Fuente original en alemán: "Wie man einen Konflikt verkauft". Publicado en Junge Welt, 13-3-2015. URL: www.jungewelt.de/2015/02-18/001.php
Traducción al español para blogdelviejotopo: Tucholskyfan Gabi.
Fuente de esta traducción: blogdelviejotopo.blogspot.com.es, 19-3-2015.
Cuadros de texto: son añadidos nuestros.
Cuadros de texto: son añadidos nuestros.
* * *
De cómo se vende un conflicto
Partiendo de la
experiencia de la Guerra del Kosovo, veamos cómo los medios participaron en
preparar, acompañar y evaluar los ataques de la OTAN.
Por Rainer Rupp
El 'duo' Política/Medios: Los lectores de prensa hemos de pensar lo mismo que el soldado sobre el enemigo (un militar de EEUU el 14.2.1999 en Tuzla/Bosnia). Foto AMEL EMRIC/AP Photo.
Entre los días 5 y el 8 de
marzo pasados, la ‘Neue Gesellschaft für Psychologie’ [Nueva Sociedad para la
Psicología] organizó en Berlín una conferencia en torno al título
“Krieg um die Köpfe” [la guerra por las cabezas]. Se trataba de mostrar, entre
otras cosas, cómo la ciudadanía
suele ser preparada/ sintonizada/predispuesta para aceptar como irremediable e
inevitable la aparente necesidad de una intervención bélica, así como los
posicionamientos mediáticos y los procesos de toma de decisiones políticas que la suelen acompañar.
Entre los ponentes, se
encontraba el autor de JungeWelt Rainer Rupp, quien durante muchos años había
informado a la RDA, la República Democrática Alemana, desde el Cuartel General
de la OTAN en Bruselas. En su ponencia vino a elaborar y concretar el
procedimiento/proceder de los principales medios de información durante la
primera guerra de la OTAN en Europa en 1999 en Yugoslavia, tras el derrumbe de los países socialistas europeos. El ataque a este país fue el que vino a iniciar
todo un cambio paradigmático en materia político-militar. El trabajo de Información
Pública y de propaganda que la OTAN realizó para justificar este asalto y el
extraordinario papel que asumieron los llamados “medios de calidad” para servir
de portavoces a los belicistas, nos documenta hasta el día de hoy su
extraordinaria compenetración. JungeWelt publica una versión revisada de la
ponencia de Rainer Rupp. (jW)
* * *
Al terminar la Guerra Fría
y desintegrada la Unión Soviética, las “democracias” occidentales, en materia
de política exterior, volvieron a servirse
de ese recurso imperialista que es el ataque armado a un país europeo. Al mismo
tiempo, los departamentos del Pentágono, encargados de la metodología
psicológica, empezaron a propagar el dogma que dice que “las democracias no son
beligerantes, no se implican en guerras”. Y los vasallos de los EEUU en todo el
mundo, y ante todo en Europa, entraron a repetir esta fórmula como si fuese un
mantra. Así es que, desde entonces, los EEUU y la OTAN, per definitionem, no se implican en guerras, sino en “sólidas
intervenciones humanitarias” para defender los derechos humanos, fomentar la
democracia y la libertad, y ante todo, para imponer la economía neoliberal de
mercado.
Pero en los documentos de
planificación de la OTAN, pongamos por ejemplo el nuevo “concepto estratégico”
de 1999, se habla sin tapujos de la necesidad de intervenciones militares en
otras regiones del mundo con el fin de “apoderarse de materias
primas, de vías de transporte y de accesos a los mercados". Lo mismo se puede
leer en los posteriores ‘libros blancos’ acerca de la política militar de la
Bundeswehr, las Fuerzas Armadas federales. Y no se trata de documentos
secretos; conocemos sus contenidos, aunque los gobiernos y los medios procuran
no pronunciarse sobre ellos. Y es que las costosas operaciones militares lejos
de la patria, se justifican mejor ante la población recurriendo al cuento de las
atrocidades que comete un enemigo nuevo que exponiendo la fría lógica que
consiste en maximizar las ganancias de las empresas líderes y de sus
accionistas (shareholder-value).
Una vez elegido un Estado como
meta o ‘target’, la demonización de este nuevo adversario se convertía en
prioridad máxima, habida cuenta de que los ánimos de los europeos, y ante todo
entre los alemanes en 1999, venían siendo ampliamente antimilitaristas. Pero
precisamente estos habían de aceptar sin refunfuñar una guerra contra
Yugoslavia. Así que los propagandistas de la OTAN no se cansaron en repetir su
consigna de la “guerra buena”, aquella que va contra el fascismo alemán y cuya
necesidad suele ser asumida hasta entre los que rechazan las intervenciones
militares.
