Desmovilización por partida doble
Lo
que por tanto hoy le falta al SPD no es sólo una auténtica alternativa de gobierno
sino también la capacidad de movilizar sus propios socios y electores. El
militante de a pie se pregunta cuál puede ser la meta que este partido, tecnocráticamente
petrificado, aún está persiguiendo, cuando la relación dialéctica entre el
poder que aspira, y la visión que persigue, parece totalmente desquiciada. Lo
que, por consiguiente, estamos viviendo en esta campaña electoral es una doble
desmovi-lización; mientras la canciller, no obstante la enorme simpatía que evoca, ya no desmoviliza
en primer lugar al adversario, como aún fuera el caso en 2009, sino más y más
las filas propias por ir desmenuzando sistemáticamente la marca
cristianodemócrata, Peer Steinbrück, con el nefasto efecto que causa entre sus
compañeros de partido, no le va a la zaga. La consecuencia: No obstante el
clima izquierdista que se percibe en Alemania, el SPD, tras su negativa al
partido Die Linke, se encuentra lejísimo de una mayoría que lo capacitara para
gobernar u ocupar la cancillería.
Sería,
sin embargo, totalmente equivocado que el SPD, donde una parte importante ya
viene especulando con una gran coalición, sintonizara con la sentencia de
Müntefering que dice ”la oposición es un disparate”. Todo lo contrario. El SPD
es con mucho el partido alemán más antiguo y tradicional. Pero al mismo tiempo, y al
juzgar por su participación en los gobiernos del pasado, es el que menos éxito
ha tenido. Durante largo tiempo de su historia, el poder estaba fuera del
alcance de su vista.
La
ironía histórica, empero, es otra: El SPD, como partido de oposición, era al
menos igual de importante e impactante como gobernando. Eran los proletarios que
se sublevaron y fueron prohibidos por Bismarck, quienes motivaron a éste a
decretar sus famosas leyes sociales. Al margen de la las conclusiones que se
sacaron del nacionalsocialismo, era el miedo ante un SPD fuerte, el que al joven
partido del CDU le impulsó a crear su Programa de Ahlen [Ahlener Programm]
que preveía (nada menos) que la socialización de los medios de producción. Y
era la nueva y fuerte izquierda que después de 1968, en los años ’70 y ’80 de
la unión de Helmut Kohl, inspiraba a éste a desarrollar la ‘nueva cuestión
social’ [neue soziale Frage] ideada por Heiner Geißler, y a sostenerla por
miedo a que el SPD le arrebatara nuevamente el poder. Finalmente, durante el
último decenio, venía a ser la competencia por parte de la izquierda la que
hiciera que el CDU de Angela Merkel, con sus débiles principios, empezara a
incorporar cada vez más exigencias de carácter social, ecológico y
sociopolítico, que muchos conservadores de la unión hoy vienen padeciendo como un
proceso de 'socialdemocratización'.
No obstante su positiva continuidad en la oposición, el SPD, a la hora de gobernar, se ha venido distanciando mucho de sus raíces y de su misión histórica. Proscrito durante largo tiempo como una agrupación de socios sin patria, el incorporarse al SPD se entendía al principio como rechazo y protesta al incipiente orden feudo-capitalista con sus flamantes injusticias. La disidencia del SPD, que por momentos había estado prohibido, invitaba a oponerse a las condiciones dominantes, inspiraba a la pela, el debate y a las grandes visiones. Pero el tiempo constituyente, arrastra hasta el hoy de hoy unas consecuencias negativas: De su trauma originario por no haber alcanzado respeto sino desprecio se viene alimentando el constante esfuerzo del partido para llegar a ser 'aceptado' en los círculos "superiores" de la sociedad; un esfuerzo que encontramos ejemplificado en el ex canciller y fumador de cohibas Schröder. La historia de la socialdemocracia alemana resulta ser, por tanto, también la historia de un constante proceso de transformación que abarca desde la disidencia hasta la (a veces excesiva) adaptación social. De Ferdinand Lassalle y August Bebel, pasando por Herbert Wehner hasta Gerhard Schröder; desde Leipzig y Eisenach vía Godesberg hasta Berlín; desde un partido de clase hasta el partido popular y lo que se llama 'el nuevo centro' [Neue Mitte]: la historia del partido socialdemócrata se puede leer como la historia del continuado desmontar de una utopia, un proceso que encontró su fin en la era Schröder.
Durante largo tiempo de la historia del partido, se resistía, empero, un núcleo residual de terquedad ideológico-intelectual, al contrario del presente: desde hace algún tiempo, el SPD deja de llamar la atención por ideas originales o disidentes, todo lo contario. El SPD de hoy es una izquierda mediada y privada de todo exceso visionario; es un partido en que el que el veterano Erhard Eppler, de 86 años, aún tiene que servir de precursor, un partido carente del más mínimo atractivo intelectual y potencial estratégico. El ejemplo más reciente vivimos en la capital Berlín, con más del 70 % de votantes tendentes a la izquierda (inclusive Los Piratas), donde el SPD no estaba dispuesto a formar una coalición de izquierda. Si ya no querían coaligar con Los Verdes, dada su leve ventaja de votos, al menos podrían haber pensado en incluir a Die Linke, por no hablar de Los Piratas. En su lugar tenemos ahora en Berlín una gran coalición SPD/CDU. Indicios hay que todo esto es sólo el preludio a la gran coalición que nos espera a nivel nacional. De una cosa ya podemos estar seguros: Así las cosas, tampoco esta vez, llegaremos a hacer frente a la gran crisis interna del SPD.
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http://www.blaetter.de/archiv/jahrgaenge/2013/april/15-jahre-von-150-die-misere-der-spd
excelente artículo. Gracias a Gabi por la traducción. Es un lujo para un blog contar con alguien que pueda traducir del alemán. Supone una aportación valiosísima :-)
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