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jueves, 30 de octubre de 2014

Contra la izquierda intelectual postmoderna: E.P. Thompson, la centralidad política de la clase y la izquierda académica actual.


Lucha de clases. Mural del mexicano Diego Rivera, representando a Marx dirigiéndose al proletariado. Ciudad de Mexico, Palacio Nacional.




¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957), El gatopardo.


Introducción del blog

El auge del partido Podemos y el freno del tímido avance ideológico que se estaba dando en la izquierda, mismo también el titubeo ideológico de algunos sectores de Izquierda Unida, hacen que la reflexión sobre la arquitectura conceptual básica que ha dado razón de ser a la izquierda, adquiera una especial urgencia. Especialmente un grupo de académicos, vinculados la mayoría a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, con apoyo de la industria mediática controlada por el capital, ha promocionado un exitoso discurso, caracterizado por el abandono de esa arquitectura conceptual. El concepto de clase deja lugar a la vaporosa e interclasista idea de ciudadanía; la dicotomía explotadores vs. explotados da paso a una contraposición moralista carente de rigor empírico: la gente decente frente a los que no son decentes. Mismo se llega a coquetear con un axioma que desde siempre ha sido una espina dorsal en el discurso de los fascismos y populismos: "no somos ni de derechas ni de izquierdas". Todo ello pretende legitimarse en aras de una mal entendida pedagogía política; niego que en ello exista algo de la necesaria didáctica social.

Sobre ese nuevo escenario, cuidadosamente cultivado por ciertos medios que -no olvidemos- defienden los intereses del capital, se entierra la lucha de clases en aras de un interclasismo que promete el regreso a una nueva arcadia capitalista, a la que sin duda se bautizará con algún eufemismo para seguir evitando utilizar el término "capitalismo".

No es la primera vez que los académicos desempeñan un rol relevante como bomberos sistémicos. Durante la Transición demostraron todo su saber hacer como fontaneros intelectuales al servicio del PSOE. El caso es que el papel que están desempeñado de nuevo ciertos académicos vinculados ahora a Podemos, convierte en una lectura muy de actualidad un artículo publicado en inglés por Ellen Meiksins Wood hace un año en Solidarity; artículo que en las mismas fechas tradujo y publicó en castellano la revista Sin Permiso, de donde hemos tomado el texto que reproducimos más abajo.

Ellen Meiksins Wood hace una crítica a la deriva ideológica de la izquierda académica, a la que acusa de reforzar la "construcción neoliberal del universo social". Crítica que le permite a su vez reivindicar la posición intelectual y académica de E.P. Thompson y de su análisis del capitalismo.

En torno a E.P. Thompson

E.P. Thompson
El británico Edward Palmer Thompson (1924-1993) fue de los historiadores marxistas más importantes del s. XX. Militante del Partido Comunista británico, en 1946 formó el llamado Grupo de Cambridge, constituido por historiadores miembros o simpatizantes del Partido Comunista, entre los que figuraba otro "grande": Eric Hobsbawm.

Es preciso distinguir el Thompson historiador del Thompson político-activista. Como historiador, su trayectoria es indiscutible y de un valor fuera de dudas. No ocurre lo mismo con aquello que tiene que ver con la evolución de su posicionamiento político. Thompson abandonó el Partido Comunista en 1956 y a partir de ahí adoptó una postura que en líneas generales puede ser calificada de anti-soviética o, cuando menos, de una hostilidad muy marcada hacia la URSS. Tanto que llega ser incluso colocado baja la sospecha de colaborar con el imperialismo. Esto último es agua pasada y lo que nos interesa, por su vigencia, es sobre todo ese otro Thompson historiador y teórico del marxismo.



*   *   *

E.P. Thompson, la centralidad política de la clase y la izquierda académica actual.
Ellen Meiksins Wood
“Estos nuevos guerreros no clasistas de cierta izquierda académica actual aceptan en la práctica la construcción neoliberal del universo social. Tampoco para ellos hay clases o política de clases; simplemente, un mundo postmoderno en el que la fragmentación, la diversidad y las identidades ‘múltiples’ han acabado con las viejas solidaridades de clase.”

