“Si hago huelga me despiden”
"Me despidieron por ser vieja”
“Vuestra fortuna es nuestra miseria”
Lemas de mujeres participantes en la campaña de boicot a Inditex (Zara),
en A Coruña, enero de 2013.
Origen del 8M
El 8 de marzo se celebra en todo el mundo el Día de la Mujer Trabajadora. El antecedente más remoto de la conmemoración hay que buscarlo en el 28 de febrero de 1909 en Estados Unidos, cuando se celebró el Día de las mujeres socialistas a instancias del Socialist Party USA. Escribió Alexandra Kollontai en 1920 ("Día Internacional de la Mujer", en marxists.org)
Los socialistas en América del Norte insistieron en sus demandas por el voto con especial persistencia. El 28 de febrero de 1909, las mujeres socialistas de los EE.UU. organizaron grandes manifestaciones y reuniones en todo el país exigiendo derechos políticos para las mujeres trabajadoras. Este fue el primer "Día de la Mujer". La iniciativa en la organización de un día de la mujer por lo tanto pertenece a las mujeres trabajadoras de América.
Clara Zetkin |
Al año siguiente, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas celebrada en Europa (Copenhague), las feministas Clara Zetkin y Kathy Duncker propusieron la celebración del Día Internacional de la Mujer, como reivindicación para luchar por la igualdad de derechos, en especial por el sufragio femenino. Así lo recordaba Alexandra Kollontai en el artículo antes mencionado:
En 1910, en la Segunda Conferencia Internacional de la Mujer Trabajadora, Clara Zetkin presentó la cuestión de la organización de un Día Internacional de la Mujer. La conferencia decidió que todos los años, en todos los países, deberían celebrar en el mismo día, un "Día de la Mujer", bajo el lema: "El voto para las mujeres será unir nuestras fuerzas en la lucha por el socialismo".
La propuesta se concretó en la celebración oficial al año siguiente, en 1911, del primer Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el 19 de marzo de ese año. La fecha 19 de marzo (seguimos con el artículo de Kollantai):
no fue elegida al azar. Nuestras camaradas alemanas escogieron el día debido a su importancia histórica para el proletariado alemán. El 19 de marzo en el año de la revolución de 1848, el rey de Prusia reconoció por primera vez la fuerza del pueblo armado y cedió ante la amenaza de una insurrección proletaria. Entre las muchas promesas que hizo, que luego no cumplió, fue la introducción del voto de la mujer.
Alexandra Kollontai |
A partir de 1913, la fecha de celebración pasó al 8 de marzo, manteniéndose hasta hoy.
Es importante recordar que el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, surgió como un evento de la mujer trabajadora y militante, que luchaba por derechos políticos y laborales "bajo la bandera del socialismo", para "unir nuestras fuerzas en la lucha por el socialismo" (Kollantai):
Después de cada Día de la Mujer Trabajadora, más mujeres se unieron a los partidos socialistas y los sindicatos crecieron. Las organizaciones mejoraron y se desarrolló más la conciencia política.
Kollontai, tras ser nombrada Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública por el nuevo gobierno revolucionario surgido de la revolución de octubre, además de lograr el voto en Rusia para la mujer y la legalización del divorcio y del aborto, hizo que el 8 de marzo fuese declarada fecha oficial (institucional) en la Unión Soviética, el primer país del mundo en hacerlo. En España tuvimos que esperar a 1936 para que eso ocurriese y la ONU no la declaró conmemoración oficial hasta 1975.
Inditex, paradigma de explotación de la mujer
Las efemérides político-sociales no pueden quedar reducidas a un ejercicio folclórico-ritual, como tampoco a una cansina y estéril repetición de consignas que, tanto repetirse, pierden efectividad por puro desgaste. Todo acto conmemorativo político-social que no aporte -poco o mucho- un valor que incremente la conciencia social sobre los problemas sociales, termina por perder su sentido. Es preciso dotar de contenido las celebraciones como el 1º de mayo, el 8 de marzo, el 14 de abril... Un contenido que debe ofrecer dos niveles: A) una carga reivindicativa relacionada con los problemas de la realidad presente; B) una forma de crear o fortalecer la conciencia social. En relación con esto último, "conmemorar" debe ser una práctica social para reivindicar el futuro que queremos, a partir de la transformación deseada de un presente que deseamos superar.