Este venía a ser pues el
patrón al que recurrieron para justificar el bombardeo de Belgrado y otras
ciudades serbias, considerando que la ciudadanía alemana debiera aceptar los
“daños colaterales”, porque era cuestión de “impedir un nuevo Auschwitz”, como lo expresaba el entonces
ministro alemán de exteriores, Joseph Fischer, un agitador del Partido de los
Verdes.
Horrendas cifras de víctimas mortales
La OTAN inició sus ataques
contra Yugoslavia el 24 de marzo de 1999. Los bombardeos continuaron durante 78
días y noches. Dado que el ejército yugoslavo supo camuflarse hábilmente, los
bombarderos de la OTAN enfocaron metas civiles: abastecimiento de agua,
puentes, esclusas, centrales eléctricas, estaciones de tren, escuelas, hospitales,
etc. Mientras en Semana Santa las bombas caían sobre Belgrado, en Washington
los dirigentes mundiales procedían a firmar solemnemente el nuevo “concepto
estratégico” de la OTAN, a modo de blueprint o modelo a copiar en sus agresiones
por todo el mundo.
Hoy resulta evidente lo
que los más críticos ya reconocieran entonces; a saber, que lo pactado en la
guerra propagandística contra Serbia consistía en manipular e incitar a los ciudadanos de los países miembros
de la OTAN, mediante informes en su totalidad inventados. Sus informes sobre el
curso de la guerra, según fuera su propósito en cada momento, o venían exagerando
o se quedaron cortos. Con historias de una extraordinaria brutalidad y cifras que
contaron las muertes por asesinato en cientos de miles, en el Kosovo se pretendía crear una
analogía con el exterminio masivo al estilo nazi. [1]
Ya durante el año anterior
al inicio de la guerra aérea de la OTAN, el Kosovo había sufrido los fuertes
combates para suprimir las revueltas en torno al UÇK [Ejército de Liberación del
Kosovo], una organización albana, paramilitar y filofascista/fascistoide. Durante aquel año y los anteriores, unas
dos mil personas habían caído víctima en ambos bandos. Pero el número de
víctimas no aumentó notablemente hasta el ataque de la OTAN y el subsiguiente
caos; por un lado debido a los bombardeos; y por otro, por el drástico
incremento de las operaciones de asesinato y de terror por parte del UÇK, que se
había aliado con la OTAN, no sólo en contra de sus vecinos serbios, los gitanos
Roma y Sinti, sino también contra los albanos pro-serbios en el Kosovo. Al caer
entonces las bombas del Pacto Militar, arrancó una verdadera oleada de
desplazamientos y de fugas. Cientos de miles se replegaron ante las amenazas del
cuerpo militar serbio, del UÇK y de las bombas de la OTAN; huyeron de la
miseria y del hambre, huyeron de la guerra.
Según ACNUR, la Agencia de
la ONU para los Refugiados, en fechas anteriores al asalto, habían huido unos 14.000 albano-kosovares. Después del asalto, iniciaron el éxodo en masa,
un hecho del que los propagandistas de la OTAN supieron sacar provecho, tanto para evitar el cansancio del afán
bélico como para paliar las posibles dudas entre los ciudadanos de los países
miembros. Fue entonces cuando el portavoz de la OTAN, Jamie Shea, nos ofrecía sus
historias sobre “miles y miles de jóvenes desaparecidos que pudieron haber sido asesinados por los serbios”.
El número de albano-kosovares
“desaparecidos” durante la huida y “probablemente asesinados”, la OTAN lo calculó
al alza, cifrándolo finalmente entre 100.000 y 225.000 [2]. Una y otra vez se resaltaron
las analogías con el Holocausto. En las ruedas de prensa convocadas por la OTAN, se mostraron fotografías tomadas por satélites, en las que cada trozo de tierra
revuelta se presentaba como si se tratase de una fosa común. Y en tales
ocasiones incluso el socialdemócrata Rudolf Scharping, a la sazón ministro de
guerra, solía superarse a si mismo. Las cadenas públicas alemanas, ARD y ZDF,
al igual que los demás “medios de calidad”, repetían, totalmente acríticos y como
loros, las mentiras difundidas por la OTAN.
