Esta imagen ganó una competición fotográfica organizada por el periódico alemán BILD en busca del mayor enemigo imaginario de la OTAN
El concepto del enemigo ruso.
En el Centenario de la
Primera Guerra mundial: ¿El Imperialismo reloaded?
Traducción de Gabi (Tucholskyfan Gabi) para blog del viejo topo.
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Ficha técnica de la traducción:
URL del original en alemán: www.jungewelt.de/2014/09-01/041.php?sstr=feindbildCruDFland
Traducción al español: Tucholskyfan Gabi.
Fuente de esta traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir esta ficha técnica, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuente en alemán).
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Jugando con fuego. Ucrania, Rusia y Occidente. |
Según los datos que
facilita la ONU, el número de víctimas mortales en este todavía llamado “conflicto” en
Ucrania, ya supera los 2.600. Muchas de estas muertes se deben a los insistentes
ataques que las Fuerzas Armadas y sus milicias dirigen contra los “rebeldes” y la
población civil residentes en el este de Ucrania, y que el gobierno transitorio
de Kiev considera “terroristas”, mientras que los medios en nuestro país
prefieren hablar de “separatistas pro-rusos”.
La OTAN y la UE están propugnando
su extensión en dirección oriental hasta las mismas fronteras rusas, al tiempo
que están ampliando sus capacidades y recursos militares. Encuentran en Rusia y
Vladimir Putin su nuevo enemigo imaginario. La editorial PapyRossa acaba de
publicar un compendio titulado Jugando con fuego. Ucrania, Rusia y Occidente.
En el Día mundial contra
la guerra, el 1 de septiembre, JungeWelt resume la introducción a este compendio/libro de la pluma de su
editor y coautor Peter Strutynski.
* * *
La caída (¿o acaso debemos
hablar de un derribo?) del avión malasio en territorio ucraniano el pasado día
17 de julio, está reavivando el conflicto en torno a Ucrania, con independencia
de quién(es) sean los responsables de este terrible suceso. Para Occidente no parece ser una incógnita. Sendos comunicados emitidos por La Casa
Blanca y el Cuartel General de la OTAN en Bruselas, afirmaban sin demora la
responsabilidad de Rusia. Desde Washington se comunicaba: “Aun cuando nos
falten aún ciertos datos, sabemos que este incidente se produjo en el
contexto de la crisis en Ucrania, cuyos separatistas están recibiendo
soporte desde Rusia, que incluye el suministro de armas, material y
formación" (www.whitehouse.gov,
17.7.2014). Y al secretario general de la OTAN, Rasmussen, se le pudo escuchar
vociferando ese mismo día: “quedan muchas cosas por aclarar acerca de la caída
del avión pero, así y todo, la inestabilidad que reina en esta región,
originada por los separatistas apoyados por Rusia, ha venido provocando una
situación de creciente peligrosidad” (NATO-Press Release, 17.7.2014).
De estas acusaciones espontáneas, la reacción del Gobierno Federal Alemán sólo se venía
distinguiendo en matices. En sendos comunicados (uno del día 18, el otro del 19
de julio), Alemania exige el rápido esclarecimiento del suceso y el alto el fuego bilateral,
con lo cual no implicaba directamente a Rusia, sino a los “separatistas ucranianos”. El
segundo comunicado se emitió tras una conversación
telefónica entre la canciller Merkel con el presidente ruso, Putin, en la mañana
del día 19 de julio. Ambos “coincidían en que urgía un encuentro personal entre
el grupo de contacto y los separatistas con el fin de pactar el armisticio”.
La recaída en la Guerra Fría.
Es realmente un tono muy distinto el que aquí se viene a adoptar y que en parte señala una dirección política diferente. El ya referido “grupo de contacto” se compone de representantes de Ucrania, Rusia y la OSCE, la Organización para la Seguridad y Colaboración en Europa, y resulta que hasta el momento el gobierno transitorio de Kiev se ha negado a negociar con los llamados “separatistas”; la “mesa redonda” que Kiev había ofrecido anteriormente, preferían convocarla sin los rebeldes del Donbass, con lo cual queda demostrado que desde un principio se trataba de un gesto vacio y simbólico que, por otra parte, ya ha quedado obsoleto. El Gobierno alemán se encuentra pues jugando una partida múltiple: por un lado, viene siendo parte en este conflicto de Ucrania favoreciendo siempre a las fuerzas pro-occidentales del gobierno transitorio y su entorno, cuestionándose en ningún momento ni el origen anticonstitucional de éste, ni su soporte y apoyo por parte de la derecha radical y fascista. De este modo, queriendo o no (nolens volens), ha de entrar en conflicto con el presidente ruso quien, guiado por motivos de seguridad interior, está tratando de impedir que la UE y la OTAN continúen desplazándose hacia el este. Además de esto, el Gobierno alemán lleva ya años impulsando su propia influencia económica y política en el este y sureste europeo. Recordemos el desmantelamiento de la federación yugoslava en los años 90, que se debió en buen grado a la política exterior alemana; que es Alemania, el primer poder económico de la UE, la que podrá beneficiarse al máximo de la ampliación hacia el este, mediante la adhesión plena y/o contratos de asociación, como hemos visto en el caso de Ucrania, pero recientemente también en Georgia y Moldavia. En cuarto lugar y por razones económicas, Alemania debe tener un gran interés en mantener buenas y estables relaciones con Rusia. En este punto, ya no se trata solamente de asegurarse el suministro energético (es previsible que los suministros rusos de gas y petróleo irán a menos), sino de asegurarse la más que interesante demanda rusa, un mercado superior al de todos los estados adheridos a la UE desde los años 90, amén de un terreno grande para las inversiones germanas directas.
