Las políticas actuales del gobierno del PP de Mariano Rajoy, sobre todo en el campo de la Educación, Salud y, en general, en todo lo referido a las prestaciones y servicios sociales, han provocado que mucha gente se haya vuelto a interesar por dos viejos artículos publicados hace 30 años por Rajoy en El Faro de Vigo: "Igualdad humana y modelos de sociedad" (1983) y "La envidia igualitaria" (1984). Mismo en este blog hemos prestado atención a tales artículos. De hecho la primera entrada del blog, con la que comenzábamos nuestra andadura en la blogosfera ("El darwinismo social de Rajoy y de la derecha española"), estaba dedicada al tema y, más recientemente, hemos vuelto hacer alusión. Estoy de acuerdo con quienes califican este pensamiento de Rajoy, expresado en aquellos artículos, con el término de darwinismo social. Quizás, para ser más precisos, deberíamos hablar de neodarwinismo social. Pero sin duda habrá muchas personas que no conozcan exactamente el significado de esta etiqueta conceptual.
¿Qué es el darwinismo social?
Darwin y su obra El origen de las especies, causó en su época un impacto de grandes dimensiones, no sólo en las ciencias de la naturaleza sino también en las ciencias sociales. Tanto es así que podemos afirmar que el clima intelectual en el que estaban inmersos los pensadores sociales del XIX, estaba abrumadoramente dominado por la influencia de las teorías de Darwin. Fue la época dorada del evolucionismo social, que, de una forma u otra, proyectaba la sombra del evolucionismo biológico sobre el análisis de la sociedad humana.
En este contexto, el británico Spencer contribuyó a reforzar poderosamente el parangón entre naturaleza y sociedad, a través de su teoría de la analogía orgánica. Pero al contrario de lo que algunos afirman, atribuir a Spencer el origen y paternidad del darwinismo social sin entrar en matices y detalle, resulta un tanto reduccionista(1). El corpus ideológico que da forma a lo que conocemos como darwinismo social, en sus comienzos fue más una elaboración teórica de autores menos conocidos que Spencer, pero influenciados por la obra de éste, que del propio Spencer.
En efecto. Unos cuantos escritores europeos se inspiraron en la teoría darwinista de la evolución para intentar explicar el cambio social. En un primer momento lo hicieron de forma independiente a la obra de Spencer, pero más tarde encontraron en la analogía orgánica spenceriana (en la interpretación parcial que llevan a cabo) una fuente de inspiración para el desarrollo de sus planteamientos (Duncan Mitchell)(2). El ruso de origen sueco Lilienfeld-Toailles (1829-1903), por ejemplo, consideraba que la sociedad era un “organismo real”, como si fuese una especie viva. En la misma línea, el francés Alfred Espinas (1844-1922), afirmaba que la sociedad era “una entidad viva sometida a leyes naturales”. También de forma similar otros tales como Worms y Fouillée (ambos franceses también), el alemán Schäffle, etc. A todos ellos se les conoció con la etiqueta de darwinistas sociales, aunque únicamente tuviesen en común desarrollar una teoría de la evolución social y del cambio social combinada con el concepto de selección natural de Darwin.
El problema de los darwinistas sociales no fue tanto el empeño en proyectar categorías y conceptos propios de la Biología sobre el análisis de la sociedad (lo cual es discutible, desde luego), como el desarrollo de esta forma de pensamiento cuando comenzaron a aplicarlo a la cuestión de lo que por aquel entonces se categorizaba como la raza y las diferencias raciales, dando lugar a verdaderas aberraciones intelectuales.