Buscando las fosas comunes
Impresionado por esa inmensa
miseria, el gran estratega norteamericano Edward Luttwak escribía a posteriori
en ‘Foreign Affairs’, una de las primeras revistas de los EEUU en materia de
política exterior: “Merece la pena que reflexionemos si los kosovares hoy no
estarían mejor parados si la OTAN no hubiese intervenido en absoluto”. Pero la
Alianza Militar no pretendía ayudar a la gente del Kosovo, sino que esta parte de
Yugoslavia le servía de justificación para preparar un cambio de
régimen en Belgrado; y su intervención como modelo paradigmático para llevar a
la práctica su nuevo “concepto estratégico”.
El 10 de junio de 1999,
cuando por fin callaron las armas, y Yugoslavia, a la vista de tanto destrozo,
había dejado de resistirse; cuando las primeras tropas de la OTAN se
dispusieron a invadir el Kosovo, se inició una frenética búsqueda de las fosas
comunes. Al fin y al cabo, los invasores se veían obligados a demostrar nada
menos que un “Holocausto”. Con este fin, también era cuestión de involucrar a
los periodistas, quienes recibieron planos para poder localizar esas supuestas
fosas comunes.
El diario británico ‘The
Independent’, que no había entrado a participar en la histeria bélica reinante,
constataba el día 27 de junio 1999 un auténtico ambiente de “buscadores de oro”
entre los periodistas destinados en el Kosovo. A todo aquel que era capaz de entregar uno de los primeros
reportajes gráficos de una fosa común, le estaba garantizada la fama y la
fortuna. Y los ingeniosos entre los albaneses sabían cómo beneficiarse de esa
situación. “No muy lejos de aquí hubo una masacre”, cita el mencionado diario
lo que uno de ellos le susurró a un reportero, para que se dejara llevar al
lugar a cambio de cierta cantidad de dólares. Y para aumentar el interés del
reportero, había añadido: “20 cadáveres sin cabeza”. Al final, el periodista
perdió su dinero, sin haber visto la espectacular fosa común.
Cuando surgieron las
primeras dudas sobre el número de asesinatos perpetrados y la cantidad de fosas
comunes, los propagandistas de la OTAN pasaron a revisar a la baja sus
estimaciones anteriores y osaron afirmar que en ningún momento habían hablado
de cientos de miles de muertos. Ahora referían 10.000 asesinados encontrados en
un total de 130 fosas comunes. Pero tampoco se encontraron las pruebas para
estas últimas afirmaciones. Las “fosas comunes” que se descubrieron con gran
alboroto mediático, en su mayoría no eran más que un fracaso: ningún indicio de
cadáveres humanos, ni de restos de ellos. En las fosas que desde las
fotografías por satélite y a causa de la tierra revuelta se habían “vendido”
como “fosas comunes” yacían los cadáveres de ganado vacuno y otros animales
domésticos.
Lo que a continuación
ocurrió no pudo ser más grotesco: alentados por el departamento de
desinformación de la OTAN, los periodistas concluyeron que “no puede ser lo que
no debe ser”. El hecho de que en las “fosas comunes” no se hubieran hallado más
que cadáveres de animales domésticos, la prensa amarillista lo interpretó como
una prueba de la extraordinaria abyección de los serbios, quienes, para impedir
que la OTAN descubriera sus crímenes de guerra, habrían vuelto a excavar los
cadáveres humanos enterrándolos en otro lugar distinto. Hasta se sabía dónde:
en las galerías subterráneas de las minas de Trepca al noreste del Kosovo.
Al no encontrar ningún
cadáver allí tampoco, a los
reporteros de investigación se les ocurrió otra idea nueva, por lo que volvieron
a evocar la imagen del Holocausto, afirmando que los cadáveres habían sido
incinerados en los Altos Hornos serbios del Kosovo. Pero allí tampoco hubo ningún
rastro por mucho que lo buscaran los diversos equipos forenses que se habían
acercado desde varios países miembros de la OTAN. De entre estos equipos, el
norteamericano FBI, era el contingente de lejos más grande. El territorio se
llegó a calificar como “el lugar del delito más grande habido en toda la
historia forense del FBI”. Unos meses más tarde, los delegados de la autoridad
norteamericana tuvieron que retirarse sin haber logrado nada. El jefe de la
delegación forense española llegó a quejarse ante los medios de que él y sus
colegas habían servido de excusa o coartada de la OTAN y su política; “que se
les había degradado a una pirueta semántica dentro de la maquinaria de
propaganda bélica, ya que no habían encontrado ni una sola fosa común” [3].
