso subidas de impuestos, pese a las promesas electorales de Rajoy. Sobre todo del IVA, que es el más injusto de los impuestos, por regresivo, ya que grava por igual a los desiguales en renta.
La deuda pública ha subido desde los 737.405 millones de euros en que la cogió Rajoy cuando accedió al Gobierno de España, hasta la de hoy. Total, que el liberal Rajoy ha tenido que pedir prestados 252.000 millones de euros más para mediocapear la crisis financiera. Pero desde mayo del 2013 el ritmo de endeudamiento se ha acelerado, y en enero ha aumentado a un ritmo de 602 millones/día, lo que equivale a que la deuda de cada españolito es de 21.011 euros. Y como ni las previsiones más optimistas esperan una recuperación suficiente del crecimiento económico como para remontar la crisis recaudatoria del Estado (dicen que podríamos llegar a un 1’2%), todo apunta a que en 2015 la deuda pública pasará del 100%. Funcas calcula que 2014 acabará con una deuda del 99’7% y que en 2015 alcanzará el 104’3%. La Comisión Europea y el FMI dan cifras muy parecidas.
No hay que asustarse. Hay países que sobreviven con una deuda de más del 200% de su PIB. El verdadero problema es que España tiene más dificultades en pagar su deuda, pues el crecimiento sigue resistiéndose a visitarnos. Pese a las palabras optimistas del Gobierno, lo cierto es que estamos en una situación de estancamiento económico, y con una inflación muy baja, casi al borde de lo que los economistas llaman estanflación.
Lo peor es que la estrategia de recuperación económica implementada por el Gobierno tiene las patas muy cortas, pues consiste en incentivar la inversión extranjera aquí (vendiendo lo baratos que resultan nuestros trabajadores) y exportar más allí fuera. Pero si el factor de competitividad vía salarios y derechos baratos choca con la deriva de generalización del mismo factor en la Europa otrora Social, el otro factor, el de la internacionalización de nuestras empresas y productos choca con la presunción por parte de nuestros potenciales exportadores de que esa baja inflación va a perjudicarles, pues los precios de nuestros bienes y servicios pueden caer. ¿Consecuencias? Que la exportación se contiene o se retrasa, lo que conlleva el fracaso de la estrategia económica por estancamiento y, lo que es peor, el aumento del valor real de la deuda pública. Es de prever que el Estado no conseguirá reducir los intereses de la deuda a pagar. Más bien, todo lo contrario. Por ejemplo, de los 242.400 millones que la Hacienda española va a tener que pedir prestados este año, 65.000 van a ser endeudamiento neto y el resto amortizaciones.
Con estas cifras de deuda, la economía española no puede recuperarse. Y menos el empleo, los derechos sociales y la estabilidad democrática. Al revés. Esta crisis está creando un círculo vicioso que consiste en el incremento de las desigualdades, y en el callejón sin salida del fracaso de la estrategia de salida de la crisis. Javier Navascués lo explica muy bien en el periódico del PCE, Mundo Obrero, en su artículo El vaivén de la deuda (marzo 2014): el FMI está inquieto por la marcha de la economía mundial, y sobre todo por la crecida deuda de la UE. Y comienza a pensarse que es preciso hacer una quita a la deuda pública de las economías capitalistas, consciente de que es impagable. ¿Cómo piensa hacerlo? Baraja varias hipótesis: realizar una quita controlada, posibilitar una inflación moderada que le reste valor real al montante de la deuda, o incluso crear un impuesto especial sobre la propiedad, gravando el patrimonio de los ricos de más de una determinada cuantía; sugieren un 10% a partir de los 250.000 euros, destinando la recaudación a cancelar así una parte de los préstamos. Con esta hipótesis, en Alemania se podrían recaudar unos 230.000 millones de euros, por ejemplo; en España, la mitad.
¿De verdad quieren imponer un impuesto a los ricos? No, al final no lo pagarían los ricos, se trata más bien de una redistribución de rentas, pues serían los accionistas de los bancos deudores los que acabarían recibiendo el beneficio de la condonación encubierta de la deuda.
