Imagen: caricatura realizada por Horst Haitzinger sobre el nombramiento de Juan Carlos como sucesor de Franco, en junio de 1975, meses antes de la muerte del dictador.
En junio de 1975, Horst Haitzinger -uno de los grandes caricaturistas alemanes de las últimas décadas-, dibujaba esta viñeta que encabeza la entrada del blog. En clave gráfica, desbordando ironía y sarcasmo, Haitzinger hacía alusión a la lapidaria declaración del dictador sobre el que sería su sucesor, Juan Carlos de Borbón: "Todo está atado y bien atado". Todavía no había muerto el tirano, pero el caricaturista alemán lo tenía claro.
Jean Ortiz, profesor de la universidad de Pau, hijo de combatiente republicano y de guerrillero, publicaba hace un año un artículo en Le Grand Soir, que en su momento tradujimos y publicamos en el blog: "¿Y si el rey Juan Carlos estuviera desnudo?". Éscribía Jean Ortiz:
Retrocedamos en el tiempo, para hacer memoria acerca de hechos sobre los que el españolito medio, hasta dos días feliz y ahora indignado, ha mostrado ignorancia.
Tres dictaduras que, en diferentes momentos del proceso histórico, la burguesía capitalista había impuesto para frenar la amenaza roja. Paradojas de la Historia, en los 70 la burguesía necesitaba que los mismos tiranos, a los que había incubado y mimado, dejasen el camino libre para dar paso a una democracia formal, que permitiera la integración en la nueva Europa que se estaba levantando, una Europa que se pretendía que sobre todo fuese el mayor escudo del mundo contra la amenaza del socialismo.
Las dictaduras griega, portuguesa y española, constituyeron un caso paradigmático de cómo la burguesía alterna dictadura y democracia formal en función de las necesidades de cada fase del desarrollo capitalista. En su día, el ABC resultó muy sincero en su portada anunciando el golpe de estado fascista de Pinochet, valorándolo como una "misión quirúrgica de urgencia" (ver "ABC y la caverna mediática. 1ª parte: un rápido recorrido por las entrañas franquistas de la derecha española"). Para la burguesía siempre se trata de eso: democracia domesticada y, si la cosa se desmadra, "una misión quirúrgica de urgencia" ejecutada por algún generalito especializado en cirugía política.
El proceso de liquidación de estas tres dictaduras que sobrevivían en la Europa occidental, pasó a ser un imperativo estratégico de las fuerzas vivas que regían los destinos del viejo continente. Era menester iniciar procesos de transición controlados, que diesen paso a democracias formales, a la vez que se garantizaba la neutralización de las fuerzas de izquierda que podrían aprovechar tales procesos para imprimir un giro político no deseado.
En 1974, caían las dictaduras griega y portuguesa. El caso helénico se ajustó a la ejecución de un guión desprovisto de problemas. En julio del 74 se derrumbaba la junta militar, dejando vía libre para que la derecha inaugurase un nuevo período democrático de la mano de Konstantinos Karamanlis, el candidato protegido y favorito de Giscard d'Estaing. La misma derecha que había apoyado el golpe de estado de los coroneles en 1967, asumía el poder en la restablecida democracia, con un partido denominado Nueva Democracia (¡qué ironía tan amarga!).
El mismo año, poco antes del fin de la dictadura de los coroneles, caía también la dictadura portuguesa, la más longeva de Europa (1926-1974) (1). Sin embargo, al contrario de lo que sucedió en el caso griego, el derrocamiento del régimen dictatorial luso que estaba encabezado por Marcelo Caetano -sucesor de Salazar-, se salió del guión previsto. La revolución de los claveles acabó convirtiéndose en un verdadero proceso revolucionario de transformación social, hasta que el cortafuegos socialdemócrata del partido de Mario Soares (PS) frenó en seco el proceso, tras su triunfo electoral del 75, regresando así al guión previsto para una transición monitorizada que la izquierda había descontrolado (2).
La élite franquista era muy consciente de que el futuro diseñado para España por la gran oligarquía europea, pasaba por el fin a la dictadura a través de una transición controlada, que diese paso a una democracia formal como en Grecia y Portugal. El último presidente del gobierno del régimen, Arias Navarro, daba un discurso en las Cortes el 12 de febrero de 1974, anunciando un tímido programa reformista, en el que destacaba la posibilidad de crear una especie de sucedáneo de partidos políticos, a los que llamaron asociaciones políticas. Esta tímida apertura enseguida recibió nombre y pasó a ser conocida como "el espíritu del 12 de febrero". A todos los efectos, era un intento de dar satisfacción a los requerimientos de la oligarquía económica, que bajo ningún concepto podía permitirse el lujo de perder el tren de la Europa que se estaba construyendo. Enseguida se hizo evidente que nadie se tomaba en serio el espíritu del 12F del "Carnicerito de Málaga", apodo como se conocía a Arias Navarro.
Franco murió en la cama. Pero la propia oligarquía económica le había asignado ya fecha de caducidad política. La transición controlada que tendría lugar, giró en torno a una figura central que el propio Franco había designado como sucesor: Juan Carlos de Borbón. Contaba, además, con la confianza de los grandes poderes europeos y, es importante, con la plena confianza de los EE.UU. Conviene no olvidar que Juan Carlos era el confidente-informador de más alto nivel que el Secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, tenía en España. Con Juan Carlos, los intereses de Washington estaban a salvo.
Algunos políticos del régimen gozaban de especial simpatía por parte de esta oligarquía. Era el caso de los llamados tecnócratas, todos ellos vinculados al Opus Dei. Bastó un simple golpe de varita mágica para que apareciesen como demócratas de toda la vida. También fue el caso de una figura que contaba con no pocos boletos para aspirar a liderar una transición baja en calorías: Fraga Iribarne. Su exceso de miopía (llegó a decir que si legalizaban al Partido Comunista se exiliaría, o que la legalización de la ikurriña -bandera vasca- tendría lugar por encima de su cadáver), su matonismo verbal ("la calle es mía", decía) y fáctico (los sucesos que acabaron en los asesinatos de Montejurra) fueron circunstancias que, entre otras cosas, condenaron a Fraga a ser un actor secundario, un estridente telonero alrededor de cuya luz revoloteaban los moscardones más duros del franquismo. El beneficiario fue el hombre del puedo prometer y prometo, un político franquista mucho más pragmático que Fraga, con especiales dotes camaleónicas: Adolfo Suárez. En julio del 76, el rey Juan Carlos colocaba a Suárez al frente del gobierno, sustituyendo a un Arias Navarro al que ya hacía tiempo se le había rayado el disco.
De esta forma, la transición española se desenvolvió de acuerdo a un guión sin sobresaltos, lo contrario de lo que había ocurrido en Portugal. La cabeza de dicha transición era el heredero político de Franco, que además contaba con la bendición de los grandes poderes internos y exteriores que hacen y deshacen entre bastidores. Juan Carlos fue la pieza clave para materializar una vez más el célebre aforismo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie" (El Gatopardo).
