Imagen: inmigrantes subsaharianos ahogados en Ceuta en febrero de 2014, cuando trataban de alcanzar la playa. Diferentes organizaciones acusaron a las fuerzas de seguridad del estado de utilizar pelotas de goma y gases lacrimógenos contra los inmigrantes cuando estaban en el agua, para impedir que alcanzasen la orilla. El caso todavía no ha sido resuelto.
(...) cualquiera que haga un mínimo esfuerzo, puede ver lo que depara el futuro. Es como un huevo de serpiente. A través de la delgada membrana se puede distinguir un reptil ya formado.
Referencia al nazismo al final del filme El huevo de la serpiente,
de Ingmar Bergman (Das Schlangenei, RFA, 1977)
de Ingmar Bergman (Das Schlangenei, RFA, 1977)
Europa da una lección de tolerancia, gana Eurovision una mujer barbuda y apoya a un gobierno neonazi en Ucrania.
Carlos Martinez, en Twitter (@carlosmartinezr)
¿Hacia dónde vas, vieja Europa de cabaret?
Comentario previo del blog del viejo topo al artículo 'Euro visión', de José R. Cervera Grau.
Purificación González de la Blanca, de la organización Ojos para la Paz, nos ha hecho llegar el artículo que más abajo reproducimos, de José R. Cervera Grau, titulado "Euro visión". Hemos decidido que merecía la pena contribuir a divulgarlo, como también han hecho otros sitios como Ojos para la Paz, tercerainformacion.es, etc.
El artículo resulta oportuno porque expresa cómo el pasado festival de Eurovisión no deja de ser una metáfora de la vieja Europa en la que vivimos. Una Europa que juega al permanente ilusionismo consistente en disfrazar la realidad, en desfigurarla. Es una Europa a la que le encanta el travestismo, el gato por liebre. ¿Alguien lo duda? Ejemplos..:
Mientras la UE se pavonea con su supuesto liderazgo en derechos humanos y libertades, en un ejercicio obsceno de hipocresía y de suicidio moral permite que mueran de forma dramática inmigrantes en la isla de Lampedusa, en las vallas de Melilla o en la playa de Ceuta.
Mientras la UE habla de derechos sociales, asistimos a la liquidación de los mismos a pasos agigantados, siguiendo el guión de lo que Harvey denominó "acumulación capitalista por desposesión" (Harvey, David: “El ‘nuevo’ imperialismo: acumulación por desposesión”, en Socialist register, 2004). Los derechos sociales estorban a los intereses de la oligarquía europea, pero también aquí tiene lugar un travestismo ideológico: los "liquidan" haciéndonos ver que los están "protegiendo". Es la perversión del lenguaje.
Mientras la UE enarbolaba la bandera de la democracia y de la no injerencia, bombardeó Libia como anteriormente ya había hecho en Irak, interviniendo al más puro estilo cowboy imperialista para hacerse con su trocito de tarta en el control de los recursos petrolíferos. Europa, igual que a EEUU, siente una atracción vertiginosa por ejercer de matón que trata de imponer la democracia a cañonazos, aunque realmente la democracia le importa poco a esta vieja Europa de cabaret alemán de los años 30. O bien se dedica a financiar y a dar apoyo a mercenarios yihadistas para desestabilizar Siria, provocando una orgía de muerte y terror. O bien conspira en Ucrania apoyando a neonazis, promoviendo un golpe de estado y entregando el país a los que reivindican la figura de Hitler y el legado del III Reich.
Cierto que en todo esto Europa no está sola, ya que actúa como subalterno otanista principal del imperio de los EEUU.
Como nos dice el autor del artículo que luego reproducimos, Europa es:
"(...) la transformista imposible que intenta mezclar los elevados valores untados en sangre con el crimen organizado fuera de sus etéreas fronteras".
José R. Cervera Grau, hace alusión en su artículo a una terrible realidad:
"La Europa de los principios revolucionarios en la Ilustración del atreverse a saber, que alumbró después el sueño legítimo de la igualdad de los seres humanos en una sociedad sin clases, abandonó esos valores máximos y hasta el mínimo que permite la supervivencia de la especie; la compasión."
Nuestra vieja Europa es como el protagonista de La muerte en Venecia (Thomas Mann) al final de la obra. Von Aschenbach (representado por Dirk Bogarde en la adaptación cinematográfica que en 1971 realizó Luchino Visconti), trata de ocultar su decrepitud y fealdad a base de un patético maquillaje con el que pretende seducir. Expuesta al sol, su máscara acaba desvelando lo que hay debajo. Así es nuestra vieja Europa: maquillaje que trata de esconder la grotesca tiranía del capital y del imperialismo. Como expresaba Samir Amin, "Europa es una ilusión emocional gigantesca". Por todo ello, decíamos que el último festival de Eurovisión ha sido una metáfora de esa Europa, una Europa de cabaret en la que la apariencia oculta la realidad.