Todavía existía una importante cultura anticapitalista en la izquierda intelectual cuando en el año 1963 E.P. Thompson publicó  The Making of the English Working Class; esa cultura  floreció con fuerza entre el grupo de los historiadores marxistas británicos, aquel destacado círculo al que pertenecía Thompson. Durante poco más de una década,  a pesar de (o quizás debido a) las erupciones militantes del 68 y de algunas espectaculares luchas obreras  unos  años más tarde, la vida intelectual de la izquierda occidental fue moldeada por una actitud de rendición ante el capitalismo y por un “olvido de la clase”.

La moda académica más influyente en la izquierda, comenzando con el postmarxismo y culminando con el postmodernismo, parece ahora –para bien o para mal— aferrada a un principio, según el cual el capitalismo era la única opción viable y la lucha de clases ya no está en la agenda.

Estas modas iniciaron su camino en los tardíos 70 y se desarrollaron más o menos en paralelo con la “Nueva Derecha” y el neoliberalismo. Justo cuando los gobiernos impulsados por la doctrina neoliberal estaban llevando a cabo una guerra abierta de clases en nombre del capital y en contra del trabajo, el concepto de clase declinaba. En Gran Bretaña, por ejemplo, mientras el gobierno de Margaret Thatcher ponía en práctica su despiadada lucha de clases contra los trabajadores, su propia estrategia retórica consistía en negar la existencia misma de las clases.

Esa estrategia ideológica es más alarmante aún porque reaparece en la izquierda intelectual como una imagen en el espejo. Y no solamente ocurre con el postmarxismo. Incluso el Marxism Today,  la revista teórica de moda del partido comunista británico que inventó el concepto de “thatcherismo”, se suma entusiásticamente al “repliegue del concepto de clase”.

Estos nuevos guerreros no clasistas de izquierda aceptan en la práctica la construcción neoliberal del universo social. Tampoco para ellos hay clases o política de clases; simplemente un mundo postmoderno en el que la fragmentación, la diversidad y las identidades “múltiples” han acabado con las viejas solidaridades de clase.

Muchos piensan, es cierto, que puede ser una estrategia para librar las luchas necesarias frente a  formas de opresión distintas, especialmente las relacionadas con el género y la raza. Pero hay algo más en ese repliegue  –quizá deberíamos decir algo menos– que un interés en  formas alternativas de lucha; y ese abandono del concepto de clase no puede simplemente atribuirse al declinar del movimiento obrero en los 70 y 80. El repliegue del concepto de clase, que comparten algunos sectores de la izquierda intelectual, tiene otras raíces que le preceden. [1]

Los intelectuales de izquierda más decididos a abandonar el concepto de clase también se inclinan a sugerir que no tenemos necesidad de confrontar con el capitalismo como una totalidad sistémica, porque no existiría algo así como un sistema capitalista –si es que alguna vez existió— en la nueva realidad fragmentada. Nos cuentan que se está dando una tremenda expansión de la “sociedad civil” que amplía considerablemente el abanico de nuestras elecciones individuales. El modo de combatir a las doctrinas liberales consistiría aparentemente en aceptar sus supuestos básicos y tratar de vencerlos en su propio juego retórico.

La crisis capitalista real

Nos enfrentamos hoy a un capitalismo real con características que no conocíamos desde hace mucho tiempo. Desde la crisis de 2008 y del desastroso proyecto de austeridad que le siguió, es casi imposible desconocer los brutales efectos sistémicos del capitalismo o las crudas realidades de las clases.

Ha habido algunos signos alentadores de nuevos movimientos contestatarios, como el movimiento “Occupy”, que si bien no han cristalizado aún en un movimiento político coherente, sin embargo comenzaron a cambiar el discurso sobre las consecuencias del capitalismo y las desigualdades de clase. Pese a ello, gran parte de la izquierda intelectual ha perdido el hábito, los medios o incluso la voluntad de oponerse al capitalismo, no sólo en la práctica sino también en la teoría.

Por eso pienso que es el momento indicado para revivir a Edward Thompson. No solamente porque Thompson es, probablemente más que cualquier otro historiador, quien le dio vida a los procesos de la formación y lucha de clases, sino también porque aún más que cualquier otro historiador y quizás incluso que cualquier académico o escritor, Thompson fue quien con más claridad definió al capitalismo como una forma social históricamente específica –no como una ley de la naturaleza—, obligándonos a verlo con distancia crítica y antropológica.

Y esto tiene una importancia  hoy, pues hace mucho tiempo que hemos adquirido el hábito de considerar el capitalismo como dado, como si se tratara de algo tan universal e invisible como el aire que respiramos. Thompson desafió los presupuestos básicos del capitalismo, entendiéndolo como un conjunto de prácticas sociales y principios morales y estudiando su desarrollo como un proceso en lucha constante.