La recaída en la Guerra Fría.
Es realmente un tono muy distinto el que aquí se viene a adoptar y que en parte señala una dirección política diferente. El ya referido “grupo de contacto” se compone de representantes de Ucrania, Rusia y la OSCE, la Organización para la Seguridad y Colaboración en Europa, y resulta que hasta el momento el gobierno transitorio de Kiev se ha negado a negociar con los llamados “separatistas”; la “mesa redonda” que Kiev había ofrecido anteriormente, preferían convocarla sin los rebeldes del Donbass, con lo cual queda demostrado que desde un principio se trataba de un gesto vacio y simbólico que, por otra parte, ya ha quedado obsoleto. El Gobierno alemán se encuentra pues jugando una partida múltiple: por un lado, viene siendo parte en este conflicto de Ucrania favoreciendo siempre a las fuerzas pro-occidentales del gobierno transitorio y su entorno, cuestionándose en ningún momento ni el origen anticonstitucional de éste, ni su soporte y apoyo por parte de la derecha radical y fascista. De este modo, queriendo o no (nolens volens), ha de entrar en conflicto con el presidente ruso quien, guiado por motivos de seguridad interior, está tratando de impedir que la UE y la OTAN continúen desplazándose hacia el este. Además de esto, el Gobierno alemán lleva ya años impulsando su propia influencia económica y política en el este y sureste europeo. Recordemos el desmantelamiento de la federación yugoslava en los años 90, que se debió en buen grado a la política exterior alemana; que es Alemania, el primer poder económico de la UE, la que podrá beneficiarse al máximo de la ampliación hacia el este, mediante la adhesión plena y/o contratos de asociación, como hemos visto en el caso de Ucrania, pero recientemente también en Georgia y Moldavia. En cuarto lugar y por razones económicas, Alemania debe tener un gran interés en mantener buenas y estables relaciones con Rusia. En este punto, ya no se trata solamente de asegurarse el suministro energético (es previsible que los suministros rusos de gas y petróleo irán a menos), sino de asegurarse la más que interesante demanda rusa, un mercado superior al de todos los estados adheridos a la UE desde los años 90, amén de un terreno grande para las inversiones germanas directas.
En múltiples publicaciones
sobre la crisis de Ucrania, se advierte el peligro que supondría recaer en la
Guerra Fría, e incluso se recuerda la situación y constelación de poder
anterior a la primera Guerra Mundial. Ambos tienen su razón de ser, si bien pueden llamar a engaño. Durante la Guerra Fría, se enfrentaban dos
superpotencias casi del mismo rango militar que con sus respectivos satélites
iban velando por la paz mundial. Por debajo de este pacto basado en la disuasión nuclear
para no iniciar ninguna guerra, que habría provocado el hundimiento de ambas partes, y
posiblemente de la humanidad entera, hemos vivido numerosos conflictos
“pequeños” y guerras civiles, motivadas en su mayoría por un afán de libertad o
liberación del yugo colonial y/o de secesión. Los grandes poderes solían
participar en estos conflictos si acaso de modo indirecto, lo que se suele
denominar “guerra por poderes”. Estos conflictos/guerras locales o nacionales solían
librarse además en la periferia. Europa era entonces una isla altamente armada que
proporcionaba la paz entre los gobiernos en cuestión. Esta constelación dejó de
existir al desintegrarse la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, y la guerra
no tardó en regresar a Europa. Rusia, la sucesora de la URSS, dejó de disponer de
lo que antaño fuera su “cordon sanitaire” en forma de estados aliados
intermedios, mientras que el adversario anterior, la OTAN, se está acercando sin cesar. Y en este proceso, los nuevos miembros de la OTAN, ante todo los
estados del Báltico, Polonia y Rumanía, vienen a adoptar una postura mucho
menos conciliadora que los antiguos miembros de la UE.
El regreso/recurso
histórico a la situación anterior a la II GM se entiende mejor ante el bombo
mediático en torno al centenario de la I GM, si bien nos pueda guiar hacia la dirección
equivocada. Al comparar el mundo actual bajo el prisma de su formación
económica, y con ciertas paralelas con la época del imperialismo clásico,
observamos que sólo quedan estados capitalistas (con la excepción de contados países latinoamericanos) que vienen a obedecer a un modelo neoliberal, más o menos corporativista y con más o
menos bienestar público.
