"Bandera". Fotografía Dmitry Baltermants, 1960. © Multimedia Art Museum, Moscow/ Moscow House of Photography Museum |
Imagen. Dmitry Baltermants (Varsovia 1912, Moscú 1990) fue un destacado fotoperiodista de la URSS. Trabajó para el diario Izvestia y fue editor visual de la revista Ogonyok. Durante la II Guerra Mundial cubrió la batalla de Stalingrado. Una de sus fotografías más conocidas es "El duelo", que representa la masacre nazi de judios en Crimea, en la ciudad de Kerch
Reproduzco una más que interesante reflexión de Constantino Bértolo, publicada en Mundo Obrero. La lectura del artículo, personalmente me ha sugerido dos notas fundamentales.
La primera, la necesidad de mantener el lenguaje propio de la izquierda, a través del cual denunciamos la explotación y la barbarie, frente a los que asumen el lenguaje del Poder desde el cual se desfigura la realidad y se reproduce la ideología dominante. La lucha política arranca en la lucha ideológica y en ésta el lenguaje es una herramienta fundamental.
La segunda nota tiene que ver con la necesidad de reivindicar nuestra historia, con sus aciertos y errores, asumiendo sin complejos nuestra identidad comunista a partir de la cual queremos forjar el futuro. Aunque ello tenga lugar en un terrorífico escenario anticomunista, al que algunos líderes como Juan Carlos Monedero contribuyen, alineándose con las tesis más reaccionarias del enemigo (lo digo al hilo de las valoraciones realizadas por este líder de Podemos sobre la URSS). Nos negamos a renegar de esa herencia y reivindicamos nuestra identidad política porque combatimos el capitalismo y aspiramos al Socialismo.
Son aspectos que me sugieren la lectura del artículo de Constantino Bértolo. En cualquier caso, constituye una necesaria reflexión.
La negrita, imágenes y cuadros de texto, son añadidos míos y no figuran en el original de Mundo Obrero.
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Cabecera de Mundo Obrero |
Hegemonía e
Historia
Constantino Bértolo
16/02/2015
Si
entendemos que la actividad política es algo más que el marketing y una campaña
mediática, mejor seguir llamando a las condiciones objetivas condiciones
objetivas y a la lucha de clases lucha de clases.
No es el
presente sino la propuesta de futuro lo que da nombre al pasado
Martín López
Navia
Desde
respetables posiciones anticapitalistas algunos estrategas de la revolución
aconsejan “renunciar a los significantes”, es decir: abandonar o al menos
ocultar el instrumental semántico tradicional de la teoría y praxis marxista a
fin de no asustar a aquellas capas de la población que, aunque descontentas con
la situación social, económica y política actuales, rechazan todo aquello que
les suene a comunismo. Se trataría por consiguiente de no llamar condiciones
objetivas a las condiciones objetivas ni proletarios a los proletarios ni
plusvalía a la plusvalía. Mejor, proponen, hablar de circunstancias, de
ciudadanos y de economías extractivas. Al fin y al cabo, nos dicen, estamos en
la era de la seducción y de la publicidad y parece lógico y eficiente el
aceptar que hay que saber venderse, que la política es también una mercancía y
que el fin justifica el marketing, sobre todo si se trata de un fin
cuantitativo y electoral; nos dicen que aquellas formaciones políticas que no
se plieguen a estas exigencias de revoco y maquillaje de fachadas corren el
riesgo de quedarse obsoletas, antiguas, decimonónicas, incapacitadas para
incidir de manera significativa en su entorno político. De ahí la seductora
tentación de vender el lenguaje de la revolución por un plato de lentejas
(electorales), y de ahí la necesidad de resistirse a caer en esa tentación que
los cantos de la sirenas de la postmodernidad (los asesores de imagen) no dejan
de entonar.
Y no es ni
mucho menos que restemos importancia a las batallas políticas que se
materializan en las urnas y en los votos, pero si entendemos que la actividad
política es algo más que el marketing y una campaña mediática, mejor seguir llamando
a las condiciones objetivas condiciones objetivas y a la lucha de clases lucha
de clases porque la renuncia a un determinado lenguaje implica sometimiento a
los dueños de los medios de producción de los significados y sumisión a las
reglas de juego que el enemigo impone. Hacer lo contrario significaría aceptar
como arbitrario lo que es construcción histórica que surge y se forja en el
enfrentamiento y en el combate.