También se proponen una especie de eurobonos: el BCE compraría deuda pública a los países del euro en proporción al peso de cada uno en la eurozona, pero sin exigirles luego su devolución al final del vencimiento; el BCE emitiría bonos y se quedaría endeudado, pero serían los bancos de los respectivos países deudores los que pondrían el dinero, pues al fin y al cabo los accionistas del BCE son los propios países de la eurozona. En esta medida se produce una metamorfosis, se cambia deuda mala por deuda buena, del BCE, pero sigue habiendo deuda. Y es el que el capital ficticio que es la deuda no es como la mancha de la mora, que con otra mora se quita, sino que permanece por los siglos de los siglos, salvo que se produzca una devaluación radical de la deuda. Y a eso le tienen terror los capitalistas. Contradicción habemus. Capitalismo habemus, que es contradictorio en sí mismo, pues no se puede concebir el respeto a la ley de hierro del capitalismo -el incremento incesante de la tasa de beneficios- y el progreso económico global en condiciones de sostenibilidad.
La izquierda (el bloque en torno a IU en España) se presenta a las elecciones europeas con la propuesta de negarse a pagar la parte ilegítima de la deuda, esa parte que responde a unos exorbitantes e injustos intereses especulativos correspondientes a los préstamos usurarios de los poderes financieros. Y aunque aparentemente sea muy radical, la propuesta se abrirá camino, pues es lo más lógico del mundo: si la deuda es impagable, lo lógico es no pagarla. Y no sería la primera vez en la historia de las finanzas mundiales. Lo reconozcan o no, el próximo gobierno de Europa abrirá la mano en este sentido. A la UE no le queda más remedio que cambiar de estrategia, potenciar el desarrollo sostenible de los países con problemas, España entre ellos. Y para ello el pago estricto de la deuda es un obstáculo a soslayar.
Lo harán, por la cuenta que les tiene.
Publicado en www.attac.es, 17-11-2013
España tiene una deuda desmesurada, según la Comisión Europea. Por eso revisará de nuevo su economía para verificar si las reformas laboral y de pensiones perpetradas son suficientes para disminuir el volumen de deuda pública. Entretanto, las élites económicas europeas, que controlan el tinglado político, insisten en imponer la austeridad fiscal que en román paladín son recortes presupuestarios sociales que violan sistemáticamente derechos humanos de la mayoría trabajadora ciudadana. Como es sabido, recortes en sanidad, educación, servicios sociales, pensiones… Y una persistente rebaja de salarios.
Recortar para ahorrar y reducir la deuda pública. Esa es la vía que nos marcan. Pero la deuda es impagable. Pública y privada. Carlos Sánchez Mato ha escrito que “la economía española sufre un sobre endeudamiento superior a los 2,2 billones”. Y Juan Torres señala que “la evidencia empírica muestra que la deuda pública no se ha disparado por gastos en educación, sanidad, cuidados o pensiones públicas”. Vicenç Navarro, por su parte, recuerda que en 2007 España tenía un superávit presupuestario del 2% del PIB, cuando el de Alemania era solo del 0,2%. Pero dos años después el déficit público español era ya el 11%. No por aumento del gasto público y aún menos, social.
¿Por qué? El pago de intereses de la propia deuda más las cuantiosas ayudas a bancos y cajas de ahorro son la causa del aumento del déficit público español. Y las ayudas a grandes empresas, más las continuas rebajas fiscales, hasta el año pasado, a banca, empresas, corporaciones y grandes fortunas. A finales de 2012, las ayudas públicas totales a banca y cajas sumaban 1,42 billones €; casi 88.000 millones en capital y el resto en avales y otras medidas, que se reflejan en los balances, para paliar la falta de liquidez.
Pero aún con el ilegítimo crecimiento de la deuda pública, en España ésta es el 22% de toda la deuda. Eduardo Garzón ha calculado que si el Banco Central Europeo hubiera prestado dinero al Estado al 1% de interés, (como presta a bancos privados), la deuda pública española de 1989 a 2011 sería un 14% del PIB y no el 90% actual. Ergo, tres cuartas partes de deuda pública española son beneficio de compradores y especuladores de deuda soberana. Probablemente deuda ilegítima.
Así y todo, el mayor problema es la deuda privada. En España, un 68% del total de deuda. Deuda de banca, medianas y grandes empresas y familias. La de las familias, solo quinta parte del total. Sin embargo, el casus belli, el pretexto para cargarse el estado de derechos sociales es el exceso de deuda pública. Una vieja historia.