Por ello, nos ha parecido una buena forma de celebrar el 8M, dedicar una entrada a recordar un caso paradigmático de explotación capitalista que afecta especialmente a la mujer, y que desgraciadamente poca gente tiene en cuenta cuando consume prendas de ropa: el caso de Inditex, la gran multinacional textil de Amancio Ortega, cuya marca más conocida es Zara.
Inditex es un paradigma de la explotación laboral que ha sufrido y sufre la mujer. Cada vez que compramos una prensa de ropa de alguna de sus marcas, alimentamos tal explotación. El imperio de Amancio Ortega comenzó a forjarse en la explotación miserable de cientos de mujeres gallegas que se dejaron la vista trabajando a destajo en maratonianas jornadas de trabajo, sin derechos sociales. Eran trabajadoras que cosían en sus casa para el que hoy es una de las mayores fortunas del mundo. Una práctica empresarial que además le permitió a Ortega levantar el imperio sobre la base de una economía sumergida que se burlaba de la legalidad fiscal. Cuando ya no resultó posible seguir con tales prácticas, el multimillonario se llevó la producción a otros países en los que podía seguir utilizando mano de obra fácil de explotar (en algún caso, en condiciones casi de esclavitud).
Se ha escrito ya mucho sobre el caso Inditex, así que nos limitamos a ofrecer una selección de 3 textos publicados en distintos sitios.
Campaña de boicot a Inditex, de la Plataforma #BoikotInditex. Movilización delante de una de las tiendas de Inditex, en la Plaza de Lugo (A Coruña), enero de 2013. |
Las mujeres de Amancio Ortega
Ana Pampín
Amancio Ortega está de enhorabuena: Ya es el tercer hombre más rico del mundo según Bloomberg. Su inmensa fortuna se ha forjado, en parte, gracias a las más de 5.527 tiendas que tiene abiertas por todo el mundo.
El empresario gallego siempre ha sido un ejemplo a seguir como emprendedor, o eso dicen. Nos hablan de grandes cifras y éxitos. Aplaudimos y admiramos. Pero no cuestionamos.
Son escasas las ocasiones en las que trascienden noticias sobre las condiciones laborales de los talleres textiles que fabrican para sus marcas en el extranjero. Y si llegan a nuestros oídos no le damos una gran importancia. Apenas pensamos cómo ha sido posible que podamos comprar una camiseta por 5€ y la multinacional siga obteniendo beneficios. Con esos 5€ de camiseta se paga el sueldo de las dependientas, el de los transportistas y el del las personas que han confeccionado la prenda de la nada. Y no olvidemos que también hay que pagar el hilo, la luz, el agua, la gasolina y un sin fin de gastos. Y aún así hay beneficios.
No hace falta explicar que la clave está en la mano de obra barata. Desde la visión de un empresario, pagar sueldos y comprar el material supone un gran gasto. Si quieres ganar más hay que maximizar beneficios con el menor coste posible.
Se suele creer que las condiciones de esclavitud laboral se dan en países extranjeros en vías de desarrollo. Tal vez debamos repasar la historia de la construcción del imperio Zara. Es poco conocido cómo un pequeño taller en el centro de A Coruña consiguió expandirse por todo el mundo.
Yo soy hija, nieta y sobrina de mujeres que cosieron durante los inicios de Zara. Mujeres que trabajaron desde sus pequeñas aldeas día y noche con máquinas de coser rudimentarias intentando levantar lo que se ha convertido en un imperio. Amancio Ortega dio trabajo y dinero a muchas modistas gallegas. Pero, ¿a qué precio?
He visto con mis propios ojos la precariedad y la esclavitud que supone ese trabajo. Horas y horas uniendo con hilo montañas de tela para conseguir un poco de dinero.