El cambio más sustancial
que hemos experimentado en Europa consiste en que todos los poderes antaño
imperialistas (excepto Rusia) han venido integrándose en un solo bloque económico y
militar, lo cual les asegura la paz entre ellos, pero no hacia el exterior.
Megafonía y amplificadores.
En una disertación muy elaborada, el experto en medios y comunicación Uwe Krüger, nos descubre los estrechos vínculos entre la política, la economía y lo que denomina “periodismo de élite”. Nos hace ver que los principales medios de comunicación vienen a reflejar en primer lugar las discusiones que se producen dentro del círculo que conforman las élites políticas y económicas [Meinungsmacht. Der Einfluß von Eliten auf Leitmedien und Alpha-Journalisten – eine kritische Netzwerkanalyse (El poder de la opinión. Como la élites ejercen su influencia sobre los principales medios y los periodistas alfa. Un análisis crítico de las redes de comunicación)], Colonia, 2013. Resulta interesante ver que los mismos periodistas, que Krüger identifica como parte de la red transatlántica de élites, aprovechan la caída del avión malasio para prejuzgar al presidente ruso. “El monstruo creado por Putin”, así inicia Stefan Kornelius su primer comentario sobre la catástrofe en el Süddeutsche Zeitung, 19.7.2014, lo cual debería incitar a la UE a adoptar una línea más dura frente a Rusia. “No sólo es cuestión de apretar la clavija de las sanciones, tampoco sería oportuno ir recortando aún más los presupuestos militares de la OTAN”… defiende el mismo en el mismo periódico 21.7.2014. Y Die Zeit (edición online del 18.7.2014) vaticina “Este derribo lo trastoca todo”. Quien así lo comenta, Carsten Luther, admite rotundamente que la participación de Occidente en las operaciones militares “dejaría de ser un tabú”. Lo dicho coincide con nuestro análisis crítico de los medios sobre el tema: los principales medios sirven, por un lado, de megáfonos, amplificadores e instrumentos dóciles en manos de la política reinante y disparan, por otro, “más allá de sus objetivos” cuando en casos como estos vienen a fomentar e incitar a los responsables políticos para que intensifiquen sus acciones militares.
Megafonía y amplificadores.
En una disertación muy elaborada, el experto en medios y comunicación Uwe Krüger, nos descubre los estrechos vínculos entre la política, la economía y lo que denomina “periodismo de élite”. Nos hace ver que los principales medios de comunicación vienen a reflejar en primer lugar las discusiones que se producen dentro del círculo que conforman las élites políticas y económicas [Meinungsmacht. Der Einfluß von Eliten auf Leitmedien und Alpha-Journalisten – eine kritische Netzwerkanalyse (El poder de la opinión. Como la élites ejercen su influencia sobre los principales medios y los periodistas alfa. Un análisis crítico de las redes de comunicación)], Colonia, 2013. Resulta interesante ver que los mismos periodistas, que Krüger identifica como parte de la red transatlántica de élites, aprovechan la caída del avión malasio para prejuzgar al presidente ruso. “El monstruo creado por Putin”, así inicia Stefan Kornelius su primer comentario sobre la catástrofe en el Süddeutsche Zeitung, 19.7.2014, lo cual debería incitar a la UE a adoptar una línea más dura frente a Rusia. “No sólo es cuestión de apretar la clavija de las sanciones, tampoco sería oportuno ir recortando aún más los presupuestos militares de la OTAN”… defiende el mismo en el mismo periódico 21.7.2014. Y Die Zeit (edición online del 18.7.2014) vaticina “Este derribo lo trastoca todo”. Quien así lo comenta, Carsten Luther, admite rotundamente que la participación de Occidente en las operaciones militares “dejaría de ser un tabú”. Lo dicho coincide con nuestro análisis crítico de los medios sobre el tema: los principales medios sirven, por un lado, de megáfonos, amplificadores e instrumentos dóciles en manos de la política reinante y disparan, por otro, “más allá de sus objetivos” cuando en casos como estos vienen a fomentar e incitar a los responsables políticos para que intensifiquen sus acciones militares.
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Peter Strutynski. Foto: Daniela Fuchs-Frotscher |
Observa Strutynski, al final de su introducción, que no se contemplan en este libro los intereses geoestratégicos norteamericanos en esta región. Y que, al igual que cualquier otra publicación/libro que se ocupe de asuntos y problemas de actualidad, no cabe ninguna reflexión "desde el final". Hay que temer, sin embargo, que la escalada de la violencia en y en torno a Ucrania aún no haya llegado a su grado máximo.
Traducción al español: Tucholskyfan Gabi.
Fuente de esta traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es
Uso de esta traducción: licencia CC BY-SA. Reproducir esta ficha técnica, conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog como a la fuente en alemán).
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Muy acertado el artículo; tanto en las valoraciones de la situación europea, como del papel que juegan los medios de comunicación como megáfonos del capital y su brazo armado la OTAN.
ResponderEliminarMuy bueno y necesario, ánimo con el blog!
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