Finalmente, John Kifner
del ‘New York Times’ tuvo la idea salvadora: con la autoridad que avala su
periódico, llegó a afirmar que los cadáveres habían sido trasladados a los
centros industriales serbios y allí quemados en muchos altos hornos distintos;
y dado que la Alianza Militar no podía ir buscando por sí misma en terreno
serbio, resultaba imposible demostrarles a los serbios las masacres que habían
perpetrado.
Lo que verdaderamente nos
ha de preocupar es el hecho que unos medios, antaño serios, se hubieran dejado
manipular como instrumentos de una primitiva propaganda belicista. En la gran
mayoría de las atrocidades relatadas, el portavoz de la OTAN se remitía a los
datos recibidos del gobierno británico. Y las afirmaciones de éste no se basaban en
absoluto en las investigaciones in situ, sino en las declaraciones de supuestos
testigos; declaraciones que se habrían obtenido de los albano-kosovares
refugiados de los campos en Albania y Macedonia, y unos datos reunidos a partir
de los informes regionales de prensa y militares, respectivamente. De entre las
referidas atrocidades hay que contar la de las mujeres embarazadas (en este
caso mujeres albanas) a las que unas bestias (en este caso bestias serbias) les
habrían extirpado sus fetos.
¿Tantos nuevos Hitler?
Reporteros
amarillistas en acción: en todo momento, al pie del cañón, pero sin ver lo que
está pasando ante sus ojos, sino interpretando lo que les viene dictado por la
OTAN. Foto tomada el 9.6.1999 en Kumanowo, ahora perteneciente a Macedonia, por
Eric Feferberg/dpa picture Alliance.
Un año más tarde, el
Tribunal Penal Internacional (TPI) para la ex Yugoslavia con sede en La Haya,
no establecido por las Naciones Unidas, sino convocado y pagado por la OTAN
[NT], falló que en las “fosas comunes” en el Kosovo se habían encontrado un
total de 2.788 cadáveres. Hay que observar que se trataba de los restos
mortales de los que habían luchado en ambos bandos y, además, de víctimas
civiles que el UÇK había asesinado durante la guerra, cientos de serbios, Roma,
Sinti y albanos pro-serbios. Los miles de muertos civiles que habían caído
víctima de los bombardeos de la OTAN tampoco entraron en ese computo.
Resulta interesante que fuera
precisamente el director de la mayor empresa privada de espionaje norteamericano
‘Stratfor Intelligence’, George Friedman, quien pronunciara la crítica más dura
del ‘establishment’ sobre la Guerra de la OTAN en el Kosovo. Friedman decía que, para él, el número de muertos resultaba relevante por partida doble. Primero,
consideraba decisivo aclarar “si la OTAN había dicho la verdad o no, a la hora
de iniciar una guerra”. Segundo, consideraba que “existe una diferencia
cualitativa entre cientos de muertos, por un lado, que hubieran caído en una
operación para combatir el terrorismo y, por otro, el asesinato masivo de miles
y miles, que cayeran víctimas de un genocidio”.
Bajo el título ¿Dónde
están los campos de muerte en el Kosovo?, esta empresa de espionaje había
publicado el 17 de octubre de 1999 un análisis crítico en el que contrastaba lo
afirmado por la OTAN acerca del genocidio serbio perpetrado contra los albano-kosovares con el escaso número de cadáveres
hallados en la realidad. “Si fijamos el umbral para justificar la invasión y la
pérdida de la soberanía de un país en unos cientos de muertos, que hubieran
perdido su vida en actos violentos a causa de su etnia, entonces el ‘casus
belli’ debería haber valido ya en numerosos países y circunstancias, desde Gran
Bretaña, Turquía… hasta Corea del Sur (…) Pero si resulta que los crímenes
serbios no se distinguen de los perpetrados en otros países, la decisión de
bombardear Serbia, ha de resultar sospechosa en términos morales”. Visto así, el
número de muertos es de importancia fundamental para George Friedman.
Los responsables intelectuales
de las matanzas en el Kosovo, el presidente de EEUU William Clinton, su
homólogo británico Anthony Blair y el canciller federal Gerhard Schröder con su
ministro de exteriores Joseph Fischer, siguen hasta el día de hoy sin ser
demandados. Al contrario, en el mundo de los valores occidentales, siguen
gozando de máximo reconocimiento. Quien acabó siendo responsable de las “fosas
comunes” del Kosovo, como un “nuevo Hitler”, era el presidente Slobodan
Milosevic.