El trabajo de las modistas casi siempre ha estado en la economía sumergida. Jamás se le ha dado el valor y reconocimiento que merece. Zara no iba a ser menos.
Tenían talleres regularizados por diferentes puntos de Galicia, por supuesto, pero las pequeñas aldeas son otro mundo. Si no puedes vivir del campo la mejor opción dedicarte a la costura.
El pequeño taller de mi casa cosió unos doce años para Zara. Cinco mujeres a las que se les pagaba unas 150 pesetas por cada pantalón confeccionado. No estaban aseguradas, no había contrato. Solo cosían y cobraban. Con el tiempo algunas mujeres fueron regularizas pero otras no. Nadie se preocupaba de si eso era legal o no porque era algo “habitual” en el mundo del textil.
Han pasado los años y la práctica sigue siendo similar. A mayor escala y en diferentes países. Más barato y mayores beneficios.
Nadie se hace multimillonario de forma honrada.
Felicidades a todas las costureras gallegas que han trabajado durante años duramente. Esa medalla de bronce también os corresponde a vosotras.
Inditex: a costa del sudor de las costureras gallegas
Toni Martínez
Tánger, Bangladesh, India. Lugares donde se ha denunciado que Inditex explota a sus trabajadores, no parecen tan lejanos cuando se accede al pequeño taller subcontratado por el imperio textil donde una docena de mujeres ya mayores se afanan sin descanso ante sus máquinas de coser.
Pese a estar situado en la carretera de A Coruña a Santiago de Compostela, el local es discreto. Desde el exterior, se antoja difícil averiguar para quién trabajan estas obreras. No hay ningún cartel comercial fuera; está a la vista de todo el mundo, pero nadie repara en él. Algunos coches paran junto a la entrada; otros lo dejan atrás, indiferentes.
Dentro, lo primero que llama la atención es el olor penetrante que, en ocasiones, hace el aire casi irrespirable. Apesta a producto químico, a los tintes industriales con los que se visten de colores las prendas producidas por este emporio levantado casi de la nada por Amancio Ortega –el hombre más rico de España y el tercero del mundo según la revista Forbes, que valora su fortuna en 57.000 millones de dólares (unos 42.000 millones de euros)– y su exmujer, Rosalía Mera, fallecida el 15 de agosto. Por los rincones del taller, cientos de prendas esperan a ser cosidas o montadas y transportadas a la fábrica principal, en Arteixo, a sólo diez kilómetros de A Coruña.
Las 12 costureras trabajan durante todo el día, paran a comer y luego, diez minutos más a las 10.00 y a las 17.00 horas para fumar o tomar un café. Estas costureras, cuya única fuente de ventilación es la puerta entreabierta que da a la carretera, han contribuido a que Ortega amasara su enorme riqueza. Su trabajo depende, única y exclusivamente, de lo que les pide Zara –el buque insignia de Inditex– pero no están en nómina de la empresa: son autónomas. La pequeña cooperativa que han puesto en pie es una de las decenas de empresas subcontratadas por el emporio textil, que asienta una parte de su producción en ellas.
La apariencia y estructura de estos talleres es casi siempre la misma. Muchos están en la carretera que conduce hasta la inhóspita Costa da Morte, la misma vía que lleva a la sede central de Inditex. Como el taller de la puerta entreabierta, estos locales son, prácticamente siempre, bajos comerciales con ventilación deficiente.
Las críticas a la indiferencia de los responsables de Inditex ante las condiciones laborales de las trabajadoras en los talleres en los que externaliza (subcontrata) su producción, en España y sobre todo en otros países, han adquirido tintes de horror en los últimos meses. El 27 de enero un incendio en una fábrica clandestina de Bangladesh provocó la muerte a siete operarios. (...)
Estas muertes, junto a las denuncias de gobiernos como los de Brasil y Argentina contra el imperio de Amancio Ortega, han hecho que se alcen voces que cuestionan el modelo de negocio de una empresa que, ya en los 90, apostó por deslocalizar su producción en el Magreb y en países asiáticos.