El camino de la restauración monárquica se abrió en 1947, pocos años después del final de la guerra, con la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado. En función de dicha ley, España se constituía en un "Reino", quedando la jefatura del estado en manos del "Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde". En su artículo 6, se establecía que el dictador, cuando lo considerase oportuno, propondría a las Cortes al candidato que habría de sucederle en la jefatura del estado, con el título de Rey o de Regente. El borbón, cuidadosamente educado por Franco, fue propuesto por el dictador como sucesor en 1969. El 22 de julio de tal año, el elefanticida -príncipe en aquella altura- en calidad de sucesor prestaba juramento solemne de lealtad a las Leyes Fundamentales (la constitución franquista) y a los principios del Movimiento Nacional (el partido único fascista).
Muerto Franco, su heredero se convirtió en rey, siendo designado como tal, por las Cortes franquistas, el 22 de noviembre de 1975. la Europa de los mercaderes respiraba tranquila: uno de los tres grandes escollos y problemas, encontraba la perfecta solución.
En el 78 se aprobaba la actual Constitución, a la que el borbón jamás prestó juramento. Uno de los mayores esperpentos históricos de nuestra democracia monárquica, es que la única constitución que ha jurado el actual jefe del estado (el rey), ha sido la constitución franquista (Leyes Fundamentales, en 1969), pero no la constitución democrática del 78.
La monarquía: de la lavadora al salón de belleza.
Resulta acertada la valoración que hace Jean Ortiz del monarca español: "era, y sigue siendo, una criatura de Franco", quien "lo manipuló contra su padre, lo educó, lo incubó, lo moldeó… con el fin de dejar el sistema dominante 'atado y bien atado', bien cerrado"; "no fue elegido por los españoles, sino que fue una IMPOSICIÓN del dictador".
¿Cómo fue posible, entonces, que la monarquía llegase a disfrutar de tanta popularidad en los años 80 y 90? Como en todo, no hay una única respuesta. No voy a entrar en el perfil ideológico de la sociedad española en la época de la Transición, aunque estoy en desacuerdo con la lectura fantasiosa que ciertos sectores de la izquierda se empeñan en llevar a cabo (3). Desde mi punto de vista, la clave quizás haya que buscarla en la inestabilidad e incertidumbre que marcaron la Transición y la primera etapa de la democracia.
Quienes vivimos aquella época, recordamos algo que a las nuevas generaciones les cuesta mucho visualizar y hacerse una idea: el permanente ruido de sables. A toro pasado es fácil ver que la oligarquía española y europea no iban a permitir una involución política en España, ya que sería ir contra sus propios intereses. Pero en aquellos momentos no resultaba nada fácil ver eso y la permanente amenaza golpista creaba un angustioso estado de incertidumbre. La disculpa del terrorismo utilizada por el búnker, la crisis económica, la fortaleza de la extrema derecha que ejercía de matón a diario, la conspiración constante de un amplio sector de las fuerzas armadas, el carácter visceralmente franquista de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, la fortaleza del franquismo sociológico, la existencia de una cultura política mayoritaria producto de la nefasta socialización política que el franquismo había llevado a cabo durante 40 años, etc., todos esos factores creaban una fundada duda acerca del proceso emprendido. En ese contexto tuvo lugar el 23F.
El 23 de febrero de 1981 (23F) se produjo en España un golpe de estado, que sería abortado a las pocas horas. Fue el último episodio (al menos, conocido) de una serie de conjuras y conspiraciones militares en armonía con el franquismo más retrógrado. El impacto que tuvo el 23F en la política española posterior, fue mucho mayor de lo que quizás se ha querido ver:
A) En mi opinión personal, fue un aviso a navegantes, un mensaje enviado a la izquierda y a la sociedad en general. Pero en particular al PSOE, en tanto que ya se daba por hecho que Felipe González sería el próximo presidente del gobierno, frente a una UCD en descomposición (de hecho, en las elecciones del 28 de octubre de 1982, el PSOE obtendría mayoría absoluta). Las declaraciones del general Alexander Haig, Secretario de Estado de EE.UU., cuando fue interrogado sobre el golpe de estado que se estaba produciendo en España, fueron muy reveladoras: "es un asunto interno de los españoles". Siempre consideré que las palabras del halcón estadounidense significaban 'más os vale que os portéis bien y que no os salgáis del guión que os hemos marcado'. Sin duda, el PSOE tomó buena nota, con su atlantismo entusiasta posterior, sus políticas económicas ajustadas al guión marcado por la oligarquía, etc.
B) Soy de los que creen que la Casa Real estuvo implicada. Hay quien atribuye al padre del rey una frase dirigida al hijo: "haz lo que quieras, pero perderás la corona". Sobre esto se ha escrito mucho, pero subrayo un dato de entre muchos. El rey era y es el comandante en jefe de las fuerzas armadas; sólo una vez que ya se tuvo conocimiento de que la mayoría de las capitanías generales no se sumaban al golpe y que, por tanto, éste había fracasado, sólo entonces es cuando el rey apareció en TV, condenando el golpe y defendiendo la democracia. Era ya la una y pico de la madrugada del día 24 de febrero, varias horas después de que se hubiesen sublevado algunos militares y de que el teniente coronel Tejero hubiera ocupado el Congreso.
La oportunidad de aclarar la participación del rey se abrió al año siguiente, al llegar Felipe González a La Moncola. Aclarar el papel de rey habría podido suponer inicialmente el fin de la monarquía, del sucesor de Franco, riesgo que el PSOE no quiso asumir en aras de la estabilidad política. Tuvo lugar una de esas circunstancias en donde, como suele decirse, a alguien o se le asciende y se le condecora, o se le fusila, sin términos medios. Tras el 23F, tal era la disyuntiva con el rey: o se le presentaba como el villano que en realidad era y se le quitaba de en medio, o se le convertía en un héroe salvador de la democracia. Se optó por lo segundo y borrón y cuenta nueva.
C) A partir de lo anterior, la monarquía entra en la lavadora (para una limpieza de imagen) y luego en el salón de belleza (ensalzamiento de su imagen). Como decía Jean Ortiz, era necesario "escribirle a Juan Carlos un CV de perfil democratísimo. El monarca y la monarquía deberían ser y serían inmaculados, modélicos". Entramos en un período de tiempo en el que:
D) La postura de apoyo tomada por el PSOE hacia la monarquía, tras la llegada al poder de Felipe González, marcó el comienzo de un largo idilio (que todavía dura) entre monarquía y PSOE, una relación sinérgica que ha beneficiado a ambas partes. Durante mucho tiempo, Juan Carlos se ha llegado a sentir más cómodo con el PSOE que con la derecha, sin duda porque ha sido el PSOE quién más se ha esforzado en lavar la imagen de la monarquía y en maquillarla (con la excepción, quizás, del monarquísimo diario ABC). Sin embargo esta sinergia PSOE-monarquía, en realidad se ha configurado en torno a lo que en otra entrada denominaba "el triángulo de las Bermudas de la política española": "Monarquía, PSOE, PRISA..., han formado el tridente mágico en el actual período de restauración borbónica. Comunión de intereses, sinergia absoluta, apoyo mutuo: el triángulo de las Bermudas de la política española en estos 30 años (...)".