Reproducimos el artículo de José R. Cervera Grau. Algunos quizás tendríamos cierta duda relativa sobre el término "desindentidad sexual", que utiliza el autor. Pero esto es anecdótico en el conjunto de un magnífico artículo y en absoluto afecta a la validez de su arquitectura argumental. Merece la pena leer el texto de Cervera Grau.
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Euro visión
Autor: José R. Cervera Grau
He tenido una Euro visión. En medio del frenesí de la campaña electoral de las elecciones europeas, como representación más lograda de la sociedad del espectáculo, de la decadencia del imperio, de la tolerancia hacia lo ornamental de las desidentidades sexuales, pero de lo vetado y dificultoso que resulta ahora mismo hablar desde lo estrictamente humano sin rimel ni pestañas postizas impuestas en el discurso, en este occidente que "no discrimina sexos" (¿), pero incrimina y anula conciencias y provoca crímenes sin problemas de conciencia; lo relevante de estos días y que supera con creces a la acción política, lo representativo más que mil elecciones por minuto al parlamento europeo... ha sido el ganador en el concurso de Eurovisión.
En el aspecto del premiado/premiada se condensan las esencias de la vieja Europa y de sus transmutados valores. En ese/esa Jano bifronte tenemos la dualidad y la duplicidad moral de la Europa, que de espaldas atrae en la sinuosidad de aquel discurso periclitado de la libertad, la igualdad y la fraternidad; y que al verla más de cerca y de frente, se le ve la incoherencia entre la prédica y los actos en forma de barba salvaje, y que no es precisamente barba de pensador, ni de ermitaño ni de profeta..., sino de todo lo contrario… Observando bien representa la del orate a sueldo, que lleva adelante las hazañas horrendas que le dicta una Europa doblemente secuestrada por la camada parda de estos nuevos hijos extendidos por el mundo y por el Zeus trasatlántico del rayo belicista.
Otro austriaco hace años con menos vello facial, apenas una mosca bajo la nariz, puso el mundo patas arriba. Ahora, en su valor metafórico y antes de que algún loro políticamente correcto me declare homófobo; con mucho más vello en lo estrictamente icónico, con barbas que se ramifican por Venezuela a través de pasamontañas, barbas que luego aparecen por Libia y por Siria escondidas bajo banderas negras, otro pelos más ralos que luego amanecen por Ucrania.... todas estas ramificaciones capilares y marañas de la misma barba y melena tendrán los mismos resultados previsibles si no encontramos al barbero, que al fin y al cabo, somos todos los pueblos. La barba europea actúa como capa donde esconderse, donde embozarse; mientras debajo está la frivolidad de la fiesta....pero la alegría muerta de la orgía llegará a su fin y si vamos viendo las barbas de estos sus hijos internacionales segarse, Europa tendrá que poner las suyas propias a remojar.
Al personaje, no a la persona del ganador de eurovisión, le faltaba para terminar de confundir como súcubo travesti esa otra lectura icónica de Jesucristo cantarín, de largas pestañas y melena, recordatorio de esa raíz cristiana europea de la que termina por abominar en la propia burla deliberada del aspecto. Si yo fuese cristiano o conspiranoico, diría que esta elección eurovisiva, antecedente pictórico del resultado de la del día 25 y tan democrático-formal como resultará ésta; es una burla satánica a lo poco que puede quedar de humano en esas conciencias tan falsamente cristianas de los dirigentes y ciudadanos europeos. Este Jesucristo herético, sin quererlo y sin saberlo, que suple la túnica por el vestido enfundado de lentejuelas para ser pescado y la sonrisa beatífica por el rictus lujurioso pretendiendo ser carne; es indudablemente en su significado metafórico el mismo diablo en el que ha devenido Europa, ella y sus adoradores. Vuelvo a insistir: no está ese diablo en el individuo de la puesta en escena, sino que aparece en lo mediático contenido y escondido tras la perversidad del disfraz y la tramoya. El diablo está, en este juego de espejos, en lo que parece tolerancia y en realidad es mofa: hacia los homosexuales que optan por vivir su vida sin ostentaciones ni consentir persecuciones y burla hacia las mujeres, ridiculizadas en la exigencia de las eternas formas, en la suplantación y en el equívoco piloso de la falsa mujer barbuda.
