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martes, 21 de abril de 2015

De la ilusión y del ilusionismo. El cuento del gallego que viajaba en tren.


Autor: Alex Timmermans, www.alextimmermans.com


A los del discurso de la "gente", retóricos del vacío

"Gente": nuevo sujeto político del discurso ciudadanista de la izquierda.
"Ilusión": lugar común de ese mismo discurso político. No está clara la diferencia con el ilusionismo. Tampoco la diferencia con los anuncios de la lotería o del cupón de la ONCE (por ejemplo).
Bienvenidos a la política de la noria.


*   *   * 

Hace años, un gallego se disponía a viajar desde Barcelona hasta A Coruña, en uno de aquellos viejos trenes de RENFE, de compartimentos para 8 personas, con ventanas cuya mitad horizontal superior se podía bajar para ventilar.

El gallego se sienta junto a la ventana. En el compartimento viaja también una señora, sentada en el extremo, junto a la puerta. Antes de que el tren se pusiera en marcha, la señora le dice al gallego: "por favor caballero, ¿le importaría bajar la ventana?..., es que hace calor". El gallego se levanta y diciendo "da igual", baja la ventana. Al rato, el tren se pone en marcha y la señora le dice: "ahora parece que está entrado demasiado aire... por favor caballero, ¿le importaría subir la ventana?". El gallego se levanta y diciendo "da igual", sube la ventana. Después de un rato, la señora comenta que la calefacción está muy alta y le dice al gallego: "por favor caballero, ¿le importaría bajar la ventana?... ahora parece que hace mucho calor". El gallego se levanta y diciendo "da igual", baja la ventana. Poco tiempo después, la señora aprecia que hace frío y vuelve a pedirle al gallego que suba la ventana. El gallego se levanta y diciendo "da igual", sube la ventana. Durante toda la noche se repitió la misma historia. Cada vez que aquella señora le pedía al gallego que bajase o subiese la ventana, éste accedía a su petición, exclamando primero "¡da igual!".

Por la mañana, cuando el tren estaba llegando ya a la estación de A Coruña, la señora una vez más se dirige al gallego: "ya estamos llegando... por favor caballero, ¿le importaría bajar la ventana para que se ventile un poco el compartimento?". Y una vez más, el gallego se levanta diciendo "da igual", y baja la ventana. La señora se muere curiosidad y no puede evitar preguntarle: "¿me puede decir usted, por qué cada vez que le pido que suba o baje la ventana, me contesta 'da igual'". El gallego la mira, con esa expresión de escepticismo que sólo un gallego sabe dibujar sobre su rostro, y le dice: "sí..., da igual... ¡¡es que la ventana no tiene cristal!!"

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