Las supuestas fosas
comunes y las supuestas atrocidades en el Kosovo se inventaron en el mismo
taller alquimista de la OTAN, al igual que unos años más tarde, las fabulosas
armas de destrucción masiva del Hitler iraquí Sadam Husein; o las “ejecuciones
masivas” de civiles en Bengasi ordenadas por el Hitler libio Muamar el Gadafi;
o el empleo de gas de cloro del Hitler sirio Bashar al-Asad contra su propio
pueblo. No hace mucho, la que fuera ministra de EEUU de exteriores, Hillary
Clinton, llamó en varias ocasiones al presidente ruso Vladimir Putin “nuevo
Hitler”, como por otra parte hiciera también el primer ministro británico David
Cameron.
La guerra como culebrón o telenovela
Finalmente, un par de comentarios
sobre Jamie Shea, esa eterna sonrisa en la Guerra del Kosovo. Justo al año de
haberse iniciado el ataque contra Yugoslavia, el entonces portavoz de la OTAN
dio mucho que hablar. El 29 de marzo de 2000, el Neue Zürcher Zeitung [NZZ] informó
de un acto suyo en Berna, donde a los asombrados oyentes, procedentes del mundo
económico y político, les contó cómo la OTAN había engañado a la comunidad
internacional sobre esa guerra. En su discurso titulado “Selling a conflicto –
the ultimate PR Challenge” [“cómo
se vende un conflicto, el último reto en materia de Relaciones Públicas”]
se presentó como el hombre que nos envasa, vende y casi gana, él mismo, la
guerra como si fuera un producto de marca.
Y para los días tibios o
flojos de la guerra, Shea nos aconseja: “si no tienes una historia, debes
inventarte una”. Considera, además, que el público adora las diarias secuencias
de “culebrones y/o telenovelas”; y que hacen falta protagonistas como él.
Cuenta que hasta la fecha es reconocido personalmente en todas partes del
mundo, y que el magazine 'Elle' le había elegido entre los más excitantes hombres
del mundo.
A lo que comenta el NZZ
que era de esperar que ese Narciso, enamorado de si mismo, rinde más en el
ámbito sexual que comunicando datos de la OTAN. Que en democracia, el público
tiene derecho a exigir que sus respectivos gobiernos beligerantes le faciliten
información verídica. El crédito, la credibilidad se apoya en el relato fiel.
Si esta fidelidad se observa durante un tiempo largo, el ciudadano está
dispuesto a dar su confianza, hasta en situaciones en que la discreción o el
secreto vienen a impedir que se le faciliten todos los detalles, opina el NZZ.
Y continúa comentando: “Si un minúsculo portavoz, que no alcanza a entender la
situación, opina que todo se reduce a unas Relaciones Públicas y lo manifiesta
así, acaba por reducir notablemente el valor de mercado de los poderosos. De
repente, se invalida toda su credibilidad, ya no sirve de nada. Al poco tiempo
uno se pregunta rascándose la cabeza: por cierto, ¿cómo se llamaba ese… portavoz?
¿Jamie… nosecuantos? Pero en eso, el periódico se equivocaba.
Shea continuaba su carrera
en la OTAN. Su trayectoria resulta sintomática para el carácter de toda la
organización. No sólo llegó a ser director de la sección “Planificación Política”,
sino además es hoy Vicesecretario General de la Alianza. Ahora puede ir
soltando peroratas sobre Rusia y su incalculable poder, ese poder que se ha
convertido en una nueva amenaza para la pacífica OTAN que tanto ama y defiende
los valores democráticos.
[1] Véase el pertinente
artículo en el magazine político New Statesman del 4 de septiembre 2000: http://www.newstatesman.com/node/138456
[2] Véase la fuente citada
en [1].
Nota de Traducción:
[NT] Convendría señalar que el autor sostiene que el TPI para la ex Yugoslavia fue convocado ad hoc y pagado por la OTAN, y no por las Naciones Unidas, como se dice en otras fuentes consultadas por la traductora.
Algunas entradas relacionadas en el blog del viejo topo:
- ¿Qué país representa la mayor amenaza para la paz en el mundo? Una encuesta de WIN/Gallup International
- Los medios y la OTAN: a propósito de Periodistas comprados (Gekaufte Journalisten), de Udo Ulfkotte.