No sólo mostró este proceso en su libro La formación de la clase obrera en Inglaterra, sino también en otros trabajos, por ejemplo en su clásico ensayo Moral Economy of the Crowd en el que sigue las pistas de las luchas contra de la racionalidad del mercado, impuesta a pesar de la resistencia de grupos con costumbres y expectativas distintas y con diferentes concepciones del derecho a la subsistencia; o su ensayo Custom, Law, and Common Right, en el que nos muestra el modo en que las definiciones de propiedad fundadas en la productividad para el beneficio capitalista se afianzaron a costa de las prácticas prevalecientes y las concepciones de derecho al uso; o su ataque –especialmente en su ensayo  “Time, Work Discipline and Industrial Capitalism”— al concepto de “industrialización” y su insistencia en la especificidad del capitalismo industrial como un modo históricamente indexado de explotación –no como un proceso neutral de cambio tecnológico—, con efectos que afectaron a las prácticas laborales y también a algo mucho más central para nuestra vida cotidiana, que es nuestra experiencia del tiempo. [2]

El abordaje thompsoniano de la historia resume lo que creo es la esencia del materialismo histórico, una aproximación que arroja luz sobre la teoría y la práctica, sobre la historia y la política. Si bien Thompson intenta evitar el lenguaje teórico, su trabajo histórico siempre me ha parecido tan fértil para la teoría como iluminador para la historia.

Según Thompson, el conocimiento teórico no lo es acerca de una “representación conceptual estática”, sino sobre “conceptos apropiados para investigar los procesos”. Esto significa, entre otras cosas,  que no existe esa suerte de sencilla antítesis entre historia y teoría o entre lo empírico y lo  teórico en la que insisten algunas corrientes muy influyentes del marxismo.

El desafío, según Thompson, consiste en captar e iluminar los procesos históricos, no considerar a la clase como una ubicación estática en una estructura de “estratificación”, sino como un proceso y una relación social. Para decirlo con otras palabras, Thompson se tomó en serio la idea de Marx de que el materialismo histórico se ocupa de la “actividad práctica” humana, de la agencia humana, con los apremios que imponen las condiciones históricas y sociales específicas. Eso es lo que lo convierte en un analista tan efectivo del capitalismo entendido como un terreno en disputa y blanco de lucha.

NOTAS:
[1] Discuto este tema en detalle en mi  “A Chronology of the New Left and Its Successors, or: Who’s Old-Fashioned Now?”, Socialist Register 1995, 22-49 y en el Prefacio a la edición de 1998 de mi Retreat from Class
[2] Estos ensayos están incluidos en Customs in Common: Studies in Traditional Popular Culture (New York: New Press, 1993).

Ellen Meiksins Wood ha sido durante muchos años profesora de Ciencia y Filosofía Políticas en la York University de Toronto, Canadá. Entre 1984 y 1993 estuvo en el comité editorial de la New Left Review británica, y entre 1997 y 2000 coeditó, junto con Paul Sweezy Harry Magdoff la revista norteamericana Monthly Review. Filósofa e historiadora marxista y feminista mundialmente reconocida, ha realizado contribuciones fundamentales en el campo de la Filosofía Política, de a Historia de las ideas políticas y de la Historia política y social. Sus últimos libros publicados: Citizens to Lords. A Social History of Western Political Thought from Antoiquity to the Middle Ages (Verso, Londres, 2008) y The Origin of Capitalism. A Longer View (Verso, Londres, 2002). Actualmente, reside en Londres.

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Fuente original y enlace: "Recovering the Centrality of Class", en Solidarity, sep-oct 2013.
Traducción, fuente de la traducción y enlace: María Julia Bertomeu, revista Sin Permiso, 15-sep-2013.
Negrita, imágenes, introducción y reseña biográfica sobre E.P. Thompson: añadidos del blog del viejo topo que no figuran en la traducción de Sin Permiso.

9 comentarios:

  1. A pesar de lo que se diga, en Izquierda Unida está más que clara que la lucha en curso es una lucha de clases, y está del lado de la clase explotada y desposeida

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    1. Estoy de acuerdo, pero hay que estar alerta sobre cierta gente que a lo mejor no lo tienen tan claro. Mientras no se impongan, todo irá bien.