De esta forma surge, por ejemplo, la figura del tristemente célebre J.A. Gobineau (Ville-d'Avray, 1816; Turín, 1882), quien sobre la base de este marco teórico llega a escribir sobre la necesidad de preservar la pureza racial. Para este pensador francés, la decadencia de cualquier civilización y sociedad tenía su origen en el mestizaje racial, causante de males como la falta de iniciativa, de coraje, de laboriosidad, etc. Obviamente, Gobineau consideraba que las "razas" no eran iguales y que unas eran más aptas para el progreso que otras. Determinadas "razas" eran las protagonistas de los avances “civilizatorios”, mientras que otras estaban condenadas, por su naturaleza, al atraso y a vivir en la barbarie. De forma que aquellos valores positivos que supuestamente daban lugar al "progreso", igual que los negativos que originaban lo contrario, eran transmitidos por la herencia. La mezcla racial contaminaba los primeros y provocaba que los individuos sufrieran una regresión en sus capacidades.
De esta forma surge, por ejemplo, la figura del tristemente célebre J.A. Gobineau (Ville-d'Avray, 1816; Turín, 1882), quien sobre la base de este marco teórico llega a escribir sobre la necesidad de preservar la pureza racial. Para este pensador francés, la decadencia de cualquier civilización y sociedad tenía su origen en el mestizaje racial, causante de males como la falta de iniciativa, de coraje, de laboriosidad, etc. Obviamente, Gobineau consideraba que las "razas" no eran iguales y que unas eran más aptas para el progreso que otras. Determinadas "razas" eran las protagonistas de los avances “civilizatorios”, mientras que otras estaban condenadas, por su naturaleza, al atraso y a vivir en la barbarie. De forma que aquellos valores positivos que supuestamente daban lugar al "progreso", igual que los negativos que originaban lo contrario, eran transmitidos por la herencia. La mezcla racial contaminaba los primeros y provocaba que los individuos sufrieran una regresión en sus capacidades.
Por un lado, esta forma de pensamiento social va a constituir una excelente ideología de legitimación y justificación del colonialismo (el mismo papel desempeñado por el evolucionismo unilineal antropológico de la segunda mitad del XIX). La conquista y colonización de pueblos, cuya forma de vida se consideraba un estadio primitivo de la evolución social (producto de la inferior capacidad de tales pueblos para desarrollarse), se legitimaba a partir de la bondad que se suponía implicaba su colonización, ya que se les permitía acceder a un "progreso" y civilización "superior". En otras palabras, al conquistar y colonizar tales pueblos, se les hacía un favor, se pensaba.
Por otro lado, este tipo de pensamiento social abrió las puertas para el desarrollo de la filosofía racista sobre la que se sustentará posteriormente el nacional-socialismo alemán de Hitler.
Por otro lado, este tipo de pensamiento social abrió las puertas para el desarrollo de la filosofía racista sobre la que se sustentará posteriormente el nacional-socialismo alemán de Hitler.
En una línea muy parecida a la de Gobineau, un primo de Darwin, el inglés Francis Galton (1822-1911), sostenía que tanto las características físicas como psíquicas eran resultado de la herencia. De forma que las aptitudes que permitían sobresalir a una persona en la sociedad, eran producto de factores hereditarios. Formuló lo que se conoce como “teoría de la eugenesia” que básicamente buscaba la aplicación de un sistema de selección artificial en la sociedad con el propósito de mejorar la raza. Galton defendía que las personas identificadas como inteligentes procreasen entre ellas y tuviesen el mayor número de hijos. Por el contrario, aquellas otras identificadas como menos dotadas a nivel de inteligencia, pensaba que se les debía de impedir, dificultar y hasta prohibir la procreación. Tal era el planteamiento de selección artificial que defendía Galton y, como resulta obvio, tuvo después su continuidad con el planteamiento nazi de la superioridad de la raza aria y la búsqueda de la pureza racial, ejerciendo una notable influencia posterior en todos los movimientos racistas del mundo.
Podríamos citar otros muchos nombres de esta corriente de pensamiento a la que hacemos mención: Lapouge, Otto Ammon, Ludwig Gumplowiz… Valga como botón de muestra lo mencionado sobre Gobineau y Galton, que por otra parte fueron los más conocidos y divulgados.
Mecanismo para justificar y legitimar las diferencias sociales y las relaciones de poder en el capitalismo.