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Jean Ortiz, profesor de la universidad de Pau, hijo de combatiente republicano y de guerrillero, publicaba hace un año un artículo en Le Grand Soir, que en su momento tradujimos y publicamos en el blog: "¿Y si el rey Juan Carlos estuviera desnudo?". Éscribía Jean Ortiz:
"(...) Todo el mundo sabe, o finge no saber, que Su Majestad Juan Carlos era, y sigue siendo, una criatura de Franco. Este último lo manipuló contra su padre, lo educó, lo incubó, lo moldeó… con el fin de dejar el sistema dominante “atado y bien atado”, bien cerrado. Las palabras son del tirano.Todo el mundo sabe, o finge no saber, que él no fue elegido por los españoles, sino que fue una IMPOSICIÓN del dictador.
Todo el mundo sabe, o finge no saber, que Su Majestad dijo una vez en privado, según muchos historiadores: mientras yo viva, no se tocará la memoria de Franco. Misión cumplida: el gigantesco memorial del "Valle de los Caídos" a la gloria de los "vencedores", donde está enterrado Franco - único parque temático fascista del mundo-, está siempre abierto a miles de visitantes, administrado por religiosos neo-fascistas, y se mantiene a costa de los contribuyentes españoles.
Todo el mundo sabe, y no se puede ignorar, que el sucesor de Franco se convirtió rápidamente en "campechano", "simpático", "popular", "demócrata", a partir de una extraña "transición" pactada después de la muerte del que fue dictador "por la gracia de Dios", y de una Iglesia española que no lo olvidó.
Fue bautizado con el nombre de Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. Cosas de la sangre azul. Y en efecto, representa el cordón umbilical entra la España del fascismo y la democracia nacida con la Transición. Se convirtió en rey por la voluntad del dictador para que todo quedase atado y bien atado. Gozó de la simpatía popular, de muchos de los que ahora dicen estar indignados y que destilan soflamas sacadas del manual de antipolítica para estúpidos. Porque conviene no engañarse: durante años, en los sondeos del CIS la monarquía figuraba con frecuencia como la institución más valorada por los españoles.Cada uno sabe, y sabe, que después de horas de vacilaciones, Su Majestad "salvó la democracia" durante el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, cuando el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero y su grupo de golpistas, entraron en el Congreso de los Diputados. A partir de entonces, unos y otros le escribieron a Juan Carlos un “CV” de perfil “democratísimo”. El monarca y la monarquía deberían ser y serían inmaculados, modélicos (...)".
Retrocedamos en el tiempo, para hacer memoria acerca de hechos sobre los que el españolito medio, hasta dos días feliz y ahora indignado, ha mostrado ignorancia.
Dictaduras incómodas en la construcción de la Europa de los mercaderes. Transiciones monitorizadas.
Al comienzo de la década de los años 70, la oligarquía europea, en su sueño de construir la gran Europa del capital y de los mercaderes que acabaría haciéndose realidad en la actual UE, se encontraba con tres escollos, tres problemas incómodos. La Europa que se estaba construyendo era incompatible con la integración de países que vivían bajo el signo de la dictadura política, ya que resultaba preceptivo garantizar la democracia formal. Pero a la vez resultaba un objetivo irrenunciable la integración de una periferia del sur, en la que tres países todavía vivian bajo el paraguas de dictaduras que habían hecho del anticomunismo una razón de ser.
Tres dictaduras que, en diferentes momentos del proceso histórico, la burguesía capitalista había impuesto para frenar la amenaza roja. Paradojas de la Historia, en los 70 la burguesía necesitaba que los mismos tiranos, a los que había incubado y mimado, dejasen el camino libre para dar paso a una democracia formal, que permitiera la integración en la nueva Europa que se estaba levantando, una Europa que se pretendía que sobre todo fuese el mayor escudo del mundo contra la amenaza del socialismo.
Las dictaduras griega, portuguesa y española, constituyeron un caso paradigmático de cómo la burguesía alterna dictadura y democracia formal en función de las necesidades de cada fase del desarrollo capitalista. En su día, el ABC resultó muy sincero en su portada anunciando el golpe de estado fascista de Pinochet, valorándolo como una "misión quirúrgica de urgencia" (ver "ABC y la caverna mediática. 1ª parte: un rápido recorrido por las entrañas franquistas de la derecha española"). Para la burguesía siempre se trata de eso: democracia domesticada y, si la cosa se desmadra, "una misión quirúrgica de urgencia" ejecutada por algún generalito especializado en cirugía política.
El proceso de liquidación de estas tres dictaduras que sobrevivían en la Europa occidental, pasó a ser un imperativo estratégico de las fuerzas vivas que regían los destinos del viejo continente. Era menester iniciar procesos de transición controlados, que diesen paso a democracias formales, a la vez que se garantizaba la neutralización de las fuerzas de izquierda que podrían aprovechar tales procesos para imprimir un giro político no deseado.
En 1974, caían las dictaduras griega y portuguesa. El caso helénico se ajustó a la ejecución de un guión desprovisto de problemas. En julio del 74 se derrumbaba la junta militar, dejando vía libre para que la derecha inaugurase un nuevo período democrático de la mano de Konstantinos Karamanlis, el candidato protegido y favorito de Giscard d'Estaing. La misma derecha que había apoyado el golpe de estado de los coroneles en 1967, asumía el poder en la restablecida democracia, con un partido denominado Nueva Democracia (¡qué ironía tan amarga!).
El mismo año, poco antes del fin de la dictadura de los coroneles, caía también la dictadura portuguesa, la más longeva de Europa (1926-1974) (1). Sin embargo, al contrario de lo que sucedió en el caso griego, el derrocamiento del régimen dictatorial luso que estaba encabezado por Marcelo Caetano -sucesor de Salazar-, se salió del guión previsto. La revolución de los claveles acabó convirtiéndose en un verdadero proceso revolucionario de transformación social, hasta que el cortafuegos socialdemócrata del partido de Mario Soares (PS) frenó en seco el proceso, tras su triunfo electoral del 75, regresando así al guión previsto para una transición monitorizada que la izquierda había descontrolado (2).
La élite franquista era muy consciente de que el futuro diseñado para España por la gran oligarquía europea, pasaba por el fin a la dictadura a través de una transición controlada, que diese paso a una democracia formal como en Grecia y Portugal. El último presidente del gobierno del régimen, Arias Navarro, daba un discurso en las Cortes el 12 de febrero de 1974, anunciando un tímido programa reformista, en el que destacaba la posibilidad de crear una especie de sucedáneo de partidos políticos, a los que llamaron asociaciones políticas. Esta tímida apertura enseguida recibió nombre y pasó a ser conocida como "el espíritu del 12 de febrero". A todos los efectos, era un intento de dar satisfacción a los requerimientos de la oligarquía económica, que bajo ningún concepto podía permitirse el lujo de perder el tren de la Europa que se estaba construyendo. Enseguida se hizo evidente que nadie se tomaba en serio el espíritu del 12F del "Carnicerito de Málaga", apodo como se conocía a Arias Navarro.
Franco murió en la cama. Pero la propia oligarquía económica le había asignado ya fecha de caducidad política. La transición controlada que tendría lugar, giró en torno a una figura central que el propio Franco había designado como sucesor: Juan Carlos de Borbón. Contaba, además, con la confianza de los grandes poderes europeos y, es importante, con la plena confianza de los EE.UU. Conviene no olvidar que Juan Carlos era el confidente-informador de más alto nivel que el Secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, tenía en España. Con Juan Carlos, los intereses de Washington estaban a salvo.