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    2. Estoy convencido que en todos los partidos de izquierda verdadera, hay elementos, incluso en sus cúpulas, hay caballos de troya del neocapitalismo preparados para tomar los órganos de dirección y dirigir sus políticas de acuerdo con el modelo que se quiere imponer. Y en favor de esta tesis, no hay más que mirar la historia de los partidos socialistas y comunistas durante el siglo XX.
      Por tanto, como dice Vigne, hay que estar alerta.

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    3. Lo que exponen los compañeros Vigne y Manuel lo puedo confirmar en relación con la izquierda alemana (Die Linke) donde está por ver si algun@s están dispuest@s o no a abandonar hasta sus principios pacifistas a cambio de un 'plato de lentejas'.

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  2. El que no entiende que hay una lucha de clases en el mundo, con la consiguiente explotacion del hombre por el hombre, no entiende nada, ni el mundo en el que vive.

    Guardo lo de Thompson para leerlo cuando tenga mas tiempo.

    Republicaine.

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  3. Hola. La primera vez aquí. Soy historiadora y admiradora de E.P. Thompson; pero no conocía el artículo de Meiksins Wood. Muchas gracias por la referencia -y por el resto de artículos, que he hallado de mucho interés.

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  4. La lucha de clases no existe. Terminó con la invención de los Estados de Partidos. La batalla la ganó el capital que ha configurado las partitocracias para supeditar a las clases trabajadoras bajo la falsa representación democrática. No hay democracia, sólo existe el consenso o lo que es lo mismo; los pactos por las cuotas de poder en las oligarquías políticas que lo único que hacen es entregar gustosamente las soberanías de las naciones al gran capital mediante la deuda y el bienestar de las generaciones futuras. Carrillo fue un traidor a esa lucha de clases y aceptó el consenso por su propia cuota de poder. González era un pupilo de la CIA y la socialdemocracia alemana (esto no es una película)... Se pasó de un totalitarismo de partido único a un totalitarismo consensuado por los jefes de partido. Es la integración en el Estado de la masa social, el sueño del nacional-socialismo hecho realidad y que es posible con la propaganda de los medios de comunicación que normalizan la vida bajo un paradigma democrático; ¿de verdad que los altos ejecutivos de los medios no saben que no hay democracia?, ¿qué sin separación de poderes y representación por distritos es imposible que exista un minimo de democracia?, ¿qué si no hay reglas del juego en las que esté representada la sociedad civil y no los partidos políticos que son órganos del Estado y por eso sólo representan al Estado, no puede existir la democracia?. Si lo saben o no es lo mismo, lo que está claro es que han desactivado la acción política mediante la partitocracia. Todos los partidos son populistas, todos apelan al cambio, para que no cambie nada, todos son máquinas "caza votantes" y la caza es siempre emocional, de ahí que jueguen siempre con técnicas populistas para captar votos, los cuales con su gasolina para poder seguir viviendo de la política del vacío y la nada. El Centro político es una invención para acabar con las ideologías razonables y trasladar la guerra de clases a una batalla ideológica efímera basada en el debate por la igualdad (un debate muerto, no somos iguales, la diferencia es la esencia del ser humano) y por consiguiente en emociones populistas pero que en definitiva están encaminadas al consenso. Si hay consenso no hay democracia. Es por esto que todos los partidos quieren dar una apariencia de centrismo en sus mensajes, porque una vez desactivada a la sociedad políticamente sólo pueden pescar votos en ese caladero centrista. La ideologia que se inventó el imperialismo yanki y que implantó en todas las partitocracias de reconstrucción de Europa y que iban aderidas a su expansión militar y la trampa de la deuda del plan Marshall, después de la II Guerra Mundial, es la socialdemocracia. Está ideologia es la que impregna la mente desactivada del votante partitocratico y por eso es una ideología a la que quiere acceder cualquier partido, se encuentre en la posición que se encuentre en el tablero, para poder tener posibilidades electorales. Todo es un circo de falsedades; desde la carta otorgada por el franquismo y el consenso de reparto de poder de los partidos en la Constitución del 78, hasta la actuación de los medios de manipulación colectiva que normalizan la partitocracia llamándola continuamente democracia, pasando por los intelectuales (sobre todo de izquierdas) universitarios, a los que hace referencia el artículo, que desactivan a la sociedad cada vez que hay un pequeño despertar intelectual que pasa a la acción y que para mí es lo peor de este régimen de Partidos Estatales.