Todos conocemos la barbarie humana a la que condujeron tales teorías. Pero quisiera hacer mención al hecho de que tanto la Antropología como la Sociología mayoritariamente dieron la espalda a estos planteamientos. No tuvieron el respaldo de las ciencias sociales y fueron duramente criticados.
Todos conocemos la barbarie humana a la que condujeron tales teorías. Pero quisiera hacer mención al hecho de que tanto la Antropología como la Sociología mayoritariamente dieron la espalda a estos planteamientos. No tuvieron el respaldo de las ciencias sociales y fueron duramente criticados.
Pero como planteamiento de legitimación ideológica de determinadas prácticas políticas, siempre han seguido ahí. La derrota del nazismo inicialmente intimidó a los defensores de tales planteamientos, pero luego poco a poco se ha ido generando un repunte significativo de los mismos, sobre todo a partir de los años 60 y 70 del siglo XX. Desde la sociobiología y desde la psicología evolucionista, pese al intento por marcar la distancia con lo que fue el darwinismo social del XIX, se han defendido posturas que podemos considerar herederas de aquél, dando forma a un neodarwinismo social. A menudo sus aportaciones, por su contenido sensacionalista, acaparan la atención de los medios de comunicación, lo que nunca ocurre con la refutación de esos estudios por parte de la comunidad científica; sin duda esto último no vende periódicos y lo primero sí.
A todos nos suenan noticias, por ejemplo, que nos hablan de que si en tal sitio o en tal otro, alguien ha publicado un estudio "científico" que demuestra las bases biológicas y/o hereditarias de la delincuencia, de la marginalidad, de la pobreza, etc., cuando no inciden en la inferioridad de algunos grupos "raciales"(3) en cuanto a rasgos tales como la inteligencia.
No resulta casual que el repunte de teorías que podemos calificar de neodarwinistas sociales, coincida en el tiempo con el despegue de las teorías neoliberales. El (neo)darwinismo social ha funcionado como un mecanismo para justificar y legitimar las diferencias sociales y las relaciones de poder dentro del capitalismo. En este tipo de planteamientos, el abismo entre ricos y pobres y las relaciones de dominación se naturalizan: dejan de ser una consecuencia de factores sociales y económicos para transformarse en una consecuencia de factores naturales. De ahí la sinergia funcional que a nivel político e ideológico se establece entre el neoliberalismo y el neodarwinismo social. Ser pobre o rico, inteligente o no, perezoso o laborioso, etc., dejan de ser constructos socio-culturales -en tanto que categorías conceptuales- y una consecuencia de relaciones sociales -en tanto que realidades empíricas- para convertirse en proyecciones de la biología y/o de la herencia biológica, mediante su naturalización.
¿Consecuencia de todo ello? Todo esto va dando solidez a un discurso hegemónico, por el cual la desigualdad social es natural y la defensa política de la igualdad va contra natura. Es una invitación en toda regla a que aceptemos como inevitable y natural, la diferencia entre ricos y pobres, entre dominantes y dominados, explotadores y explotados. Y en tanto que la defensa de la igualdad se nos presenta como una patología, debe ser desmantelado todo entramado político-social derivado de las teorías políticas defensoras de la igualdad: para empezar, el estado del bienestar. No es de extrañar que, de vez en cuando, se escuchen ilustres voces conservadoras defendiendo la idea de que el estado del bienestar es un obstáculo para el desarrollo y el progreso. Pero de esto nos ocuparemos en otra entrada del blog.
En una próxima entrada de este blog, plantearé la cuestión de (A) hasta qué punto el pensamiento de Rajoy puede ser etiquetado como neodarwinista social. Cuestión que nos remite a su vez a otra más general y que también abordaré: (B) hasta qué punto esto no deja de ser un ítem ideológico fundamental que configura la identidad de clase de la oligarquía y su cosmovisión social. Intentaré poner en conexión todo ello con las políticas del gobierno actual del PP.