Algunos políticos del régimen gozaban de especial simpatía por parte de esta oligarquía. Era el caso de los llamados tecnócratas, todos ellos vinculados al Opus Dei. Bastó un simple golpe de varita mágica para que apareciesen como demócratas de toda la vida. También fue el caso de una figura que contaba con no pocos boletos para aspirar a liderar una transición baja en calorías: Fraga Iribarne. Su exceso de miopía (llegó a decir que si legalizaban al Partido Comunista se exiliaría, o que la legalización de la ikurriña -bandera vasca- tendría lugar por encima de su cadáver), su matonismo verbal ("la calle es mía", decía) y fáctico (los sucesos que acabaron en los asesinatos de Montejurra) fueron circunstancias que, entre otras cosas, condenaron a Fraga a ser un actor secundario, un estridente telonero alrededor de cuya luz revoloteaban los moscardones más duros del franquismo. El beneficiario fue el hombre del puedo prometer y prometo, un político franquista mucho más pragmático que Fraga, con especiales dotes camaleónicas: Adolfo Suárez. En julio del 76, el rey Juan Carlos colocaba a Suárez al frente del gobierno, sustituyendo a un Arias Navarro al que ya hacía tiempo se le había rayado el disco.
De esta forma, la transición española se desenvolvió de acuerdo a un guión sin sobresaltos, lo contrario de lo que había ocurrido en Portugal. La cabeza de dicha transición era el heredero político de Franco, que además contaba con la bendición de los grandes poderes internos y exteriores que hacen y deshacen entre bastidores. Juan Carlos fue la pieza clave para materializar una vez más el célebre aforismo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie" (El Gatopardo).
El camino de la restauración monárquica se abrió en 1947, pocos años después del final de la guerra, con la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado. En función de dicha ley, España se constituía en un "Reino", quedando la jefatura del estado en manos del "Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde". En su artículo 6, se establecía que el dictador, cuando lo considerase oportuno, propondría a las Cortes al candidato que habría de sucederle en la jefatura del estado, con el título de Rey o de Regente. El borbón, cuidadosamente educado por Franco, fue propuesto por el dictador como sucesor en 1969. El 22 de julio de tal año, el elefanticida -príncipe en aquella altura- en calidad de sucesor prestaba juramento solemne de lealtad a las Leyes Fundamentales (la constitución franquista) y a los principios del Movimiento Nacional (el partido único fascista).
Muerto Franco, su heredero se convirtió en rey, siendo designado como tal, por las Cortes franquistas, el 22 de noviembre de 1975. la Europa de los mercaderes respiraba tranquila: uno de los tres grandes escollos y problemas, encontraba la perfecta solución.
En el 78 se aprobaba la actual Constitución, a la que el borbón jamás prestó juramento. Uno de los mayores esperpentos históricos de nuestra democracia monárquica, es que la única constitución que ha jurado el actual jefe del estado (el rey), ha sido la constitución franquista (Leyes Fundamentales, en 1969), pero no la constitución democrática del 78.
La monarquía: de la lavadora al salón de belleza.
Resulta acertada la valoración que hace Jean Ortiz del monarca español: "era, y sigue siendo, una criatura de Franco", quien "lo manipuló contra su padre, lo educó, lo incubó, lo moldeó… con el fin de dejar el sistema dominante 'atado y bien atado', bien cerrado"; "no fue elegido por los españoles, sino que fue una IMPOSICIÓN del dictador".
¿Cómo fue posible, entonces, que la monarquía llegase a disfrutar de tanta popularidad en los años 80 y 90? Como en todo, no hay una única respuesta. No voy a entrar en el perfil ideológico de la sociedad española en la época de la Transición, aunque estoy en desacuerdo con la lectura fantasiosa que ciertos sectores de la izquierda se empeñan en llevar a cabo (3). Desde mi punto de vista, la clave quizás haya que buscarla en la inestabilidad e incertidumbre que marcaron la Transición y la primera etapa de la democracia.
Quienes vivimos aquella época, recordamos algo que a las nuevas generaciones les cuesta mucho visualizar y hacerse una idea: el permanente ruido de sables. A toro pasado es fácil ver que la oligarquía española y europea no iban a permitir una involución política en España, ya que sería ir contra sus propios intereses. Pero en aquellos momentos no resultaba nada fácil ver eso y la permanente amenaza golpista creaba un angustioso estado de incertidumbre. La disculpa del terrorismo utilizada por el búnker, la crisis económica, la fortaleza de la extrema derecha que ejercía de matón a diario, la conspiración constante de un amplio sector de las fuerzas armadas, el carácter visceralmente franquista de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, la fortaleza del franquismo sociológico, la existencia de una cultura política mayoritaria producto de la nefasta socialización política que el franquismo había llevado a cabo durante 40 años, etc., todos esos factores creaban una fundada duda acerca del proceso emprendido. En ese contexto tuvo lugar el 23F.
El 23 de febrero de 1981 (23F) se produjo en España un golpe de estado, que sería abortado a las pocas horas. Fue el último episodio (al menos, conocido) de una serie de conjuras y conspiraciones militares en armonía con el franquismo más retrógrado. El impacto que tuvo el 23F en la política española posterior, fue mucho mayor de lo que quizás se ha querido ver:
A) En mi opinión personal, fue un aviso a navegantes, un mensaje enviado a la izquierda y a la sociedad en general. Pero en particular al PSOE, en tanto que ya se daba por hecho que Felipe González sería el próximo presidente del gobierno, frente a una UCD en descomposición (de hecho, en las elecciones del 28 de octubre de 1982, el PSOE obtendría mayoría absoluta). Las declaraciones del general Alexander Haig, Secretario de Estado de EE.UU., cuando fue interrogado sobre el golpe de estado que se estaba produciendo en España, fueron muy reveladoras: "es un asunto interno de los españoles". Siempre consideré que las palabras del halcón estadounidense significaban 'más os vale que os portéis bien y que no os salgáis del guión que os hemos marcado'. Sin duda, el PSOE tomó buena nota, con su atlantismo entusiasta posterior, sus políticas económicas ajustadas al guión marcado por la oligarquía, etc.
B) Soy de los que creen que la Casa Real estuvo implicada. Hay quien atribuye al padre del rey una frase dirigida al hijo: "haz lo que quieras, pero perderás la corona". Sobre esto se ha escrito mucho, pero subrayo un dato de entre muchos. El rey era y es el comandante en jefe de las fuerzas armadas; sólo una vez que ya se tuvo conocimiento de que la mayoría de las capitanías generales no se sumaban al golpe y que, por tanto, éste había fracasado, sólo entonces es cuando el rey apareció en TV, condenando el golpe y defendiendo la democracia. Era ya la una y pico de la madrugada del día 24 de febrero, varias horas después de que se hubiesen sublevado algunos militares y de que el teniente coronel Tejero hubiera ocupado el Congreso.
La oportunidad de aclarar la participación del rey se abrió al año siguiente, al llegar Felipe González a La Moncola. Aclarar el papel de rey habría podido suponer inicialmente el fin de la monarquía, del sucesor de Franco, riesgo que el PSOE no quiso asumir en aras de la estabilidad política. Tuvo lugar una de esas circunstancias en donde, como suele decirse, a alguien o se le asciende y se le condecora, o se le fusila, sin términos medios. Tras el 23F, tal era la disyuntiva con el rey: o se le presentaba como el villano que en realidad era y se le quitaba de en medio, o se le convertía en un héroe salvador de la democracia. Se optó por lo segundo y borrón y cuenta nueva.