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  5. En España no existe la cultura política, la personas piensan que son libres por tener simplemente libertades personales que se resumen en el consumismo y no se dan cuenta que esas libertades son derechos y que si tienes derecho a algo es porque alguien te lo ha otorgado y por lo tanto si te la han otorgado no pude ser libertad, porque la libertad o se tiene o no puede existir bajo la coacción del que la otorga. Si la libertad no es colectiva no existe. Esto se evidencia con el derecho a voto, el cual es un derecho político conseguido después de mucha lucha social, pero el Estado y los medios te lo venden como un deber cívico. Nunca un derecho puede ser al mismo tiempo un deber pero de esta manera consiguen que la masa se obligue así misma a votar y a seguir legitimando un sistema corrupto que despoja de representatividad a la sociedad civil. Si la acción está desactivada por los nuevos partidos que han venido a reafirmar la partitocracia y a sustituir a los partitocraticos viejos por nuevas caras de jóvenes y además sabemos que la representación política de la sociedad no existe ya que los partidos sólo se representan a ellos mismos en su lucha por el poder y a los capitalistas que los han ayudado a llegar ahí (algo que se ve ya que nadie hace por cambiar las políticas ecomomicas, ni siquiera Unidos Podemos, que lo único que hace es repartirse el poder por autonomías y entre las facciones que lo componen), sólo queda la abstención activa, un concepto de lucha de verdad, que no se basa en el cortoplacismo si no en la educación de nuestras futuras generaciones, que dejando de votar deslegitimen los Estados de Partidos, para poder abrir un proceso constituyente en el que esté representada toda la sociedad civil, (no como en la II República) y se puedan desarrollar reglas del juego que conformen un Estado mínimo, sin duplicidades, que sólo tenga la función de controlar el capitalismo neoliberal con la vuelta de los mecanismos de control que ya se utilizarán en el New Deal y que fueron derogados por la corrupta saga Clinton; que vuelva a recuperar la soberanía monetaria y el control de los bancos centrales nacionales instaurando economías del bien común y que acabe con los procesos secesionistas educando en que la nación es el pueblo y el pueblo cuanto más unido más fuerte y que si no tiene libertad colectiva simplemente es un pueblo de individuales consumistas.

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  6. El derecho a decidir es una invención populista para disgregar aún más a la sociedad y que apela a injusticias de la historia y al guerracivilismo para hacer política electoralista en este país, simplemente para ganar dichas cuotas de poder político y vivir del dinero público confiscado a la nación a base de impuestos. Los Estados de Partidos actúan dentro del eufemismo de democracia igual que lo hacen las grandes empresas dentro del eufemismo del libre mercado. Ambas, tanto la oligarquía política como la oligarquía económica actúan como un cluster oligopolico fascista que impone una imagen a la masa social mediante los medios de desinformación y usurpan la verdad empírica de los hechos de la historia. Así de mal estamos, la guerra de clases ya no existe, la guerra es ahora entre los que saben cómo funciona el sistema o régimen y los que no, o entre los apocalípticos e integrados que magistralmente definiera Umberto Eco. Si ni tan siquiera el marxismo es capaz de escapar de su propias contradicciones y del paraguas socialdemócrata que lo envuelve, nunca volverá a activar la conciencia de clase y aunque lo intentara, como ya he comentado, sería imposible en el reino de la tranversalidad. Es por esto que las sociedades anglosajonas que evidentemente tienen más experiencia en eso de la lucha por las libertades, no como el caso español que es una sociedad que ha sido siempre tutelada y guiada, han demostrado primero con el Brexit y después con Trump que hay un despertar contestatario al funcionamiento de la globalización neoliberal y El Estado de Partidos socialdemócrata. Solamente en países donde hay representatividad (parlamentarismo inglés y democracia Real estadounidense) se pueden llevar acabo estos movimientos contestatarios y que por eso son criminalizarlos por la propaganda sistémica del Establiment mediático, político y financiero de la UE y de todos aquellos integrados que viven muy bien como los psudoizquierdistas de los actores de Hollywood, etc, etc. Si hay miedo es porque estos movimientos tiene apollos mayoritarios, es decir la esencia de la democracia formal, pero como niños con mal perder, las protestas a dichos movimientos mayoritarios, son por minorías de integrados que demuestran su falta de educación democrática... podría estar días escribiendo y siempre quedarme la sensación de que la verdad no es opinión. Por favor permítanse a ustedes mismos aprender y evolucionar. Un saludo!!

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