En las tres últimas décadas del siglo XX, tras comprobar la clase capitalista que las dictaduras militares en América Latina no proporcionaban los beneficios esperados, encontró en la deuda pública un eficaz medio de dominio. Con la imprescindible y entusiasta colaboración del FMI y del Banco Mundial, convirtió las deudas públicas en rentables cadenas y grilletes que permitían explotar a placer las naciones latinoamericanas.
Ajustes estructurales, devaluación salarial, destrucción de lo público, absolutismo de lo privado, violación de derechos sociales, fiscalidad regresiva… En América Latina se aplicó el mismo guión que sufre Europa desde 2009 y es preciso afrontar el saqueo social que ahora sufren los pueblos europeos. Pero sin olvidar que la deuda es impagable. Antes o después habrá que condonarla, reestructurarla y reducirla; deudas internacionales, de empresas y hogares. No hay otra.
En realidad, se perdonan o reducen deudas desde hace siglos. Más cerca, en 1953, Alemania negoció en Londres su deuda con 22 países acreedores y les pidió su condonación. Esos países (entre ellos Grecia, por cierto) perdonaron la mitad de la deuda a los alemanes. Y la economía alemana pudo crecer con fuerza.
Mientras no se alcance esa inteligente lucidez, ATTAC propone que los bancos centrales europeos presten directamente a los Estados a bajo interés (como a los bancos) y se reduzca en la Unión Europea al 0% la prima del dinero prestado a los estados en los mercados. Además de empezar a reducir la parte ilegítima de la deuda. Para hacerlo solo se necesita voluntad política, pero como no la hay, la ciudadanía tendrá que presionar una y otra vez.
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- La izquierda y Europa (1). De arquitecturas neoliberales, crisis sistémica y el papel de la Troika.
- Incidencia de la deuda en la crisis española actual
- Los mercados financieros desatados. Un análisis del capitalismo moderno (Oskar Lafontaine).
Creo que es una excelente entrada y no demasiado pesada. Es fácil de entender.
ResponderEliminarEstoy bastante de acuerdo con el Texto 3 de Pedro Vaquero. España no podía ser rescatada, pues después iría detrás de inmediato Italia. No es lo mismo rescatar Grecia que España o Italia. Hubieran sido necesarios entre medio billón y un billón (1 seguido de doce ceros) de euros para ese rescate. Esa cantidad no estaba disponible.
Por ello se hizo un rescatito a España con el rescate bancario, pero imponiendo unas medidas durísimas que nos han llevado a la situación actual.
Pese a lo que diga el PSOE estaba de acuerdo con esta política pues se deriva de la modificación del art. 135 de la CE.
El PP se atribuye el mérito de haber bajado la prima de riesgo. Falso de toda falsedad. Cuando tomó posesión el actual gobierno a final de 2011 era algo mayor de 300. El 25 de julio de 2012v llegó creo que a 638. En esas condiciones se imponía un rescate que, como he explicado antes, era imposible. Fue cuando Mario Draghi dijo aquello que el BCE hará lo necesario para bajarla y ello bastará. A partir de ese momento empezó a librar dinero a la banca privada a un tipo del 1 % para abajo, y la banca privada empezó a comprar deuda pública a intereses que desde más del 7 % ha ido bajando hasta el actual que es un poco superior al 3 %. Pero esto ha sido a cambio de prestar el dinero al estado, pero no a los particulares.
Pero al tener un déficit anual el estado, la deuda pública se ha ido incrementando hasta llegar casi al monto del PIB. Y seguirá incrementándose.
Creo que a las fuerzas económicas que dominan el espacio europeo, no les interesa la desaparición de la deuda. Así tienen la excusa de ir exigiendo a los estados del sur de Europa más recortes, lo que incide en el fin de conquistas sociales que se consiguieron después de años de lucha.
Como la trampa es la deuda, que por cierto ha sido impulsaday facilitada por esos poderes económicos, hay que luchar contra ella hasta que desaparezca su amenaza.
Para ello creo que hay que hacer dos cosas:
1. Una auditoría de la deuda pública, para determinar la deuda ilegítima. Y una vez determinada ponerse en contacto con los acreedores para ver la forma de no pagarla. Tanto Argentina como Ecuador por fin llegaron a acuerdos después de años de negociaciones.
2. Crear un banco público distinto del ICO, que pueda acceder al dinero barato del BCE y prestarlo a interes aceptable y no al que quieren las entidades privadas.