C) A partir de lo anterior, la monarquía entra en la lavadora (para una limpieza de imagen) y luego en el salón de belleza (ensalzamiento de su imagen). Como decía Jean Ortiz, era necesario "escribirle a Juan Carlos un CV de perfil democratísimo. El monarca y la monarquía deberían ser y serían inmaculados, modélicos". Entramos en un período de tiempo en el que:
- Se produce una brutal autocensura por parte de los medios sistémicos en todo lo relacionado con la monarquía. De la monarquía no se habla excepto para ensalzar su imagen y enfatizar lo que pueda ser valorado positivamente por los españoles. Tan siquiera las revistas satíricas se atrevían a dar una imagen negativa. La figura del rey y de su familia se convierten en intocables, a la vez que determinados aspectos como sus negocios y la fortuna que va amasando de la mano del corrupto Mario Conde y de otros, pasan a ser el mayor tabú del país. Es posible que ya muchos no recuerden la cantidad de publi-reportajes de los que fue objeto la monarquía en las televisiones durante años y años.
- Tal autocensura fue acompañada de la censura de cualquier componente de republicanismo.
- Durante mucho tiempo, la justicia ejerció su papel de mecanismo fuertemente represivo, con juicios y penas ejemplarizantes por delitos de injurias a la Corona, tipificado como delitos de lesa majestad por el Código Penal.
- Lejos de ser presentado como la herencia del dictador, Juan Carlos pasa a ser aquel que hizo posible la democracia y que lideró un proceso modélico y ejemplar exportable a otros países. En relación con el 23F, se enfatiza la idea de que fue el salvador de la democracia.
D) La postura de apoyo tomada por el PSOE hacia la monarquía, tras la llegada al poder de Felipe González, marcó el comienzo de un largo idilio (que todavía dura) entre monarquía y PSOE, una relación sinérgica que ha beneficiado a ambas partes. Durante mucho tiempo, Juan Carlos se ha llegado a sentir más cómodo con el PSOE que con la derecha, sin duda porque ha sido el PSOE quién más se ha esforzado en lavar la imagen de la monarquía y en maquillarla (con la excepción, quizás, del monarquísimo diario ABC). Sin embargo esta sinergia PSOE-monarquía, en realidad se ha configurado en torno a lo que en otra entrada denominaba "el triángulo de las Bermudas de la política española": "Monarquía, PSOE, PRISA..., han formado el tridente mágico en el actual período de restauración borbónica. Comunión de intereses, sinergia absoluta, apoyo mutuo: el triángulo de las Bermudas de la política española en estos 30 años (...)".
Vídeo sobre el 23F: toma del Congreso por parte de Tejero y fragmento
de la intervención del rey en TV. El rey se convertía en el salvador de la
democracia, en el héroe de la Transición.
de la intervención del rey en TV. El rey se convertía en el salvador de la
democracia, en el héroe de la Transición.
La decadencia: la monarquía se tambalea.
No es casual que el comienzo del declive de la imagen de la monarquía, tuviese lugar cuando afloja la autocensura de los medios sistémicos. Por otra parte, en la época de Internet deja de tener sentido esa autolimitación. Incluso los medios más monárquicos no pueden evitar que noticias como la famosa cacería del rey en Botsuana, acompañado de "su amiga", se extiendan como un reguero de pólvora. Pero también caen otros tabúes, tales como todo lo relacionado con sus negocios y fortuna. La difusión de información a través de la Red y el acceso a medios extranjeros, han puesto al descubierto muchas de las miserias de la Casa Real.
Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias |
No es casual que el comienzo del declive de la imagen de la monarquía, tuviese lugar cuando afloja la autocensura de los medios sistémicos. Por otra parte, en la época de Internet deja de tener sentido esa autolimitación. Incluso los medios más monárquicos no pueden evitar que noticias como la famosa cacería del rey en Botsuana, acompañado de "su amiga", se extiendan como un reguero de pólvora. Pero también caen otros tabúes, tales como todo lo relacionado con sus negocios y fortuna. La difusión de información a través de la Red y el acceso a medios extranjeros, han puesto al descubierto muchas de las miserias de la Casa Real.
Abierta la veda, los medios convencionales constatan que el nuevo filón informativo generaba buenos beneficios. Una vez que se gritó 'el rey está desnudo', ya nada volvió a ser igual. Y de repente muchos españolitos comenzaron a descubrir cosas aparentemente anecdóticas, pero que desgataban la escrupulosa y bien cuidada imagen de la familia real, como por ejemplo las dificultades de la reina para hablar en castellano. Vanity Fair llega a publicar con sorna:
"la reina Sofía se dirige a ellas [a sus nietas] en inglés, pues el castellano no se habla mucho en La Zarzuela (cuentan que la reina multiplica en griego, reza en inglés, se enfada en alemán y lo demás, en lo que le salga)".
Tanto años de censura/autocensura mediática acabaron pasando factura a la Corona. Aun así, todavía a día de hoy sigue funcionando parcialmente el filtro mediático, como demuestra el hecho de que ninguna cadena de TV se haya atrevido a emitir el documental "Juan Carlos, el crepúsculo de un rey", producido por Canal+ Francia (ver Dos visiones distintas sobre la monarquía española: "Juan Carlos, el crepúsculo de un rey" y "La Familia Irreal").
Por otra parte, para las nuevas generaciones de españoles que no han vivido la Transición, el lavado de imagen y maquillaje que experimentó la Corona en su día, deja de tener el efecto que sí tuvo para la generación anterior. El creciente republicanismo español va muy ligado al relevo generacional.
Otro factor a tener en cuenta es que la crisis vino a enfatizar la existencia de una corrupción estructural y generalizada que se remonta a un período que hasta entonces nos decían que había resultado idílico. De repente se derrumba el mito de la Transición y pasa de ser un modelo ejemplar a ponerse también al desnudo con todas sus miserias al descubierto. Y si el rey había sido el héroe de la Transición, en consecuencia también pasa a ser el villano cuando se derrumba el mito. El año pasado, Antoni Domènech, G. Buster y Daniel Raventós expresaban en un artículo en la revista Sin Permiso ("El caso Bárcenas en el contexto de la crisis de la Segunda Restauración borbónica"), la verdadera naturaleza de la democracia borbónica actual:
A mayores, sucesos como el escándalo de corrupción del Iñaki Urdangarin, el yerno del rey -escándalo que implica también a su hija-, con toda la información que ha salido y cuya difusión los monárquicos no han conseguido frenar, añade un nuevo elemento de descrédito de la institución. Llueve sobre mojado.
Por último, en este declive de la monarquía, no resulta desdeñable como factor la apuesta por la República que Izquierda Unida y otras organizaciones de la izquierda llevan a cabo. También es preciso mencionar el trabajo realizado por numerosas asociaciones y entidades republicanas.
Y la amenaza
Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, es una figura políticamente muerta. La solución al problema no pasa por su abdicación en favor de su hijo Felipe, sino en poner fin a la monarquía y dar paso a la III República.