A todos nos suenan noticias, por ejemplo, que nos hablan de que si en tal sitio o en tal otro, alguien ha publicado un estudio "científico" que demuestra las bases biológicas y/o hereditarias de la delincuencia, de la marginalidad, de la pobreza, etc., cuando no inciden en la inferioridad de algunos grupos "raciales"(3) en cuanto a rasgos tales como la inteligencia.
No resulta casual que el repunte de teorías que podemos calificar de neodarwinistas sociales, coincida en el tiempo con el despegue de las teorías neoliberales. El (neo)darwinismo social ha funcionado como un mecanismo para justificar y legitimar las diferencias sociales y las relaciones de poder dentro del capitalismo. En este tipo de planteamientos, el abismo entre ricos y pobres y las relaciones de dominación se naturalizan: dejan de ser una consecuencia de factores sociales y económicos para transformarse en una consecuencia de factores naturales. De ahí la sinergia funcional que a nivel político e ideológico se establece entre el neoliberalismo y el neodarwinismo social. Ser pobre o rico, inteligente o no, perezoso o laborioso, etc., dejan de ser constructos socio-culturales -en tanto que categorías conceptuales- y una consecuencia de relaciones sociales -en tanto que realidades empíricas- para convertirse en proyecciones de la biología y/o de la herencia biológica, mediante su naturalización.
¿Consecuencia de todo ello? Todo esto va dando solidez a un discurso hegemónico, por el cual la desigualdad social es natural y la defensa política de la igualdad va contra natura. Es una invitación en toda regla a que aceptemos como inevitable y natural, la diferencia entre ricos y pobres, entre dominantes y dominados, explotadores y explotados. Y en tanto que la defensa de la igualdad se nos presenta como una patología, debe ser desmantelado todo entramado político-social derivado de las teorías políticas defensoras de la igualdad: para empezar, el estado del bienestar. No es de extrañar que, de vez en cuando, se escuchen ilustres voces conservadoras defendiendo la idea de que el estado del bienestar es un obstáculo para el desarrollo y el progreso. Pero de esto nos ocuparemos en otra entrada del blog.
En una próxima entrada de este blog, plantearé la cuestión de (A) hasta qué punto el pensamiento de Rajoy puede ser etiquetado como neodarwinista social. Cuestión que nos remite a su vez a otra más general y que también abordaré: (B) hasta qué punto esto no deja de ser un ítem ideológico fundamental que configura la identidad de clase de la oligarquía y su cosmovisión social. Intentaré poner en conexión todo ello con las políticas del gobierno actual del PP.
Notas
PENDIENTE DE PUBLICACIÓN 2ª PARTE
Fecha estimada publicación 2ª parte: 28-31 octubre
(1) En este sentido, si algún lector acude a la Wikipedia y consulta la entrada "Darwinismo social", sugiero que tenga en cuenta que el tema no es tan simple y plano como lo plantea el autor del artículo. También algunas de las citas que se utilizan en el artículo, están un tanto descontextualizadas. La primera parte del texto exige muchos matices y aclaraciones, mientras que la segunda parte es más rigurosa y está mejor fundamentada. Siempre es bueno recordar que la Wikipedia no es la verdad suprema.
(2) Duncan Mitchell, G.: Historia de la Sociología, pág. 65. Ed. Labor, Barcelona 1988.
(3) Entrecomillo el término raza debido a que actualmente está abandonado y en desuso por la Antropología. Antes se hablaba de diferencias raciales en la antropología biológica, para hacer referencia a los rasgos externos (que antaño eran los descriptores de las distintas "razas" consideradas); hoy en día se habla de diferencias de fenotipo, el cual es una consecuencia de un porcentaje insignificante de genes, alrededor del 0,01%. Sobre esto, la literatura científica es muy abundante, pero recomiendo un excelente artículo de divulgación, de fácil y rápida lectura, publicado en El País hace ya muchos años (en septiembre de 2000): La genética descalifica el concepto de raza, de Natalie Anger.
PENDIENTE DE PUBLICACIÓN 2ª PARTE
Fecha estimada publicación 2ª parte: 28-31 octubre
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