La forma de trabajar de Inditex ya a se había ensayado en A Coruña. Víctor la conoce bien. Siguiendo la estela familiar, este coruñés de mediana edad, tuvo una empresa de confección que trabajaba para la compañía de Ortega. Él tenía un taller y su madre otro, aunque les prohibían intercambiar trabajo. Hace seis años tuvo que dejarlo. No podía más.
“Los talleres”, recuerda Víctor, “no tienen ningún tipo de acuerdo ni contrato con la empresa. Ellos te van mandado trabajo sobre pedido y tú se lo haces. Pero sin un día deciden que no les sirves, te bajan la carga de trabajo y tienes que cerrar”.
A finales de los 90, en los alrededores de A Coruña había más de 30 talleres trabajando para Inditex. El negocio era sencillo: alguien compraba unas máquinas, alquilaba un bajo comercial, montaba una sociedad limitada y contrataba a veinte personas, normalmente mujeres de mediana edad. Sin rastro de medidas de seguridad ni, en muchas ocasiones, derechos laborales. Se trataba de locales sin ventanas ni calefacción. En algunos casos eran garajes o la propia casa. Cualquier lugar era adecuado para atender a la demanda de producción de esa multinacional que estaba naciendo.
(...) “En ocasiones, los horarios eran de 8 de la mañana a 8 de la tarde, con media hora para comer y sin cobrar horas extras, por supuesto. Si venía más carga de trabajo tenías que aprovecharla”. Del mes de vacaciones mejor olvidarse ya que el emporio textil exige producción durante todo el año, así que la mayoría de los pequeños talleres repartían unos quince días de vacaciones en los 12 meses. (...)
El poder de Amancio Ortega se ve reflejado en los medios de comunicación a los que Inditex deja mucho dinero en publicidad. Un ejemplo revelador: en marzo de este año periodistas de France 2 interrogaron en una rueda de prensa al director de la compañía, Pablo Isla, sobre las acusaciones de explotación infantil. Las preguntas indignaron al presidente. Al día siguiente el titular más repetido por la prensa española fue: “La televisión pública francesa intenta boicotear los resultados de Inditex”.
A ese miedo que llega a todos los ámbitos tampoco son ajenos los trabajadores. María (nombre ficticio) que trabaja en uno de los talleres que producen para Inditex sólo contesta a través del teléfono y de forma indirecta. Evidentemente, pide que no se publique su nombre real “para evitar problemas”. Cuando se le pregunta por la seguridad laboral se hace el silencio. En ese momento, se acaba la entrevista.
Su caso es paradigmático del oscurantismo que rodea a Inditex. Los talleres subcontratados están a la vista de todos, pero nadie habla de sus condiciones de trabajo. En Galicia se impone el silencio sobre Amancio Ortega y el imperio del hombre más rico de España. Es el modelo Inditex.
Zara, El Corte Inglés, Bershka… Millonarios que pagan 178 euros al mes por 65 horas de costura a la semana
Juanjo Ayesta
La Campaña Ropa Limpia ha presentado la investigación “La moda española en Tánger: trabajo y supervivencia de las obreras de la confección”, que analiza las condiciones de vida y trabajo precarias que sufren las trabajadoras en talleres textiles de Tánger que son proveedores de grandes marcas internacionales. La investigación se ha realizado a partir de las vivencias de 118 obreras, con la colaboración de la Asociación Attawassol.
Setem, coordinadora de la campaña, señala que el informe descubre las condiciones de las obreras de confección marroquíes que sufren de exceso de horas de trabajo, bajos salarios, abusos verbales y físicos, arbitrariedad en la contratación y el despido, medidas disciplinarias desproporcionadas y obstáculos a la acción sindical. Las horas extras son obligatorias y no se suelen remunerar. Prolongan la jornada hasta las 12 horas diarias, seis días a la semana por salarios que no superan los 200 euros mensuales, y que, en ocasiones, están por debajo de los 100 euros al mes. Las trabajadoras más jóvenes, a menudo menores de 16 años, son consideradas aprendizas y se les hace trabajar sin contrato las mismas horas que el resto, pero cobrando 0,36 €/hora, tres veces menos que sus compañeras.