Porque los
comunistas y las comunistas somos eso: historia, y no conviene olvidarlo por
mucho que las sirenas de la refundación o el marketing electoral nos acaricien
el oído. No es fácil ser historia en tiempos en los que la historia, la nuestra
incluida, la han escrito mayormente nuestros enemigos de clase. Una
consecuencia más de haber perdido la guerra fría. La historia del comunismo que
hoy circula de manera hegemónica es una historia anticomunista que se cuenta y
recuenta con la saña y dedicación de quien hace leña del árbol caído. Y lo malo
de esa lectura dominante con que el enemigo, utilizando todos los recursos a su
alcance, ha bombardeado los imaginarios colectivos reside en que
inevitablemente invade, infecta y penetra hasta lo más hondo. No es raro
comprobar o descubrir cómo parte de ese anticomunismo nos acecha, muerde y nos habita.
De ahí que en la lucha por la hegemonía que este tiempo nos reclama a los
comunistas, la recuperación de nuestra propia historia sea tarea urgente y
necesaria. Volver a ser árbol que crece.
En momentos
como los actuales en los que el escenario político se abre a posibilidades de
transformación y cambio, necesitamos más que nunca asumir nuestro pasado, la
historia del comunismo, con todas sus glorias y todas sus miserias, sus pasos
adelante y sus pasos atrás. Asumir es saber situar los hechos –más importante
que encontrar la verdad es saber situarla- en el contexto político pertinente y
concreto en el que se desarrollaron y trazar tanto el mapa de las condiciones
objetivas como el de las condiciones subjetivas. No se trata de negar nada pero
tampoco de leer nuestra historia con la mirada ajena e interesada del enemigo.
Es tarea urgente que usemos nuestras propias herramientas epistemológicas para
evaluar, ponderar, encuadrar hechos y actitudes. Solo desde el uso de nuestras
herramientas estaremos en condiciones de hacernos cargo de los aciertos y de
los extravíos, de los errores y de las contradicciones, de las derrotas y de
los esfuerzos, de la confusión y de la fortaleza. Sin necesidad de renegar de
ninguna herencia porque nuestra herencia, en definitiva, se escribe en futuro y
porque la hegemonía, camaradas, empieza en nosotros mismos.
Constantino Bértolo
Publicado en el Nº 281 de la edición impresa de Mundo Obrero febrero 2015
Versión on line http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=4548
Constantino Bértolo (Lugo, 1946), es editor, crítico y ensayista. Fue director del sello Debate y actualmente dirige la editorial Caballo de Troya, dedicada a la narrativa contemporánea. Otros artículos suyos en Mundo Obrero: "La corrupción que no deja ver el bosque" y "El Cantar de Carlos Marx".
Constantino Bértolo (Lugo, 1946), es editor, crítico y ensayista. Fue director del sello Debate y actualmente dirige la editorial Caballo de Troya, dedicada a la narrativa contemporánea. Otros artículos suyos en Mundo Obrero: "La corrupción que no deja ver el bosque" y "El Cantar de Carlos Marx".
Muy acertadas las ideas que expone Constantino Bértolo, y que todos los que nos sentimos comunistas, o creemos serlo,deberíamos tener en cuenta.
ResponderEliminarA las dos notas que apunta Vigne, yo añadiria una tercera: la necesidad de tener medios de comunicación propios, capaces de llegar a la mayoria de la población. Sin este requisito,dificilmente podremos vencer en la lucha por la hegemonia de las ideas y los valores socialistas en la sociedad, en una época de medios audiovisuales que lo impregna todo desde el mismo momento en que nacemos.
Completamente de acuerdo. Mientras no avancemos en la batalla de la información, nos seguirán dando hasta en el carnet de identidad.
EliminarEs verdad que no estamos peor que hace 10 años en esto, pero hemos avanzado muy poquito. Internet nos brinda posibilidades, pero también es preciso formar cuadros de base preparados, militancias preparadas y -lo considero muy importante- crear espacios en la vida "real" donde podamos encontrarnos, se milite o no se milite, se esté en un partido o se esté en otros; espacios de fraternidad socialista, comunista, donde podamos discutir, intercambiar información, planear acciones conjuntas y hacer camaradería fraterna que es muy importante. Y eso lo tienen que hacer las bases militantes y simpatizantes al margen incluso de las burocracias de los partidos. Debemos repensar todo desde las bases, creando nuestros propios espacios autónomos y abiertos. Luego cada uno que pertenezca al partido que quiera o a ninguno. Pero el movimiento comunista necesita de esos espacios autónomos, porque para empezar nos permitirá conocernos, juntarnos... como camaradas.