Sin embargo, desde mi punta de vista, la negativa a abdicar pone al descubierto lo que será la gran estrategia monárquica para tratar de garantizar la superveniencia de la institución. La figura de Juan Carlos está amortizada, como suele decirse en política a veces. El escándalo de corrupción que azota la imagen de la Casa Real, sacude sobre todo a la figura del rey, en el sentido en que es el blanco que recibe la mayor parte de las críticas. Pero si observamos, por parte de los medios sistémicos se está protegiendo mucho la imagen del príncipe Felipe, lo que no resulta casual. Juan Carlos se mantiene para seguir quemándose y evitar así que su hijo Felipe sufra el desgaste al que tendría que hacer frente si ocupara ahora mismo la Corona. Es verdad que esto no deja de ser una especulación, una hipótesis..., pero tiene su lógica. Pasado el huracán, siempre resultará más fácil activar una nueva operación de lavado y maquillaje en favor del sucesor. Sin duda, los medios sistémicos nos lo vendarán como una higiénica renovación, enfatizando que ha estado al margen de los escándalos de la Casa Real. Y además... la princesa Leticia será presentada como la plebeya del pueblo que llegó a reina, como una especie de Lady Di a la española.
Con Juan Carlos o con su hijo Felipe, la monarquía se mantendrá mientras dure el apoyo del PSOE a la institución. Salvo que... el PSOE sufra un hundimiento de magnitud similar a la del PASOK. Aunque me gustaría pensar que eso vaya a ocurrir, dudo de que ocurra, al menos a medio plazo. El camino hacia la III República depende en gran medida del PSOE. Por desgracia, la nomenclatura del PSOE sigue apostando firmemente por la monarquía. Lamentable, pero es lo que hay.
La defensa de la República ha pasado a convertirse en la vía para reivindicar un necesario y nuevo proceso constituyente, desde el cual podamos abordar muchos de los problemas fundamentales que tiene el país. Si monarquía se asocia a un pasado-presente que se quiere superar, la república representa un futuro esperanzador y la oportunidad para un cambio político radical.
blog del viejo topo
Notas
(1) Salazar se había hecho con el poder en 1926. La nueva Constitución de 1933 creaba el llamado Estado Novo, de corte fascista e inspirado en el modelo de Mussolini. Se mantuvo en el poder hasta 1968, en que fue sustituido por Marcelo Caetano al frente de la dictadura.
(2) Desde la trastienda del poder, EE.UU. y sus principales aliados europeos, habían previsto una transición controlada a partir de un levantamiento militar que diese paso a un gobierno moderado que instaurase una democracia burguesa, a gusto del eje político que dominaba Europa occidental. El candidato más firme era el general António de Spínola, preparado para liderar la revuelta del Movimiento de las Fuerzas Armadas contra el régimen. Pero la oligarquía perdió, a las primeras de cambio, el control del proceso comenzado con el levantamiento del 25 de abril de 1974. Para empezar, el MFA estaba compuesto por una amplia base de oficiales y sub-oficiales de izquierdas de origen social humilde. Por otra parte, las organizaciones políticas de la izquierda, en especial el poderoso PCP (Partido Comunista de Portugal), estaban preparadas para iniciar un proceso revolucionario a partir de su amplia base social, lo que rompía el guión previamente diseñado por los poderes en la sombra. Fue así como la Revolución de los claveles llegó a ser realmente una revolución, amparada por las movilizaciones populares. Spínola, que inicialmente asumiera la presidencia de la República, fue obligado a dimitir en septiembre de 1974. La izquierda política, apoyada por el sector más claramente izquierdista del MFA y por una amplia movilización popular, lanzaba lo que se llamó el Processo Revolucionário em Curso (PREC). Nada de lo que ocurría se ajustaba al plan previsto por la clase dominante. Spínola intentó parar la desviación socialista de la transición portuguesa, mediante un fallido golpe de estado en marzo de 1975, que es contestado con una declaración contundente del MFA: Portugal ha iniciado la transición al socialismo. Los grandes latifundios fueron objeto de expropiación popular. La banca fue nacionalizada y lo mismo ocurrió con una buena parte de la gran industria. Las viviendas vacías eran ocupadas por familias del castigado proletariado portugués...
Pero las elecciones del 75 dieron la victoria a los socialdemócratas de Mario Soares (PS), hombre de confianza de la Internacional Socialista. Comenzó así el despertar del sueño surgido de la revolución de los claveles. La socialdemocracia, una vez más, se presentaba en su triste papel de apafuegos del capitalismo, de comadrona de los partos difíciles del sistema, muro de contención contra cualquier intento de revolución social.
(3) Desde ciertos sectores, ahora muy críticos con la Transición, se empeñan en dibujar una imagen por la cual la España de entonces vivía poco menos que en una situación pre-revolucionaria. Sin embargo, por un lado, el franquismo sociológico estaba muy arraigado en la sociedad española, aunque fue derivando hacia las posturas ideológicas que iba marcando el propio franquismo reconvertido en demócrata (inicialmente la UCD de Suárez). Por otra parte, la resistencia política y social estaba muy focalizada, distando mucho de ser general como algunos quieren creer. España no era Portugal, donde sí existió un amplísimo movimiento de masas y, sobre todo, unas Fuerzas Armadas que actuaban de respaldo, en lugar de actuar de amenaza constante como sucedió en nuestro país.
La Transición ha sufrido dos procesos de mitificación. Por un lado, las fuerzas más sistémicas la mitificaron para convertirla en modelo ejemplar, casi perfecto. Es un mito que se ha roto y bien roto está. Por otro lado, la Transición fue y es objeto de una segunda mitificación antagónica con la anterior: la imagen de que fue un período en el que existían condiciones sociales y políticas suficientes para llevar a cabo una ruptura, que finalmente no se dio por la 'traición' de determinadas fuerzas políticas. Es otro mito que, en este caso, ciertos sectores de la izquierda se empeñan en mantener por oportunismo político. Tan siquiera en Portugal, donde sí existían tales condiciones, se consiguió la ruptura deseada.
Otro factor a tener en cuenta es que la crisis vino a enfatizar la existencia de una corrupción estructural y generalizada que se remonta a un período que hasta entonces nos decían que había resultado idílico. De repente se derrumba el mito de la Transición y pasa de ser un modelo ejemplar a ponerse también al desnudo con todas sus miserias al descubierto. Y si el rey había sido el héroe de la Transición, en consecuencia también pasa a ser el villano cuando se derrumba el mito. El año pasado, Antoni Domènech, G. Buster y Daniel Raventós expresaban en un artículo en la revista Sin Permiso ("El caso Bárcenas en el contexto de la crisis de la Segunda Restauración borbónica"), la verdadera naturaleza de la democracia borbónica actual:
"(...) La corrupción y la economía política de la Transición: el cártel criminógeno formado por las grandes empresas del Ibex y los grandes partidos dinásticos. (...) La explicación de esas generalizadas prácticas chantajistas de autodefensa (...) revelan la complicidad colectiva del cártel formado por los beneficiarios del sistema económico y social de la corrupción articulado políticamente por el régimen de la Segunda Restauración borbónica."En otras palabras, cuestionada la democracia que arranca en la Transición, vinculada a esa corrupción estructural que dura hasta hoy, la monarquía pasa a convertirse en parte fundamental de aquello que socialmente se pone en entredicho.