- ¿Después del Tercer Mundo? Los fracasos de la modernidad y el advenimiento de la globalidad imperial (Arturo Escobar)
- Intervenciones militares de EE.UU en los últimos 30 años. Imperialismo y neocolonialismo en la fase del capitalismo neoliberal.
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- Oskar Lafontaine: contra toda participación bélica. La paz en lugar de la OTAN.
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- Siria. Lo que no nos cuentan los medios sistémicos.
- EEUU, UE, Israel y la"desestabilización sustentable".
- «El arte de la guerra». Siria: la carrera por el oro negro.
Magnífico artículo y excelente traducción de Gabi.
ResponderEliminarMientras lo leía no dejaba de pensar en toda la propaganda que nos cayó encima cuando comenzó el conflicto en los Balcanes. Ya desde el primer momento hubo voces muy críticas, pero fueron silenciadas en los medios cuando no desprestigiadas. Me viene a la cabeza, por ejemplo, un autor que personalmente me encantaba de joven: Peter Handke. Al final resulta que aquellas voces "aisladas" tenían razón.
Los medios son los que construyen la "realidad" que percibe el ciudadano medio. Y ésta es la "lección" que saco del artículo. Y aunque el texto se refiere a la guerra en los Balcanes, en realidad es extrapolable a todo cuanto tenga que ver con información en política internacional. Esa propaganda que es la que da forma a la percepción ciudadana de la realidad, es una lacra que vemos constantemente (estos días, por ejemplo, con lo relacionado con Venezuela).
Como anécdota personal, cuento la incidencia que tuvo en mí la guerra en la antigua Yugoslavia. A nivel personal me supuso dejar de creer en muchas cosas, perder muchas esperanzas, sentir mucha frustración al ver la indiferencia de la gente (en el mejor de los casos) cuando no el apoyo a las fuerzas bastardas (en el peor de los casos). Personalmente siempre tuve mis simpatías por la vía yugoslava autogestionaria al Socialismo (con todas sus contradicciones, defectos y problemas) y cuando vi que desde fuera se inducía la fragmentación y el conflicto, sentí una rabia que acabó conduciéndome al pesimismo. Ya, más tarde, una vez que desaparece Yugoslavia, cuando se produce el conflicto de Kosovo y la intervención de la OTAN, recuerdo discusiones muy tensas a veces con militantes y simpatizantes del PSOE que reproducían el discurso propagandístico del imperialismo atlantista.
Lo que la Europa de Bruselas y EEUU hicieron con la antigua Yugoslavia, merecerá el castigo de la Historia. Y lo peor es que se sigue con ello: ahora se habla de la "balcanización" de Siria, de Irak, mismo de Ucrania... En todos los casos se repite lo mismo y en todos los casos se produce esa estrategia de propaganda de la que magistralmente nos habla Rainer Rupp.
Me parece una selección y traducción muy acertada. Gracias, Gabi, por permitirnos disfrutar de la lectura de este texto en castellano.
Y ya que mencioné más arriba a Peter Handke (¡cuánto me gustaba en mi juventud este escritor!), acabo de encontrar lo siguiente, relacionado precisamente con los Balcanes: "Peter Handke renuncia al dinero del premio Ibsen" en http://www.elmundo.es/cultura/2014/09/22/54203ebfe2704ebe778b4581.html
ResponderEliminar.
Una cita suya muy en consonancia con el texto de Rainer Rupp:
"Vergüenza para los que abusan de la democracia y dan espacio a la ignorancia, el odio, la falsedad, la mentira y la histeria en los llamados medios en el falso nombre de la democracia" (Peter Handke)
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10205281888219239&set=a.1024826933440.2005160.1008259189&type=1&theater
ResponderEliminarmuy bueno el diagrama
EliminarJoder, es que no calláis nada. Vais a conseguir que todos los asnos en cuestiones políticas acaben tocando la flauta con virtuosismo.
ResponderEliminar• ¡Tranquilos, muchachos! ¡Podéis continuar tranquilos con vuestra labor, que es una broma! La gente vive en el mundo de yupi, el mundo feliz, con sus TV-s y no vais conseguir amargarlos. Apostaría que hasta los sin techo se llevan, antes de irse a dormir, su diaria ración.
Si este tinglado de la OTAN ya le parece osado, atrevido, espero que lea sobre la "OTAN económica" que tenemos la a la vuelta de la esquina... disfrazada de TTIP, TiSA, CETA, etc....
Eliminar¡¡Dentro de poco en este canal!! ¡¡No falte!! :-)