En este circo que es Europa hemos descubierto que nada es lo que parece: votaciones con abstenciones brutales, que son muy válidas. Votaciones bajo el fuego, donde de manera masiva se vota con urgencia y desesperación; estas no son admisibles. Golpes de estado que se hacen pasar por revoluciones, revoluciones que se consideraron en su momento golpes de estado. Y ahora descubrimos estupefactos que en este circo ni siquiera existía la mujer barbuda, era un engaño más: se trataba de un señor. A partir de ahora tenemos motivos sobrados para pensar si debajo de la alfombra azul con estrellitas no habrá un fondo de reptiles gamados, quiero decir, una amplia gama de reptiles.
Sin pretenderlo, incluso sin sospecharlo, el jurado del voto popular de Eurovisión ha sido más exacto en la misión de la representación del zeitgeist (espíritu del tiempo… y le queda muy apropiado el alemán), que lo serán las elecciones. Es más exacto el cuadro grotesco en su totalidad descriptiva que el resultado final del cómputo de votos que compondrán ese parlamento. Con este resultado eurovisivo, que trasciende lo estrafalario para ser de nuevo la naturaleza imitando al arte, nos dicen que así es Europa: tolerante frente a lo aparente, lo cosmético... defendiendo incluso a capa y espada la "diferencia" puesto que nada pierden ni ganan las grandes corporaciones ni sus gobiernos con el encumbramiento de lo equívoco, y que se usa como arma arrojadiza para exigir los mismos comportamientos allí donde no están contemplados como alucinantes y prioritarios convalidadores de democracia. El discurso nunca pronunciado es: podemos matar, de momento fuera de nuestras fronteras, y sojuzgar cómo emperadores; pero mientras tanto os dejaremos, es más, os incitaremos a que os perdáis en la ostentación de los laberintos de las desidentidades sexuales, reales o imaginarias, que también como emperadores y perversos polimorfos tanto nos deleitan.
Europa ya está elegida y diseñada con este renovado aspecto que conjunta a la perfección contenido y continente en la metáfora de las formas del ganador de Eurovisión. La Europa de los principios revolucionarios en la Ilustración del atreverse a saber, que alumbró después el sueño legítimo de la igualdad de los seres humanos en una sociedad sin clases, abandonó esos valores máximos y hasta el mínimo que permite la supervivencia de la especie; la compasión. Falta de compasión y de empatía hacia un dolor que no es ajeno desde el momento que lo genera la misma Europa y su Dominatrix, y del que su propia población no está exento, ni en sufrirlo ni en obviarlo. Bolso, espejo, peine... todo ha sido abandonado por Europa en la cuneta en el servicio sin preservativo de la última aventura inoculadora de ponzoña venérea en los confines de su Este.
Europa, transformista imposible que intenta mezclar los elevados valores untados en sangre con el crimen organizado fuera de sus etéreas fronteras; es ahora mismo una vieja meretriz de dudoso atractivo que se limita a obedecer los dictados del Gran Proxeneta, que resopla como tahúr avejentado más allá del Atlántico. Y el negocio se les acaba: ni el chulo ni la prostituta están para muchos trotes ni dispendios, por muy taimados que sean en ardides y larga la relación profesional.
El tiempo del amor verdadero, el de la ternura de los pueblos que se llama solidaridad, acabará con el amor mercenario.
José R. Cervera Grau
Soberbio. Os estoy sumamente agradecido. Pero, por favor, leed el párrafo de abajo tal como aparece en este excelente trabajo: enfatizando los «cómo» por estar acentuados, y después en tono discursivo sin los acentos y veréis que estos no proceden:
ResponderEliminar«y que se usa cómo arma arrojadiza para exigir los mismos comportamientos allí dónde no están contemplados cómo alucinantes y prioritarios convalidadores de democracia».
Saludo
Perdón, que se me pasaba otra corrección, aquí: «No está ese diablo en el individuo de la puesta en escena, *si no* que aparece en lo mediático contenido y escondido tras la perversidad del disfraz y la tramoya».
ResponderEliminarVed en el diccionario RAE 2ª acepción donde:
1. conj. advers. U. para contraponer un concepto afirmativo a otro negativo anterior. No lo hizo Juan, sino Pedro. No quiero que venga, sino, al contrario, que no vuelva por aquí. No sentí alegría ninguna por él, sino, antes bien, pesadumbre.
Gracias por las correcciones del texto de José R. Cervera Grau. Son acertadas. Cuando hicimos el "copia y pega" del texto que nos enviaron, teníamos que haber revisado a fondo ese aspecto y se nos pasó por alto. A veces este tipo de correcciones las dejas como tarea pendiente para el "día siguiente" y ese día nunca llega, con lo cual este tipo de errores quedan salvo que alguien los señale.
EliminarLa verdad es que al volver a leer el texto de Cervera me ha gustado incluso más que la primera vez que lo leí. Resulta quizás muy duro o muy "crudo", pero estimo que es una buena reflexión.
Aprovecho para agradecer a Cervera que nos diera permiso para publicar su artículo en el blog.