A mayores, sucesos como el escándalo de corrupción del Iñaki Urdangarin, el yerno del rey -escándalo que implica también a su hija-, con toda la información que ha salido y cuya difusión los monárquicos no han conseguido frenar, añade un nuevo elemento de descrédito de la institución. Llueve sobre mojado.
Humor en las redes sociales. Circuló en Twitter, a raíz de la declaración de la infanta en el Juzgado, sobre el caso Nóos de corrupción política |
Por último, en este declive de la monarquía, no resulta desdeñable como factor la apuesta por la República que Izquierda Unida y otras organizaciones de la izquierda llevan a cabo. También es preciso mencionar el trabajo realizado por numerosas asociaciones y entidades republicanas.
Y la amenaza
Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, es una figura políticamente muerta. La solución al problema no pasa por su abdicación en favor de su hijo Felipe, sino en poner fin a la monarquía y dar paso a la III República.
Sin embargo, desde mi punta de vista, la negativa a abdicar pone al descubierto lo que será la gran estrategia monárquica para tratar de garantizar la superveniencia de la institución. La figura de Juan Carlos está amortizada, como suele decirse en política a veces. El escándalo de corrupción que azota la imagen de la Casa Real, sacude sobre todo a la figura del rey, en el sentido en que es el blanco que recibe la mayor parte de las críticas. Pero si observamos, por parte de los medios sistémicos se está protegiendo mucho la imagen del príncipe Felipe, lo que no resulta casual. Juan Carlos se mantiene para seguir quemándose y evitar así que su hijo Felipe sufra el desgaste al que tendría que hacer frente si ocupara ahora mismo la Corona. Es verdad que esto no deja de ser una especulación, una hipótesis..., pero tiene su lógica. Pasado el huracán, siempre resultará más fácil activar una nueva operación de lavado y maquillaje en favor del sucesor. Sin duda, los medios sistémicos nos lo vendarán como una higiénica renovación, enfatizando que ha estado al margen de los escándalos de la Casa Real. Y además... la princesa Leticia será presentada como la plebeya del pueblo que llegó a reina, como una especie de Lady Di a la española.
Con Juan Carlos o con su hijo Felipe, la monarquía se mantendrá mientras dure el apoyo del PSOE a la institución. Salvo que... el PSOE sufra un hundimiento de magnitud similar a la del PASOK. Aunque me gustaría pensar que eso vaya a ocurrir, dudo de que ocurra, al menos a medio plazo. El camino hacia la III República depende en gran medida del PSOE. Por desgracia, la nomenclatura del PSOE sigue apostando firmemente por la monarquía. Lamentable, pero es lo que hay.
La defensa de la República ha pasado a convertirse en la vía para reivindicar un necesario y nuevo proceso constituyente, desde el cual podamos abordar muchos de los problemas fundamentales que tiene el país. Si monarquía se asocia a un pasado-presente que se quiere superar, la república representa un futuro esperanzador y la oportunidad para un cambio político radical.
blog del viejo topo
Notas
(1) Salazar se había hecho con el poder en 1926. La nueva Constitución de 1933 creaba el llamado Estado Novo, de corte fascista e inspirado en el modelo de Mussolini. Se mantuvo en el poder hasta 1968, en que fue sustituido por Marcelo Caetano al frente de la dictadura.
(2) Desde la trastienda del poder, EE.UU. y sus principales aliados europeos, habían previsto una transición controlada a partir de un levantamiento militar que diese paso a un gobierno moderado que instaurase una democracia burguesa, a gusto del eje político que dominaba Europa occidental. El candidato más firme era el general António de Spínola, preparado para liderar la revuelta del Movimiento de las Fuerzas Armadas contra el régimen. Pero la oligarquía perdió, a las primeras de cambio, el control del proceso comenzado con el levantamiento del 25 de abril de 1974. Para empezar, el MFA estaba compuesto por una amplia base de oficiales y sub-oficiales de izquierdas de origen social humilde. Por otra parte, las organizaciones políticas de la izquierda, en especial el poderoso PCP (Partido Comunista de Portugal), estaban preparadas para iniciar un proceso revolucionario a partir de su amplia base social, lo que rompía el guión previamente diseñado por los poderes en la sombra. Fue así como la Revolución de los claveles llegó a ser realmente una revolución, amparada por las movilizaciones populares. Spínola, que inicialmente asumiera la presidencia de la República, fue obligado a dimitir en septiembre de 1974. La izquierda política, apoyada por el sector más claramente izquierdista del MFA y por una amplia movilización popular, lanzaba lo que se llamó el Processo Revolucionário em Curso (PREC). Nada de lo que ocurría se ajustaba al plan previsto por la clase dominante. Spínola intentó parar la desviación socialista de la transición portuguesa, mediante un fallido golpe de estado en marzo de 1975, que es contestado con una declaración contundente del MFA: Portugal ha iniciado la transición al socialismo. Los grandes latifundios fueron objeto de expropiación popular. La banca fue nacionalizada y lo mismo ocurrió con una buena parte de la gran industria. Las viviendas vacías eran ocupadas por familias del castigado proletariado portugués...
Pero las elecciones del 75 dieron la victoria a los socialdemócratas de Mario Soares (PS), hombre de confianza de la Internacional Socialista. Comenzó así el despertar del sueño surgido de la revolución de los claveles. La socialdemocracia, una vez más, se presentaba en su triste papel de apafuegos del capitalismo, de comadrona de los partos difíciles del sistema, muro de contención contra cualquier intento de revolución social.
(3) Desde ciertos sectores, ahora muy críticos con la Transición, se empeñan en dibujar una imagen por la cual la España de entonces vivía poco menos que en una situación pre-revolucionaria. Sin embargo, por un lado, el franquismo sociológico estaba muy arraigado en la sociedad española, aunque fue derivando hacia las posturas ideológicas que iba marcando el propio franquismo reconvertido en demócrata (inicialmente la UCD de Suárez). Por otra parte, la resistencia política y social estaba muy focalizada, distando mucho de ser general como algunos quieren creer. España no era Portugal, donde sí existió un amplísimo movimiento de masas y, sobre todo, unas Fuerzas Armadas que actuaban de respaldo, en lugar de actuar de amenaza constante como sucedió en nuestro país.
La Transición ha sufrido dos procesos de mitificación. Por un lado, las fuerzas más sistémicas la mitificaron para convertirla en modelo ejemplar, casi perfecto. Es un mito que se ha roto y bien roto está. Por otro lado, la Transición fue y es objeto de una segunda mitificación antagónica con la anterior: la imagen de que fue un período en el que existían condiciones sociales y políticas suficientes para llevar a cabo una ruptura, que finalmente no se dio por la 'traición' de determinadas fuerzas políticas. Es otro mito que, en este caso, ciertos sectores de la izquierda se empeñan en mantener por oportunismo político. Tan siquiera en Portugal, donde sí existían tales condiciones, se consiguió la ruptura deseada.
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Tengo una teoría sobre la no abdicación de Juan Carlos.
ResponderEliminarSon verdad las razones expuestas en la entrada, Juan Carlos se come los marrones evitando que se los coma Felipe.
La Constitución declara inviolable ante la justicia a 'la persona del rey'. O sea que mientras Juan Carlos sea rey no se le puede aplicar la justicia que se aplica al resto de los españoles.