"Necesitamos asumir nuestro pasado". ¿Y eso cómo se hace? Porque a veces no resulta fácil. ¿Cómo se "asume" lo que se le hizo a Andreu Nin? ¿Se niega, se afirma, se critica, se denuncia?
ResponderEliminarCriticarlo y abominarlo ¿sería "leer nuestra historia con la mirada ajena e interesada del enemigo"? Demasiadas preguntas y demasiada historia que, por desgracia, pesa y lastra como una gran losa.
Antonio P: Se hace, desde la humildad de reconocer que, en un tiempo tan complejo, y en un contexto de avance del fascismo en Europa, y de guerra civil en España,se cometieron errores por parte del movimiento comunista internacional, que estaba dividido en dos sectores: el mayoritario, representado por la figura de Stalin, y el minoritario por Trotsky. Ambos sectores no supieron dialogar, no supieron poner por delante los intereses del socialismo a los de sus respectivas corrientes politicas, y esto desembocó en un drama. El caso de Andreu Nin, es uno más entre otros ,producto del sectarismo y grado de enfrentamiento de esas corrientes en una situación de guerra contra el fascismo.Lo que toca es reconocer que todos cometieron errores, para superar el pasado. No podemos ser esclavos de sucesos y comportamientos de las generaciones pasadas, y seguir alimentando la división del movimiento obrero que está impidendo la construcción del partido de clase que el momento actual demanda. Una de las cosas que más puede ayudar a ver el pasado con objetividad, y exento de sectarismo, es la elevación del nivel poítico-ideológico de los militantes y cuadros comunistas.
EliminarUn saludo
Creo, que adolecemos de una militancia capacitada en los valores marxistas y leninistas, que preparación política puede tener un militante, que ante mi indignación, por el voto de Juan Herrera en el parlamento borbónico a favor de la intervención de la OTAN en Libia y esta camarada me pregunta sorprendida, ¿ es que Gadafi no es un dictador?, de que nos servirián los medios puestos en manos de camaradas de esta descapacitación política?, estoy hablando de una camarada con un alto cargo de representación pública en Catalunya, creo firmemente que con estos mimbres por muchos medios que tubiésemos sin una capacitación política consciente como el partido de nuevo tipo de Lenin, no servirián para nada, militantes capacitados le hace falta a la clase obrera y dar ejemplo como los viejos bolcheviques camaradas, he estado muchos años en el movimiento obrero y conozco la superficialidad de los conocimientos de marxismo en mis camaradas que además les venía mál excuchar la palabra camarada, palabra muy habitual con la que saludaba a los obreros de las cadenas de montage en mi vista diaria como delegado sindical. Es un decir!!.
ResponderEliminarSupongo que te refieres a Joan Herrera de ICV. Me declaro incapacitado para entender la política de la izquierda catalana en general. Y en especial hay dos grupos que no consigo ni entenderlos ni mirarlos con un mínimo de cariño: ERC e ICV. No consigo identificarme lo más mínimo con ICV, no los reconozco como parte de esa identidad política que reivindico (y soy bastante pragmático). Creo que es un partido de burguesitos bien asentados en la vida y que poco o nada aportan.
EliminarEs una pena lo de la izquierda catalana. Sobre todo pensando en lo que llegó a ser uno de los grandes partidos comunistas de la Europa occidental: el PSUC. ¡Aquello sí que era un partido comunista! Nuestro compañeros Manuel les dedicó ahí atrás una entrada del blog: "Crisis y desaparición del PSUC. El recuerdo de un gran partido comunista" en http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2014/10/crisis-y-desaparicion-del-psuc-en.html
Pero desde que "suicidaron" al PSUC yo veo que la izquierda catalana va dando bandazos.
Me llamó la atención que el eurodiputado de ICV que salió con todos nuestros votos en las últimas elecciones, tan siquiera entrara en el eurogrupo del Partido de la Izquierda Europea, optando por entrar en el pro-atlantista grupo de Los Verdes.
Creo que EUiA debiera romper con ICV. Las convergencias se han mitificado tanto en el espacio estatal de Izquierda Unida, que finalmente se hacen a costa de perder músculo ideológico e identidad de izquierdas. No me gusta. En absoluto.