Según Setem, en Marruecos hay una fuerte presencia de talleres proveedores de Inditex (Zara, Bershka, Pull&Bear, Stradivarius, Oysho, Massimo Dutti). La mayoría de las obreras entrevistadas que trabajan confeccionando la ropa de estas marcas manifestaron que no se respeta el límite de horas, llegando hasta 65 horas semanales y, aunque en general el salario llega al Salario Mínimo Interprofesional Garantizado (SMIG) de Marruecos, apenas 178,72 euros mensuales, siguen viviendo en situación de pobreza.
(...)
Los códigos de conducta laborales adoptados por las empresas de moda recogen la obligatoriedad de pasar auditorías en los talleres. Pero las metodologías de auditoría son muy diversas y en muchas ocasiones no se llegan a identificar los problemas laborales reales. Esto pasa porque cuando hay auditoría, las fábricas realizan cambios temporales como dar de alta a trabajadoras en la Seguridad Social, incrementar la salubridad en el espacio de trabajo, cumplir los horarios laborales, despedir a las trabajadoras sin contrato y ocultar a las trabajadoras menores.
Una trabajadora de una fábrica proveedora de una gran empresa textil aseguraba que “cuando aparecen auditores por sorpresa, los supervisores esconden a las trabajadoras menores en la azotea o en cajas de ropa vacías”.
Erróneamente, mucha gente considera que el 8 de marzo surgió para conmemorar la muerte de 140 trabajadoras textiles en la fábrica de Triangle Shirtwaist, en Manhattan, Nueva York. Sin embargo, la celebración comenzó, como se dice en el artículo, dos años antes del suceso y en la primera celebración oficial -que fue el año en el que tuvo lugar el suceso- se celebró días antes de que ocurriese. Ese año de 1911, el "Día" se celebró el 19 de marzo y el incendio fue una semana más tarde, el 25 de marzo.
ResponderEliminarEl cambio para el día 8 de marzo, no estuvo en relación pues con el dramático suceso. Sin embargo, el drama vivido por la muerte de las trabajadoras textiles de Triangle Shirtwaist, hizo que el suceso fuese especialmente recordado en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. De ahí que se fuese formando la idea por la cual es una conmemoración nacida a raíz de la dramática muerte de estas trabajadoras textiles.
Otro matiz importante que se ha ido difuminando, es el significado asociado a "MUJER MILITANTE", "ACTIVISTA" y a la lucha por el SOCIALISMO. Creo que el artículo de la feminista Alexandra Kollontai lo explica muy bien: http://www.marxists.org/archive/kollonta/1920/womens-day.htm
Amancio Ortega es una persona que no tiene muchos estudios, pero lo que no tiene es ningún escrúpulo.
ResponderEliminarComo dice Ana Pampín: NADIE SE HACE MULTIMILLONARIO DE FORMA HONRADA.
¿Qué tal si boicoteamos los trapos de Zara?
ResponderEliminarDe acuerdo Gabi. Nosotros desde hace, ni se sabe de tiempo, que no compramos producciones de Zara.
ResponderEliminarMira con Coca-Cola, parece que el boicot le ha hecho daño.
El boicot es ya una cuestión ética, además de una toma de conciencia social y política. Desgraciadamente, los consumidores españoles no tienen en cuenta estas cosas. Dejamos mucho que desear, por eso a veces me indigno con la masa indignada. Los españoles somos muy de protestar en el bar pero luego hacer poco. No nos caracterizamos por tener conciencia social sobre estas cosas :-(
ResponderEliminarTienes razón, pero añade a las protestas en el bar, las protestas en las redes sociales y en internet. También ahí se "arregla el mundo sin esfuerzo".
EliminarPor si acaso, el ya clásico NO LOGO de Naomi Klein
ResponderEliminarhttp://manolox.files.wordpress.com/2009/05/nologo-naomi-klein.pdf