Si Juan Carlos abdica, deja de ser rey, por lo tanto puede ser sometido a la justicia más o menos normal. Hasta ahora el status: PP, PSOE, medios informativos, han estado tapando y protegiendo a Juan Carlos. De los desmanes o delitos que se han cometido en su entorno, los que han pagado con condenas son los que le rodeaban: Manuel Prado y Colón de Carvajal, Mario Conde, Javier de la Rosa, y otros.
Evidentemente el sistema, sobre todo el PP, el PSOE y el CGPJ, le protegerían, incluso más que la protección dada ahora a la infanta Cristina. Pero desde luego se podrían presentar denuncias por personas o instituciones contra Juan Carlos, aunque las instituciones las desecharan, pero saldría en la prensa y se podría recurrir a instituciones judiciales internacionales. Y eso no le conviene ni a él ni al sistema político, ni desde luego a Felipe.
En parte lo podrían evitar sacando una ley que regule el régimen de los exjefes de estado, pero eso puede ser complicado y hasta ahora no hay nada.
Muchas gracias, Vigne, por este 'déjà-vu' magníficamente resumido...
ResponderEliminarEspero que surta pronto los efectos oportunos.
1) Es cierto, el Rey no juró la Constitución...pero la sancionó con su firma el 27 de diciembre de 1978 para darle legitimidad (que se publicase como Ley Fundamental en el BOE y entrase en vigor). Quien sí la juró fue su hijo en 1986.
ResponderEliminar2) En 1975 la dictadura había perdido gran parte del consenso social y sólo podría seguir imponiéndose a través de más represión. Por otro lado, la oposición estaba dividida entre varias alternativas unitarias y varias interpretaciones de lo que debería ser la ruptura, y, además de eso, sin capacidad para derrocar la dictadura por vía insurreccional. huelga de masas o lo que se quiera. En mi opinión, tenía razón Carrillo cuando dijo que había que elegir entre dictadura o democracia.
3) Lo que hundirá de verdad a esta monarquía es el hecho de haberse enredado en la corrupción generalizada. Una monarquía al estilo anglosajón o nórdico en España nos hubiera ido mejor y seguiría teniendo apoyo popular.
4) El que quiera III República que empiece por buscar apoyos fuera de la izquierda, porque no los hay.
El pensar que en 1981, los capitanes generales de las regiones militares que habian hecho la guerra con Franco, no se sumaban al golpe y que por eso el rey sale a la 1 de la madrugada a condenarlo, es de una candidez o ignorancia supina.
ResponderEliminarHacia 6 años que habia muerto el dictador, el rey era y es el jefe de las FF.AA., Franco le dijo al ejercito: "Demostradle la obediencia y lealtad que me habeis rendido a mi". ETA, estaba provocando continuamente a los militares, con 150 muertos en 1980, y estos... No iban a apoyar un golpe de estado si el rey no se lo pide? Vamos.... No seamos idiotas.
El rey tenia muy presenta la experiencia de su abuelo con la dictadura de Primo de Rivera y, ademas, tu mismo dices que la Europa de los mercaderes no tolera regimenes dictatoriales y España llevaba años llamando a la puerta de la entonces CEE... No tiene ningun sentido.
Por partes...Creo que has leído mal algunas cosas, con ligereza o que las has interpretado de forma incorrecta.
Eliminar1º) Creo q pasas por alto un hecho indiscutible, y es que la conspiración militar era constante. Hay toda una serie de conjuras q recoge nuestro compañero Manuel en
http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2014/02/33-anos-del-23-f-termino-como-una.html
2º) Calificas despectivamente lo que afirmo en relación con la demora del rey en salir en TV. Podrás estar de acuerdo o no, pero no creo que puedas calificarlo ni de candidez ni de ignorancia como haces. Es una perspectiva tan sólida y respetable como puedan ser otras y que además no es mía, sino que siempre fue mantenida por algunos analistas.
Que en buena parte de las capitanías existió desconcierto inicial es hecho probado, al menos en algunas. Y que algunos capitanes generales estuvieron inicialmente a la espera de acontecimientos, es más que probable, además de lógica. Y que la una de la madrugada ya se sabía que el golpe fracasaba, se puede dar casi por seguro.
Como comandante en jefe de las FFAAA, la obligación del rey habría sido salir al momento de producirse el asalto al Congreso, condenándolo. Ese tiempo que transcurre fue muy significativo y en su momento fue una de las cosas q levantó suspicacias.
3º) Dices "No iban a apoyar un golpe de estado si el rey no se lo pide? Vamos.... No seamos idiotas". Bueno, primero no es necesario llamar "idiota" a nadie; mantengamos la cordialidad. Luego es que yo no digo eso, sino lo contrario. Por eso te digo que has leído mal. Llevo 33 años pensando que en aquella época difícilmente los militares q conspiraban apoyarían una aventura sin contar con el rey. Aunque es verdad q había un sector que estaba dispuesto incluso a cepillarse al rey (ver la entrada de nuestro compañero Manuel en
http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2014/02/33-anos-del-23-f-termino-como-una.html ).
4º) Sobre lo último q dices, está probado y se ha estudiado a fondo cómo las 3 dictaduras q quedaban eran incómodas y que su desmontaje fue muy bien dirigido. Aunque con España tenían el problema de la peculiaridad de las FFAA españolas, que nada tenían que ver ni con las griegas ni mucho menos con las portuguesas. Eran un caso muy distinto y más problemático. En España tardaron en entrar por el aro y quizás fue el fracaso del 23 F lo q finalmente hizo q pasaran por el aro.
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No obstante, creo que toda esta polémica está ya superada después de las declaraciones recientes de PILAR URBANO, en las que queda claro que el rey estaba detrás y que trataba de liderar una operación "suave" para redirigir el sistema político, y que al final se le fue de las manos. Está en http://www.elmundo.es/cronica/2014/03/29/53369a7ae2704e2e078b456e.html
Que pretendiese lo q señala Pilar Urbano o pretendiese otra cosa... tiene una importancia secundaria porque hay suficientes elementos q implican al rey en los hechos: suficientes para que pudiera ser juzgado por conspiración. El problema es q la Constitución garantiza la inviolabilidad de su figura en tanto sea rey.
Dices: "El rey tenia muy presenta la experiencia de su abuelo con la dictadura de Primo de Rivera "
EliminarPues parece que se lo tuvieron que recordar Gómez Acebo y Jaime Carvajal. Es cuando se le demudaba el rostro.
Juan Carlos es, entre otras muchas cosas no buenas, un frívolo. Hace de Aprendiz de Brujo en muchos temas, en éste por ejemplo.
Y voy a aludir a otro que también nos costó dinero. El rey tuvo relaciones con una artista, en sus relaciones no se cortaba en contar secretos de estado, incluso lo del 23-F. La interfecta, lista ella, lo grabó, y después hizo chantaje de varios cientos de millones de pesetas que pagamos todos los españoles. Esto está publicado, incluso el nombre de la artista.
¿Cómo se puede soportar una monarquía así en una Europa de 2014? Los reyes españoles dew los últimos siglos han sido siempre así.
Un diálogo que nos ofrece Iñaki Anasagasti en su blog:
ResponderEliminarhttp://ianasagasti.blogs.com/mi_blog/2013/02/recuerdos-de-sabino-fern%C3%A1ndez-campo-lo-que-pas%C3%B3-de-verdad-el-23-f.html